Una Madre, un anillo...

y una Unión

por Alondra

Capítulo 6: "El valor de una vida"


"Una vida es valiosa... miles de tesoros no podrían comprarla y sólo hay una...y le pertenece a cada uno..."

Luego del regreso del Rey Vegeta, las cosas había vuelto a la normalidad en el palacio, salvo que todos estaban a la espectativa del nacimiento del heredero al trono... el príncipe. El tiempo de espera de Kaissa de estaba acortando y ya faltaban muy pocos días para que diera a luz. Ella se sentía bastante fastidiada e incómoda con su estado ya que su bebé era pesado y sobre todo muy fuerte... y eso se notaba mucho más ahora que ya faltaba poco para su nacimiento. Estaba rodeada de atenciones a cada momento, pero ella rechazaba casi todas ya que quería hacer sus cosas sola... y que más daba... excepción de su bebé, ella estaba sola, siempre sola.

El Rey Vegeta ni siquiera se preocupaba por su estado de salud, sólo se limitaba a preguntar cuando nacería el niño... y todavía no se sabía si sería varón... podría ser una niña, pero Kaissa desechaba esa idea ya que por la fuerza de las patadas que sentía, algo dentro de ella le decía que era un niño fuerte. En esos momentos que permanecía sola en su habitación, trataba de pensar en su futuro, en lo que pasaría con ella cuando su bebé naciera ya que habían unas palabras que le escuchó decir al Rey y retumbaban en su mente a cada momento...

..."Tu único papel aquí es tener bien a ese niño, es tu único valor de existir... pero una vez que nazca, te olvidarás de él para siempre... ¡¿lo entiendes, Kaissa?! "... -- Rey Vegeta.

Esas malditas palabras no la dejaban en paz... ¿olvidarse de su bebé para siempre?... bueno, eso podría ser posible, de todas formas nunca había sido importante para el rey y así se quitaría un peso de encima... entonces, ¿por qué no?... se acabarían las humillaciones y su enclaustramiento perenne en el castillo, volvería a su vida de antes y todo estaría bien... eso era razonable... ¿o no?... después de todo, ella era una guerrera saiya y los sentimentalismos no iban con ella, ni con ningún otro saiya.

Esas pequeñas manifestaciones de vida dentro de ella eran lo único que la sacaban de su soledad. Se preguntaba como debería actuar cuando naciera su bebé... lo vería, quien sabe... por lo menos sabía que no estaría unida a él... dentro de la raza saiyajin, las uniones no existían o eran muy escasas y el único caso que conocía era la unión de ella con su hermano... una unión fraternal, pero sabía que eso era imposible en la situación que se encontraba.

Luego de pensar mucho y sintiéndose cansada, Kaissa se levantó con dificultad y recostándose en su cama un profundo sopor la invadió y rápidamente se durmió.

Corrieron dos días más en el castillo y todo trancurrió con normalidad. Kaissa no había tenido ningún tipo de molestia en este par de días y se sentía aparentemente bien, lo único que la molestaba era no poder entrenar como antes, realmente extrañaba sus peleas, sobre todo cuando estaba en misiones de conquista... pero pronto regresaría a su vida normal... muy pronto.

Algo en su interior la llamó a salir a caminar por el castillo, la verdad no le gustaba estar en reposo todo el día. Estuvo caminando un buen rato por el castillo, pensando en muchas cosas hasta que llegó a una especie de balcón que daba a los jardines del palacio. Estuvo observando el panorama y dejando que la fresca brisa de Vejitasei acariciara su rostro. Comenzaba a sentirse mejor cuando una fría voz la llamó a sus espaldas sacándola de la tranquilidad en la que se encontraba...

La respuesta de Kaissa impresionó al Rey Vegeta ya que ella nunca había hablado en ese tono tan desafiante. Ella ya estaba cansada de todo, de las humillaciones, de las privaciones, de su prisión forzada... ya no le importaba nada.... solo quería volver a ser quien era antes. Kaissa miró al Rey con firmeza, sin dar muestras de debilidad... estaba asumiendo su papel impuesto actuando como alguien de su posición... es decir, como toda una reina.

El rey desvió la mirada a sus espaldas y miró los guerreros que lo acompañaban, fijando su vista en uno de ellos, un joven saiya que tenía una cicatriz en el rostro y un corte de pelo muy particular...

Kaissa observó al saiya que parecía sorprendido de el encargo que le habían dado y cuando volteó a verla, se inclinó en señal de respeto. Era un guerrero que no parecía de ser de clase alta ya que si lo fuera tendría una actitud más arrogante y no llevaría ese tipo de ropas, además tenía facciones agradables y parecía ser nuevo en el castillo. Frunció el ceño ignorando sus pensamientos y se alejó por el corredor.

Luego de caminar un rato, volteó la mirada hacia atrás y vió con desagrado que el soldado seguía a sus espaldas, parecía que cumpliría el pedido del rey al pie de la letra. Cansada de esta situación tan absurda, se dio vuelta y dijo...

Luego de escuchar las palabras del guerrero, Kaissa sonrió ya que hace tiempo que no escuchaba a un saiya hablar con esa determinación... y por un instante, le pareció que su hermano Karionte había dicho eso, ya que él también tenía esos principios. El joven guerrero parecía sensato y tal vez su compañía no sería desagradable después de todo...

Ahora sí Kaissa estaba sorprendida y admirada de la seguridad y determinación con la que habló el guerrero... sí que se parecía a su hermano... quizás después de todo, ella no era la única que había pasado por eso.

El saiya asintió y una vez terminada su reverencia, se retiró a paso rápido con el fin de llegar a tiempo para encontrarse con sus compañeros. Kaissa se le quedó mirando... habían tan pocos saiyas como ese guerrero, como ella y su hermano... estaba segura que ese joven llegaría muy lejos...

Bardock ya estaba a punto de dar la vuelta a corredor, cuando un ruido extraño lo puso atento, quizo ignorarlo que un grito más fuerte lo obligó a volver la vista hacia atrás, donde había dejado a la reina, que para espanto suyo, estaba arrodillada en el suelo sosteniendo su vientre mientras que en su rostro se reflejaba el dolor que sentía, en tanto que una gran mancha roja comenzó a teñir el suelo en donde estaba...

Bardock no tuvo dudas que el nacimiento del heredero al trono había empezado y sin pérdida de tiempo, acudió en ayuda de Kaissa...

Minutos después...

Era un ambiente metálico y estéril, rodeado de muchas cosas e intrumentos, tubos y cables. Un par de sujetos, vestidos de blanco, estaban al tanto de lo que pasaba. Entre ellos se decían cosas como... "el niño se había adelantado", "era un parto difícil"... y otras cosas que Kaissa, recostada en una camilla, escuchaba entre sueños. Sentía un terrible dolor y sabía muy bien quien era el causante, lentamente abrió los ojos y miró a su alrededor pero su visión no era muy clara porque el sudor nublaba sus ojos. No había nadie conocido cerca de ella, sólo ese par de fríos seres que ni siquiera se preocupaban por su estado y sólo estaban atentos a su próxima contracción...

Los dolores comenzaron a intensificarse y Kaissa sentía que se partía en dos, no cabía duda que su hijo era muy grande... por instantes sentía que perdía el conocimiento, pero debía mantenerse despierta sino tanto ella como su bebé podrían morir. Estuvo así durante largo rato, sin que nada pasara hasta que en medio de su sufrimiento, escuchó que los doctores dialogaban con alguien, así que se concentró en aguzar su oído...

Kaissa logró escuchar las últimas palabras del Rey y apretó los dientes de furia... ese maldito desgraciado, ¡¡quería desacerse de ella!!... ¡¡que la dejaran morir!!. Observó su mano que de tanto apretarla había comenzado a sangrar y también su anillo, su inseparable tesoro. Como pudo lo extrajo de su mano y lo apretó para que le transmitiera toda la energía que necesitaba en esos momentos. Volvió a sentir otra contracción y con los ojos inyectados de rabia e inundado por lágrimas, musitó...

Los doctores acudieron de inmediato al escucharla. El Rey se había ido instantes antes que Kaissa gritara, pero Nappa se había quedado al pendiente de cualquier cosa que pasara. Escuchó la decisión del rey y como era una orden iba a cumplirse... pero quizás las cosas podrían cambiar. Otro grito volvió a resonar en la sala, Kaissa sufría lo indescriptible y por momentos deseaba morir, pero era más su orgullo lo que la aferraba a la vida, una vida que nadie podía arrebatársela... al igual que a su bebé.

Finalmente y casi al borde del agotamiento, Kaissa hizo un último esfuerzo y gritó con fuerza, para luego desplomarse rendida en la mesa... estaba en una especie de shock y en su casi delirio pudo escuchar un llanto... un profundo y fuerte llanto que resonó como eco en sus oídos... el príncipe... había nacido.

Los médicos gritaban alborozados por el nacimiento ya que el bebé había sido un robusto, sano y fuerte varón... y fuera de la sala, Nappa escuchó el llanto y una sonrisa iluminó su rostro. Sin pérdida de tiempo, los médicos se lo llevaron para asearlo y prepararlo. Kaissa movió ligeramente la cabeza hacia el lugar donde escuchaba el llanto de su bebé, pero no podía apreciar bien por las sombras que cubrían sus ojos, aunque por un instante pudo distinguir una pequeña cola asomarse por un lado... pero después desapareció. Sonrió levemente... había sobrevivido... y sin poder soportar más la pérdida de sangre, se desmayó.

Un médico regresó y al ver tendida a Kaissa sin moverse, por un instante supuso que estaba muerta y estuvo a punto de seguir de largo... pero al volver a vez el rostro agotado de la reina y sobre todo que uno de sus dedos se movió ligeramente, decidió asegurarse... se acercó a Kaissa y tocando su cuello le sintió el pulso, el cual estaba muy débil por la pérdida de sangre que era grave... y si seguía en ese estado no viviría más tiempo. Pero recordó las palabras del Rey Vegeta, que la madre no era importante, así que dejándola a su suerte, salió de la sala para darle las buenas nuevas al rey. En el camino de salida se topó con alguien de enormes proporciones que bloqueaba el paso...

El médico se levantó asustado y sin pérdida de tiempo preparó a Kaissa para trasladarla al lugar en donde se encontraban los tanques de recuperación. Nappa sabía muy bien que se estaba jugando la vida con esa orden ya que sabía de sobra que al Rey no le importaba el destino, ni la vida de la saiya... en el fondo él también se sentía culpable de la desgracia de Kaissa porque en parte era el causante y lo que hizo fue como una manera de sentirse mejor consigo mismo...

Nappa pudo ver el momento cuando la trasladaban, ya que la camilla pasó por su lado. Observó a la madre el príncipe, cuyo rostro lucía pálido, pero con vida... todavía. En eso escuchó un tintineo y al bajar la vista hacia abajo, observó un objeto brillante en el suelo... el anillo de Kaissa... el anillo que le regaló su hermano. Lo recogió y extrañamente sintió una brisa cruzar por su rostro...

Ese momento, fue como una extraña llamada de atención a su conciencia, que no podía dejar a Kaissa sola ya que el destino tenía todo preparado en su contra, comenzando por el Rey al que ya no le importaría para nada porque consiguió lo que quería... que tuviera al heredero al trono...

Una promesa incumplida... eso era lo que Nappa debía cambiar del pasado, lo que hubiera hecho su amigo por Kaissa... así que guardando el anillo en su traje, se alejó por el corredor, no sin antes musitar una palabra... Karionte...

 

Fin del sexto episodio...


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