Si hay algo singular en la historia de Yo La tengo es que esta historia musical es a la vez una historia de amor. Durante casi quince años Georgia Hubley e Ira Kaplan han sido los Yoko Ono y John Lennon caletas del indie rock. Esposos y músicos, han explorado el lado cotidiano, amable y a la vez frágil de la vida urbana. Los Yo La Tengo han creado un pequeño mundo de fidelidad e instrumentos musicales, promesas de amor y colección de discos. Una música tan casera que las canciones hablan de comprarse guitarras como quien compra los pañales para el bebé, ensayar en el sótano como quien sirve el desayuno, hacer punteos como quien da piquitos. Algo así como un capítulo de "Loco por ti" dirigido en video por Jim Jarmusch o John Cassavettes y con personajes tan comunes y corrientes como tú y tu flaca o la vecina que te quita el sueño.
Los Yo La Tengo se diferencian de otras parejas célebres del indie rock como John Doe y Exene Cervenka y sus historias de amantes cínicos, violaciones a adolescentes y chibolos desesperanzados o la alguna vez mítica pareja de Thurston Moore y Kim Gordon, que hasta hace unos años se alucinaban asesinos de carretera y exploraban todos los clichés de la dureza y alucinación sexual (con algunos puntos altos como el inolvidable Sister o la Kim Gordon rogándole a Thurston que le haga el perrito en "I wanna be your dog"). Nada. Los Yo La Tengo son el colmo de la zanahoriada y siguen una tradición de indie rock que convierte un viaje a la cocina en una épica, el visitar a un amigo y el escuchar un disco en un acto de devoción. Antimalditismo típico de indies "sensibles" y que tiene su histórico predecesor en los balbuceos adolescentes de Jonathan Richman y esa Velvet apta para todos y matinee que son los Modern Lovers.
Georgia Hubley, si no
me equivoco, es la hija de uno de los creadores de Mr. Magoo (sí, el
dibujo) y, como su padre, estudió arte, llegando a realizar pequeños
proyectos de animación mientras tocaba en pequeñas bandas college.
Ira Kaplan (que por su cacharro tiene pinta de
judío newyorkino culto y clasemediero que bien podría ser pata
de Woody Allen) era eventual crítico de
rock en innumerables fanzines de corta y larga vida (¿cuál será
la de éste?) mientras aporreaba su guitarra y quemaba amplificadores
con feedbacks a lo "White light/White heat".
Escribe:
Alfredo Villar
Interzona 3, Octubre 1998