Lo que siempre soñé

por Xime



Capítulo 7: "Dulces Inicios"


El lunes por la mañana, muy temprano, cuando el sol apenas empezaba a dar pequeños indicios de aparecer, Vegeta salió de la Corporación Cápsula con rumbo desconocido.

Sobrevoló la ciudad antes de llegar a un lugar despejado. A pesar de ser muy temprano, ya había gran actividad debido a que era día de trabajo para la mayoría de la gente.

Cuando se hubo alejado bastantes kilómetros de la ciudad, buscó un lugar deshabitado donde poder entrenar sin interrupciones.

Se sentía bastante más tranquilo ahora que había puesto "ciertas" cosas en orden, y esperaba que esa tranquilidad lograda favoreciera su entrenamiento.

Cuando por fin halló un lugar adecuado, se puso a entrenar y sin siquiera darse cuenta, ya se había hecho tarde. Eran alrededor de las 6 de la tarde y no se hubiera percatado de la hora si su estómago no se lo hubiera recordado.

Volvió a la corporación todo sucio y sudado, así que prefirió pasar por el baño antes de saciar su apetito.

A todo esto, Bulma estaba un poco enfadada y también preocupada por la ausencia de Vegeta. No le molestaba que se fuera sin decir nada, pero le preocupaba que hubiera desaparecido justo después de su primer encuentro no bélico.

BL: "No creo que se haya enfadado por lo de anoche; me habría dado cuenta. ¿Pero si en realidad sí le molestó y se fue para no verme más? No, espero que no sea eso".

Con esos pensamientos, Bulma caminaba por uno de los pasillos de la Corporación, donde se encontraban las habitaciones. Llevaba la vista fija en el piso cuando al doblar por el pasillo fijó la vista en la habitación de Vegeta. En la puerta vio una especie de mancha. Estaba un poco lejos así que no distinguió bien, pero sí notó que la supuesta mancha se movía, más bien, movía sus ocho patas. Bulma se detuvo, tragó saliva y empezó a temblar.

BL: ¡¡Ay no!! Por favor, que no sea una araña. –Se armó de valor y se acercó poco a poco a la puerta, claro que con la pared pegada a la pared de enfrente–. ¡¡Maldita sea!! Sí es una araña, mejor dicho una ARAÑOTA. Le dije mil veces a mi papá que no hiciera ese estúpido experimento. ¡Pero claro! Mi opinión no cuenta. Ahora se le escapa una de esas odiosas arañas y yo... tengo que matarla, pero... ¿con qué? –dijo mirando en todas direcciones.

Se dirigió a su habitación, que estaba casi frente a la de Vegeta y de ahí sacó una silla. Luego de mucho pensarlo y de empezar a sentir que le temblaban las piernas, se acercó a la puerta evitando mirar a la araña. Luego de encomendarse a Kami Sama, cerró los ojos y golpeó la puerta con la silla usando todas sus fuerzas. Por lo menos eso era lo que quería, pero como todos sabemos que la mayor parte de las veces la vida es indirectamente proporcional a lo que uno quiere, la puerta se abrió, la araña saltó al suelo y quien recibió dulcemente la silla en su estómago fue otro...

VG: ¡Ah! –alcanzó a sujetarse del marco de la puerta... No es que le hubiera hecho mucho daño. Más fue el susto–. ¿Dónde firmo? –Bulma abrió los ojos sorprendida al escuchar su voz.

BL: ¡Vegeta!

VG: ¿Y yo soy el de los malos modos?

BL: Tú tuviste la culpa. ¡¡Para qué te atraviesas, tonto!!

VG: No, si no me atravesé tonto; me dejaste tonto del sillazo.

BL: Es que yo quería matar una araña que había en la puerta.

VG: ¿Con una silla?

BL: Bueno, es que...

VG: Dudo que le hayas hecho algo.

BL: Es probable, pero si tú la encuentras... –dijo sujetándolo de la camiseta de una forma no muy femenina– mátala...

VG: De acuerdo, de acuerdo –dijo sonriendo–. ¿Es idea mía o le tienes miedo a las arañas?

BL: No es idea tuya. Odio a las arañas; todo lo que tenga demasiadas patas y los bicharracos que hacen ruido al volar. ¡¡¡Brrr!!!

VG: ¿En serio? –dijo mientras una siniestra idea aparecía en su mente.

BL: Sí. Pero, y ¿dónde estabas? Quería almorzar contigo.

VG: ¿Tengo que marcar tarjeta?

BL: Grosero, tú no cambias –dijo molesta y empezando a caminar hacia su habitación.

VG: Bulma, algo va subiendo por tu pierna.

BL: ¡¡¡Quéeeeee!!! –gritó saltando y abrazándose a Vegeta–. ¡¡¡Mátala, mátala, por favor!!! –repetía mientras trataba de treparse a Vegeta que se reía por dentro y estaba disfrutando mucho la situación en la que estaban, porque así podía "reconocer el terreno" sin ser tan obvio y sin molestar a Bulma.

Obviamente no había araña, pero simuló haberla matado.

VG: Ya, Bulma, ya la maté, tranquila –dijo con una voz muy dulce, tratando de contener la risa y acariciándole el cabello. Se dio cuenta de que en realidad la había asustado porque estaba temblando.

Ella poco a poco volvió a la realidad y notó que no sólo estaba abrazando a Vegeta, sino que le había rodeado la cintura con sus piernas y estaba aferrada a él como garrapata (por hacer una mala comparación).

Su falda se había recogido hasta sus caderas y Vegeta la sujetaba de la cintura.

De un brinco volvió al suelo, bajó su falda y roja como un tomate musitó un...

BL: Perdón...

VG: Mejor vamos a comer –dijo haciéndose el serio, aunque lo recién acontecido lo había puesto de muy buen humor.

El resto de la tarde, Vegeta estuvo entrenando en la cámara de gravedad y Bulma le estuvo reclamando a su papá lo del experimento de las arañas.

BL: Pero papá... ¿no puede hacerlo algún amigo tuyo?

Sr.B: No es posible, Bulma. Además, las arañas no hacen nada –dijo apagando un cigarrillo.

BL: Ése no es el punto.

Sr.B: Bulma, no te acerques a ellas y ya.

BL: Pero si se escapan no respondo. Te juro que voy a tener un tanque de insecticida en mi habitación.

En eso estaban cuando la mamá de Bulma llegó con una cesta llena de ropa.

Sra.B: ¡Bulma! Ya terminé de separar la ropa del joven Vegeta de la tuya.

BL: ¿Eh? Gracias, mamá. ¿Puedes llevarla a las habitaciones?

Sra.B: ¡Claro!

BL: Gracias –dijo sonriendo.

Ahí se quedaron discutiendo Bulma y su padre mientras la Sra. Briefs llevaba la ropa a las respectivas habitaciones. Ahí surgió el problema.

Esa noche, después de darse una ducha, Vegeta abrió el cajón en donde se suponía estaba su ropa interior, pero cuando metió la mano, en las penumbras de la habitación, encontró algo con una textura diferente a la que él conocía.

Sacó lo que encontró, que no era otra cosa más que ropa interior, pero de Bulma. La textura diferente era el encaje que tenía.

Sus mejillas se sonrojaron mientras muchas cosas pasaron por su mente. Respiró profundo y sin soltar la prenda, salió de su habitación y entró a la de Bulma sin tocar.

Ella salió del baño envuelta en una bata de raso y se encontró con Vegeta que sólo estaba cubierto con una toalla en la cintura.

BL: ¿Qué estás haciendo aquí? –preguntó sorprendida y mirándolo de arriba abajo– ¡Y tan descubierto!

VG: ¿Quieres decirme qué hacía esto en mi habitación? –dijo enseñándole lo que había encontrado. Bulma abrió los ojos sorprendida y le quitó el sostén de la mano.

BL: ¡Esto es mío! –dijo sonrojándose.

VG: No, si mío no es. Lo que quiero saber es por qué estaba "ESO" en uno de mis cajones –dijo cruzando los brazos.

BL: No lo sé. Mi ropa interior está en este cajón –dijo abriendo el primer cajón de su tocador y cual no sería su sorpresa al encontrarse con la ropa interior de Vegeta–. Creo que esto es tuyo.

Vegeta se acercó a ella y sacó uno de sus calzoncillos.

VG: Sí, es mío.

Sacó del cajón todo lo que era suyo y se lo llevó. Bulma hizo lo propio con su ropa. Cuando estaba sacándola del cajón, vio que Vegeta se disponía a quitarse la toalla de la cintura.

BL: ¡¡¿Qué estás haciendo?!! –gritó enrojeciendo y volteándose.

VG: Me voy a vestir –dijo fastidiado.

BL: ¡¡Pero no delante mío!! –reclamó (¡¡¡Y se queja!!!)

VG: Pues yo no te pedí que vinieras –dijo entrando al baño con uno de sus calzoncillos en la mano. Cuando salió, Bulma estaba a punto de cerrar la puerta.

VG: ¡¡Bulma!! –Ella abrió de nuevo y se quedó mirándolo, esperando lo que tuviera que decirle–. Tienes muy buen gusto al elegir tu ropa íntima –sonrió burlonamente.

¡¡¡¡Paff!!!! (portazo)


Indice Siguiente capítulo