PÁGINA DE JORGE DE LA TORRE


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LA NOCHE 1002
LEYENDA ÁRABE

Después de que Schabriar, el cojonudo,
Sultán a quien llamaban EL CORNUDO,
se coguió a la cuentera Scherezada
al borde de la cama y espinada,
se limpió todo el chile hasta el bonete,
le largó a la Sultana una nalgada
y en tres jalones le sacó una almohada
que tenía debajo del ojete;
entonces Scherezada, bine servida,
o si ustedes permiten, bien cogida,
con suave parsimonia de felino
una pierna subió sobre el Sultán,
y cogiendo sus barbas de azafrán
muy seriamente se limpió el chumino.

Schabriar se aventó un pedo,
se escarbó las narices con el dedo,
se lanzó un estornudo,
frunció luego iracundo el entrecejo
y con acento rudo
gritó: Válgame Alah! . . . soy un pendejo.

-Oh, gran señor!, (dijo ella), no tte enojes
ni tampoco te aflijas ni te aflojes,
porque Alah, (para ti sus bendiciones),
he derramado sobre ti sus dondes:
Te ha dado la belleza del diamante,
el valor de los leones,
la fuerza del gigante,
el saber de los magos y santones;
te ha llenado de jugo los cajones
y te obsequió una verga de elefante.
Tú pendejo? . . . Que va! Si hubo un jumento.
fué otro Rey . . . mas no tú . . . Oye este cuento!

Y él dijo: -Oh, Scherezada!,
mamadora divina,
eres como la famosa golondrina,
por no decir que como la chigada;
mas como ya me hayaste la manera
y jodiendo eres un monumento,
te perdono tu pinche tabarrera
de contarme las muelas, venga el cuento!

Y ella dijo: -Oh señor de los señores!,
luz del día y aroma de las flores;
desvirgador de culos de primera;
ilustre y poderoso garañón,
deme en la teta izquierda un chupetón
Y escucha esta historia verdadera:

"Erase un gran país, rico y hermoso,
de clima delicioso
frutas de carnes ricas y sabrosas;
con ríos fecundantes,
con selvas asombrosas,
de maderas preciosas;
montañas de oro, plata y de diamantes;
repletas de ganado sus praderas . . .
Pero para no hacerte el cueto largo
y dejarnos de tantas chingaderas,
aquello era una Jauja y . . . sin embargo . . .
sin embargo . . . habitaba
aquel país una horda de mulones
"jijos de la guayaba",
argenderos, gevones . . .
y que en vez de pasarla trabajando,
por el santo de una gallina
armaban espantosa tremolina;
y con revoluciones y mitotes
a su pobre nación iban chingando;
pero aunque se creían muy hombrotes,
valín una triste y dos cantando.

Pero Alah, (sólo él es poderoso),
mirando aquel relajo
y cansado de tantas peloteras,
ase dijo: Basta ya de jodederas . . .
vayan mucho al carajo!
Han hecho que me suden las verijas,
pero yo haré que se les hinche el cuajo
y para quitarles lo cabrón
les mandaré un chingón
que les apriete a todos las clavijas.

"Schabriar, me siento tan jodida
que me falla la voz y la memoria,
para seguir cantándote esta historia
y prefiero otra cogida:.

Mas ya no lo escuchaba
Schabriar, porque roncaba;
y entonces la sultana
respetuosa del sueño
de su señor y dueño,
le agarró la macana,
se acurrucó cual gata consentida,
se tiró un pedo y se quedó dormida.

Annimo


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