Viajes
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Cuando
los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad
son las siguientes: Un fama va al hotel y averigua cautelosamente
los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras.
El segundo se traslada a la comisaría y labra un acta declarando los
muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido
de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia las listas de
los médicos de guardia y sus especialidades.
Terminadas estas diligencias, los
viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se
comunican sus observaciones, y entran en el café a beber
un aperitivo. Pero antes se toman de las manos y danzan
en ronda. Esta danza recibe el nombre de "Alegría
de los famas".
Cuando los cronopios van de viaje,
encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han
marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren
llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios
no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas
les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos
a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad".
Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes
fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se
levantan contentísimos, y así es como viajan los
cronopios.
Las esperanzas, sedentarias, se dejan
viajar por las cosas y los hombres, y son como las
estatuas que hay que ir a ver porque ellas no se molestan.
Cortázar, Julio; Historias
de cronopios y de famas, Buenos Aires, Sudamericana, 1994
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