Una segunda oportunidad

por Kira

Capítulo 6: "Acortando la distancia"


Bulma vio acercarse a las dos mujeres, cerró un poco la puerta para no ser descubierta, las observó pasar notablemente molestas, bajaron las escaleras y después solo escucho cerrarse violentamente la puerta principal (En esta casa las puertas no son eléctricas ni tiene tanta tecnología en ciertas cosas, porque los Sakura prefieren las antigüedades). Se armó de valor y caminó hacia la habitación que recordaba pertenecía a Argos. Se paró frente a la entrada, la puerta estaba abierta, toco de todas formas pero no recibió respuesta, así que decidió entrar. Pudo observar lo amplia y sobria pero elegante habitación, parecía que Argos no era dado a las extravagancias al contrario de Ukio, su habitación a pesar de ser relativamente sencilla en cuanto a la decoración y los adornos así como los muebles, tenía impresa una elegancia admirable y un sello masculino muy particular, debía reconocer que Argos tenía muy buen gusto. Un ligero ruido la hizo girar su rostro a la izquierda, entonces la sangre se le congelo en las venas... Pudo observar la ancha cama y sentado en una esquina estaba él, vendándose un brazo y sin los lentes puestos (¡por fin!) un remolino de pensamientos y sensaciones la dejaron clavada al suelo y sintió escalofríos recorrerle todo el cuerpo [¡Por Kamisama! ¡Esos Ojos!], pensó aterrada, de no estar tan segura que Vegeta estaba muerto hubiera jurado que estaba frente a sus ojos, muchas veces había escuchado casos en que dos personas sin estar emparentadas tenían un parecido asombroso (una amiga me contó uno de esos casos y créanme es una fuente bastante confiable), sabía que era científicamente posible pero nunca había tenido la oportunidad de comprobarlo con sus propios ojos... ¿Cómo podían en realidad ser dos hombres tan parecidos en "ciertas" cosas y al mismo tiempo tan abismalmente distintos en otras?, Admiró su bronceado y musculoso pecho bajo la camiseta, tenía unos cuantos rasguños en el rostro y en los brazos, la camisa que hace unas horas usaba estaba hecha jirones en el suelo, en ese momento escucho su voz y se rompió el trance en que había caído.

- Al menos esta vez tocaste - dijo él alzando la vista y notando al mismo tiempo la extraña actitud de la mujer.- ¡¿Qué tanto me miras?!.

- Nada - dijo ella con voz algo temblorosa [¡TODO! ¡Ni que estuviera ciega!] Se dijo a sí misma - ¿Estas herido?.

- No, me encanta jugar al hospital - contestó él sarcásticamente.

- ¿Te ayudo?- preguntó ella ignorando el anterior comentario.

- No es tu maldito problema - dijo él con un gruñido.

- Quizás para ti no es mi "maldito problema" - contestó ella en el mismo tono de voz, pero trató de controlarse y cambio su tono por uno más suave - "pero en parte es mi culpa que estés así".

- La verdad, tienes razón - dijo él con una sonrisa malévola en su rostro, se levantó, tomó el pañuelo y el frasco de vidrio que estaba sobre la cama, se acerco a ella y puso su rostro solo a centímetros del suyo. Esta bien, "cúrame"- le dijo de forma suave y sugestiva

- (¡¡¡Glup!!!). [¡Hay no! ¡No otra vez! ¡Esta jugando conmigo!] - pensó aterrada Bulma, su aliento era cálido, sus labios estaban tan cerca, tanto que juraría que iba a besarla, trago saliva y sintió los labios secos ¿Acaso era posible que él supiera la reacción que causaba en ella?.

- ¿Qué te pasa?- añadió él sin apartarse aún y en el mismo tono- "Pareces un animalito asustado", "Ya te dije que no muerdo"- puso en las temblorosas manos de la mujer el frasco y el pañuelo y se alejó de ella para volver a su lugar en la cama y cerró los ojos.  Ella respiro hondo, prefirió ignorar sus palabras, humedeció el pañuelo con el extraño líquido verde que contenía el frasco, se sentó junto a él y empezó a curar sus rasguños. El momento le recordó tanto a Vegeta, se sintió transportada al pasado, el curar sus heridas, aquél cuerpo que siempre le pareció tan perfecto así como ahora se lo parecía el de Argos, recordó que Ukio le dijo que él hacía ejercicio, pero nada parecido a las artes marciales, a pesar de eso había logrado salvarle la vida.

- Estas lleno de rasguños - dijo ella y luego pregunto intrigada - ¿Cómo lograste salvarme?

- El risco es bastante alto- contestó él- tuve tiempo suficiente para llegar a ti y evitar que murieras aplastada, pero no pude hacer nada contra la lluvia de rocas más pequeñas que cayo sobre nosotros... - mientras lo decía una gota de sangre se deslizó por su frente.

- ¡Tienes una herida en la cabeza!- dijo ella asustada, humedeció más el pañuelo (me temo que lo humedeció demasiado) y empezó a limpiar la herida entre sus cabellos.

- ¿Esto?- dijo él abriendo los ojos y mirando hacia arriba- No es nada, no te preocupes "gatito".

- ¡¿Gatito?!- dijo ella intrigada y sorprendida.

- Sí- añadió él- No se porque cuando estás conmigo pareces un gato asustado, me han dicho que suelo amedrentar a las personas, ¿Es eso? Si no ¿Por qué te pongo tan nerviosa? - Pregunto intrigado acercando nuevamente su rostro al de ella- ¿Me tienes miedo? - añadió en un tono muy suave y cálido. Bulma se sintió desfallecer nuevamente

- [¡NO!] Quiso gritarle [¡LO QUE PASA ES QUE ME GUSTAS!] Reconoció aterrada, lo peor de todo no fue eso sino que por estar absorta en la cercanía del hombre no noto la gota de aquel extraño líquido que se deslizo por su frente hasta llegar a uno de sus ojos (los de él sino me entendieron), él soltó un gruñido de dolor.

- ¡DEMONIOS MUJER! "FÍJATE EN LO QUE HACES" ¿QUIERES DEJARME CIEGO ACASO?- le grito y empezó a frotarse el ojo en búsqueda de aliviar el ardor (la verdad es que pobrecito pero se paso de bestia con ella).

- Eres un grosero - le dijo ella con la voz quebrada, lo que hizo que él volviera a verla pudiendo percibir las lágrimas que empezaban a correr por sus mejillas. - Vengo aquí a tratar de agradecerte por salvarme la vida y lo único que obtengo son burlas y ahora también me insultas, no lo hice intencionalmente pero ahora entiendo porque nadie te soporta y...

Ya no pudo seguir más, las lágrimas no se lo permitieron, sé echó a llorar desconsoladamente cubriéndose el rostro con las manos, hasta que sintió que la tomaban suavemente por los hombros. Argos no pudo evitar sentirse mal, sin saber porque, lo afectó mucho verla así, nunca le había importado ver llorar a una mujer, las consideraba ridículas por eso, pero ella era diferente, la tenía metida en la cabeza desde la primera vez en que la vio, había tratado de comportarse como siempre pero no podía; le atraía de una manera inexplicable, le encantaban sus hermosos ojos azules, su aroma ya lo tenía gravado en la memoria y el hecho de verla llorar y saber que era su culpa, lo hacia sentir como un "maldito gusano"; no quería hacerle daño, pero no estaba acostumbrado a tratar bien a las mujeres pues ninguna antes le había inspirado este sentimiento, por lo menos ninguna que recordara. Ella lo miro a los ojos y él empezó a secarle las lágrimas con sus dedos, tenía unas ganas horribles de probar el sabor de sus labios, de estrecharla en sus brazos, así como cuando le salvo la vida, le sentía tan frágil, tan indefensa, "tan mujer", tanto que no le había importado salir lastimado en el derrumbe no pensó dos veces para lanzarse a protegerla; la verdad es que lo estaba volviendo loco; pero se sentía un poco molesto, no había soportado que lo confundiese con otro, que le llamara "Vegeta" "¿Y quién demonios era ese imbécil?"


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