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La señorita del almacén sin derse cuenta cambió los bultos dando los guantes a la señorita y los blumers al joven, quien sin darse cuenta, los mandó a su novia adjuntando la siguiente carta:
Manzanillo, Col.
Adorada Emmita:
Te envío el presente regalito para reponerte los que te rompí el jueves, recuerdas?; como te darás cuenta, son de mejor calidad que los que tenías; úsalos arrugados si te quedan un poco grandes, pues es la última moda, llévalos así; te lo digo porque así se los he visto a tu mamá, a tu hermana y a muchísimas en el camión.
La señorita del almacen me hizo el favor de mostrarme los suyos, diciéndome que en tres meses que lleva de usarlos, no los ha lavado más que una vez y realmente yo no se los ví sucios.
Me indicó que los lavaras con leche o gasolina para quitarles toda la porquería, que tomen su forma y si después de secos todavía huelen mal, ponles talco perfumando y sácalos al aire para que se ventilen.
Siento mucho no estar a tu lado y ser yo mismo el que te enseñe la mejor manera de colocártelos, pero muéstraselos a tus amigas para que te den el visto bueno y admiren mi buen gusto y tino.
Siempre tuyo, quien besa apasionadamente el sedoso cutis que cubrirá el presente regalito.