Costumbres de los famas
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Sucedió que un fama bailaba
tregua y bailaba catala delante de un almacén lleno de cronopios y esperanzas.
Las más irritadas eran las esperanzas porque buscan siempre que los famas no
bailen tregua ni catala sino espera, que es el baile que conocen los cronopios y
las esperanzas. Los famas se sitúan a propósito delante de los almacenes, y esta
vez el fama bailaba tregua y bailaba catala para molestar a las esperanzas. Una
de las esperanzas dejó en el suelo su pez de flauta -pues las esperanzas, como
el Rey del Mar, están siempre asistidas de peces de flauta- y salió a imprecar
al fama, diciéndole asi: -Fama, no bailes tregua ni catala delante de este
almacén. El fama seguía bailando y se reía. La esperanza llamó a otras
esperanzas, y los cronopios formaron corro para ver lo que pasaría. -Fama
-dijeron las esperanzas-. No bailes treegua ni catala delante de este almacén. Pero el fama bailaba y se reía, para menoscabar a las esperanzas. Entonces las
esperanzas se arrojaron sobre el fama y lo lastimaron. Lo dejaron caído al lado
de un palenque, y el fama se quejaba, envuelto en su sangre y su tristeza. Los
cronopios vinieron furtivamente, esos objetos verdes y húmedos. Rodearon al fama
y lo compadecían diciéndole así: -Cronopio cronopio cronopio. Y el fama
comprendía, y su soledad era menos amarga.
Cortázar, Julio; Historias de
Cronopios y de Famas, Buenos Aires, Editorial
Sudamericana, 1994
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