It's Only Love

por Sadie

"Capítulo 14: Girl"


Is there anybody going to listen to my story

All about the girl who came to stay

She’s the kind of girl you want so much it makes you sorry

Still you don’t regret a single day...

Ana no se podía creer la última aventura que John se proponía. Cada nuevo plan de John la escandalizaba más. La verdad es que me llegaba a sorprender incluso a mí, no creía que nadie pudiera tener la imaginación que tenía John. Ya sabía yo por qué escribía esas canciones tan maravillosas y escribía esas historias tan raras en sus libros. ¡Él era así en la vida real! ¡Que me hiciera pasar por la novia de un amigo de John era ya demasiado!. Además, Ana estaba viendo lo serias que se estaban poniendo las cosas y me recordó que en menos de un mes empezaban las clases y nos tendríamos que volver a España. Eso era algo que había intentado apartar de mi mente. Incluso había llegado a pensar que, si John me lo pedía, probablemente lo dejara todo por quedarme con él. Ana estaba segura de que eso no ocurriría, yo mantenía la esperanza.

Cuando Pete vino a por mí miré a Ana.

- "No sé cuando volveré, Ana. Supongo que en unas semanas. No creo que pueda aguantar mucho tiempo viviendo en la misma casa que Cynthia".

Sus comentarios me hacían cada vez más daño, pero esta vez decidí no hacer caso de sus comentarios hirientes y vivir la vida. Separarme de ella si hacía falta. Así que tan solo le dije adiós y me fui con Pete.

Cuando llegamos a Kenwood había un montón de chicas en la puerta. Me estaba acostumbrando a estas "gatebirds", como las llamaba John, así que cuando Pete llamó al intercomunicador y se abrieron las puertas exteriores, ni siquiera las miré al pasar. Además de que lo prefería, no fuera a ser que al mirar a una de ellas y, como me solía ocurrir tan a menudo, la encontrara mucho más guapa que yo y me entraran unos celos increíbles.

Aparcamos en el garaje de John y Pete comenzó a sacar mis bolsas. Todo me era tan familiar. De repente una voz femenina salió gritando de la puerta principal:

John había salido detrás de Cynthia y se había mantenido unos pasos atrás mirándome con cara de frustración. Los dos pensábamos lo mismo, teníamos ganas de besarnos, de tocarnos, de hablarnos con naturalidad. No pudimos hacer nada de esto. Cynthia se volvió hacia mí. Yo todavía miraba la estupenda cara de John y tuve que desviar la mirada para encontrarme con la mujer que estaba casada con el amor de mi vida.

Después Pete me "presentó" oficialmente a John y me dio un beso en la mejilla. Eso fue todo lo que pudimos hacer, porque Cynthia no se separaba a más de dos militemos de distancia de John. Algo comprensible, cuando tienes un marido tan increíblemente sexy. De repente, cuando entramos en la casa, Cynthia me miró fijamente y exclamó:

- "Haven’t we met before?", me dijo. ¡Dios! ¡El Scotch St. James! Lo había olvidado, y Cynthia y yo habíamos estado juntas hablando en el cuarto de baño. ¡Oh, Dios mío! ¿Qué íbamos a hacer ahora si me reconocía? Comencé a elaborar excusas tontas sobre la impresión, o sobre que me parecía mucho a esta o aquella. Incluso podía mentirle descaradamente y decirle que probablemente cualquier española le parecía igual. Más tarde pensé que Cynthia no era tonta.

Tanto John como Pete me miraron a la vez con expresión de asombro.

La siempre devota esposa norteña hizo lo que John le pidió y entonces Pete exclamó:

- "She must remember her from the Scotch St. James. She went and Cyn was with me... Bloody Hell, I couldn’t remember!"

- "It’s nothing, John. I may have been there, but what does this have to do with Pete. I’ll make her believe I returned to Spain afterwards and then I met Pete".

Aún así, John no pareció convencido. Ni siquiera yo lo estaba, y Pete parecía estar completamente fuera de juego. Pero pasamos dentro y nos llevó a las habitaciones, muy cerca de donde John y yo habíamos pasado las noches juntos en julio, es decir, cerca de la de John y Cynthia. De repente oímos a un niño llorar.

Nos llevó a su habitación y lo cogió en brazos. Noté que no le decía ni una sola palabra cariñosa, ni le sonreía, ni nada. Sólo le miró como si no le perteneciera, igual que se mira a un niño que te dan y no es tuyo. Enseguida lo dejó de nuevo en la cama donde dormía y llamó a Cynthia a voces.

Me pareció algo cruel. Julian, simplemente, necesitaba que le cambiaran los pañales, eso era todo. Aunque reconozco que a mí tampoco me hacía mucha gracia el hecho de llenarme de un olor desagradable. ¡Qué diferencia con la vez anterior que pisé Kenwood!. Pero de repente mi cabeza se fue a algo tan obvio que no había pensado hasta el momento. Cuando habíamos ido a dejar las maletas a la habitación de invitados, obviamente sólo había una cama... ¡que deberíamos compartir Pete y yo!. Con esto no había contado. ¿Cómo era posible que John, siendo tan sumamente celoso, hubiera accedido a eso?

Cynthia subió y cogió a Julian en brazos.

- "Oh, the swap of diapers rithual is something John cannot stand. Why don’t you go to the garden? The day is lovely today".

Salimos de la habitación y cuando estuvimos a una distancia bastante razonable como para que Cynthia no nos pudiera escuchar le pregunté a John:

John se pasó la mano por el pelo. Obviamente lo sabía y la idea no le gustaba.

- "Bloody hell! I tried to avoid it, luv. I really tried, but Cyn was determined... You a couple, you a single bed!"

- "I don’t really mind, John, uauu! What a bright idea you had!", dijo Pete. Yo sonreí a Pete, pero la expresión cambió cuando miré a John. Estaba totalmente serio y por el tono de su voz tanto Pete como yo pensamos que no bromeaba:

- "Hey, listen Shotton! Don’t ever dare to put a dirty little finger on her! And I’m serious here! Can you hear me?"

- "It was only a joke, Lennon. I’d never do such a thing to you. She could be the only woman on earth that knowing she’s yours I wouldn’t touch her".

Los celos de John eran una señal de que le importaba algo, pero realmente no sabía si tomármelo a bien o a mal. A veces me parecía que sus celos iban demasiado lejos. Estaba claro que entre Pete y yo no podía haber nada. Tan sólo nos conocíamos de un día.

Al momento salió Cynthia de la habitación de Julian y se unió a nosotros.

John nos llevó en una especie de viaje turístico por la casa, como si no me la conociera ya. Pero aproveché para prestarle más atención a las cosas y a los detalles que aquella primera vez, quizá por la pasión, no les había prestado.

Las obras del piso de arriba estaban casi terminadas. Sólo quedaban por retocar algunos detalles. El comedor estaba lleno de abalorios y cacharros que, aunque decorativos, eran inservibles. Me fijé por ejemplo en una armadura en la que se abría el pecho y salía un teléfono. ¡Decorativo!, pero inútil. También vi dos o tres gatos merodeando y maullando por la casa ante nuestra presencia extraña. La otra vez, estaba totalmente segura de que no había ningún gato. Me fijé mejor y no, eran dos gatos y un perro. John nos los "presentó", por así decirlo. Eran Mimi y Babaghi (¡vaya nombrecito! Lo de Mimi lo entendía, pero ¿el otro?) y el perro se llamaba Nigel. Supongo que era el mismo Nigel que aparecía en su libro. Me di cuenta también de un extraño instrumento que estaba en medio del comedor. Al principio creía que era tan sólo una mesa extraña, pero John nos comentó que era un mellotron, un instrumento parecido a un órgano. ¡Vaya! Cuando ya salíamos del salón de Kenwood, me di cuenta de que había varios sacos de lienzo. Ya me había fijado la primera vez que estuve, porque pensaba que eran sacos de los obreros mientras continuaban las obras, pero ahora, al mirarlos fijamente, vi que contenían papeles. Cynthia se dio cuenta de cómo miraba los sacos y dijo:

Me puse muy celosa. Cynthia, la esposa, quizá estaba acostumbrada a las demostraciones de amor de las fans hacia John. Pero yo, desde luego, no. Sin embargo, sí que me llamaba la curiosidad. Era muy gratificante el saber que millares de chicas del mundo querían estar con John y que John, en cambio, quería estar conmigo.

Cogí dos. Abrí la primera y la leí en voz alta.

Dear John,

You’re too thin. You should eat pizza or lasagne to win a bit of weight. So there would be more of you for us.

Worried, Ane Marie D.

Freeport, Louisiana.

Nos comenzamos a reír. ¡John delgado! Sería el año pasado. Justamente estaba ahora en lo que llamaba su periodo "Elvis". Estaba preocupado por su línea, decía que se estaba poniendo bastante rellenito. Abrí la otra.

B.J.,

What happens to the girls who wear braces on their teeth, glasses, are fatties and are full of freckles? Have they got any chance?

Hopefully,

Margarette,

Pittsburgh.

Cuando leí esta no me reí. Simplemente levanté la vista hacia John y vi que este miraba sonriéndole a Pete:

Pete se rió con el comentario de John, pero Cynthia y yo nos miramos preocupadas. No era cosa de broma. Yo no sé Cynthia, pero yo no había sido precisamente una belleza en mi adolescencia. Había sido, lo que se dice, un patito feo. Realmente había mejorado a raíz de los 18 años, pero aún así, ni John ni nadie tenía derecho a burlarse de las chicas menos favorecidas.

- "Oh, John, don’t be cruel!", dijo Cynthia. John no hizo caso y siguió riéndose junto a Pete. Estaba realmente poniéndome bastante enfadada, así que casi chille:

Tanto Pete como John me miraron.

- "What’s wrong now?", me dijo John. "If you didn’t think in a similar way, you wouldn’t be walking round the place wearing sexy clothes and making up your face. You know you’re sexy and want to lighten it up, so don’t get angry at Pete and me just because we’re brave enough to tell it!"

Miré a Cynthia. Esta tenía razones para enfadarse. Primero porque John me había llamado sexy, y no sé si eso se lo decía a todas las novias de sus amigos, pero a mí me hubiera molestado. Y en segundo lugar, porque Cynthia también necesitaba cirugía estética, al menos, en la nariz. Pero por lo menos, conseguí que Pete y John dejaran el tema.

John nos llevó también a su preciado estudio de grabación, el cual apenas había pisado la vez anterior. Estaba lleno de aparatos electrónicos donde Paul y él experimentaban con sonidos. Pete lo conocía todo ya:

- "Pay special attention, luv. This is the first and probably last time you see it. John is very possessive of his recording studio!"

Cynthia se rió y confirmó lo dicho por Pete. A John se le notaba cada vez más incómodo. Yo, en cambio, me notaba bastante a gusto. No sólo por estar con John, si no porque además, Pete era de las personas con las que más a gusto te podías sentir. Tenía el mismo sentido del humor que los mismos Beatles, venía de su mismo sitio, y además, el hecho de no tener la presión de la fama, le hacía relajarse y disfrutar más de todo.

John nos enseñó también una habitación en la que sólo había pantallas de televisión. ¡Qué excéntrico!, pero yo sabía que a John le encantaba ver la televisión.

Y por fin pasamos a una gran habitación en la que había un tocadiscos y un montón de discos apilados en el suelo. Siendo una gran amante de la música, no pude resistirme y pasé a la habitación. Me senté en el suelo a ver los discos que John tenía. Pete, John y Cynthia me siguieron y se sentaron conmigo en los cojines que había esparcidos por el suelo.

John tenía el disco de Bob Dylan "Freewheelin’" y varios singles que el de Minessota había sacado con anterioridad. Yo ya sabía que a John le encantaba Bob Dylan. Había también varios de Chuck Berry, Gene Vincent, Fats Domino y por supuesto del grandísimo Elvis Presley (mi favorito hasta que aparecieron los Beatles). También tenía algunos antiguos de Little Richard y de Buddy Holly y el último single y revolución total en Inglaterra de los Rolling Stones, "Satisfaction". Pero no tenía ninguno de los Beatles.

Cynthia y Pete se rieron. Era obvio que ellos compartían y sabían mas cosas de John que yo. Algo, por otro lado, bastante normal si tenemos en cuenta de que yo sólo lo conocía de dos meses y quitando en la cama en la que John se abría totalmente, John no se abría mucho salvo contadas excepciones.

- "I know you would, my love, that’s why I’ve brought some with me from Liverpool".

Pete me había salvado. Se levantó y salió de la habitación. Hubo un terrible silencio al darme cuenta de que estabamos solos en la habitación John, Cynthia y yo. ¡Qué situación más extraña! La mujer y la amante sentadas frente a frente en la casa que uno de los hombres más atractivos del mundo. Yo tenía la vista clavada en los discos. Lo hacía para disimular. No sé si alguno se daría cuenta de que no hacía más que pasar los mismo discos una y otra vez. En realidad no los veía. Sólo veía la mirada de Cynthia clavada en mí y a un John ausente que miraba por la ventana.

Por fin volvió Pete cargado de discos. Los desparramó en el suelo y vi todos los discos de los Beatles hasta el momento: "Please please me", "With the Beatles", "A Hard Day’s Night", "For Sale" y "Help".

- "Alright, which one?", me apremió Pete. Me encantaba "For Sale". No era un disco que había salido muy bien parado por la crítica, pero a mí me encantaba.

Cynthia estaba eufórica. Creo que el hecho de tener invitados la había puesto contenta. La entendía. Cuando John estuviera de gira, tenía que ser un infierno vivir en aquella inmensa mansión sola, sin nadie más que Julian y el servicio. Me compadecí de ella y decidí seguirle el juego.

Al final John aceptó. El sonido nos invadió en unos inmensos altavoces que tenía instalados por toda la habitación. Cynthia se levantó de un salto y cogió a Pete. Pete se puso con ella. John ni me miraba, seguía ausente mirando por la ventana. Decidí acercarme a él. La música alta, y Cynthia y Pete inmersos en un frenético rock ‘n’ roll no permitirían oír lo que decíamos.

Con que eran celos, celos y más celos...

- "Oh, John. Pete is really nice but I wanna be with YOU. When could we be together for at least five minutes?"

â â â â

El resto del día pasó más o menos igual. John, Pete y Cynthia se pasaron horas recordando cosas de Liverpool y de los viejos tiempos. Creo que a Cynthia le agobiaba la fama más incluso que a John. Ella era sólo una chica norteña que conoció a John cuando aún no era nadie. A ella todo esto la había superado. Era extraño y también bastante diferente el John privado al John publico. Sin nadie a quien impresionar, John se relajaba y dejaba salir su verdadero "yo". A Pete Shotton le contaba todos los secretos, creo que sabía más de él que Paul, así que me sorprendió el estar con un John que apenas gastaba bromas, ni hacía comentarios sarcásticos de nada ni de nadie. Quizá también el estar con Cynthia le cortaba un poco más.

Por fin llegó la hora de la cena. El servicio nos había preparado un plato exquisito que, como siempre, me quedé sin saber qué era. Cynthia se desvivía por ser la anfitriona, quería que todo estuviera a mi gusto (Pete era de más confianza), que me sintiera como en casa. Y lo conseguía. Cada vez me parecía que Pete tenía más razón. Cynthia no se merecía el daño que John le estaba haciendo. Era encantadora.

Nos sentamos alrededor de la gran mesa de marfil y todo transcurrió con normalidad hasta la segunda parte de la cena. Mientras el servicio nos servía el postre, creo que el vino hizo a Cynthia envalentonarse y dijo:

- "I’m so convinced that I’ve seen you before! Are you sure this is your first visit to England?"

Creo que esa fue la gota que hizo colmar el vaso. John se levantó de la mesa y gritó:

De nuevo hubo ese terrible silencio. Yo no quería levantar la vista de mi plato. Por el rabillo del ojo veía que Pete estaba tan avergonzado o más que yo misma. Sabía los arranques y rabietas de John, pero esto había ido demasiado lejos. Levanté los ojos sin levantar la cabeza y vi que los ojos de Cynthia estaban muy húmedos, a punto de derramar lágrimas. De repente se levantó y subió corriendo las escaleras. Cuando hubo desaparecido Pete y yo levantamos por fin las cabezas:

John así lo hizo. No sé en qué acabaría todo esto. Empezaba a verme como una intrusa, como la culpable de que John tratara así a Cynthia. Y sabía que no era cierto. Había leído en miles de sitios que John trataba con cruel indiferencia a Cynthia en privado, así que yo sólo había sido una anécdota. Pero todo había sido leer, leer, leer... Ahora lo vivía en realidad, y veía que el matrimonio de John no iba ni la mitad de bien que debería.

- "It’s not your fault, Vicky. Just let it be. Everything will be worked out in the morning. Are you tired? Maybe we should go to sleep?"

Me pareció una buena idea. Me levanté y la costumbre me llevó a empezar a recoger los platos de la mesa. Pete se giró y su cara se puso como la de aquellos que van a reventar de la risa.

- "What are you doing? John is paying a lot of money to have that done!", y se empezó a reír. Ya no pudo contenerlo más. Me puse como un tomate y dejé los platos donde estaban. Subimos juntos las escaleras.

Para llegar a la habitación que compartiríamos inevitablemente teníamos que pasar por delante de la habitación de John. Pete se me adelantó y me dijo que quería coger le cuarto de baño urgentemente. Yo me reí, cada vez con más confianza ante Pete, y me quedé un poco rezagada. Cuando Pete entró en la habitación la casa quedó en silencio.

De repente me parecieron oír suspiros y gemidos. Me pareció algo tan extraño que no acertaba a reconocer qué podía ser. Me acerqué a la puerta de la habitación de John y pegué la oreja. Sí, seguían los suspiros y la voz de Cynthia susurraba el nombre de John repetidas veces. No sería... ¡No! No podía ser, ¿Estaban...? ¡Qué! ¡John estaba haciendo el amor con Cynthia! ¡Maldito cabrón, hijo de puta! ¡Hipócrita, asqueroso! Los ojos me quemaban, me ardían. Se me había puesto ese incomodo nudo en la garganta que siempre te duele tanto y no te deja hablar. Eras la señal de un dolor mental más que físico. Tenía ganas de chillar, y de largarme de su casa y de su país. Me había engañado. Ana había tenido siempre razón. ¡Oh, Dios! John haciendo el amor con otra mujer delante de mis propias narices.

Entré en la habitación hecha una furia, dispuesta a hacer las maletas y largarme de Kenwood y de Inglaterra para siempre. Pete estaba poniendo mantas y almohadas en el suelo.

- "Look, Vicky. I’ve thought that I’d rather sleep on the floor so you can have the bed...", se paró en seco al ver mi expresión. "Hey! What’s wrong?"

- "What’s wrong? That bloody bastard you have as a friend is shagging Cynthia, that’s what’s wrong, and I hate him, I wanna go out of here NOW!"

Rompí a llorar. No podía aguantarlo más. No estaba enfadada, estaba furiosa. Furiosa por haber creído a John en lo más mínimo, y encima, ¡mírame!, aquí estaba rebajándome a llorar delante de un hombre al que sólo conocía de un par de días. Pero no podía dejar de llorar. Pete se levantó y me rodeó con el brazo:

Los ojos me ardían y no podía parar ni por un solo momento de pensar en John haciéndole a Cynthia las cosas que me había hecho a mí. Eso me ponía más furiosa, y llegó un momento en que pensé que hasta Ringo y Maureen me podían oír.

- "I don’t wanna go to sleep, I wanna go home. Pete, if you don’t take me home, I’ll go on my own".

- "Oh, very nice! Getting rid of the problems by avoiding them. You’d beter talk to John in the morning. John likes things face to face."

Vale, lo pensé fríamente, ya un poco más calmada. Yo no era de las que se acobardaban ante el primer infortunio. De acuerdo, esperaría a que John me diera una explicación (si es que la había) por la mañana, y después desaparecería de su vida para siempre.

Me besó en la cabeza.

â â â â

No es que pudiera dormir mucho en toda la noche. Las imágenes de John besando a Cynthia se me venían a la cabeza. Pete dormía en el suelo. Le observé. Era el típico inglés norteño, con el pelo ensortijado del color del oro. Pensé en la suerte que tenía John con amigos así. Y Pete había sido amigo suyo mucho antes de que se convirtiera en nadie. La tensión del momento me llevó a pensar cosas que realmente ni importaban, ni creí que nunca en mi vida me plantearía. Cosas tipo: ¿estará casado? ¿Tendrá novia? Obviamente no, John lo sabría y no creo que Pete se hubiera prestado a este estúpido juego si fuera así.

Por fin me dormí. Me despertó el ruido de la puerta abriéndose y una sombra que se deslizaba en mi cama. Era John. Era inconfundible. Yo estaba de lado y aunque hubiera querido chillar que me dejara en paz y que no me tocara, decidí hacerme la dormida. Con una mano me subió la parte de arriba del pijama hasta casi la barbilla. Me besó la espalda y con la misma mano comenzó rodeó el contorno de mi costado. Comenzó a susurrar mi nombre, el que él me había puesto, mientras su mano se deslizaba por la parte delantera de mi cuerpo. Ahí decidí pararle. Teníamos que aclarar lo de ayer. No podíamos seguir así. Yo no podía, y lo que era más, no quería. Me di la vuelta y me puse dándole la cara. Vi entonces que Pete no estaba, algo normal si pensamos que John se había metido en mi cama sin decir ni una palabra. Seguro que lo había planeado con él, como siempre hacía.

- "Mornin’ luv", me dijo. Intentó besarme pero aparté la cara y me levanté de un salto. No pude ver su expresión, pero no debería ser muy agradable, sobre todo porque a John no le gustaba que no le dieran lo que quería en cada momento. "What’s up?"

Se incorporó en la cama. Yo seguía dándole la espalda, no le quería mirar. Primero, porque sabía que si le miraba, caería de nuevo rendida a sus pies. Me parecía muy sexy y entonces, sabía que esa era mi debilidad. Yo no sabía por donde empezar y el continuaba esperando impaciente.

Seguía sin atrever a mirarle a la cara. Oí como se levantaba sobresaltado de la cama y se ponía de pie junto a mí. Estaba desnudo. Yo llevaba el pijama ya decentemente puesto, ya que Septiembre refrescaba bastante en Londres.

- "Rubbish, Sadie! Cyn is me wife, you know... She’d be a little suspicious about us if we just don’t... Well, you know".

De repente sentí como una mano fuerte me agarró del brazo y apretó con fuerza. Levanté la cara y vi a John. Su expresión estaba muy tensa, su nariz aguileña se había afilado aún más y sus ojos tenían un brillo extraño que nunca le había visto antes. Durante un segundo, una milésima de segundo, pensé que me iba a pegar. Cerré los ojos con fuerza esperando una bofetada, un golpe, algo... Nada. No lo hizo. Sólo dijo:

Vi como sus dedos se aflojaban sobre mi brazo y su expresión tomaba un matiz más normal. Hasta que me soltó del todo.

John se pasó la mano por el pelo. Evitaba mirarme a los ojos, y yo casi lo prefería, porque no me gustaba el aspecto que debía tener recién levantada por la mañana y con los ojos llorosos.

- "After my bastard remark to Cyn yesterday night Pete told me to go after her and so I did. When I entered the room, Cyn was crying loudly and packing her things in. You know... I couldn’t tolerate that... I’ve got an image, if Cyn walked out on me, all my lovable mop-top image would be spoiled and I may be a little bit fed up with the Beatles thing, but it’s my life, after all, it’s what I’ve chosen, and I’m still happy writing music with Paul... So I softly told her not to do it... She turned to me and started to cry more loudly... She kissed me and well... But you don’t have to worry Sadie, I’ve never ever done the things I’ve done to you to Cyn. Never. You’re too much, you’re miles away from her... But she’s me wife, you’ll have to understand that".

Parecía claro que de momento John no estaba dispuesto a dejar a Cynthia por mí. Aunque yo rezaba todas las noches porque así lo hiciera, en mi fuero interno sabía que tenía las de perder. Miré a John. Realmente parecía preocupado. Creí que había terminado, pero siguió.

- "I fucked her, Sadie, but that was all. The difference is that I make love to you. That was only sex..."

John tenía poder sobre mí, y aunque él no lo sabía, no podía ni imaginarme como todavía no se había dado cuenta. Solo verle el pelo largo alborotado de haberse levantado, sus ojos preciosos, su nariz aguileña, sus finos labios hacía que me derritiera por dentro. ¡Oh, Dios! Otra vez había perdido. John me podía, era imposible que le pudiera vencer. Me fui hacia él y le abracé. Él me besó con pasión la boca. Yo le respondí besándole con más fuerza. Le amaba con locura. Quiso llevarme a la cama, pero eso no podía, de momento no. Una cosa era que le hubiera perdonado, y otra muy distinta que se creyera que con sexo solamente podía arreglarlo todo. Él me había hecho daño a mí... Ahora era mi turno en hacerle sufrir a él, aunque sólo fuera un poco.

No insistió. Estaba dispuesto a marcharse de la habitación cuando le pregunté:

- "Fuck, yes. He and Cyn are in town. We’ve got the house for ourselves, but as I can see, it’s useless".

John no era tan fácil de convencer como yo y salió dando un portazo.


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