Lo que siempre soñé

por Xime



Capítulo 8: "La Maldición"


El entrenamiento de Vegeta marchaba relativamente bien. Diariamente aniquilaba por lo menos 50 robots de entrenamiento, dándole mucho trabajo a Bulma y a su padre al tener que repararlos o construir más.

Dr.B: ¡Vaya! Vegeta es un hombre increíble. No conoce los límites. En cinco días ha destruido 359 robots de entrenamiento.

BL: Esto no puede seguir así. Voy a hablar con él.

 

VG: No, no, no y no.

BL: ¿Cómo que no?

VG: Ya escuchaste.

BL: Mira, Vegeta: he tenido toooooda la paciencia del mundo contigo. Pero no tengo tiempo ni ganas de estar todos los santos días reparando o construyendo esos juguetitos para que a ti te duren un suspiro. Así que o los cuidas o te quedas sin nada. –Vegeta sólo la observaba desde el otro extremo de la sala–. ¡Ah! Se me olvidaba. No has cumplido con tu parte del trato.

VG: ¿Qué trato?... ¡Ah!... ese trato –recordó no muy contento.

BL: ¡Exacto! Hay una enorme montaña de papeles que no has revisado y prometiste hacerlo.

VG: De acuerdo, de acuerdo. Lo haré esta noche –dijo de mala gana.

BL: ¡Ja! ¿Esta noche? Aunque seas un cerebrito andante, dudo mucho que en una noche seas capaz de terminar con todo eso.

VG: Sí, claro...

 

6:00 Am.

TOC, TOC, TOC.

—silencio—

TOC, TOC, TOC.

—silencio—

Bulma abrió lentamente la puerta y al recorrer la habitación con sus ojos se encontró a Vegeta en medio de carpetas de diferentes tamaños y colores. Estaba profundamente dormido. Su cabeza apoyada en sus brazos sobre la mesa y con un lápiz en la mano.

BL: "¡Pobre! Y todo por dejar las cosas para último momento" –pensó acercándose a él. Lo besó tiernamente en la mejilla–. "Si parece un cachorrito" –pensó sonriendo.

VG: Mmm, no... alejen esos gusanos de mí –dijo entre sueños y con la voz adormilada–. Detesto las lombrices, sáquenlas de aquí.

BL: ¿Gusanos? –murmuró.

Vegeta despertó de golpe, asustando a Bulma.

BL: ¡Oye, no asustes!

VG: Mmm, creo que me dormí. ¿Y tú? ¿Qué estás haciendo aquí?

BL: Vine a encargarte dos carpetas más.

VG: ¡¿Más?!

BL: Ajá –asintió Bulma con una enorme sonrisa.

VG: ¿Sabías que estás violando la ley del trabajo?

BL: Vamos. Sólo son dos problemas.

VG: Bueno, de todos modos ya había terminado con estos. A ver, dámelos.

BL: De prisa, sólo tengo dos minutos para volver al laboratorio.

VG: Los resuelvo en uno –sonrió.

BL: "¡Este hombre! No se puede quedar callado" –pensó.

59 segundos después...

VG: Listo! Terminé. Al fin me vas a dejar en paz –dijo arrojando el lápiz encima de la mesa e inclinándose hacia atrás en la silla para estirarse.

BL: ¿Dejarte en paz?

VG: Sí –dijo mirándola a los ojos.

BL: Tan dulce como siempre.

VG: Y tú igual de fastidiosa. Mejor vete a hacer tus cosas de humanos.

BL: ¿Cosas de humanos? –dijo molesta–. ¿Sabes, Vegeta? No te deseo mal, pero ojalá perdieras tus poderes para que tuvieras que comportarte como un simple humano –dijo tomando las carpetas y saliendo de la habitación.

VG: Eso nunca sucederá –rió entre dientes, pero en eso sintió una punzada en la cicatriz de su cola.


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