It's Only Love

por Sadie

"Capítulo 17: Christmas Time Is Here Again"


Christmas time is here again...

They’ve been round since you know when...

OUT spells OUT...

Cuando me desperté la mañana siguiente, Pete no había dormido allí, pero todas sus maletas estaban medio hechas. Tras ducharme y bajar a desayunar, subí de nuevo a la habitación a hacer las mías. No sabía que había traído tantas cosas para pasar tan sólo unos días. Estaba tan absorta haciendo las maletas que no noté que alguien estaba parado detrás de mí delante de la puerta y me observaba. Era John.

Como siempre, el mero hecho de verle hizo que me temblaran las piernas y que el corazón me diera un vuelco. No había hombre más irresistible que él, y yo le amaba profundamente.

Caminó unos pasos hacia mí y se paró delante justo de donde yo estaba. Me miró a los ojos. Yo intenté bajar la vista y seguir haciendo las maletas, pero él me agarró con fuerza los brazos y me obligó a dejar lo que estaba haciendo y a ponerme frente a él.

Se pasó la mano por el pelo y miró al suelo.

Sin quererlo ninguno de los dos, pero con la obligación de hacerlo para coger algo de aire, nos separamos. Cuando nos giramos vimos a Pete ante la puerta mirándonos con ojos que no sabría descifrar.

No sabía como decirle que igual no podía venir, o que igual me lo había pensado mejor e incluso que no tenía dinero.

Me ofreció una de sus estupendas sonrisas y me besó de nuevo. Sus manos temblaban un poco.

Le sonreí y esta vez le besé yo. Me ayudó con las maletas y bajamos. Pete estaba allí, solitario, mirando el jardín y la piscina. John se fue con él. Vinieron los dos hacia mí y John dijo:

Nos despedimos de Cynthia y salimos. Yo no tenía que ir a ningún aeropuerto pero Pete sí. Pete... Estaba tan callado y tan distante conmigo ahora que me había visto besar a John que necesitaba hablar con él antes de que desapareciera de mi vida para siempre. El camino al aeropuerto era largo, así que le dije a Les que llevara primero a Pete y luego me llevara a mí, así tenía tiempo de hablar con Pete. Me giré hacia él. Él miraba por la ventanilla del Rolls Royce. Le toqué en el hombro:

Se giró y me miró pero no sonrió ni me dijo nada, simplemente mantuvo mi mirada.

De repente me entró pánico porque no, no lo tenía. ¿Y ahora, qué podía hacer? Saqué una hoja de papel de mi bolso y escribí mi dirección. Se la pasé a Les y le dije:

- "Would you mind giving this to John, Les?", él la cogió y la guardó. Confiaba en que se la daría. Comencé a escribir otra hoja con la dirección para Pete. "Pete, maybe you’re right and what I’ve got is infatuation for John. Just call me some day and we can talk. We can’t just rub out what happened between us the other night".

Sorprendentemente, Pete la cogió y se la guardó en el bolsillo. Cuando llegamos al aeropuerto me entró un dolor terrible. Un dolor que no sabía si podría dominar. Probablemente, no volviera a ver a Pete nunca. Cuando se iba a bajar del coche, quería algo más. Quería que me dijera algo, quería retenerle.

Se giró hacia mí. Le miré. Volvía a sentir lo de aquella noche, aquella debilidad en las piernas, aquel sudor frío. Tenia todavía tan reciente el tacto de sus manos sobre mi cuerpo, su lengua cálida y húmeda, el roce de su nariz por mi estómago. Me quedé quieta, pero él se acercó y de nuevo nos estabamos besando cálidamente, con ternura. Soltó una mano de su maleta y la puso detrás de mi cabeza, acariciándome el pelo, mientras me besaba con pasión.

Me quedé mirando por la ventanilla al vacío durante un par de minutos. Las lágrimas se agolpaban en mis ojos. Creo que Pete me quería de verdad, pero era imposible que nadie en este mundo pudiera competir con ninguno de los Beatles, y eso Pete lo sabía. De repente recordé la nota que me había dado John. Todavía la tenía arrugada en la mano, sudada y casi rota de la emoción contenida durante todo el camino. Le dije a Les que me llevara a casa y la leí:

My Sexy Sadie,

Pleaze, babe, keep in touch. I know what a bloody bastard I’ve been

Having you there and not paying you much attetntion.

I’ll make it up when you come back, you’ll see, really Sadie,

I know I’m a bastard, but sometimes I can’t help it.

Anyroad, this is not the rite time to become a sentimentalist,

So I’d better go back to my witty repartee and leave you

To your beast friends.

Yours,

Dr. Winston O’Boogie.

No pude evitar el reírme, aún en el estado que estaba. Estaba muy confusa. Realmente ahora, por primera vez en mi vida, me estaba debatiendo entre dos personas: una era John, mi ídolo, el hombre con el que siempre había soñado y al que por fin había conseguido. El otro era Pete, a quien no me esperaba que apareciera en mi vida. Nunca me hubiera imaginado, si alguien me lo hubiera dicho, que remotamente hubiera conocido a un amigo de la niñez de John, y que encima, este amigo me hubiera gustado.

Llegué a casa en un estado de ansiedad malamente contenida. Pensaba que era la última vez en mucho tiempo que veía a John en persona, y no sabía si quiera si volvería a ver a Pete. En mi fuero interno quería que Ana hubiera decidido en el último momento no sacar los billetes y que hubiera decidido pasar el puente que teníamos en la facultad aquí en Londres. Pero no fue así. Ana necesitaba dinero para seguir pagando el alquiler y no quería tampoco perder tanta clase.

Cuando finalmente el domingo 27 de septiembre, Ana y yo nos subimos en el vuelo de Iberia que nos llevaría directamente a casa, no pude evitar llorar desconsoladamente. Los pasajeros me miraban como si me hubiera vuelto loca, pero no me podía importar menos. Era un poco la tensión de estos días y la tristeza de dejar al hombre de mis sueños atrás, a la merced de las fans británicas.

Por otra parte, estaba también muy emocionada por volver a ver a mi familia, a la gente de la facultad, por contar mis experiencias en Inglaterra. Mi relación con John se mantendría en secreto, pero mi familia sí tenía derecho a saberlo. Era raro que me creyeran, pero tenía que decirles la verdad.

Cuando el avión aterrizó a tan sólo unos metros de mi propia casa, todo parecía irreal. Nada más bajar del avión, entre la alegría de los abrazos, los besos, etc., la imagen de John y los Beatles quedaba atrás. Fue al llegar a mi cuarto cuando, al ver los innumerables pósters en mi habitación, me invadió una ola de desesperación por ver a John ahí, tan guapo, tan sexy... Y pensaba que lo había tenido entre mis brazos, que había reído con él, llorado con él, llegado al máximo placer con él, y eso era algo que nadie nunca me podría quitar. La vida empezaba de nuevo, sin él, la normalidad, la universidad, los amigos... Pero nada, nada que se pudiera comprar a lo que había vivido ese fantástico verano. Sin saberlo yo, mi destino se había forjado en aquel verano de 1965.

â â â â

Los primeros días del mes de octubre se me pasaron muy rápidos. Sabía que John cumplía 25 años el día 9, así que lo primero que hice nada más llegar a España y asentarme de nuevo a mi vida normal, fue buscar un regalo para John y enviárselo urgentemente para que le llegara a tiempo. No fue una tarea fácil porque, ¿qué le regalas a un hombre que lo tiene todo? No hay nada material que se le pueda regalar. Pero a fin de cuentas, lo único que yo me podía permitir regalarle era algo material. Me fui a una tienda de cosas hechas a mano en la que a veces había encontrado cosas estupendas. Tras mucho buscar por la tienda, al final topé con un colgante que me gustó bastante. Era de forma triangular, con flores en la parte de arriba, dos de ellas de color blanco, a modo de ojos. El colgante me recordaba la cara de una cabra, o algo así, y pensé que a John igual le gustaba por lo estrafalario que era. Estaba hecho a mano, y el chico de la tienda me dijo que era un ejemplar casi único, puesto que lo había hecho el mismo en un viaje. Me preguntaba si la palabra viaje tenía el mismo significado que le daba John... Pagué y seguidamente me fui a correos a mandárselo urgentemente a John, para que le llegara en su cumpleaños.

La ilusión de que igual John me llamaba para darme las gracias por el regalo, me mantuvo con vida durante las primeras semanas de octubre. Pero nada. John no llamaba. El 9 de octubre, que es fiesta en Valencia, ni siquiera salí de casa por si acaso se le ocurría llamarme. Nada. Empezaba a ponerme triste, taciturna, pensando que John ya no se acordaba de mi. Que me había olvidado. Estaba en un estado de desesperación increíble. Me encontraba irritable, de mal humor con todos los que me rodeaban. Sólo pensaba en volver a Inglaterra a ver a John. Hasta pensé en quitar los pósters de mi habitación, puesto que me proporcionaban más dolor que placer estos días.

Pero de repente, un día, sonó el teléfono. Lo cogió mi hermano y tranquilamente, como si fuera la cosa más normal del mundo, sin inmutarse ni un poco, me dijo:

Hubiera querido gritar, hacer algo extraordinario, chillar, revolcarme por el suelo, algo no muy propio en una chica de 22 años, pero aún así, eso era lo que mi instinto quería hacer. Mi hermano es una persona muy seria y formal, y aunque hubiera sido el fan numero 1 de los Beatles en España, no creo que hubiera demostrado su ilusión.

Me fui corriendo al teléfono y lo agarré con tanta fuerza que creí que lo rompería:

¿Le decía la verdad o me hacía un poco la dura? ¿Le decía que le echaba horriblemente de menos y que estaba dispuesta a irme con él a Inglaterra y dejarlo todo, o simplemente le decía que bien, que todo seguía igual? Cuando estoy alterada, no sé mentir.

Todo esto me traía unos recuerdos inmensos. El Scotch... ¿De verdad sería capaz de esperar hasta Navidad? Y ¿John me esperaría? La incertidumbre no me iba dejar concentrarme en clase. ¡Menos mal que no había parciales hasta febrero!

- "John, promise me you’ll be waiting for me when I go back to you in December. Please"., Yo estaba irreconocible. Rogándole a un hombre... ¡Ah, pero este hombre era John!

Le oí reírse ligeramente por el teléfono.

- "I will, Sadie. Just come as lovely as you went out and everything will be fine, Ok. Now I must hang up, love. Must be getting ready to go out to the Scotch. Take care. Bye!"

Antes de que pudiera preguntarle cuando volvería a llamar, o si debía llamarle yo, colgó. Y no volví saber de él hasta muchísimo tiempo después.

El mes de octubre pasó rápido. Las fiestas, y la ilusión de ver a nuevos compañeros, a viejos amigos de la facultad, etc. hacen que los días se te pasen más rápidos. Ana y yo teníamos el pacto de no decirle a nadie que habíamos conocido a los Beatles. Y no sólo conocido, si no que además habíamos tenido relación con ellos. Nada saldría de nuestras bocas.

El mes de Noviembre se hizo mucho más lento. Echaba de menos a John y a Pete, y me encontraba sola. Ana y yo habíamos perdido bastante el contacto, sólo nos veíamos en clase, y eso era bastante poco debido a que solo íbamos dos tardes a la facultad. Cuando nos veíamos, Ana me preguntaba: "¿sabes algo de John?". Mi cara entristecida le contestaba. No sabía nada de él desde Octubre. Sólo había visto por las noticias que la Reina les había dado las medallas que les hacían Miembros de la Orden del Imperio británico. Cuando salieron las imágenes por la televisión, hubiera querido morirme. Ver a John, tan sumamente atractivo, y no poder tocarle ni besarle, era algo superior a mis fuerzas.

Pero a finales de noviembre, recibí una sorpresa. Pete me llamó por teléfono.

Eso me pilló por sorpresa.

He de confesar que la idea era muy muy tentadora... Liverpool, y Pete. El tierno, encantador y adorable Pete...

Colgó. Vaya, de repente me encontraba con que deseaba más que nunca que llegara la Navidad. Y, además, aquí me tenías. Hacía tan sólo tres meses, no había puesto un pie en Inglaterra, ahora, no solo había vivido en Londres, si no que además posiblemente visitara Liverpool en la época más bonita del año. Era más de lo que yo nunca hubiera podido imaginar. Así que comencé a darle vueltas a la idea. Si me iba el día 24 a Londres a estar con John, luego podría pasar desde el 4 al 7 en Liverpool, aunque me perdiera algún que otro día de clase. Me pareció fantástico y llamé a Ana para decírselo. Ana me dijo que ella también se iba fuera. Le dije que por qué no me acompañaba, pero me dijo que se iba con su prima a Jaén a pasar las Navidades y la nochevieja, y que ya nos volveríamos a ver en clase. Me parecía que Ana y yo nos estabamos distanciando. Me hubiera gustado muchísimo que se viniera, pero ya veíamos que las cosas no iban a salir siempre bien.

A principios de diciembre mi casa se llenó de alegría cuando recibí un paquete con remite de Inglaterra. No ponía quien lo enviaba, pero yo sabía que era de John. Cuando el cartero me lo dio y firmé, casi tropiezo subiendo las escaleras para abrirlo en privado.

Cuando lo abrí me quedé con la boca totalmente abierta. John me enviaba dos discos, uno era su último álbum , llamado "Rubber Soul". ¡Uau! ¡Estaban fantásticos en la portada! John estaba absolutamente sexy y casi se me llenan los ojos de lágrimas por no poder estar con él. El otro era un especial de Navidad. Los chicos salían también estupendos, pero nada que se pudiera comparar a "Rubber Soul". Acompañándolos había una carta de John:

Direst Sadie,

I am sending to you our last electronic noise, called "Rubber Soul". Don’t be surprised at how ful of you it is, but hey! Who’s bin my only inspiration these passed months? (hee hee, only me sexy sadie)

Oh, and zancks very munch for your wonderfool prezent. Didn’t say anytheme because I’ve bin too busy these dates... Therefore or five I’m always thinking of you.

The other one is our last X-mas record too. Don’t take too seriously the messages, luv... Their meaningless...

The last thing... Phone me up (reverse call, off course) to tell me when you’re coming.

Love always,

Dr. Winston O’Boogie.

P.S.- I can spell, hye?

Cuando pude descifrar el mensaje que John me ponía en la carta, no pude evitar el reírme, a pesar de la nostalgia que sentía en esos momentos. Sus cartas siempre contenían los innumerables juegos de palabras que solo John era capaz de inventar. Me fui al tocadiscos, y puse el álbum. Al principio sólo pensaba que John se acordaba de mi, que quería que fuera a Londres a verle de nuevo. Me había dedicado dos discos y me había puesto una cruz en las canciones que me dedicaba del álbum. "Norwegian wood (this bird has flown)", "Girl", "Wait" and "Run for your life". Oh, ¡Dios! John me había dedicado cuatro de las canciones de su último álbum. Le necesitaba con locura.

Al día siguiente fui a sacar el billete de avión y seguidamente me fui a hablar con John por teléfono para decirle cuando iría. No estaba en casa, estaba el contestador. No quise dejar el mensaje por si lo escuchaba Cynthia, pero luego pensé que igual estaría en Abbey Road, o con Brian. ¿Qué podía hacer? Tenía que decirle cuando llegaba y ese era el mejor momento para hacerlo.

Llamé a Pete. Pete estaba en constante contacto con John, así que mataría dos pájaros de un tiro. Se lo diría a Pete para que le diera el mensaje a John, y de paso arreglaría con Pete también los días en los que podría estar en Liverpool.

Lo cogió Pete.

Mi corazón me dio un vuelco. ¿Qué ocurría? ¿Le habría pasado algo? La fecha del envío databa de finales de noviembre. Y según las noticias, el álbum no salía hasta principios de diciembre. Pero John siempre podía conseguir los albumes cuando estaban terminados.

¡Qué horrible! Y John no me había dicho nada. Pero ¿qué me podría decir? Nunca hablaba de su padre, sólo de su madre. Tuvo que ser una experiencia muy frustrante para él que su padre le dejara de pequeño y apareciera cuando era famoso.

A medida que se acercaba más la fecha de mi vuelo a Londres, más excitada me encontraba. Tan sólo sería pasar la Noche Buena con la familia, y el día de Navidad, tomaría un vuelo que me llevaría al lado de mi amor.


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