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Hay cacas gigantes que infunden pavuras,
hay cacas pequeñas que infunden pasión,
hay cacas compactas en extremo duras
y hay cacas tan blandas que no hacen montón.
Las hay amarillas de tintes de oros,
las hay de pitalla, de rojo rubí
hay otras tan verdes, cual plumas de loro,
y café como ámbar de oscuro matiz.
Hay cacas plebeyas tan sólo formadas
con pobres derechos de la indigestión,
mas hay otras que están adornadas
con blancas semillas de chile y melón.
Hay otras que toman la forma graciosa
de reatas enormes para lazador,
pero hay otras de pasta biscosa
sin forma ni gracia y con muy mal olor.
Hay unos cerotes en poses sensuales
como cortesanas, faltas de pudor
que hastiadas quedaron a las bacanales
de orgiásticas fiestas de sueño de amor.
Hay unos cerotes que enhiesta levantan
la testa orgullosa, de altivo sultán,
los puercos se acercan y al verlos se espantan
y en vez de gustarles, cohibidos se van.
Por todas las cacas aquí enumeradas,
levanto esta justa y humilde oración,
Oh pobres, humildes y buenas cagadas!.
el mundo os desprecia . . . sin tener razón.