Lo particular y lo universal
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Un
cronopio iba a lavarse los dientes junto a su balcón, y poseído de
una grandísima alegría al ver el sol de la mañana y las hermosas nubes
que corrían por el cielo, apretó enormemente el tubo de pasta dentífrica
y la pasta empezó a salir en una larga cinta rosa. Después de cubrir
su cepillo con una verdadera montaña de pasta, el cronopio se encontró
con que le sobraba todavía una cantidad, entonces empezó a sacudir
el tubo en la ventana y los pedazos de pasta rosa caían por el balcón
a la calle donde varios famas se habían reunido a comentar las novedades
municipales. Los pedazos de pasta rosa caían sobre los sombreros de
los famas, mientras arriba el cronopio cantaba y se frotaba los dientes
lleno de contento. Los famas se indignaron ante esta increíble inconsciencia
del cronopio, y decidieron nombrar una delegación para que lo imprecara
inmediatamente, con lo cual la delegación formada por tres famas subió
a la casa del cronopio y lo increpó, diciéndole así:
-Cronopio, has estropeado nuestros
sombreros, por lo cual tendrás que pagar.
Y después, con mucha más fuerza:
-¡¡Cronopio, no deberías derrochar
así la pasta dentífrica!!
Cortázar, Julio; Historias
de cronopios y de famas, Buenos Aires, Sudamericana, 1994
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