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(El Cairo, noche. Una caja fuerte explota, y una mano enguantada coge unos diamantes de su interior)
(Londres, noche. Tiene lugar una escena similar)
(Ámsterdam, noche. Una tercera caja fuerte es reventada y robada)
(San Diego, noche. Un hombre va caminando deprisa con un paquete bajo el brazo. Se para un momento y saca un papel del bolsillo: es un plano dibujado a mano con una dirección. En español está señalado: "casa de Laura Holt". El hombre continúa caminando tras consultarlo; en ese momento un coche aparcado frente a él enciende los faros. El hombre se asusta y sale corriendo en dirección contraria, pero otro coche sale a su paso. Consigue escapar entre los dos coches que le acorralan y se echa a correr hacia una escalera de incendio; sube por ella y se esconde. Los perseguidores salen de los coches, y uno de ellos va a su encuentro a lo alto de la escalera. El hombre y su perseguidor pelean durante algunos segundos, y el primero tira al segundo escaleras abajo. El hombre del paquete se echa a correr de nuevo, a la vez que otro de los perseguidores empuña un arma y dispara, sin alcanzar al hombre. La persecución continúa y volvemos a escuchar el sonido de disparos)
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(Casa de Laura, mañana. Se oye el sonido del timbre de la puerta. Laura sale corriendo de la ducha a abrir)
LAURA: (en dirección a la puerta) María, te he dicho mil veces que no... (abre la puerta y se para en mitad de la frase al comprobar que no es María sino un hombre: ¡el hombre del paquete de la noche anterior! Tiene mal aspecto y está muy pálido)
HOMBRE: (entrecortadamente) ¡Por--favor! (se desploma en el suelo a los pies de Laura)
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(Edificio de la Agencia Remington Steele. Una mujer de mediana edad con sobrepeso sale del ascensor; lleva un maletín en la mano y tiene un aspecto seco y algo arisco. Camina por el pasillo con resolución. Llega a la puerta de la agencia y entra. La sala de recepción está muy concurrida por mujeres de diferentes edades. La mujer se encamina a una joven que está sentada tras la mesa de Bernice)
MUJER: (a la joven) Disculpe, tengo una cita a las nueve y media con la Srta. Holt.
JOVEN: (se vuelve a ella sonriendo; está mascando chicle) Como todas nosotras.
MUJ: ¿Sería tan amable de anunciarme?
JOV: Oiga, no trabajo aquí; para eso he venido, para ver si puedo hacerlo.
MUJ: ¿Podría hablar con alguien que esté trabajando aquí?
JOV: Hay un tipo que vino a dar una vuelta y luego se encerró allí. (señala el despacho de Steele)
MUJ: (se encamina a la puerta del despacho sorteando al resto de mujeres) ¿Me permiten? (empuja a una de ellas con el maletín) ¡Lo siento! Ha sido sin querer. (llama a la puerta, y Steele se oye desde dentro)
STEELE (off): Paciencia, señoras, la Srta. Holt llegará de un momento a otro.
MUJ: (vuelve a llamar a la puerta) Tengo una cita.
S: (abre la puerta y sonríe educadamente) Si, si, lo sé: a las nueve en punto con la Srta. Holt. No sé por qué se ha retrasado, suele ser muy puntual.
MUJ: ¿Es usted Remington Steele?
S: Por favor, acepte mis disculpas. (intenta cerrar la puerta, pero la mujer se lo impide)
MUJ: En realidad es con usted con quien quiero hablar.
S: Lo siento, pero contactar con una nueva secretaria corresponde a la Srta. Holt, así que siéntese con las demás.
MUJ: (algo molesta por la situación) ¿No lo entiende? ¡Soy Mildred Krebs!
S: (el nombre no parece sonarle de nada, y la conversación comienza a resultarle frustrante) Le aseguro que no me cabe la menor duda. (intenta cerrar la puerta de nuevo)
MILDRED: Se trata de su auditoría. (le entrega la identificación y entra en el despacho)
S: (lee la identificación, la expresión cambiada) ¡Mildred Krebs, delegada de zona! ¡De la oficina de Hacienda!
M: (llega a la mesa de despacho, y deja el bolso y el maletín en ella) No hay que alarmarse; ya sé que la palabra auditoría (saca las gafas del bolso y se las pone) provoca terror en el corazón de la gente sencilla...
S: (se acerca a ella) Si, pero no lo sabe usted bien, no.
M: (saca unos documentos del maletín) No, es pura rutina, créame. Los ordenadores sueltan unos nombres al azar, y ahora le toca a usted, por así decirlo. (sonríe por la broma) Verá, hemos hecho una inspección a su agencia. Ha habido que comprobar las ganancias personales de todos los empleados que trabajan para usted. (revisa el informe) Tenemos a Laura Holt, Murphy Michaels y Bernice Foxe, pero quizá le sorprenda, Sr. Steele, (se ríe) que a todo el mundo le gusta hacer la clásica trampa a Hacienda. (Steele se ríe, nervioso) Sin embargo este caso me resulta bastante embarazoso... (los dos ríen) porque... (se ríen más) ¡no hemos encontrado su declaración!
S: ¡Mi declaración! (se toca el nudo de la corbata, más nervioso)
M: Hemos instalado nuevos ordenadores; pasamos de un 6.40i a un 9.90j, pero ya sabe usted lo que es la burocracia: nunca escuchan a las personas que trabajan con estas máquinas. Así que me imagino que su declaración estará dando vueltas en algún lugar del circuito. ¡Sabe Dios cuándo aparecerá! De modo que si usted me diera su copia, todo esto se arreglaría en unas pocas horas.
S: (se pone serio, preocupado por la situación) ¿Mi copia?
M: Si. (Steele no sabe qué hacer) ¡Su copia!
S: (cada vez más nervioso) ¡Mi copia! ¿Me disculpa un momento, por favor? (sale corriendo hacia el despacho de Laura. Se vuelve un segundo a Mildred antes de entrar) Gracias.
(Steele entra al despacho y cierra la puerta tras él. Se dirige al teléfono y marca un número, inquieto mientras espera señal)
S: (al teléfono) ¡Laura! ¿Dónde te has metido? ¡Esto es el caos!
(al otro lado de la línea está Laura en albornoz sentada en el sofá. El hombre sigue tirado en el suelo)
L: (en un tono de voz neutro) Esto tampoco es un lecho de rosas.
S: La oficina está llena de secretarias, sin contar a una que...
L: (sin perder la calma) Pues yo te supero: tengo un cadáver en medio del salón.
S: ¡¿Un muerto?! ¿Algún conocido?
L: Según su documentación es marino e hijo de mi asistenta.
S: Voy volando, ¿eh? (cuelga el teléfono y se encamina a la puerta por dónde ha entrado, pero lo piensa dos veces, y finalmente decide salir por la otra puerta a recepción. Se cruza con las aspirantes a secretaria, y les sonríe a su paso) ¡Buenos días, señoras! (se abrocha la chaqueta y continúa cruzando la recepción) ¡Buenos días, buenos días! (sale por la puerta)
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(Casa de Laura, salón. Laura está hablando con Steele, que está agachado junto al cadáver)
L: Su nombre es Héctor Figueroa. Tenía un plano detallado en español (se lo muestra a Steele) de cómo llegar a mi casa, y esta llave de hotel. (la muestra también) Pensaba que era María: siempre olvida la llave. Y al abrir la puerta, (se encoge de hombros) allí estaba él estrujando un paquete envuelto en papel de periódico.
S: (interesado) ¿Paquete? ¿Envuelto en periódicos? Laura, esto empieza a parecerse al Halcón Maltés. Walter Huston es un marino (Laura suspira y levanta la vista al cielo) que, pese a estar acribillado a balazos consigue entregar a Bogart el halcón envuelto en periódicos. Por cierto, ¿qué tiene el paquete?
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(Casa de Laura, cocina. Steele sostiene un pez en sus manos; Laura está a su lado)
S: ¿Un pescado?
L: Héctor trabajaba en un barco atunero.
S: No creo que haya venido con tres balazos en el cuerpo sólo para regalarte esto. (deja el pescado en la mesa)
(Laura suspira y toca el pescado con la mano, pensando. Steele coge un cuchillo de la encimera y se lo clava al pez, pero el cuchillo no atraviesa la piel y rebota)
L: Será mejor que lo descongeles.
S: (mira el cuchillo) Si, será lo mejor. (deja el cuchillo en la encimera, coge el pez y lo mete al horno)
(en ese momento se oye un grito de mujer desde el salón. Laura sale a ver qué ocurre, mientras Steele se queda en la cocina encendiendo el horno)
L: ¡Oh, María! (sujeta a María de los hombros) ¡Lo sé, lo sé, lo sé, es algo espantoso, terrible! (Steele se les une en el salón)
MARÍA: ¡Ay, madre de Dios! ¡Pero qué está pasando aquí! ¿Cómo voy a pasar la aspiradora con eso (señala el cadáver) ahí?
S: ¿Sabe usted si su hijo tenía algún enemigo?
M: (se vuelve a Steele) ¿Qué hijo?
L: (señala el cuerpo) ¡Su hijo Héctor!
M: (alterada) ¡Ese no es Héctor! (comienza a hablar atropelladamente) ¡En mi vida he visto a ese hombre! ¿A qué viene eso de que ha muerto mi hijo?
L: Tranquila, María, hable más despacio.
M: (respira profundamente) Ese no es Héctor. No tiene ningún parecido con él: mi hijo es mucho más guapo.
L: (extrañada) ¡Pero llevaba la documentación de su hijo!
M: ¡Ese no es Héctor! ¡Si lo sabré yo!
S: (huele algo de pronto) ¡El pescado! (sale corriendo a controlar el horno)
M: (se vuelve a Laura) ¿Pescado? ¿Pero es que va a comer en un momento así?
L: Por favor, María, siéntese. (la conduce al sofá) Le traeré un vaso de agua.
M: No quiero un vaso de agua. Quiero saber por qué ese hombre (señala el cuerpo) lleva la documentación de mi hijo.
L: Un momento. (sale corriendo hacia la cocina. María se sienta finalmente)
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(Casa de Laura, cocina. Steele saca el pescado del horno con un guante y lo deja encima de la mesa. Laura coge un cuchillo de la encimera y corta el pez por la mitad. Lo abren, y descubren que el pez está relleno de: ¡diamantes! Steele coge unas tenacillas e inspecciona uno de los diamantes)
S: Una talla perfecta, aproximadamente dos quilates, valorados en 70.000 en el mercado... (Laura le mira, estupefacta; él le lanza una mirada por el rabillo del ojo, y se apresura en corregirse) Claro, que es sólo la opinión de un profano.
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(Agencia Remington Steele. Laura y Steele llegan a la oficina. Él se asoma a la puerta, sin atreverse a entrar del todo; la recepción está completamente vacía)
S: Despejado. (los dos entran finalmente)
L: ¿Por qué no iba a estarlo?
S: Bueno, ha surgido un pequeño problema, pero dadas las circunstancias no he querido molestarte con él. (abre la puerta de su despacho, y se encuentra a Mildred esperando pacientemente en el sofá; se levanta al oírles entrar) Por otro lado, ¿de qué valen los problemas si no se pueden compartir? (entran y Steele cierra la puerta. A continuación presenta a las dos mujeres) Laura Holt, te presento a Mildred Krebs, inspectora de la Delegación de Hacienda.
L: (se acuerda de pronto) ¡Oh, Srta. Krebs! (le estrecha la mano) Había olvidado su cita, lo siento mucho, ¡de verdad!
M: No es necesario que se disculpe. (se acerca a la mesa) Vamos al grano, ¿quiere? (se pone las gafas) De acuerdo con la declaración colectiva, (revisa el informe) firmada por usted, señorita, la compañía empleó a Bernice Foxe como secretaria de recepción. (Steele y Laura revisan el informe también)
L: Desgraciadamente Bernice Foxe ya no trabaja con nosotros.
S: Si, una terrible pérdida; se fugó con un saxofonista, estarán disfrutando de lo lindo en Nueva York. (se ríe, y Laura le mira con desaprobación)
M: ¿Y un tal Murphy Michaels, investigador?
L: El Sr. Michaels también ha abandonado la agencia. Ha abierto una por su cuenta en Denver.
S: Colabora con el juzgado; a Murphy siempre se le dieron muy bien los informes de autopsias.
(Mildred se quita las gafas no muy convencida por las explicaciones)
L: (sonríe) ¡No sé qué puede estar mal, Srta. Krebs! Cada centavo fue escrupulosamente detallado.
S: (le pasa a Laura la mano por la espalda) Por lo visto el ordenador ha traspapelado mi declaración. La Srta. Krebs solamente quiere echar un vistazo a mi copia. (ríe, intentando disimular su preocupación)
L: (deja de sonreír, pero procura que no se le note) ¿A--tu copia?
S: ¡A mi copia!
L: (sonríe a Mildred ampliamente) ¿Nos disculpa un momento, Srta. Krebs? (conduce a Steele hacia su oficina)
M: ¿Adónde van?
L: (se vuelve para contestarle) Sólo a la oficina de al lado.
M: ¡Ahí se han pasado las últimas cuatro horas!
L: Volveremos en un periquete. (entra en la oficina)
S: (a Mildred) Acomódese, pero no mucho, ¿eh? (entra también en la oficina y cierra la puerta tras él)
(Mildred se queda en el sitio, mirando a la puerta cerrada con sospecha y recelo)
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(Despacho de Laura. Steele y Laura están discutiendo sus opciones)
S: ¿Y ahora qué?
L: Déjame pensar un poco. (fuera se oye el sonido del teléfono que comienza a sonar)
S: ¡No me digas que no has presentado mi declaración!
L: ¡No existías entonces!
S: Pero si ahora existo, ¡también existía entonces!
(les interrumpe Mildred, que entra por la puerta; Laura y Steele intentan disimular)
M: Una llamada para la Srta. Holt, el Teniente Wilder, de la guardia costera.
L: (a Mildred) Gracias. (va a contestar el teléfono)
M: (a Steele) ¿Cómo les va?
L: (al teléfono) ¿Si, Teniente?
S: (a Mildred) Oh, estamos comprobando los expedientes. Si nos disculpa un momento, (da una palmada al archivador de ficheros) es altamente confidencial, muy delicado. (le abre la puerta a Mildred para que salga; ésta sale y Steele vuelve a cerrar la puerta a continuación)
L: (al teléfono) Bien, gracias, Teniente. (cuelga, y se dirige a Steele) Según la guardia costera el barco atunero de Héctor se vestíbuloaba hace tres días frente a las costas de Acapulco.
S: ¿Y eso qué prueba?
L: ¡El pescado estaba envuelto en un periódico de Acapulco de hace tres días! Esta llave (enseña la llave, y Steele la coge) corresponde a un hotel de Acapulco. (se dirige al cajón de la mesa y lo abre) El portador de la documentación de Héctor desembarcó allí. (busca algo en el cajón)
S: ¿Qué estás haciendo?
L: Normalmente se necesita un pasaporte (lo muestra en la mano) para viajar al extranjero.
S: (sorprendido) ¿Adónde vas?
L: ¡A México!
S: ¿A México?
L: Si, a México. Ya sabes, Lupe Vélez, María Félix, Pedro Armendáriz... (sonríe)
S: No puedes largarte por las buenas.
L: Lo hago por María. Está muy preocupada por su hijo; puede estar corriendo un gran peligro. (coge un maletín)
S: Lo sé, lo sé. Razón de más para que no vayas sola.
L: (sonríe y se acerca a Steele) ¡Escápate conmigo!
S: (no parece muy entusiasmado) ¿A México?
L: Días para broncearse y noches para soñar.
S: ¿No podríamos tostarnos un poco más cerca de casa?
L: (deja de sonreír, sospechando de la actitud de Steele) ¿Hay algo que te impide acompañarme a México?
S: (intenta disimular) Pues, no, es que... ¡no tengo el pasaporte en regla!
L: (la sospecha aumenta) ¡Que yo sepa te sobraban los pasaportes cuando nos conocimos!
S: Si, si, lo sé, pero ahora que me estoy reformando no me parece bien usar uno de esos.
L: (se encamina a la puerta exterior) ¡Entonces quédate aquí y mantén a raya a Hacienda hasta que podamos explicar dónde está (abre la puerta) tu declaración! (sale)
S: (la llama por detrás) Laura, Laura...
(entra Mildred por la otra puerta)
M: ¿Sr. Steele?
S: (disimula) Si, estoy buscando. ¡Fíjese! (va al fichero y abre el cajón, simula leer unos informes) ¡Mire, mire!
M: ¿Hay alguna razón por la que no pueda darme una copia de su declaración?
S: (mira a Mildred, mira en dirección a la puerta por la que saliera Laura, y cierra el cajón) Tengo que confesarle una cosa, Srta. Krebs, (la conduce a su despacho) Aquel año no presenté ninguna declaración. (cierra la puerta)
M: ¿Por qué no?
S: Bueno, bueno, porque... (le indica un asiento) Por favor, siéntese. Porque... ¡porque no tuve ningún ingreso! (Mildred se sienta) Está todo en la declaración colectiva, (señala el informe con el dedo) ¡Remington Steele no cobró sueldo!
M: (sonríe, incrédula) No lo dudo, Sr. Steele, pero entonces cobraría en especies. (se levanta)
S: (con cautela) ¿Que clase de especies?
M: La agencia ocultó la posesión de un coche, un chofer y un apartamento. La única razón para no declarar estos bienes como ingresos sería que usted dedicara el cien por cien de su tiempo al negocio.
S: (intenta hacerlo creíble) ¡Claro que si! ¡Dormí, respiré y soñé pensando en la agencia!
M: (le mira, aún con incredulidad) Sr. Steele, mañana a las nueve y media iré a inspeccionar su domicilio, y le aseguro que si encuentro por casualidad un sólo efecto personal, (sonríe) mi experiencia personal pasada me vendrá de perlas.
S: ¿A qué experiencia pasada se refiere?
M: Seis años en el departamento anti-fraude. (coge el maletín y sale del despacho. Steele se queda pensando, consternado)
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(Acapulco. Un taxi llega al hotel; el portero abre la puerta del taxi, y Laura sale de él. Se acerca a la ventanilla del copiloto y paga al taxista, entra en el hotel, cruza el vestíbulo y llega al mostrador de recepción, mientras saca una tarjeta del bolso. Un recepcionista le atiende)
RECEPCIONISTA: ¡Hola! ¿Puedo ayudarle?
L: Eso espero. (le da la tarjeta) Me llamo Laura Holt, soy detective privado en Los Ángeles (saca una fotografía del bolso) y estoy tratando de localizar a este hombre. (el recepcionista mira la fotografía) Un tío suyo que vivía en Los Ángeles ha fallecido y le ha dejado una pequeña herencia. (sonríe) Desgraciadamente, no conocemos su dirección actual; sin embargo según mis informes, es posible que haya estado en este hotel hace poco, quizás como huésped.
REC: (se ríe) No es un huésped: ¡es Pedro! (le devuelve la fotografía)
L: ¿Le conoce?
REC: Si, es uno de los botones: Pedro Campos.
L: (sonríe satisfecha) ¡Correcto, ese es su nombre!
REC: Claro, perno viene a trabajar desde hace... (hace memoria) tres días.
L: Oh, vaya, que contrariedad.
REC: Si.
L: Bueno, tal vez pueda darme usted su dirección. Me gustaría mucho comunicar al Sr. Campos su buena suerte.
REC: (vuelve a reír) Veré lo que puedo hacer. (comprueba algo en el ordenador)
L: (mete la mano en el bolso, buscando la llave; lee el número de habitación) También quisiera una habitación, a ser posible la 2009.
REC: ¿La 2009? ¿Viene usted sola?
L: (no entiende) Si, bastante sola. Lo prefiero así, ya sabe que más vale sola...
REC: Ya... Pues, entonces no entiendo por qué desea usted la 2009: ¡es la suite nupcial!
L: (se ríe, aparentemente avergonzada) ¡Oh, la suite nupcial! Ahora comprendo por qué me dijo mi hermana que jamás se había hospedado en una habitación más agradable. (se ríe más fuerte)
REC: Está comprometida. Se reserva con mucha antelación.
L: En ese caso, me da lo mismo cualquier habitación.
REC: De acuerdo, será sólo un momento. (lo controla en el ordenador)
L: Gracias.
(Laura vuelve a recorrer el vestíbulo hacia el exterior. Se cruza con una mesa en la que se anuncia una convención de vendedores de seguros. La encargada de la mesa le pregunta a un hombre su nombre)
ENCARGADA: ¿Su nombre, por favor?
HOMBRE: Martin Ring.
ENC: (busca en la lista) Lo siento mucho, Sr. Ring, pero no encuentro su nombre.
(algo más alejado de la mesa, otro hombre, vestido con un traje azul celeste y sombrero, se cuelga la etiqueta con el nombre de Martin Ring en la chaqueta. Ve pasar a Laura y comienza a seguirla)
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(Calles de Acapulco. Laura va caminando por un barrio de casas pobres. Consulta un papel que tiene en la mano, y se acerca a una mujer)
L: (intenta hablar en español) Buenos días. ¿Habla usted mi idioma? (la mujer no se inmuta y continúa con su labor. Laura suspira y dice para sí, tocándose la frente) ¡De acuerdo! (vuelve a dirigirse a la mujer) Busco a Pedro Campos. (la mujer sigue sin reaccionar) Bueno, verá usted, (saca la fotografía del bolso y se la entrega a la mujer) es... es mi amigo. ¡Héctor! ¡Héctor Figueroa! ¡Éste! (la mujer mira la fotografía y la deja en la mesa) ¿Pedro casa's Campos? Digo, (se golpea la frente, corrigiéndose) ¿la casa de Pedro Campos? (la mujer mira a Laura unos segundos, y luego se marcha. Laura se queda hablando sola) Gracias. Siempre me tocan los tontos. (sale también)
(Laura continúa caminando por las calles. Un coche arranca tras ella y comienza a perseguirla, pero Laura no se da cuenta. Cuando el coche está a su altura el copiloto alarga los brazos por la ventanilla abierta y coge a Laura por la cintura. Laura se resiste, y golpea al secuestrador en el brazo. El coche continúa avanzando y se cruza con una camioneta que está aparcada. El coche no tiene sitio suficiente para pasar y Laura se golpea contra el capó de la camioneta, lo que le permite liberarse a su vez de los secuestradores, que avanzan varios metros más y finalmente se paran . El coche echa marcha atrás y da la vuelta, mientras Laura corre tratando de escapar; va mirando hacia atrás para no perder de vista el vehículo. No se percata de un hombre que hay parado en mitad de la calle y se choca con él: es el hombre con la etiqueta de Martin Ring. El hombre agarra a Laura por los brazos para que pare)
HOMBRE: (con amabilidad) Señorita, despacio. (Laura mira asustada el coche que se acerca y se para junto a ellos) Tranquila si no quiere romperse la cabeza. Me parece que va usted un poco despistada, ¿no?
L: (disimulando) Si, me he alejado de mi grupo.
HOM: Si quiere, yo puedo acompañarla a su hotel.
L: (sonríe aliviada) Oh, le quedaría muy agradecida, Sr. (le mira la etiqueta de la chaqueta) Ring.
HOM: (corrige a Laura) Marty.
L: ¡Marty! (se presenta y le extiende la mano) ¡Laura Holt!
HOM: Laura, Laura. ¿Dónde se hospeda, Laura?
L: En el Princesa.
HOM: ¡El Princesa! ¡Qué coincidencia! ¡Yo también me hospedo en el Princesa! (los dos se ríen por la coincidencia, pero Laura no deja de mirar en dirección al coche) Si, asisto al congreso de seguros. Es un regalito que se han sacado de la manga (Laura finge interés) por vender un montón de pólizas. Voy a decirle mi lema: "nunca se está lo bastante asegurado". (Laura le coge del brazo incitándole a que camine) Nunca se sabe cuando va a hacer falta un buen seguro. (los dos vuelven a reírse y se alejan del lugar, dejando al coche atrás)
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(Despacho de Steele, noche. Steele está sentado a la mesa inspeccionando los diamantes. En ese momento suena el teléfono, y él lo coge)
S: (al teléfono) ¿Dígame? [...] Oh, si, operadora, ¿quién llama? [...] Si, acepto la llamada. [...] ¿Héctor? Soy Remington Steele, socio de la Srta. Holt. ¿Dónde está ella?
(Héctor, al otro lado de la línea, está hablando desde una cabina en la calle)
HÉCTOR: Llevo todo el día llamando a su casa. ¿Sabe usted si un tal Pedro Campos la ha visitado?
S: Si es el tipo del pescado, me temo que si.
H: ¿Sabe dónde puedo encontrarlo?
S: Puede ahorrarse la búsqueda, porque ha muerto.
H: (no puede creérselo) ¡Dios mío! ¡¿Qué he hecho?!
S: ¿Dónde está usted?
H: Por favor, dígale a la Srta. Holt que lo siento. No pensé que pasaría esto.
S: Ella está en Acapulco; ha ido a buscarle.
H: ¡Oh, Dios mío! ¡No debería haber venido! ¡Si la ven conmigo la matarán también!
S: (comienza a alarmarse) ¿Quién la matará? ¿De que me habla, Héctor? ¡¿Héctor?!
(la cabina está ya vacía. El coche que persiguiera antes a Laura está aparcado junto a ella)
(Steele cuelga el teléfono, y se levanta a mirar por la ventana, preocupado. Mira el reloj. Se dirige al cajón, lo abre y saca un pasaporte de él. A continuación va al teléfono y marca un número)
S: (al teléfono) ¿A qué hora sale el próximo avión a Acapulco? [...] Ya, resérveme una plaza, por favor. [...] ¡O'Leary, Michael O'Leary!
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(Calles de Acapulco. Un coche de policía está aparcado a la puerta de una casa. En el interior, alguien sujeta una prenda de vestir con una etiqueta que dice: H. FIGUEROA. Es un policía que está hablando con Laura. La habitación está completamente revuelta)
POLICÍA: Al parecer su amigo estuvo aquí.
L: Si, pero, ¿dónde estará ahora? ¿Y quién ha organizado este lío? (los dos caminan hasta el dormitorio, que está igual de revuelto)
POL: Déjeme la foto. Tal vez alguien recuerde haberle visto.
(hay manchas de sangre en las sábanas)
L: (saca la foto de Héctor del bolsillo y se la entrega al policía) ¿Puedo hacer algo?
POL: Vuelva a su hotel, y espere mi llamada.
L: Me siento tan impotente...
POL: No está en su mano.
L: (asiente) Gracias.
POL: Por favor. (la guía hasta la salida)
(Laura sale de la casa y sigue caminando por las calles. Se cruza con un hombre que está de espaldas a ella. Cuando ella pasa, el hombre se da la vuelta: ¡es el hombre del traje azul celeste! Va tras ella)
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(Apartamento de Steele. Steele sale de su dormitorio con una maleta en la mano. Se para a colocar recto el póster de "Casablanca" y se encamina apresuradamente a la puerta de entrada; la abre, y se encuentra de frente con: ¡Mildred Krebs!)
S: (carraspea e intenta mostrarse amable) ¡Srta. Krebs, que madrugadora!
M: (entra en el apartamento) Quiero aprovechar el día: ¡ayer lo perdí! (se fija en la maleta) ¿Va a alguna parte?
S: (inventa una excusa) A Toledo. Mi tío Rodolfo ha enfermado de repente.
M: (incrédula) Y por supuesto usted iba a avisarme antes de tan inesperado viaje.
S: Ha sido todo tan repentino que se me olvidó que iba a venir usted hoy, pero por favor, inspeccione todo cuanto desee... Y no se olvide de cerrar la puerta cuando salga, que yo me voy, ¿eh? ¡Adiós, adiós! (se marcha)
(Mildred se queda mirando la puerta sin poder creerse que Steele se haya ido de verdad. Va a la mesa de café y se sienta, enfadada. Coge el teléfono y marca)
M: (al teléfono) Con el supervisor Mellish. (mientras espera, coge una nota que hay encima de la mesa y la lee. Dice: "ACAPULCO, Vuelo 72, LAX, 10AM". Cuelga el teléfono de inmediato, coge su bolso y maletín y sale corriendo fuera del apartamento)
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(Acapulco. Una limusina blanca va por las calles de un lujoso barrio. Llega a una mansión y el chofer para el coche, se baja y abre la puerta trasera. De ella sale un hombre con americana y gafas de sol [hombre 1]; entra en la casa y baja por unas escaleras hasta una terraza que da al océano)
(En la terraza un hombre [hombre 2] está inspeccionando un diamante. Está acompañado por un hombre con barba [hombre 3] sentado junto a él, que está sacando fajos de billetes de un maletín. Un tercer hombre en mangas de camisa [hombre 4] está de pie junto a ellos pero dándoles la espalda)
HOMBRE 2: noventa mil (el hombre de la barba saca otro fajo de billetes del maletín, y él inspecciona otro diamante) setenta y cinco mil (el hombre en mangas de camisa se les aproxima y se sienta en el sofá. El hombre del maletín vuelve a sacar dinero. La operación se repite una tercera vez) doscientos mil.
(en ese momento llega el hombre de las gafas de sol, que ya ha terminado de bajar las escaleras)
HOMBRE 4: (presenta al hombre de la barba y al recién llegado) Frederick Lunch, Paul Dominick, mi socio de Chicago. (los dos hombres se estrechan la mano) El Sr. Dominick se encargará de que sus diamantes lleguen a los EE.UU.
LUNCH: (al hombre de la camisa) ¿Cuándo?
HOM 4: Saldrán esta misma tarde.
L: ¿Cómo?
HOM 4: Cuanto menos sepa al respecto, mucho mejor para todos. Cuando lleguen a los EE.UU. el Sr. Dominick los recuperará. Recibirá noticias suyas unos días después; y luego puede hacer lo que le parezca.
L: Creo que voy a invertirlos en dinero sucio. Tengo mucha confianza en la solvencia de ese país. (cierra el maletín)
HOM 4: Como usted quiera.
L: (se levanta) Ha sido un placer, Alex. (se dirige a Dominick) Sr. Dominick, estaré esperando su llamada.
D: (sonríe) De acuerdo.
(Lunch y el otro hombre salen)
D: (cambia de expresión, y se dirige a Alex) ¿Qué significa que salen hoy?
ALEX: (ordena los fajos de billetes) Hay que tener a los clientes satisfechos, Paul.
D: Pero no vamos a pasar postales, compréndelo.
A: Pero tiene que parecer que se trata de una tontería. ¿O es que hay algún problema para hacer tu trabajo?
D: (duda unos segundos) Había una tía fisgando en la casa de Campos. Mis hombres han intentado atraparla, pero se escabulló. Volvió poco después con la policía.
A: ¿Quién es---ella?
S: No lo sé, pero no quiero hacer nada hasta que lo averigüe.
A: (se levanta) Paul, tú serás un experto en tu campo, pero créeme, conozco (se aleja hacia la barandilla; Dominick le sigue) perfectamente la clase de gente con la que tratamos; tienen miedo de lo único que puede asustar a los muy poderosos: (llega hasta el borde de la terraza, donde hay un sofá con dos sillones y una mesa de café) que su gobierno congele la inversión extranjera (se sienta en el sofá) y devalúe la moneda del país. ¡Al menor indicio de que nuestra organización tiene problemas, no podremos deshacernos de los diamantes!
D: (paseando) ¡De acuerdo, de acuerdo! En cuanto demos con ella, yo mismo la quitaré de en medio. Eso es todo.
A: Así actúas siempre, ¿no? Mataste a Campos y, ¿que has conseguido? ¡Más problemas!
D: ¡Espera! ¡Él cogió nuestra mercancía, nos robó las piedras!
A: Haber dejado que se quedara con ellas; eran una minucia comparado con este negocio. ¿Te has preocupado al menos de reemplazarlo?
D: ¡Tranquilo! De eso, ¡me encargo yo! (se marcha, y Alex se queda mirándolo mientras se aleja)
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(Hotel Princesa, pasillo. Un botones lleva un carrito de maletas; llega a la habitación 2009 y llama a la puerta. Un hombre rubio sale a abrir)
HOMBRE: Por favor, póngalo en el dormitorio. (le entrega un billete y el empleado entra en el dormitorio, a tiempo de cruzarse con una mujer, rubia también, que sale en ese momento y alcanza al hombre en el umbral de la puerta. Los dos comienzan a reír y se besan. Salen por el pasillo, cogidos del brazo)
(Aparece entonces Dominick, y mira tras la pareja. Entra en la habitación y cierra la puerta)
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(Hotel Princesa, interior de la suite nupcial. Dominick sale del área del dormitorio acompañado del botones; le da más dinero, y el empleado sale de la habitación, satisfecho. Dominick se adentra en la suite y vuelve a entrar en el dormitorio. Coge una maleta del suelo y la coloca encima de la cama. La abre y a continuación se saca un saquete del bolsillo interno de la chaqueta; esparce sus contenidos en la palma de la mano: ¡son diamantes! Los introduce en el interior de las perchas para la ropa)
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(Hotel Princesa, pasillo. La pareja de antes está frente al ascensor. El hombre está mirando de frente a la mujer)
HOM: ¿Crees que tendremos tiempo para comer?
MUJER: Seguro. (se besan) El avión no saldrá hasta las tres, y son... (se mira la muñeca, pero no lleva reloj) Oh, me he dejado el reloj.
HOM: Te lo traigo.
MUJ: No, voy yo. (coge la llave de la mano del hombre) Tú pide mesa. (se aleja. El hombre se queda sonriendo y llama al ascensor)
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(Hotel Princesa, suite nupcial. Dominick termina de meter los diamantes en los tubos de plástico y coloca el resto de la ropa de la maleta encima. En ese momento se oye el ruido de la puerta abriéndose. Dominick cierra la maleta apresuradamente y la deja en su sitio, tras lo cual va corriendo hasta el baño y se esconde en él. La mujer de antes entra, y se para unos segundos, sorprendida al encontrar las maletas todavía al pie de la cama. Finalmente se encamina al baño y va a la encimera del lavabo; coge el reloj y se lo pone. De pronto nota algo extraño y descorre la cortina de la ducha: Dominick está escondido dentro)
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(Hotel Princesa, pasillo. Laura sale del ascensor y mira la llave de la habitación 2009. Encuentra la habitación y se encamina a ella. En el rellano, junto a un carrito de comida, está el hombre rubio llamando dentro)
HOM: ¡Peggy! ¿Peg, cariño, estás ahí?
L: (sonríe) No me diga que le ha dejado fuera.
HOM: (muy serio) No.
L: (cambia de expresión y le pasa la mano por el hombro) ¿Algo va mal?
HOM: Si, no puedo encontrar a mi mujer. Íbamos a comer y... ella volvió a recoger su reloj, ¡hace más de una hora! La esperé en el restaurante, y luego empecé a buscarlo, pero...
L: ¿No tiene llave?
HOM: No, la tiene ella.
L: ¡Oh! (deja su llave en el carrito sin que se note, y finge encontrarla por casualidad) ¿Qué es esto?
HOM: (coge la llave rápidamente) ¿Por qué dejaría Peggy la llave aquí? (abre la puerta y los dos entran en la suite. Inspeccionan la habitación y llegan al dormitorio. Él se sienta en la cama; a continuación se levanta y se encamina al baño, Laura detrás de él. Encuentra el reloj en la encimera y lo coge) Aquí pasa algo raro.
L: (intenta sonreír para tranquilizar al hombre) A lo mejor ha ido por otro camino, y ahora está dando vueltas por el hotel buscándolo a usted.
HOM: (preocupado) No, ella nunca dejaría esto. (mira el reloj) ¡Es mi regalo de pedida!
L: (deja de sonreír) Deberíamos llamar a la policía. (el hombre se alarma) Tengo un amigo, el capitán Ríos. Seguro que él podrá ayudarnos.
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(Hotel Princesa, terraza. Laura y el hombre rubio están sentados en una mesa, hablando. El camarero les trae las bebidas)
HOM: Ella no se iría así: ¡es nuestra luna de miel! No queríamos irnos, pero estábamos impacientes por volver a Fresno (Laura asiente) para iniciar nuestra vida como Sr. y Sra. Plummer.
L: George, tengo experiencia en estas cosas, y lo que en un principio parece extraño y contradictorio suele tener una explicación lógica.
GEORGE: ¿Hay alguien importante en su vida, Srta. Holt?
L: (se ríe) Resulta difícil de decirlo... Él si me importa, pero yo no sé si le importo a él.
G: Peggy es la persona más me importa en mi vida. Hemos estado juntos desde el colegio, y nunca, créame, ¡nunca! se iría así sin decirme nada.
(Laura está a punto de contestar cuando se oye un altavoz que anuncia su nombre)
ALTAVOZ: ¡Srta. Laura Holt, por favor al teléfono, Srta. Laura Holt!
L: Disculpe. (se levanta a contestar, cruza el vestíbulo y llega al teléfono; descuelga) ¿Diga? (es Steele)
S (off): Hola, Laura, me has herido profundamente. En cuanto me doy la vuelta te dedicas a beber tequila con otros hombres.
L: (extrañada) ¿Pero cómo...?
S (off): ¿A qué no sabes dónde estoy? (Laura comienza a buscar con la mirada a través del vestíbulo. Lo ve finalmente al fondo vestido con un traje blanco. Laura le saluda con la mano y los dos cuelgan el teléfono)
L: (se acerca a él) Creía que este clima era demasiado caluroso para ti. (se apoya en el respaldo de un sofá a su espalda)
S: En realidad huyo de la inspectora de Hacienda. (Laura asiente, incrédula) Acapulco es un lugar tan bueno como cualquiera para un fugitivo. (Laura sonríe) ¿Has localizado a Héctor?
L: No.
S: Parece que está en peligro, y el que le persigue no dudará en matar a quién esté con él.
L: (se concentra en el caso) ¿Quién te lo ha dicho?
S: Héctor me llamó anoche. ¡A propósito, el muerto se llamaba--
L: (le interrumpe) Pedro Campos.
S: (decepcionado al ver que no le trae información nueva) Oh, lo has averiguado, ¿no?
L: (sonríe de nuevo) No todo han sido devaneos y tequilas. ¡En fin! Podrías habérmelo dicho por teléfono. ¿No habrás hecho un viaje tan largo sólo por qué yo estuviera en peligro?
S: (se encoge de hombros) ¡Oh, claro que no! Nunca ofendería tu profesionalidad intentando evitar que te maten. No es sólo que he decidido participar más activamente en el negocio, ¿comprendes? Además, ya que falta Murphy, alguien tiene que ocupar su puesto, ¿no crees? Y te aseguro que puedes contar conmigo para cualquier problema y en cualquier circunstancia: me tienes a tu más completa disposición-- (levanta la vista y ve algo al fondo que le disturba) Disculpa un momento. (sale)
(Laura mira también en esa dirección y ve al capitán Ríos que entra en el hotel y se acerca adónde está ella. Laura se levanta del sofá)
RÍOS: Srta. Holt. (Laura sonríe amablemente) Este hombre con el que estaba hablando...
L: ¿Qué pasa con él?
R: ¿Lo conoce?
L: (piensa un momento) En realidad, no, tan sólo le indicaba el camino al comedor. ¿Por qué?
R: Me resulta familiar. ¡Demasiado familiar!
L: (disimula) Tiene un rostro anodino. (se cruza de brazos) Ya sabe, más vulgar que un dolor de cabeza.
R: (sonríe) Me han dicho que hay otro desaparecido.
L: (se pone seria) Si.
R: Espero que no sea el comienzo de una epidemia. (se ríen por la broma. Laura le coge del brazo y los dos comienzan a caminar)
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(Hotel Princesa, vestíbulo. Un hombre con traje blanco lee el periódico, el cual le tapa la cara. Laura, George y el capitán Ríos caminan por el vestíbulo y pasan a su lado)
G: (a Ríos) Le suplico que no me venga con el cuento de que estará paseando. La conozco desde que tenía 14 años y nunca haría nada semejante.
R: Entonces necesito una descripción de su esposa.
G: Muy bien. De acuerdo.
(George y Ríos se alejan, y Laura se queda algo rezagada. Oye una voz que trata de llamar su atención. Se da la vuelta buscando el origen de la voz: es el hombre del periódico. Levanta la vista del periódico y vemos que es Steele; le indica a Laura que se acerque con un movimiento de las cejas)
L: (se acerca) ¿Qué haces ocultándote tras el periódico?
S: ¡Ocultarme!
L: ¿A qué riesgo te expones estando aquí?
S: (pliega el periódico) A ninguno... siempre y cuando me mantenga alejado de la comisaría local. ¿Qué hace ese poli husmeando por aquí?
L: Todo lo que pasa está relacionado con la suite nupcial. Una mujer ha desaparecido de ella esta mañana.
S: (sonríe seductor) Entonces vamos a averiguar qué sucede?
L: Hay que reservarla con dos meses de antelación.
S: Entonces tendremos que averiguar quién va a ser el próximo ocupante, ¿no? (sonríe aún más)
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(Terminal del aeropuerto. Laura sostiene un cártel que dice en letras grandes: BLOUSTEIN, mientras un altavoz anuncia el vuelo que acaba de aterrizar)
ALTAVOZ: Vuelo 14, procedente de Los Ángeles, puerta 4.
(los pasajeros pasan por el lado de Laura sin percatarse en ella hasta que una pareja se le acerca; el hombre y la mujer se están cogiendo de la mano)
HOMBRE: Me llamo Bloustein.
L: (sonríe educadamente y les estrecha la mano) ¡Bienvenidos a Acapulco Sr. y Sra. Bloustein! ¡El coche está esperándoles!
BLOUSTEIN: (extrañado) ¿Coche?
L: Para llevarles al hotel.
B: En la agencia no nos hablaron de ningún coche.
L: Forma parte del servicio de lunas de miel. (les indica con el dedo que la sigan. Los conduce a un coche y les abre la puerta trasera)
B: Vaya, va a ser una buena luna de miel.
L: (ríe) Estoy segura de que no lo olvidarán en su vida.
(por detrás de ellos aparece Mildred Krebs con una apariencia no demasiado contenta. Camina con resolución hasta la salida del aeropuerto)
(Laura se pone tras el volante y arranca el coche)
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(Hotel Princesa. Steele baja las escaleras hasta el vestíbulo y llega al mostrador de recepción. Un recepcionista le atiende)
S: (al recepcionista) ¡Buenos días!
RECEPCIONISTA: ¡Buenos días!
S: Michael O'Leary. Llamé hace un momento.
REC: Oh, si, Sr. O'Leary, ¡tiene suerte! Acabamos de recibir una cancelación hace 15 minutos. (le da la documentación para que la rellene)
S: Oh, eso si que es un golpe de suerte, ¡muchas gracias!
REC: Desde luego ha sido algo inesperado; tenían reservada la suite desde--Febrero.
S: (rellena el formulario) ¿De verdad? Bueno, el matrimonio no siempre es un lecho de rosas, (se ríe) ni siquiera la luna de miel. (ríe de nuevo)
REC: ¿Dónde está su esposa, señor?
S: (inventa una excusa) Oh, está arreglando unas cosillas. La he dejado dando unas vueltas por la ciudad, pero no creo que tarde mucho...
REC: Bien.
(Steele sigue rellenando los papeles, cuando oye una voz llamándole por detrás: ¡Mildred! Él deja de sonreír inmediatamente)
M (off): ¡Quieto ahí, joven!
S: (piensa rápido, y se acerca a ella dándole un beso) ¡Ah, corazón! (le da un beso en la boca, procurando que el recepcionista lo vea. Mildred está aterrorizada ante la actitud de Steele. Él sonríe y le retuerce el brazo contra la espalda)
M: ¡Qué me hace daño!
S: (entre dientes) No disimules, sé que te encanta. (le da un beso en la mejilla)
(Mildred y Steele caminan hacia el ascensor, Mildred gimiendo de dolor, lo que atrae la atención de los demás huéspedes del hotel)
S: (a la multitud) No se preocupen; siempre monta el numerito. (a Mildred, entre dientes) Procura controlarte hasta que lleguemos al dormitorio, pocito de placer. (le da un beso en la sien)
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(Hotel Princesa, suite nupcial. Steele lleva a Mildred todavía sujeta por el brazo; entran en la suite)
M: (intenta liberarse) ¡Se lo advierto, se lo advierto! (se suelta finalmente) ¡Está añadiendo secuestro y asalto a una ya extensa lista de actuaciones criminales!
S: (se pone frente a ella) ¡Por favor, déjeme que le explique!
M: (enfurecida) ¿Qué le deje explicar qué? (comienza a contar con los dedos) ¿Qué no ha hecho su declaración?
S: ¡Estoy aquí por un asunto muy complicado!
M: (no le deja que cambie de tema) ¿Qué ha intentado usted fugarse?
S: ¡Todo comenzó cuando un herido entregó un atún a la Srta. Holt!
M: ¡Y además viaja con pasaporte falso!
S: Pero el pescado contenía diamantes y el herido no era quien dijo ser!
M: (no se deja convencer) Llamaré al supervisor para que me de instrucciones. (se encamina al teléfono)
S: (tras ella) ¡Y ahora hay un asesino acechando a quien debía estar muerto en realidad! (se sienta en un sillón)
M: A lo mejor consigo que lo arresten antes de que pidamos su extradición. (descuelga y comienza a marcar)
S: (intenta impedírselo) Srta. Krebs, le suplico que deje el teléfono. (se levanta hacia ella)
M: (al teléfono) Operadora, ¡con la policía, por favor!
S: (le quita el auricular de la mano) Srta. Krebs.
M: ¿Si?
S: Perdone. (le da un puñetazo y la deja inconsciente. Intenta sujetarla, pero el cuerpo vence y los dos caen al suelo)
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(Hotel Princesa, suite nupcial. Llaman a la puerta y Steele, en mangas de camisa, sale a contestar; se coloca tras la puerta, sin atreverse a abrirla)
S: (nervioso) ¿Quién es? (al otro lado de la puerta está Laura)
L (off): La novia de Frankenstein.
S: (se apresura a abrir la puerta) ¡Oh, Laura! ¡Me he vuelto loco esperándote!
L: (se apoya en el umbral de manera sexy) ¿No vas a cogerme en brazos para entrar?
S: (intenta explicarse) ¡Hay algo en nuestro dormitorio que reclama nuestra inmediata atención!
L: (ríe seductoramente) En ese caso, ¡a casa, James! (se lanza en sus brazos y comienza a besarle el cuello)
S: (camina hacia el dormitorio) A pesar de que me encantan las inesperadas muestras de afecto... Pero...
L: (besándole en el cuello) Siempre me estás diciendo que no haga planes, que sea espontánea, que viva el momento...
S: Si, pero es que este no es el momento.
(llegan al dormitorio y Laura descubre finalmente por qué Steele está tan nervioso: Mildred está en la cama, amordazada y todavía inconsciente. Laura se baja al suelo)
L: (cambia de expresión rápidamente) ¡¿Qué hace ella aquí?!
S: Cree que soy un evasor de impuestos porque no presenté mi declaración, y por si fuera poco, ¡el personal del hotel cree que es mi esposa!
L: Desde luego, ¡esto si que lo complica todo! (se acerca a la cama)
S: Tienes un talento natural para suavizar las cosas. (se sienta y se seca el sudor de la frente) Esta no es la luna de miel que yo esperaba.
L: (se cruza de brazos) ¡Será mejor que decidamos qué hacer con ella! (Steele asiente)
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(Hotel Princesa, suite nupcial. Steele está rasgando una sábana en tiras. Laura está en la cama junto a Mildred, atándola con tiras. Steele le pasa por las piernas las tiras que acaba de cortar)
S: ¿Cómo son las cárceles de EE.UU.? Dicen que algunas tienen celdas con televisores, tocadiscos, moqueta, etc.
L: No te apures, ¡saldremos de esta!
S: Me encanta tu modo de emplear el plural de modestia. ¡Vámonos!
(dejan a Mildred, aún inconsciente, amordazada; salen de la zona del dormitorio y cierran la puerta. Se encaminan a la salida)
L: Y tenemos que asegurarnos que nadie entre en la habitación.
S: De acuerdo, te espero abajo. (abre la puerta y le da a Laura el cartel de No Molestar)
L: Vale. (sale y coloca el cartel en la puerta cerrada)
(desde dentro, Steele coge su americana y se la pone, sale a la terraza y cierra la puerta corrediza. Salta por la barandilla al piso de abajo. Dentro de la habitación hay una pareja jugando a las cartas; el hombre levanta la vista y le ve, extrañado. Steele abre la puerta y entra, simulando inspeccionar los cristales)
S: ¡Qué asco! ¡Diré que vengan a limpiarlos! ¡Buenos días! (cruza la habitación hasta la puerta)
(el hombre se lo queda mirando en su trayecto, pero la mujer no se inmuta y muestra su jugada, sonriendo)
MUJER: ¡Gin!
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(Hotel Princesa, vestíbulo. Laura va caminando hasta una mesa, dónde está sentado Steele, esperándola. Él se levanta cuando llega, y a continuación se sientan los dos)
L: Acaba de llamar el capitán Ríos; puede que haya encontrado a Héctor. Han arrestado a alguien que responde a su descripción: no lleva documentación y se niega a dar su nombre.
S: ¿Por qué lo han arrestado?
L: (sonríe) Por enseñar el culo a un grupo de monjas en la plaza de la ciudad.
S: ¡Dios mío!
L: Eso dijeron ellas.
S: Oye, no tiene ningún sentido que vayamos los dos a visitar a Héctor, ¿por qué no te acercas tú mientras yo me quedo aquí vigilando a los posibles sospechosos?
L: ¡Exceptuándote a ti!
S: ¡Ve con Dios!
(Laura le da un golpe en el brazo y se marcha. El hombre del traje azul está en una tumbona junto a la piscina y comienza a seguir a Laura cuando la ve pasar. Steele ve la escena desde su mesa, y se levanta también para seguir al hombre. Los tres caminan uno detrás de otro por la piscina)
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(Hotel Princesa, vestíbulo. Laura camina hacia la salida, todavía perseguida por el hombre del traje azul; Steele sigue a los dos. Pasan por el mostrador, dónde los Bloustein están hablando con un recepcionista)
B: (al recepcionista) ¡Y yo le estoy diciendo que no he cancelado mi reserva!
(el hombre del traje azul echa a correr al encuentro de Laura y la alcanza)
HOM: (llama a Laura por detrás) ¡Srta. Holt! (ella se vuelve, y los dos se estrechan la mano)
(Steele se para tras una columna y observa la escena desde la distancia)
(Laura y el hombre caminan hasta la puerta, y él para un taxi; abre la puerta trasera para que Laura se monte, y ella le estrecha de nuevo la mano, agradecida, mientras entra en el coche; el taxi sale. A continuación el hombre para otro taxi, entra en él y sale también)
(Steele llega a la puerta y para un tercer taxi; entra en él. Se incorpora ligeramente hacia adelante para hablar al taxista)
S: (al taxista) ¿Habla usted mi idioma?
TAXISTA: (sonríe) Como un nativo.
S: Entonces las palabras: "siga a ese coche" le dirán algo, ¿no?
TAX: ¡Eh, oiga, que aquí también vemos Starsky y Hutch! (Steele sonríe también, y el taxista arranca el coche, pisando a fondo el acelerador)
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(Cárcel municipal. Laura está hablando con el capitán Ríos)
R: Le llaman un sinvergüenza.
(las puertas se abren en ese momento y dos guardias traen a Héctor)
L: (se acerca a él) ¡Héctor!
H: ¡Srta. Holt!
L: (a Ríos) ¿Puedo hablar con él, capitán?
R: Sólo un pequeño paseo, señorita. No haga ningún movimiento que pueda poner nerviosos a los guardas. (indica a guarda que les abra la puerta del patio) ¡Abra, por favor!
L: Gracias. (ella y Héctor salen al patio y comienzan a pasear por él) ¿De verdad enseñó el trasero a un grupo de monjas?
H: Necesitaba llamar la atención. (Laura se ríe) ¡Piense que el lugar más seguro para mí es éste! Lo siento de veras, ¡no quería mezclarla en este lío!
L: Ayúdeme a aclarar este lío, Héctor. (le pasa la mano por el hombro)
H: Pedro estaba metido en un asunto de contrabando. Tenía que colocar la mercancía en el equipaje de algún turista para que pasara la frontera. Imagino que habría alguien encargado de recuperar la mercancía al otro lado de la frontera.
L: Así que se cansó de ser el intermediario y decidió guardarse algo para él.
H: A cambio de mil pavos--le di mi documentación.
L: Pero, ¿cómo se explica que llegara a mi casa?
H: Mi vieja siempre me estaba hablando de usted.
L: ¡Oh! (los dos se paran)
H: Decía que ayudaba a todo el mundo. (Laura sonríe) Pero Pedro no había estado nunca en los EE.UU. Le hice un plano y le dije que fuera a verla si tenía problemas.
L: Gracias por la recomendación.
H: Pensé que lo conseguiría, pero aquellos dos tipos fueron a casa y me dieron una paliza, así que tuve que contarles lo de mi documentación (Laura asiente) y después huí.
L: Muy bien, Héctor. Voy a ver si puedo sacarle de aquí.
H: (la detiene) ¡Espere, no! ¡No voy a poner los pies en la calle! ¡Ni siquiera para ir al aeropuerto!
L: ¿Qué interés tienen en seguirte todavía?
H: Creen que sé para quién trabajaba Pedro.
L: ¿Lo sabes?
H: ¡No! ¡No me lo dijo! Sólo dijo que cuanto menos supiera mejor para mí.
L: ¿No mencionó nunca ningún nombre, lugar o destino?
H: No, sólo Pepe's.
L: ¿Pepe's?
H: Si, es una discoteca. ¡Allí recogió la mercancía!
L: ¿Pero no dijo quién se la dio?
H: Srta. Holt, ¡créame! no es momento de andar con secretos.
L: Bueno, tal vez sea mejor que te quedes aquí un poco más, pero si Pepe's no nos lleva a ninguna parte irás derechito con tu mamá.
H: Mientras no sea dentro de una caja... (Laura se aleja)
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(Cárcel municipal, exterior. Laura sale y comienza a caminar por la acera. De pronto un brazo se alarga en su dirección, la agarra del hombro y la atrae hacia unos arbustos. Laura se asusta, y se prepara para luchar, pero descubre a tiempo que es: Steele)
S: Por favor, Laura, naturalidad. (le da dos besos en la mejilla) Como si dos amigos se encontraran casualmente.
L: ¿No te resulta un poco incómodo estar tan cerca de tu hábitat natural?
S: (mira hacia atrás a lo lejos) Fíjate en el hombre que está leyendo el periódico. (es el hombre del traje azul)
L: (mira brevemente) ¡Es Marty! ¡Marty Ring!
S: ¿Lo conoces?
L: Es un agente de seguros; ha venido a un congreso.
S: A lo mejor te ha seguido hasta aquí para venderte una póliza.
L: (extrañada) ¿Que me ha seguido?
S: (la agarra del brazo) Veamos si está interesado en la vieja arquitectura hispana o en algo más joven y americano. (comienzan a caminar de espaldas al hombre)
(el hombre les sigue. Laura y Steele se adentran en las calles. Se cruzan con una familia que van paseando)
S: (los saluda) ¡Buenos días, buenos días, buenos días!
(llegan a la entrada de una plaza de toros y se paran un momento; el hombre también se para e intenta disimular. Steele finge que se ata el cordón del zapato)
L: (a Steele) Todavía nos sigue.
S: Un tipo muy obstinado. ¿Qué te parece si--? (indica la plaza)
(Steele y Laura corren al interior de la plaza; el hombre echa a correr tras ellos. Cruzan un establo con caballos)
S: No es un lugar muy adecuado para llevar un traje blanco.
(Laura abre una compuerta y los dos entran al corral donde están los toros. Se asustan y salen corriendo en otra dirección)
(el hombre llega a la arena y camina hasta el centro de la plaza. Oye un ruido tras él y saca un revólver del bolsillo de la chaqueta, nervioso; ve que la puerta por la que ha entrado está ahora cerrada. Un toro sale a la plaza en ese momento, y él sale huyendo hacia la compuerta cerrada...)
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