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http://www.infocatolicos.cjb.net/ A treinta y ocho años del Concilio Vaticano IISin duda alguna, el Concilio Vaticano Segundo, ha provocado que la Iglesia entre en un siglo “oscuro”, de tal magnitud que el cimbronazo aún hoy se deja sentir por todos los rincones del mundo Católico. En efecto, a poco que se analice las implicancias doctrinales, filosóficas y teológicas de semejante reunión, se ven a las claras que, tras treinta y ocho años de su aplicación y ejercicio, los miembros de la Iglesia –clero y creyentes- ya no saben hacia dónde ir, concluyendo que el objetivo del concilio a sido un fracaso, cuando que no de un daño manifiesto, para la prosecución de la Verdadera Fe. Siglos de Doctrina Católica, de Magisterio, de Revelación, fueron “borradas de un plumazo”, y hasta subrepticiamente denostadas en aras de la “modernidad” que “necesitaba” la Iglesia para poder “entrar” al nuevo siglo. No fueron pocos los que se opusieron fervientemente a estas nuevas corrientes doctrinales, entre ellos el más destacado, por llevar la voz cantante, fue Monseñor Marcel Lefebvre.Este padre conciliar se encargo, jornada tras jornada, de hacer llegar la preocupación de ciertos Padres conciliares ante la ligereza con que se trataban ciertos temas, de ya probada certeza por otros concilios históricos, y del error que ha futuro podía llegar a cometer tanto la clerecía como sus propias ovejas por ellos dirigidas.Él calificó al Concilio como “ambiguo” y “liberal”, y no se equivocó. Analizando el texto de dichas reuniones se desprende que había estado “el diablo metiendo la cola” a expensas de muchos padres Conciliares, incluyendo el Papa que no daba muestras de torcer la línea del concilio. Muchos obispos se preguntaron “¿para qué estamos reunidos?”, buena pregunta ya que los textos preconciliares trataban los temas de una forma, y luego en lo que era propiamente el concilio se dirigió hacia otra parte. Dichos temas tenían que ver con: el sacramento del matrimonio, la forma de recibir la eucaristía –proponiendo ¡varias según el lugar en que se halle la Iglesia!- búsqueda que uniera a todos los hombres ¡ateos y religiosos! (Utópico y liberal), reemplazar la Caridad por la Solidaridad (¿cuántas veces lo escuchamos de nuestro clero? San Pablo agradecido por otra parte), bienes humanos temporales y bienes humanos espirituales, la castidad, la virginidad, la reproducción humana, la familia, las misiones, la dignidad humana y su relación con la libertad de conciencias y práctica publica y privada de la religión, ley civil positiva y ley divina, organización del gobierno de la Iglesia y otros muchos temas relacionados entre sí. A partir del concilio la Iglesia deja de ser Católica a pasar a convertirse en Conciliar, al ver que su autoridad principal no es el Papa sino los cardenales y obispos, haciendo de la verdadera religión una “democracia teológica” en donde todos resuelven y el Papa junto con ellos, qué hacer con la Iglesia. Ya en aquellos tiempos, y luego de diez años de aplicación de las normas del concilio, se vieron la consecuencias nefastas de semejante Reunión. En efecto, los horrores en los que tanto el Papa ha permitido a su entorno, como el clero, los laicos y fieles mismos han incurrido por aplicar sus errores de Fe, han hecho una especie de círculo vicioso, los enemigos de la Fe publican a los cuatro vientos que la Iglesia comete errores –humanos, doctrinales, teológicos -, y pregonan sin ningún pudor que ésta es una Institución en decadencia y obsoleta, a su vez muchos fieles y obispos inclusive se lo creen, lo repiten y hacen que se corrompa todo desde adentro de la misma Iglesia y les dan la razón a los enemigos de la Fe que vuelven a atacar, y así sucesivamente.
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