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Mensaje de Mayo 15 del 2005
La Naturaleza del Discipulado
Lectura Bíblica: Lucas 9:57-62
Introducción
Con el nuevo nacimiento, experimentamos nuevas perspectivas en nuestra vida espiritual. Recibimos la inquietud insaciable de seguir a Cristo, de ser Sus discípulos. La Biblia nos dice que si nos sometemos a alguien como esclavos para obedecerle, somos esclavos de aquel que obedecemos (Romanos 6:16). Pasamos a ser esclavos de Cristo en el momento que lo aceptamos como nuestro Salvador.
Toda libertad tiene su correspondiente esclavitud. Por ejemplo, el atleta puede ser un esclavo del entrenamiento y ganar, o puede librarse del riguroso entrenamiento y fracasar. Así también en la vida del cristiano, podemos ser esclavos del pecado o de Cristo. Nos ponemos la nueva naturaleza espiritual o mantenemos la vieja naturaleza pecaminosa. La nueva naturaleza se inclina a seguir a Cristo, a tomar decisión con firmeza, a hacer un compromiso de corazón y fijar la mirada en el Autor de nuestra salvación.
La naturaleza del discipulado incluye certeza (versículos 57-58)
La popularidad de Jesús se había diseminado tanto por toda la región que sus seguidores se veían atraídos por Él. Ya Jesús había seleccionado los que iban a componer el círculo de discípulos más allegados, y que luego denomina Apóstoles. Pero, habían otros que se voluntarizaban a ir con Él, y otros que Jesús llamaba a seguirlo. Quizás habían escuchado las afirmaciones de Jesús cuando decía: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Juan 8:12). Así el entusiasmo era notorio en medio de la multitud, que se veían conmovidos por la predicación de Jesús.
Tal fue la oferta que cierto hombre le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». Nos preguntamos si este hombre estaba consiente de la afirmación que le hacía a Jesús, o si solamente era conmovido por la popularidad de Jesús. Quizás no conocía lo que conllevaba ser un seguidor de Jesús y se ofreció impulsivamente. De lo que sí podemos estar seguros es de lo que Jesús quería que entendiera con la declaración del verso 58. Resalta lo siguiente:
- Que no se trata de popularidad
- Que no es una aventura temporal
- Que no tiene remuneración, ni reconocimiento
- Que no es de comodidades o gozo terrenal
Mas bien,
- Experimenta vicisitudes, incomodidades, privaciones, carestías, pobrezas, humillaciones
Con esta declaración, no es que Jesús lo desalentaba a seguirle, sino que la prueba del discípulo reposa en la certeza de querer seguir a Jesús con firmeza, sin importar el costo. No es algo que se toma muy a la ligera. No podemos titubear, ni podemos demostrar indecisiones al seguir a Cristo. No podemos dudar, porque la Palabra de Dios nos dice que «el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra» (Santiago 1:6).
La naturaleza del discipulado incluye compromiso (versículos 59-60)
El Señor espera que hagamos el compromiso de seguirle, de contestar a Su llamado con convicción en nuestros corazones. Al segundo hombre de este pasaje le hizo un llamado, esperando que su respuesta sea positiva y firme. Estamos convencidos que el Señor sabe a quién llama y conoce de nuestras limitaciones, habilidades y talentos. Está dispuesto, siempre, a prepararnos y a darnos las herramientas que necesitamos para desenvolvernos en la obra a la cuál hemos sido llamados. Este segundo hombre no es que se negó seguir a Jesús, sino que quería retardar la respuesta que le iba a dar al Señor, pidiéndole tiempo para enterrar a su padre. Dios no condena el hecho de hacer lo propio y lo correcto en el núcleo familiar. Lo que no le agrada son las excusas. ¿Cuales son los riesgos de dilatar la respuesta del llamado del Señor? Haciendo esto, estamos expuestos a ser persuadidos a
- una decisión desganada o negativa
- extender nuestra respuesta a un largo plazo
- posponer nuestro deber a un mañana incierto (Deuteronomio 30:15) (1 Reyes 18:21)
- creer que los deberes con nuestra familia nos excusa de cumplir nuestras obligaciones con Dios
- poner a Dios en segundo plano (Mateo 6:33)
Tengamos en cuenta que Dios no quiere que dejemos de cumplir con nuestros familiares, sino que, si algún familiar se pone como piedra de tropiezo en el camino para que no sirvamos a Dios, tenemos que armarnos de celo y valor para hacerlo a un lado. Cada uno, individualmente, tenemos que dar cuentas a Dios de las decisiones que hemos tomado.
La naturaleza del discipulado incluye fe (versículos 61-62)
¿Creemos firmemente en el Señor para seguirlo a costo de todo? El tercer hombre de nuestra lectura nos da la impresión que el seguir a Jesús tenía un riesgo bien alto, aun de perder la vida. Por eso es que, quizás, le dice al Señor que lo dejara ir a despedirse de su familia como que ya nunca iba a regresar. No mostraba la convicción que el andar con Jesús implica un avance que sobrepasa el valor material y aun la vida misma. No hay vida más valiosa que la de servir como discípulo del Señor. El Apóstol Pablo nos exhorta a seguir adelante, olvidando lo que queda atrás, a proseguir a la meta «al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús» (Filipenses 3:13-14). Por eso es que el Señor le recuerda que «ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios» (versículo 62). ¿Qué ocurre cuando el agricultor mira hacia atrás cuando esta arando? El surco le ha de quedar torcido y el suelo que ara no quedará apto para la buena siembra. Así mismo el que es llamado del Señor, debe de tener su mira fija al supremo llamamiento, sin mirar atrás. Pongamos pues, nuestros ojos en el autor y consumador de nuestra fe. Procurando elaborar diligentemente en la naturaleza del discipulado. Ciertamente haciendo esto, hemos de ser otorgado entrada en el reino sempiterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Que para Él sea la gloria, el poder y la honra. Amén.
Conclusión
Elevemos oración a Dios, para que la nueva naturaleza que es a través de la fe nos lleve a seguir a Cristo con decisión firme, haciendo compromiso de corazón y con nuestra mirada fija en el autor de nuestra salvación. Que el Señor nos bendiga. Amén.
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