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- Cmo te encuentras José?
- Estoy, Tancha, muy a gusto.
- Te dió mi llamada susto?
- Cuéntame, Pepe, qué has heccho.
- Cundo deje la envoltura,
esa de la sepultura
amortajada en el lecho;
llamé al cielo y no me oyó,
entonces fuí al purgatorio,
caso vil y predictorio,
nadie la puerta me abrió.
Y entre al limbo a ver al diablo
estaba mi alma indecisa . . .
preferí venir a Suiza
a trabajar a un establo . . . !
Del tiempo de mi partida,
hace de esto unos tres años,
he tenido desengaños
pero es muy chicha mi vida!
Me distraigo en la colinas,
veo con la paja hacer pacas,
y hay como trecientas vacas
todas sanas y muy finas . . .
- Y eres el dueño José? . . ..
- No, Tancha, no soy el dueño,
mas trabajo con empeño
como solo yo lo se!
- Qué eres, Pepe, con un diablo!
- No mujer, cosa mejor:
Soy el toro del establo!