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Schabriar se aventó un pedo,
se escarbó las narices con el dedo,
se lanzó un estornudo,
frunció luego iracundo el entrecejo
y con acento rudo
gritó: Válgame Alah! . . . soy un pendejo.
-Oh, gran señor!, (dijo ella), no tte enojes
ni tampoco te aflijas ni te aflojes,
porque Alah, (para ti sus bendiciones),
he derramado sobre ti sus dondes:
Te ha dado la belleza del diamante,
el valor de los leones,
la fuerza del gigante,
el saber de los magos y santones;
te ha llenado de jugo los cajones
y te obsequió una verga de elefante.
Tú pendejo? . . . Que va! Si hubo un jumento.
fué otro Rey . . . mas no tú . . . Oye este cuento!
Y él dijo: -Oh, Scherezada!,
mamadora divina,
eres como la famosa golondrina,
por no decir que como la chigada;
mas como ya me hayaste la manera
y jodiendo eres un monumento,
te perdono tu pinche tabarrera
de contarme las muelas, venga el cuento!
Y ella dijo: -Oh señor de los señores!,
luz del día y aroma de las flores;
desvirgador de culos de primera;
ilustre y poderoso garañón,
deme en la teta izquierda un chupetón
Y escucha esta historia verdadera:
"Erase un gran país, rico y hermoso,
de clima delicioso
frutas de carnes ricas y sabrosas;
con ríos fecundantes,
con selvas asombrosas,
de maderas preciosas;
montañas de oro, plata y de diamantes;
repletas de ganado sus praderas . . .
Pero para no hacerte el cueto largo
y dejarnos de tantas chingaderas,
aquello era una Jauja y . . . sin embargo . . .
sin embargo . . . habitaba
aquel país una horda de mulones
"jijos de la guayaba",
argenderos, gevones . . .
y que en vez de pasarla trabajando,
por el santo de una gallina
armaban espantosa tremolina;
y con revoluciones y mitotes
a su pobre nación iban chingando;
pero aunque se creían muy hombrotes,
valín una triste y dos cantando.
Pero Alah, (sólo él es poderoso),
mirando aquel relajo
y cansado de tantas peloteras,
ase dijo: Basta ya de jodederas . . .
vayan mucho al carajo!
Han hecho que me suden las verijas,
pero yo haré que se les hinche el cuajo
y para quitarles lo cabrón
les mandaré un chingón
que les apriete a todos las clavijas.
"Schabriar, me siento tan jodida
que me falla la voz y la memoria,
para seguir cantándote esta historia
y prefiero otra cogida:.
Mas ya no lo escuchaba
Schabriar, porque roncaba;
y entonces la sultana
respetuosa del sueño
de su señor y dueño,
le agarró la macana,
se acurrucó cual gata consentida,
se tiró un pedo y se quedó dormida.