Una Madre, un anillo...

y una Unión

por Alondra

Capítulo 8: "Por amor a un hijo"


Vegetasei - Año 735 del calendario del Dragón

Una nave con el emblema real del imperio saiyajin surcaba el espacio seguida de un escuadrón rumbo a Vegetasei. Se notaba muy dañada producto posiblemente de una larga travesía llena de terribles batallas y muchas bajas, pero la valiente nave había logrado sobrevivir y ahora llevaba a sus tripulantes a su destino... y de vuelta a su hogar. En la nave madre de la flota, una figura observaba atentamente como el rojo planeta se iba acercando cada vez más a ellos y conforme se acortaban las distancias, su corazón latía más fuerte. Una voz la puso alerta:

Habían transcurrido exactamente tres años desde la partida de Kaissa con rumbo a la galaxia del Sur en una misión casi suicida por orden del Rey Vegeta y que ella casi se vio obligada a aceptar. No por el echo que ella no pudiera manejarlo, sino porque todo había sido planeado para apartarla de su hijo recién nacido, el príncipe... y gracias a esa motivación había regresado airosa de su misión. Habían perdido casi la mitad de la flota y guerreros, pero todo había salido de acuerdo al plan. Una vez que se ubicó en su asiento de tripulante, Kaissa cerró los ojos a la vez que acomodaba su larga trenza... pensaba en su hijo, en lo grande que estaría y sonrió ya que el destino le permitiría verlo, aunque fuera de lejos y por un instante.

Una vez que penetró la atmósfera del planeta, la nave aterrizó suavemente después de un rato para luego ser recibida por un gran número de guerreros que aclamaban con júbilo el regreso de los viajeros. Kaissa fue la primera en asomarse por la compuerta de la nave y al verla los saiyas presentes lanzaron gritos de alegría por la victoria conseguida, demostrando abiertamente que su reina era muy capaz ya que después de casi tres años había podido regresar a salvo y lo mejor, más fuerte. Por un instante, Kaissa sintió una enorme satisfacción, pero por otro lado tenía miedo... pero no de lo que acontecía, sino de lo que iba a pasar.

Mientras los soldados descargaban la nave y revisaban los daños, Kaissa se mantuvo de pie observando el palacio del rey y una expresión de resentimiento volvió a aparecer en su rostro después de mucho tiempo... y sabía muy bien lo que tenía que hacer. En eso, alguien la llamó...

Kaissa se volvió extrañada de que alguien la llamara de esa manera tan familiar y se encontró con un guerrero que la miraba sonriente y por más que trataba no podía reconocerlo, aunque la cicatriz de su rostro le pareció fugazmente conocida. Sin embargo, por cuestiones de protocolo respondió...

En verdad, hablar con este joven guerrero le traía gratos recuerdos de cuando era más niña y vivía con su hermano... pero después regresaba a la realidad y se encontraba en medio de un supuesto abismo que aún temía franquear. A los pocos minutos, la joven saiya regresó acompañada con un muchachito de unos ocho años más o menos, de largo cabello hasta la cintura y atenta mirada. Bardock lo trajo hacia él y dijo mirando a Kaissa...

Una vez que llegó al palacio, fue recibida con todo respeto por los guerreros del lugar que le dejaban el paso conforme avanzaba. La mirada de Kaissa se había tornado vacía y sobre todo triste, pero no por ello dejaba de perder su porte de reina. Además, después de estar casi tres años arriesgando su vida en el espacio, ya nada le daba miedo ni le importaba, salvo una sola cosa y esa era misma su sangre. No se detuvo hasta llegar a la entrada del salón del trono y al verla los guardias imperiales separaron sus armas para dejarla pasar. Kaissa levantó la mirada y pudo reconocer perfectamente que al final del recinto el rey Vegeta aguardaba en su trono. Una vez que llegó a su presencia, lo observó fríamente...

Rato después, Kaissa caminaba por uno de tantos corredores que daban a los jardines del palacio y se detuvo frente a una de las ventanas observando con mucho cuidado como si buscara algo... o a alguien. En eso, una conocida voz la distrajo...

"No puedes ignorar tu sangre... no lo hagas. Sólo sigue tus sentimientos..."

Kaissa abrió los ojos sorprendida pero a no ver a nadie alrededor, tomó inconscientemente su anillo y al sentirlo contra ella se puso de pie y siguió los pasos de Nappa.

Luego de caminar un rato, llegó al susodicho campo en donde tuviera su primer enfrentamiento con el rey Vegeta años atrás y que arruinó parte de su vida al obligarla a desprenderse de su hijo. Estaba pensando en eso cuando unos gritos infantiles llamaron su atención. Al aguzar la mirada, Kaissa pudo distinguir a dos figuras que combatían con una diferencia de tamaños bastante notable. Caminó un poco hacia el campo en donde un pequeño niño como de unos tres años y vestido con un traje azul de entrenamiento lanzaba potentes golpes contra Nappa que sólo se limitaba a bloquearlo...

Kaissa casi sentía que el corazón se le iba a salir por la emoción de ver a su hijo... si, era su hijo y estaba tan crecido, tan fuerte, todo un guerrero de clase alta. Después de todo, la sangre de su padre había echo buenas cosas, aunque era un poco bajo de estatura... bueno, cosas de la genética. Se quedó observando el entrenamiento de ambos por espacio de una hora hasta que Nappa dijo mientras se detenía...

Ignorándolo, el pequeño Vegeta le dio la espalda y comenzó a lanzar patadas al aire, en tanto que Kaissa observaba divertida la escena, era obvio que Nappa no sabía como tratar a los niños. Nappa sacudió la cabeza y al darse vuelta observó a Kaissa apoyada en uno de los muros...

Vegeta observaba atentamente a esa extraña mujer que luego de estar hablando largo rato con Nappa se le acercaba. El pequeño la miró desconfiado...

Vegeta se sorprendió ya que nunca había visto sonreir a alguien de esa manera (y menos a una mujer), y eso lo hacía sentirse extraño. Sin más que decir, descendió lentamente...

Nappa se detuvo y suspiró...

El pequeño príncipe se había quedado de una pieza ... ¿su madre?... ¿esa mujer de mirada tan amable era su madre?... todavía le era muy difícil ya que dada su edad no lo comprendía muy bien. En eso recordó un pequeño detalle que le había llamado la atención de esa mujer... el anillo. Ya no pensó más y se dispuso a seguir a Nappa.

Horas más tarde...

Ya noche había caído sobre Vejitasei y muchos de los soldados habían salido a la ciudad a hacer vida nocturna sobre todo los del escuadrón de Kaissa que después de tres largos años era algo normal que quisieran divertirse. No había casi guardianía en el palacio, el rey estaba ocupado en otros asuntos y Nappa luego de asegurarse que los lacayos dejaran al principe en su habitación optó por salir igualmente a la ciudad para relajarse un poco. Luego que un grupo de guardias abandonara el palacio, una sombra se escabulló por entre los corredores con rumbo a la habitaciones reales.

Kaissa luego de asegurarse que nadie la espiara, fue rumbo a la habitación del príncipe. Ella todavía ocupaba por el momento su antigua habitación en la que estuvo mientras esperaba a su hijo, cuya habitación estaba al otro lado del castillo, lejos de su vista por orden del rey. Mientras caminaba, regresaron a su mente lo que había pasado hacía pocas horas...


Esa misma tarde, salón del trono...


Kaissa se detuvo frente a la habitación de su hijo y volvió a cersiorarse que no era seguida o espiada por alguien. Al ver que su scouter no marcaba señales de vida cerca de ella, respiró aliviada. Observó la puerta... sabía que no debía acercarse al príncipe, pero más fuerte era su deseo de verlo temerosa que en esta nueva misión no regresara con vida.. al menos tenía esta última oportunidad y no debía dejarla pasar sino tal vez podría arrepentirse...

La puerta de la habitación del pequeño príncipe se abrió dejando pasar a Kaissa muy sigilosamente para luego cerrarla muy despacio. El príncipe dormía tranquilamente sin ni siquiera percartarse de la presencia de su madre. Kaissa lo observó acercándose un poco a uno de los lados de su cama... de nuevo su corazón volvió a latir fuertemente. A su mente volvieron los recuerdos cuando habló por primera vez con él en el campo de entrenamiento y sonrió por su orgulloso carácter.... se parecía tanto a ella, sólo esperaba que su vida no fuera tan vacía ni triste como la de ella. Quizo tocarlo, pero temerosa de que se fuera a despertar se contuvo...

Kaissa sabía que se exponía mucho al venir a ver a su hijo y resumió partir antes de que regresaran los guardias. Ya se disponía a salir por la ventana cuando una vocecita la detuvo...

Kaissa sentía que no podía aguantar más mientras las lágrimas corrían por su rostro. Su hijo todavía no soltaba su mano y aunque lo intentara, no podía negar su sangre. Lentamente volteó a ver a su hijo que la miraba con ojos interrogantes y dijo con una ligera sonrisa...

El pequeño saiya aún sin comprender el pedido de su madre, sentía que debía obedecerla, no por el echo que se lo ordenara, sino porque tenía muchas incógnitas en su cabeza y a la vez sentía una gran curiosidad acerca de esa mujer tan misteriosa como aparentaba ser su madre... quería conocerla más...

Vegeta sólo observó a su madre y bajó la mirada, no podía negarse a cumplir con su promesa. Pensó en algo más para decirle pero al mirar nuevamente a la ventana ella ya había desaparecido. Rápidamente se levantó y al asomarse por la ventana para su decepción no pudo ver nada, ni siquiera una sombra...

Sin más, el príncipe retornó a su habitación y cerró la ventana sin saber que una silueta, de pie en una de las cornizas del castillo, sonreía a la vez que el viento agitaba sus cabellos...

 

Fin del octavo episodio...


Notas de la autora : Les pido mil disculpas por la demora en continuar con este fic pero trataré de agilizar la historia en las próximas semanas ya que por causas estudiantiles me fue un poco difícil hacerlo. Me despido y gracias por su paciencia... ^^

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