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La Inmaculada Concepción:
Reza el dogma católico que la Bienaventurada Virgen María, desde el primer instante de Su Concepción, fue preservada del pecado original, por privilegio único de Dios y explicación de los merecimientos de Su Divino Hijo. El dogma deriva en dos puntos importantes:
a) El primero, es haber preservado a la Santísima Virgen de la mancha original desde el principio de su Concepción. Dios abrogó para ella la lay de propagación del pecado original de la raza de Adán; y por otra parte, María fue Inmaculada, desde el comienzo de Su vida, con los los dondes de la Grcia Santificante.
b) En segundo término, se ve que ese privilegio era debido por derecho. Fue concedido en previsión de los merecimientos de Cristo. Lo que deriv para María, de ese favor peculiar, son los beneficios de la Redención. Los méritos de Jesús Cristo, ya existián en los eternos designios de Dios.
Cómo se da la transmisión del pecado original.
Primeramente, es necesario esclarecer en qué consiste la transmisión del "pecado original". La lay general "todos los hombres pecaron en uno solo", es un gran argumento de los protestantes contra la "Inmaculada Concepción". Tal ley es cierta, pero como vamos a demostrar, no encuentra una mínima contradicción con el dogma católico.
San Francisco de Sales, en su "Tratado del amor de Dios", analiza esa verdad de un modo singular y glorios. "El torrente de iniquidad original podría haber lanzado sus ondas impuras sobre la Concepción de la Virgen Sagrada, con la misma impetuosidad que sobre los demás hijos de Adán; mas, llegando allí, las ondas del pecado no pasarón más allá, se detuvieron, como otrora el Jordán en el tiempo de Josué, aquí respetando el arca de la Alianza; en atención al Tabernáculo de la Verdadera Alianza, que es la Virgen María, el pecado original se detiene.
Los protestantes deberían comprender la diferencia escencial entre "pecar en Adán", y "pecar personalmente", como que son dos cosas bien distintas pertenecer a una raza pecadora y ser pecador.
Pero, al final, de qué manera contrajimos el pecado original?
Tal transmisión no se puede hacer por la "creación"; decir eso sería lo mismo que afirmar que Dios es el autor del pecado, lo que es imposible y repugna. No se transmite tampoco por los padres, pues el alma de los hijos no se transmite por por el alma de los padres, pues es creada por Dios. La transmisión se efectúa por la "generación". El alma es creada por Dios en estado de inocencia perfecta, pero contrae la mácula, uniéndose a un cuerpo formado de un gérmen corrompido, del mismo modo que ella sufriría, se fue unida a un cuerpo herido. Es la opinión de Santo Tomás.
San Agustín dice a propósito: "A pesar de nacer de padres bautizados, los hijos ven la luz con el pecado original, como el trigo inutilizado germina en una espiga, en el que el grano se mezcla con la paja". En ese misterio del nacimiento de un infante, por lo expuesto, se opera una concepción doble: la del alma y la del cuerpo. Fue en ese momento casi imperceptible que Dios preserva del pecado original a la "persona" de María Santísima. Creó su alma, como creó las nuestras. Los progenitores de Nuestra Señora le formaron el cuerpo, como nuestros padres crearon el nuestro. Hasta aquí todo es natural; el milagro de la preservación se limita en el instante en que el Creador une el alma al cuerpo.
De esta union debía resultar una "transmisión del pecado". Dios detuvo el curso de esta transmisión, de modo que en la unión se operó, como se tenía realizado en la persona de Adán, cuando Dios, después de haber hecho el cuerpo de él, sopló en él el espíritu, constituyéndolo en un ser perfecto en inocencia y justicia original. María es una segunda Eva...pero igual a Eva antes de pecar! Tal es la sublime doctrina de la Iglesia de Cristo.
La excepción a la ley general:
Sería posible objetarse que Dios no tiene poder para derogar las leyes generales por el mismo establecidas? Sería negar la omnipotencia divina y fijar límites a Aquel que no los tiene.
Es una ley general que "todos pecamos en uno solo". Tal hecho es universal, y todas las criaturas a ella están subordinadas. Todavía nada impide que, antes de efectuar la unión cuerpo-alma, Dios pueda intervenir y suspender sus efectos, el cual es, precisamente, esa transmisión del "pecado original".
La Sagrada Escritura está repleta de derogaciones de ley. El movimiento del sol está matemáticamente fijado por la lay de la naturaleza; entretanto, José no dudó al hacerlo detener: "Sol, detente en Gibeon, y tú, Luna, no salgas en Hadjalon. Y el sol se detuvo y la Luna paró" (Jos. 10,12-13).
Es una ley que las aguas sigan el curso de la corriente. Entretanto, Moisés "extendió la mano..." y el mar abandonó su lecho, se abrieron las aguas, como un muro a su izquierda y a su derecha" (Ex, 14, 21 y 22).
Es una ley que un muerto sea muerto hasta la resurrección general; entretanto, el propio Cristo-Dios, delante del cadáver putrefacto de Lázaro, exclamó: "Lázaro, sal" (Jn 11, 43 y 41). E inmediatamente aquel que estaba muerto salió vivo.
Todo lo anteriormente expuesto demuestra que "para Dios nada es imposible".(Lc 18,27)
Será, entonces, que los protestantes hallan imposible que Dios preserve a María Santísima del pecado original?
Si la ley general fuese superior al poder de Dios, como sería el Hombre-Dios? El, en su naturaleza humana, fue preservado del pecado original, aunque haya nacido de mujer. Si fuese imposíble a Dioso mantener Inmaculada a Su madre, también sería imposible mantener Inmaculado a Su Hijo Unico, que naciera verdadero Hombre y verdadero Dios.
Pruebas en la Sagrada Escritura.
Después de cometido el pecado original, Dios habló al demonio, oculto bajo la forma de serpiente: "Y pondré enemistad entre tí y la mujer, entre su raza y la tuya; ella te hollará la cabeza" (Gen 15) Basta un poco de buena voluntad para comprender de cuál mujer habla el texto. La única mujer "llena de gracia", "bendita entre todas" en la cual la simiente o raza fue Nuestro Señor Jesucristo (y los cristianos), es la Santísima Virgen, la nueva Eva, madre del Nuevo Adán. Conforme a este texto, hay una lucha entre dos antagonistas: de un lado, está una mujer con un hijo; del otro, el demonio. Quién ha de obtener la victoria, son aquellos y no éste. Nuestra Señora, si no fuese Inmaculada, esa enemistad no sería entera y la victoria no sería total, pues María Santísima hubiese estado, por lo menos en parte, sujeta al poder del demonio a través del Pecado Original. En otras palabras, la enemistad entre la mujer (y su posteridad), y la serpiente, implica, necesariamente, que Nuestro Señor y Nuestra Señora no podrían haber sido manchados con el pecado original.
En la salutación angélica,cuando San Gabriel dice: "Salve, llena de Gracia, el Señor es contigo", no se expresaría de esa manera cuando no hubiese plenitud de gracia, si Nuestra Señora tuviera el pecado original, visto que el humano pierde la gracia después del pecado.
En la salutación angélica resplandece la grandeza de Nuestra Señora, pues él cambia el nombre "María", por la cualidad "llena de gracia", como Dios quiso llamarla. Al mismo tiempo, "el Señor es contigo", guarda una gran verdad. Si Nuestro Señor es (está) con Nuestra Señora antes de la Encarnación, es forzoso reconocer que donde está Dios no está el pecado. O sea, Nuestra Señora no tenía el "pacado original".
Prosigue el Arcángel: no temas, María, pues "hallaste gracia delante de Dios". Aquí termina la revelación de la Inmaculada Concepción para comenzar la de la Maternidad Divina. "Concebirás en tu vientre y darás a luz a un hijo, y le pondrás por nombre Jesús" (Lc 1,28).
Por la simple lectura se percibe una conexión estrecha entre las dos verdades: "María será Madre de Dios porque halló gracia delante de Dios".
Pero, concretamente, qué clase de gracia María halló delante de Dios para poder ser escogida como Madre de Él? La única gracia que no existía- o que estaba perdida- era la "gracia original". Hablar pues, que "María halló gracia" es decir que halló la "gracia original". Ahora, la "gracia original"es... la "Inmaculada Concepción"!!!
Los Evangelios sinópticos dejan claro que la palabra "llena de gracia" en griego "Kecharitoméne", es empleado en la Sagrada Escritura para designar la gracia en su sentido pleno, y no en sentido corriente. La traducción literal sería: "Omnino Plena Caelesti Gratia" u "Ominino gratiosa reddita": "llena de gracia". O sea, de la traducción del latín: "gratia plena" es más perfecta que las palabras en castellano "llena de gracia".. Nuestra Señora no "encontró gracia" solamente, sino que estaba "plena de gracia". Corroborando lo que dice seguidamente el Angel "El Señor es contigo". Es decir que el Ángel dice: "María, eres Inmaculada, y, por esto, serás Madre de Jesús Cristo".
También por el simple razonamiento se puede concluir que María es la Inmaculada Concepción. Es claro que el argumento racional no es el definitivo, pero corrobora convenientemente y en completa armonía con él. Si María Ssma hubiese sido manchada del pecado original, esa mancha redundaría en menor gloria para Su Hijo, que estuvo nueve meses en el vientre de una mujer que había sido concebida en la verguenza de aquel pecado. Si hubiese alguna mácula en la formación de María Santísima, la hubiera habido también en la formación de jesús, pues el hijo es formado de sangre materna.
San Pablo, asimismo se expresa sobre el vientre de donde nace el Niño Jesús: "Cristo aparece como Pontífice de los bienes futuros. Entro en un tabernáculo excelente y perfecto, no construido por manos humanas..."(Hebr 9,12).
Qué tabernáculo es ese, "no construído por manos humanas", por donde entró Nuestro Señor jesús Cristo? Queda claro el milagro operado en Nuestra Señora en previsión de su Divino Hijo. Negar que Dios pudiese realizar tal milagro (Inmaculada Concepción), sería dudar de Su omnipotencia. Negar que Él desearía hacer tal milagroo sería menospreciar su amor filial, pues como lo afirma San pablo: Dios contruyó su tabernáculo, el cual no fue construido por manos humanas.
Este tabernáculo fue hecho por Dios y para Dios, y debería revestirse de toda belleza y pureza que el mismo Dios pudiese otorgar a una criatura.
Esa pureza perfecta e ideal se llama: Inmaculada Concepción.
Ahora examinemos la Tradición, desde los primeros siglos:
Santiago el Menor, el cual realizó el esquema de la liturgia de la Santa Misa, prescribe la siguiente lectura después de leer unos pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento, y de unas oraciones: "Lo hacemos en memoria de Nuestra Santísima, Inmaculada y Gloriosísima Señora María, Madre de Dios y Siempre Virgen".
El Santo Apóstol no se limita a eso, sino que su fe se torna mas expresiva todavía. Después de la Consagración y de unas preces, el le hace decir al Celebrante: "prestemos homenaje, principalmente, a Nuestra Señora la Santísima, Inmaculada, bienaventurada por encima de todas las creaturas, la Gloriosísima Madre de Dios, siempre Virgen María. Y los cantores responden: "Es verdaderamente digno que proclamemos bienaventurada e irreprensible, Madre de Nuestro Dios, mas digna que los Querubines, mas digna de gloria que los serafines; a Vos que diste a luz al Verbo Divino, sin perder Vuestra integridad perfecta, te glorificamos como Madre de Dios" (Segun la liturgia de Santiago).
El evangelista San Marcos, en la liturgia que dejó para las iglesias de Egipto, se sirve de expresiones semejantes: "Acordémosnos, sobretodo, de la Santísima, y Bendita Nuestra Señora, Madre de Dios y Siempre Virgen María".
En lal liturgia de los Etíopes, de autor desconocido, mas cuya composición data del siglo primero, encontramos diversas menciones explícitas de la Inmaculada Concepción. Una de esas oraciones comienza en estos términos: Alégrate, Reina, verdaderamente Inmaculada, alégrate, gloria de nuestros padres. E incluso el sacerdote invoca a Dios en favor de los fieles: " Por las preces e intercesión que hace en favor nuestro Nuestra Señora, la Santa e Inmaculada Virgen María".
Terminamos el primer siglo con las palabras de San Andrés. Apóstol, exponiendo la doctrina Cristiana al procónsul Egeo, pasage que figura en las actas de martirio del mismo santo, y data del primer siglo:"Habiendo sido el primer hombre formado de tierra inmaculada, era necesario que un hombre perfecto naciera de una Virgen igualmente Inmaculada, para que el Hijo de Dios, reparase la vida eterna que los hombres tenían perdido" (Carta de los Padres de Acacia).
La doctrina de la Inmaculada Concepción, era, pues, conocida en el primer siglo
y por todos admitida. A ese respecto, ninguna contradicción se levantó en la primitiva Iglesia.
En el siglo segundo, los escritos de los Santos Padres hablan de la Inmaculada Concepción como un hecho indiscutible. Entre los escritores y oradores de este siglo, contamos: San Justino, apologista y mártir; San Ireneo, y Tertuliano.
En el siglo tercero, existen también textos claros en defensa de la Inmaculada Concepción. Pero en menor cantidad. San Hipólito, obispo de Porto y mártir, escribió en el año 220: "Cristo fue concebido y tomó su crecimiento de María, la Madre de Dios y toda pura". Y aún mas, dice: "Como el Salvador del mundo tenía decretado salvar el género humano, naciendo de la Inmaculada Virgen María". Y en uno de sus sermones sobre San José, Orígenes dice:" Este Niño no precisa de padre en la tierra, porque tiene un padre incorruptible en el cielo; no precisa de Madre en el Cielo, porque tiene una madre Inmaculada y casta en la tierra, la Virgen Bienaventurada María".
En el siglo cuarto, aparecen innumerables escritos sobre la Inmaculada Concepción, cada vez más explícitos y en mayor número. Tenemos las figuras incomparables de San Atanasio, de San Efrén, de San Basilio Magno, San Epifanio, y muchos otros, que constituyen una pléyade gloriosa de los grandes apóstoles el culto de la Ssma Virgen, y de forma particular, de Su Inmaculada Concepción.
El propio Lutero no se atreve a hablar en contra de la Inmaculada Concepción: "Era justo e inconveniente, que la persona de María fuese preservada del pecado original, visto que el Hijo de Dios, que debía tomar de ella la carne, debía vencer todo pecado".
Para terminar, transcribiremos un pequeño soneto:
En 1823, dos sacerdotes dominicanos, P. Bassiti e Pignataro, estaban exorcizando a un niño analfabeto, de doce años de edad. Para humillar al demonio, lo obligaron, en nombre de Dios, a demostrar la veracidad de la Inmaculada Concepción de María. Para sorpresa de los sacerdotes, por la boca del niño poseso, el demonio compuso el siguiente soneto:
"Soy Su verdadera madre de un Dios que es Hijo,
y soy su hija, aunque soy Su madre;
El eterno existe y es mi Hijo,
y yo nací en un tiempo y soy Su Madre.
El es mi Creador y es mi Hijo;
yo soy su creatura y soy Su Madre;
fue prodigio divino ser mi Hijo,
un Dios eterno que me tiene por madre.
El ser de la madre es casi el ser del hijo,
visto que el hijo debe ser de la madre,
y fue la madre que dio su ser al hijo.
Si pues, del hijo tiene el ser de la madre,
o se dirá manchado el hijo,
o se dirá Inmaculada la madre.
Se cuenta que el Papa Pio IX lloró al leer el soneto que contiene un profundísimo argumento de razón en favor de la Inmaculada.
El día 8 de diciembre de 1854, el Papa Pío IX, rodeado de 53 cardenales, arzobispos, 100 obispos y 50000 sacerdotes venidos de todas partes del mundo, proclama el dogma de la Inmaculada Concepción.
Pasados 3 años de esa solemne proclamación, el 11 de agosto de 1858, Nuestra Señora se digno a aparecer milagrosamente quince dias seguidos, en la pequeña ciudad de Lourdes, en Francia, a una niña de 13 años de edad, llamada Bernadette. El 25 de marzo, Bernadette le suplicó a Nuestra Señora que le revelase su nombre. Después de tres pedidos seguidos, Nuestra Señora le respondió: "Yo soy la Inmaculada Concepción".
Esa es la llave de oro que encierra la Tradición ininterrumpida de los Apóstoles.
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