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Comencemos por el relato del ánima del Río das Pontellas. La historiaposee un núcleo básico conocido por todos los vecinos (la visión de la luz itinerante sobre el cauce del río por las noches), al cual D. Abilio Folgar le añadió las experiencias particulares de varios vecinos. Seguramente otros paisanos habrían podido enriquecer la historia con nuevos acontecimentos estrictamente personales. Ya tenemos el primer dato: colectivamente se creía que aquella luz era un ánima en pena, y ante este aserto generalizado, los individuos, plegaban una posible interpretación divergente y racional, que podría ser manifestada socarronamente en público, pero no en lo más íntimo de su ser. En consecuencia, estaban predispuestos a interpretar religiosamente la visión de la luz si se tropezaban con ella. Otra cuestión, es aclarar cómo se llegó a la convicción colectiva de tal explicación. Esta circunstancia podría hundir sus raíces en varias generaciones atrás, o por lo menos, desde siempre este tipo de fenómenos, se tendía a justificarlos de este modo. Sin embargo, con la aplicación de un método racional, un estudio detallado del itinerario seguido por la luciña, podría llevarnos a conclusiones diferentes, más lógicas. En efecto, paralelamente al riachuelo discurre un camino desde el lugar de As Pontellas, con dos bifurcaciones desde la mitad de la vega: una parte en dirección NO. hacia la aldea de Mos, y otra sigue más o menos el curso del arroyio hasta el molino Do Escribano. Este camino, no dista mucho del cauce del río, y visto a mucha distancia, por ejemplo desde los barrios de A Costa o de Mos, prácticamente es adyacente. Desconocemos la entidad jurídica del mencionado molino, pero suponemos su pertenencia a múltiples propietarios (muiño de herdeiros), los cuales, como es costumbre en Galicia se reparten las horas del día para su uso. Cíclicamente, con periodicidad semanal o quincenal, las horas de molienda correspondientes a cada propietario, son durante el día, o de noche. El funcionamiento de estos molinos era continua día y noche: aún no bien había acabado su molienda un consorte, cuando ya estaba preparado el próximo para hacer uso de su turno. La molienda nocturna era siempre mu conflictiva, a causa de las amenazas que acechaban a los molineros (ladrones, psicópatas, manifestaciones del Más Allá). Los propietarios iban al molino cuando su turno era de noche usando un farol para iluminación, o incluso una vela (hay testimonios en ambos sentidos). Este trasiego continuo, idas y venidas de molineros por las noches, de lejos, sería observado como una luz centellante siguiendo el cauce del mencionado Río das Pontellas, desde este lugar hasta el molino. La explicación, como vemos es muy sencilla, tanto, que cabría preguntarse, cómo podría ser ignorada, o no tenida en consideración por los vecinos cercanos. Una razón, podría ser las experiencias sobrenaturales sufridas por algunos miembros de la colectividad; pero asimismo, también la presión del contexto cultural actuaría con su poderosa influencia. Un ejemplo muy ilustrativo sobre esta cuestión lo encontramos en la novela de R. Otero Pedrayo Os camiños da vida. En esta novela, de gran valoretnográfico narra un pasaje en que dos vecinos al anochecer han percibido a lo lejos una luz en lento movimiento; mientras uno suponía que debía tratarse de alguien que circulaba por el monte, el otro proponía rotundamente la probabilidad de la manifestación de un ánima en pena. Estamos seguros, de que esta atrevida explicación haría más fortuna socialmente que la anterior. De todos modos quedan aún por elucidar racionalmente las experiencias personales de las niñas y del aguardenteiro, pero mejor será abordarlas en el próximo apartado. Algo similar podemos decir de la misa de las ánimas en la capilla de la Inmaculada. Se decía que la capilla estaba totalmente abarrotada y muy iluminada. Pero el término abarrotada podría ser subjetivo, sobre todo si consideramos la reducida superficie interna del edificio (aproximadamente 20 metros cuadrados, de los cuales cerca de la mitad los ocupaba el altar mayor), y el estar muy iluminada por velas, no es ninguna novedad tratándose de una capilla. Los vecinos testigos de las misas de los difuntos, probablemente partían de esta convicción al desconocer la celebración de una misa oficial en esa capilla, de la cual debían estar informados, sobre todo al vivir cerca. Pero asimismo, la etnografía nos relata historias de ritos de medicina mágica realizados por varios indiviuos durante las noches, e incluso, en algunos casos, en el interior de iglesias y ermitas.
3.2. El plano subjetivo.
Hasta ahora hemos tratado el tema intentando una explicacion coherente relativa a estos hechos. Como se habrá podido comprobar, el empleo de una metodología en la que los fenómenos analizados no fueron desligados de los escenarios concretos donde acontecieron, nos ha reportado consecuencias favorables en su disección. También ha sido de suma importancia la aclaración de estos sucesos sin perder de vista el contexto cultural peculiar que envolvía a sus protagonistas. Sin embargo, ¿es posible desautorizar las vivencias particulares de los testigos?. Habrá mucha presión sociocultural, se moverán en círculos de conocimiento irracional, pero el hecho, lo cual parece perfectamente posible, es que eran sujetos de acontecimientos absolutamente inexplicables; algunos llegaban a ver a los muertos con total claridad. La cuestión ahora radica en indagar en los aspectos psicoógicos particulares de cada testigo, persiguiendo una nueva óptica analítica de este tipo de apariciones. Volviendo a la parroquia viguesa de Matamá, hemos podido comprobar como ya desde hace años se rechazan a t´itulo colectivo las apariciones de ánimas, utilizando diversos tipos de justificaciones. Decía el párroco de esta feligresía, a la sazón el P. D. Benito Coimbra, que cuando se hizo cargo del ministerio en esta zona, a finales de los años cincuenta del siglo XX, no había más que relatos de visiones de ánimas de difuntos en los caminos. Pero desde el momento de la llegada del alumbrado público, desaparecieron radicalmente las apariciones. ¿Podremos decir, en consecuencia, como se sugiere de este testimonio, que el avance tecnológico es un arma eficaz para combatir creencias irracionales por infundadas?. Eso parece a primera vista, pero en realidad, la problemática es más compleja. En la comarca viguesa, a partir de fines de los años cincuenta se asiste a una progresiva, pero imparable industrialización, al tiempo que se acelera el lento abandono de las costumbres tradicionales autóctonas. Es decir, la transformación tecnológica, que no se reduce únicamente al alumbrado público, llega paralelamente, o induce la completa transformación de la sociedad tradicional, con sus usos, costumbres, y creencias. No sólo desaparecen las ánimas en pena, y la Santa Compaña, sino también, los caminos de tierra, la agricultura como actividad profesional exclusiva, molinos de agua, los carros de bueyes, se transforma el tipo de vievienda, se prolonga la escolarización de los niños, se introducen nuevas costumbres, etc. Además todo esta profunda mutación se comprueba cuando en nuestras investigaciones junto a los ancianos, no hemos encontrado ni un sólo caso de una persona que afirmase rotundamente haber visto en su vida un alma en pena, aunque sí dicen oir a este o aquel vecino comentar que sí habían experimentado alguna aparición. Hablan de este tema con notorio desdén y desprecio hacia esta creencia sostenido por las gentes de antes, y ofrecen diversas explicaciones de corte individual: personas inestables psicológicamente, o bajo los efectos del alcohol, personas enfermas, la mala alimentación de la época que producía debilidad física y psicológica, etc. Evidentemente, estos gallegos actuales, pertenecen a otra cultura, más reciente, montada sobre otros presupuestos sociales, más racionales, relacionados con la civilización de base tecnológica propia de la segunda mitad del siglo XX. No queremos cerrar este artículo sin mencionar la aportación de la ciencia actual relativa a la visión de fantasmas, que obviamente no es privativa de la sociedad gallega tradicional. En un reciente artículo de la revista de divulgación científica Newton. Un estudio dell neurólogo de la Universidad de Zurich, Peter Brugger ha puesto de relieve que no es estrictamente necesario ser demente o creerse un vidente para percibir extrañas presencias. Una ligera lesión cerebral producida en los lóbulos parietales, es suficiente para encontrase con espectros. Los lóbulos parietales son los encargados de percibir el cuerpo en el espacio circundante. Si se produce algún tipo de daño en esta zona, se pierde esa capacidad de percepción, y se origina una confusión espacial, cuyos efectos pueden concretarse en verse a uno mismo. Sigue diciendo el eminente científico, que para asistir a materializaciones de este tipo, tampoco es imprescindible sufrir ningún tipo de lesión cerebral: las visiones pueden ser desencadenadas por emociones muy fuertes, como el miedo, o la euforia, o por unas condiciones especiales que causan una hiperactividad cerebral interfiriendo con la actividad de los lóbulos parietales.
Vigo, 30 de Octubre del 2000. |
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