Julia Otero (Periodista. Licenciada en Filología
por la UB)
“Me gustaría empezar el nuevo programa en TVE entrevistando al señor
Aznar”
Texto: Ester Colominas y Nuria Quintana Fotos: J.M. Rué |

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Hace 25 años que Julia Otero ejerce el
periodismo, durante los cuales ha obtenido tres premios Ondas. Esta
temporada viene llena de novedades para ella: deja TV3 tras cuatro
temporadas con La columna para presentar un programa semanal en TVE
por la noche, en horario de máxima audiencia.
Estudiante de la UB
Licenciada en Filología Hispánica por la UB,
Julia Otero ha trabajado en su extensa carrera periodística, entre
otros medios, en la Cadena COPE, TVE (donde dirigió y presentó,
entre otros, el programa La Luna), Antena 3, Tele 5 y Onda Cero.
Esta temporada compaginará el programa en TVE con la intervención
como tertuliana en La mañana de Catalunya Ràdio.
Estudió filología influenciada por la tutora de
COU y afirma que la herramienta básica de su trabajo es la lengua.
Becada durante toda la carrera universitaria, compaginó estudios con
un trabajo de encuestadora.
Los tres últimos años de carrera también trabajó
en Radio Miramar. No recuerda, sin embargo, el exceso de trabajo
como lo más duro de la vida universitaria, sino que aquellos años
coincidieran con un grave problema de salud. “Hice exámenes
tomándome calmantes para el dolor”, explica.
Aún así, aprobó las materias siempre
puntualmente: “Para mí, que una cosa quedara para septiembre era
como un deshonor, una pequeña desgracia.” |


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Empieza una nueva etapa que no deja de
tener un cierto simbolismo. El verano de 1999, en plenas vacaciones,
suprimen su programa en Onda Cero y este año el otoño le llega con
un nuevo proyecto de alcance estatal bajo el brazo. ¿Se siente un
poco como fray Luis de León cuando volvió a las aulas tras cinco
años de represión por parte de la Inquisición y dijo aquel famoso
“decíamos ayer”, como aquel quien dice, aquí no ha pasado nada?
Pues hace dos días pensaba si estas palabras
de fray Luis de León serían una buena manera de empezar el nuevo
programa, tras tantos años de no estar en TVE. Es recoger algo la
filosofía que incluye esta frase: aquí no ha pasado nada, o ha
pasado mucho, pero volvemos a estar. Es una manera de no explicar
nada, de no hacer ninguna declaración de intenciones, pero de dejar
claro que “vamos a saco”.
Vuelvo a la cadena donde empecé, y desde el
mismo lugar, Catalunya. No sé por qué la gente cree que cuando se
habla en castellano se hace todo desde Madrid. Quiero recordar, y
reivindicar, que yo siempre he hecho televisión desde la ciudad de
Barcelona: Tres por cuatro, La ronda, La luna se hacían en la calle
Muntaner, en el Poblenou... Y también cuando he hecho radio. Cuántas
veces no me han dicho “¡Haces un programa demasiado catalán!” Que es
una afirmación que me inquieta porque no sé muy bien qué quieren
decir.
"Para mí el trabajo es importante, pero sólo
es trabajo. También quiero tiempo para vivir, para mi hija... y esto
se tiene que reivindicar"
En cualquier caso, ahora soplan otros
vientos... ¿Es un cambio fruto del cambio político?
Esto es lo que parece, es evidente, pero
tengo que decir en honor a la verdad que el director de Televisión
Española, Juan Menor, que lo era también en la época del Partido
Popular, ya intentó que me incorporara a TVE hace unos años, cuando
el PP tenía mayoría absoluta. Ahora bien, no sé si en aquellas
condiciones habría aceptado. Yo me creo el mensaje que da Carmen
Caffarel de independencia, de trabajar en libertad y sin presiones,
y el prime año de la legislatura es un buen momento para que esto
pase. Cuando se acercan las elecciones, la experiencia me dice que
en las empresas públicas la gente se pone muy nerviosa.
En cualquier caso, cuando yo empecé La
columna el año pasado ya comuniqué a TV3 que no haría otra edición.
Son cuatro temporadas, casi 800 programas, y consideré que el
recorrido que podía hacer por la tarde en TV3 ya estaba hecho. Los
cambios siempre generan interrogantes. Es mucho más fácil dejarse
arrastrar por las cosas, más cuando vienen de cara y no hay oleadas,
e ir tirando, pero también me gusta mucho marcar yo los ritmos,
tomar yo la decisión de marchar en un momento en qué la audiencia
todavía me acompaña y no esperar que la audiencia muestre signos de
agotamiento. |
¿Compaginará el nuevo programa en TVE con
un trabajo en TV3?
Yo creo que puedo hacer algo en TV3. De
hecho, hay profesionales que ya lo han hecho, esto de compaginar; no
sería la primera. Hay mucha gente que tiene un poco un pie aquí, un
pie allá. Pero al principio seguro que no lo haré. No se pueden
arrancar dos proyectos a la vez.
Para mí el trabajo es importante, pero sólo
es trabajo; también quiero tiempo para vivir, para dedicar a mi
hija… y esto es una cosa que se tiene que reivindicar públicamente.
Las mujeres feministas hemos hecho un camino que creo que es de ida
y vuelta. Hemos pasado una época en que nos daba vergüenza aceptar
públicamente que nos importan ciertas cosas de la vida doméstica
porque pensábamos que teníamos que hacer ver que estábamos por
encima. Yo reivindico un feminismo que tenga en cuenta estas cosas y
que además las “explote”. Creo que en una reunión, ante un jefe, no
tienes que disimular que tienes que marchar porque tu hijo hace la
función de fin de curso. En todo caso, es él quien se ha de
avergonzar de no tener nunca prisa por volver a casa para ver sus
hijos. Los hombres no han tenido que “feminizar” ni sus horarios ni
sus preocupaciones, y en cambio las mujeres sí que han tenido que
“masculinizar” en cierto modo su visión del mundo, porque si vas a
la selva has de asumir la ley de la jungla. Creo que es el momento
de empezar a cambiar las cosas. |

Albert Om. Periodista |
“Es incisiva y pícara”
Está a punto de sustituir a
Julia Otero en las tardes de TV3. ¿Cree que el programa que usted
conducirá tendrá un público parecido al de La columna?
Creo que puede ser muy
parecido, porque Julia ha hecho un esfuerzo importante de abrir la
tarde a un público más joven, más urbano y heterogéneo que el que
habitualmente veía la tele por la tarde. Se trata de intentar
mantener la audiencia, pero teniendo muy claro que un programa
diario necesita tiempo para consolidarse y para que la gente se
acostumbre a tu propuesta. La audiencia de La columna de los
primeros meses no es la misma que tenía tras cuatro años.
¿Y cómo le influye este
precedente?
Tú tienes que hacer tu
propuesta personal, que en algunas cosas se asemejará y en otras se
alejará de lo que hacía Julia hasta ahora. En todo caso, creo que un
magazín diario acaba siendo un programa donde se nota mucho la
personalidad de quien lo dirige y lo presenta. La gente me dice: ¿y
no te da miedo sustituir a Julia Otero? ¡Al contrario! Lo que me
hace es mucha ilusión. Me daría miedo sustituir a alguien que
hubiera dejado las tardes de TV3 hechas un desastre...
¿Algún rasgo que defina a
Julia Otero como comunicadora?
¡Uf, qué compromiso! Incisiva y
pícara son los dos primeros adjetivos que me vienen a la cabeza.
Buena periodista y gran entrevistadora. |
Mientras duraban, digamos, “Los aires
difíciles”, con permiso de su amiga Almudena Grandes, alzó una
Columna muy sólida y personal, capaz de captar la audiencia y además
ser tan diferente de los otros programas de la misma franja horaria.
¿Qué se llevará de La columna al nuevo programa? ¿Veremos alguna de
las características a que nos tenía acostumbrados o nos sorprenderá
del todo?
Sobre el papel, los programas se asemejan
todos bastante. Depende de cómo se expliquen las cosas. Si comparo
un McDonald’s con lo que hay en casa de Ferran Adrià, deben tener
leche los dos, patatas y aceite, pero a buen seguro que después el
resultado es muy diferente. La primera materia de la comunicación es
gente que habla, explica o hace cosas. Yo no he inventado la pólvora
y en el nuevo proyecto intentaré hacer lo que me gusta: hablar con
gente de la cual pueda aprender algo. Entrevistar, que es un género
que me gusta y creo que es muy difícil, siempre es un reto. Hay un
pequeño enfrentamiento entre dos personas, una que quiere protegerse
y la otra que quiere llegar tan lejos como pueda. Y haré el programa
pensando siempre llegar a un público universal. Trabajando en la
televisión no tienes más alternativa que pensar en mucha gente y muy
diversa. El éxito en televisión sólo tiene lugar cuando gente muy
heterogénea te elige.
Os puedo decir que será un programa con una
visión crítica, con un punto de mordacidad, con sentido del humor,
capaz de transgredir en cierto modo, de cambiar algo el aire que
tiene TVE en estos momentos, que no es el más moderno ni atrevido. |
"El aire de TVE en estos momentos no es el
más moderno ni atrevido"



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Le tomamos la palabra, protéjase, queremos
llegar más lejos: ¿hay ninguna posibilidad, por pequeña que sea, que
nos desvele algo más de su nuevo proyecto?
Me gustaría, y estoy segura de que no será
fácil, por no decir imposible, empezarlo entrevistando al señor
Aznar, por ejemplo. Es una persona que ha dirigido un país durante
ocho años. Me interesa el ser humano que hay detrás de este hombre
de aspecto brusco, poco simpático. Creo que no puede despedirse del
“gran público” con una entrevista informativa como la que se hizo a
finales de mayo en Tele 5. Cuando estaba en la oposición iba a todos
los programas; en el poder eligió los programas donde quería ir, que
eran aquellos donde había comodidad asegurada, en el tono y en el
discurso. Creo que un presidente de gobierno está obligado a
comparecer en los medios públicos, sean más o menos proclives. Por
esto dudo que ahora, que ya no tiene responsabilidades, quiera
conceder una entrevista. Pero yo lo intentaré.
En cualquier caso, ¿continuará en la línea
de una apuesta por la innovación?
Hace muchos años que en el prime time por la
noche no se hace nada parecido a lo que intentaremos nosotros. Y no
se hace porque, en teoría, no tiene que funcionar. Yo misma no tengo
ninguna garantía de que funcione, tengo todos los interrogantes y
todas las angustias posibles. Las noches en la televisión se han
infantilizado porque los niños y los adolescentes tienen el poder
del mando a distancia. Por lo tanto, hay la tendencia a hacer
programas muy banales, o de ficción. |
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Sé que si en un canal hay una película de
Hollywood de 20.000 millones de pesetas, es imposible que yo la
pueda ganar hablando con cuatro personas, por muy importantes que
sean. Espero que sea verdad cuando dicen que la audiencia no es lo
único ni lo más importante. Una televisión pública tiene que tener
un espacio donde la gente que escribe, hace política, pinta, actúa,
canta... pueda ir a explicarse. En La columna teníamos cola de gente
para salir porque hay muy pocos espacios para hablar. La televisión
pública se tiene que permitir tener un programa de estas
características. Esto sí, buscando el entretenimiento, porque la
primera obligación del comunicador es no aburrir. Nosotros sólo
somos tele, un medio más parecido al circo que no pasó al mundo
académico. Como mucho podemos pretender que gente que no tiene
acceso a determinadas personas las pueda escuchar y sacar alguna
conclusión o aprender algo.
De usted se han dicho muchas cosas: “una voz
femenina entre los grandes”, “la más bella comunicadora”, “la chica
de la tele”, “la voz silenciada”... ¡incluso “la virgen perversa”!
Esto último era al comienzo, ahora saben que soy
perversa, pero desde luego tienen claro que no soy virgen (ríe).
Bien, ¿las personas son como parecen? ¿Acaban siendo lo que parecen?
¿O parecen lo que son? Es muy complicado, y yo me he protegido
mucho. Creo que en el fondo no doy demasiadas pistas de mí. Soy una
chica normal, una de tantas. |

Víctor Amela. Periodista. Entrevistador en “La contra”
de La Vanguardia |
El “pelopincho” y el poder de la tele
Para mí, Julia representa la capacidad de
influencia de la televisión en las pautas de la vida cotidiana:
¿recordáis su debut televisivo, que hizo famoso el peinado
“pelopincho”? ¡Ibas por la calle y a cada esquina encontrabas una
réplica de Julia Otero! Para mí, aquel caso piloso es la
transparente metáfora del poder de la tele, de su influencia
estética –formal– en primera instancia, y de toda una serie de
valores y actitudes en sucesivas instancias ya más sutiles...
Julia Otero tiene un don, y es el de
conectar con el sentimiento del grueso central de los
teleespectadores, con la centralidad social. ¿Fruto del esfuerzo y
de la táctica o bien de una emanación espontánea, natural e
inconsciente? Qué sé yo. Pero es así (empezando por el género
femenino: ella es “la mujer de la multitud” –Poe–, o la mujer que la
multitud quiere ser). Julia Otero, en fin, sabe hablar a la cámara
de tal manera que el espectador se siente personalmente interpelado.
Es un don, un don que ella tiene.
Entiendo en Julia Otero una constante
dinámica de maduración. Algunas de sus opiniones “editoriales” en La
columna me han podido parecer a veces un pelo simplistas, pero a la
vez es bien evidente su esfuerzo por ir más allá de ella misma y
querer hacer sentir opiniones diversas y contrarias a las propias.
Esta postura –más allá de su exitoso pronto, de una espontaneidad
que siempre le funciona– es un signo superior de madurez intelectual
y emocional. |
"Una televisión pública tiene que tener un
espacio donde la gente que escribe, hace política, pinta... pueda ir
a explicarse"

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Si usted ha sido una buena
columna...
¿Quién sería un buen
ladrillo?
Gari Kaspàrov, cuando lo entrevisté, estaba demasiado pendiente
de demostrar su inteligencia... ¡una cruz!
¿Quién podría hacer el papel
de contrafuerte?
Para la gente de izquierdas, Saramago, por ejemplo.
¿Y el de bulldozer?
Viendo algunas de sus declaraciones, José María Aznar.
¿A quién haría subir a la
azotea?
A Manuel Vázquez Montalbán, porque él lo veía todo más bien que
nadie y en la azotea es donde la perspectiva es mejor.
¿A quien enviaría al sótano?
Al trío de las Azores, por no decir “el trío calavera”.
¿Quién haría buen papel como
trastero?
La memoria de cualquiera. Carmen Martín Gaite lo llamaba “el cuarto
de atrás”.
¿A quién le haría una
“capillita”?
A mi niña, el único ser que adoro.
¿Quién sería una casa en la
Cerdanya?
El Síndico de Agravios, Rafael Ribó.
¿Quién gustaría en medio de
un anfiteatro?
Jordi Pujol y Felipe González explicando juntos historia
contemporánea.
¿Quién sería un piso con
aluminosis?
PP y CIU: cuando se pierde el poder, salen todos los problemas
internos.
¿La obra de la Sagrada
Familia?
El gobierno tripartito. ¡Está costando mucho hacerlo!, ¿no?
Y, para acabar, quién sería
equiparable al Taj Mahal?
No soy mitómana. El Taj Mahal es demasiado grande, incluso como
metáfora. |

Sebastià Serrano, catedrático de Lingüística
General de la UB |
Una Sherazade
Me gusta
proponer pequeños ejercicios de comunicación y uno de éstos puede
consistir en dejar sin voz un televisor mientras Julia Otero realiza
una actividad comunicativa, tanto si es una presentación como
conducir una escena de interacción. Una atenta observación nos
permite detectar detalles fascinantes y constatar en la secuencia de
imágenes la presencia de todos los signos no verbales que ahora
mismo me apetece denominar indicadores de excelencia comunicativa.
Si, despacio, abrimos los ventanales del sonido, la riqueza de las
calidades de su voz nos ayuda a entender, por debajo del umbral de
la conciencia, todo un tesoro emotivo subyacente a las complejas
estructuras de su expresión no verbal, como también una rara
habilidad para desplegar la gramática de las distancias que, al fin
y al cabo, tiene la función de enmarcar y definir las situaciones
comunicativas. Si encima añadimos la dimensión de su vocabulario, la
precisión y el gusto de su sintaxis, los refinamientos lógicos de
sus argumentaciones y su dominio de las convenciones narrativas
naturales al arte de contar historias, estaremos de acuerdo que
estamos ante una persona, Julia Otero, con una competencia
comunicativa que gusta observar. Veo la amiga Julia como una persona
que armoniza perfectamente lo mejor de lo mejor de las calidades del
atractivo: la creatividad y la elocuencia, la inteligencia, la
sabiduría y la belleza. La puedo imaginar como una excelente
representación del mítico modelo de Sherazade. |
No deja de ser curioso que en sus programas, cuando da opinión, sea
tan contundente e incluso utilice un toque de agresividad, y, en
cambio, en las entrevistas mantenga un tono amable, juegue incluso
con la coquetería. ¿Es una estrategia calculada?
En las entrevistas no me sale el tono
agresivo. De entrada, cuando hay alguien que se ha sentado ante ti
para que le entrevistes hay un punto de agradecimiento, sea quien
sea. Puesto que está aquí, tratémoslo con el máximo respeto posible.
La lengua es lo suficiente rica, y el lenguaje no verbal lo
suficiente elocuente, para manifestar desacuerdos, ser lacerante,
incisivo, sin que las formas sean las de la agresividad. Cortésmente
puedes tener también mala leche, aunque quizás pasa más inadvertido.
Lo que sí es cierto es que cada vez soy más
incapaz de disimular. Si me incordia mucho una cosa que dicen, que
escucho, noto que cada vez soy más transparente, que opino más y me
mojo más.
¡No le viene de ahora! Ya en Una historia
particular (TVE, a mediados de años ochenta), cuando todavía era
desconocida por el grande público, no dudaba a rebatir las opiniones
de los tertulianos... Vaya, que usted sin opinar no se está.
Me viene de pequeña. Según mis padres, he
tenido la virtud de protestar mucho y de decir las cosas que pienso.
En general, soy muy poco diplomática. En la vida cotidiana, soy
capaz de quedar mal de manera innecesaria, incluso. Pero no lo puedo
evitar. Yo cuando nado no guardo la ropa. Forma algo parte de la
bestia.
Es “propietaria” de tres Ondas, pero...
¿es consciente de que un “castigo”, como por ejemplo el de Onda
Cero, puede acabar dándote más réditos, e incluso más crédito, que
el mejor de los premios?
No lo compararía con los premios, pero estoy
profundamente agradecida a Telefónica. Entre otras cosas porque creo
que cuatro días más tarde me habría marchado yo. Estalló el tema de
las stock options, que me parece un escándalo muy gordo al cual no
se ha dedicado la suficiente atención. De manera que si no me llegan
a echar me habría encontrado en el dilema de perder mi credibilidad
o dejar mi trabajo.
Era un momento muy peligroso, porque cuando
los políticos huelen que pueden usar un hecho en beneficio propio,
aunque sea legítimo y muy bien intencionado, siempre hay el peligro
que después quedes “adscrita” o “deudora” por siempre jamás más a
algunas personas. En aquel momento era muy fácil empezar a hablar,
pero opté por la prudencia. Otros hablaron por mí. Tuve la suerte
que gente que admiro, estimo y respeto profundamente, como Juan José
Millás, Vázquez Montalbán, Almudena Grandes, Manuel Rivas...
escribieran lo que yo no tuve que decir. También me habría podido
precipitar aceptando ofertas de trabajo poco elaboradas. En aquel
momento pensé que era mejor esperar y escoger bien. La gestión de la
crisis era complicada; me dejé llevar por la prudencia y no me
equivoqué. (Se para, reflexiona y añade:) Hace pocos meses Onda Cero
quiso recuperarme para la programación de tarde. Quizás esto se
llame justicia divina. Yo, que soy agnóstica, quizás tendría que
decir “justicia poética”.
Entrevista
original en catalán |
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