Aula Taller de Tecnologia de la ESO

CIENCIA TECNOLOGIA Y SOCIEDAD


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LA ENERGIA NUCLEAR y su implicacion en



LA CIENCIA, LA TECNOLOGIA Y LA SOCIEDAD


1-Trabajo relizado por:
  Ivan Anton


2-Trabajo relizado por
  Mirian Diaz

3-Trabajo relizado por:
   Beatriz Cueto
  Ciencia
  Tecnologia
  Sociedad


LA CIENCIA Por Beatriz Cueto




ÍNDICE

INTRODUCCIÓN
EL MODELO ATÓMICO;
LA FISIÓN DEL ÁTOMO
LA REACCIÓN EN CADENA
LA FUSIÓN NUCLEAR
RADIACIONES a , b Y g

INTRODUCCIÓN


Se puede definir la energía nuclear como aquella energía que desprende o absorbe el núcleo de un átomo cuando en el se produce una reacción nuclear. Esta energía se puede obtener de dos formas:

    • Por fisión del núcleo, es decir, por escisión o rotura del núcleo de un átomo, mediante el bombardeo de partículas tales como protones, rayos gamma, neutrones u otros. Este fenómeno está acompañado de gran liberación de energía en forma de calor y radiaciones.

    • Por fusión nuclear, se trata de unir varios átomos ligeros para formar uno más pesado, liberando en el proceso enormes cantidades de energía en forma de calor.

Esta energía obtenida proviene de la desigualdad de materia que existe en la reacción, entre los elementos reactivos y los elementos resultantes de la reacción.

Albert Einstein, científico alemán nacionalizado norteamericano, relacionó la energía y la masa mediante la expresión E = mc2

E = energía producida

m = masa desintegrada

c = velocidad de la luz: 300.000 km/s

Una pequeña cantidad de masa proporciona por tanto una gran cantidad de energía. Por dar alguna relación con la producida por combustibles fósiles la energía que produce un kilogramo de uranio (elemento usado en la fisión) es equivalente a la que producen 200 Tm de carbón.

De lo anterior se deduce que en una reacción nuclear, los elementos empleados como combustibles se aprovechan de manera distinta a como se hace en una combustión ordinaria.

En una combustión ordinaria hay una reacción química en la que los productos obtenidos son cenizas, humo y calor. Permanecen los mismos elementos por lo que la masa inicial es igual a la final.

En reacciones nucleares los elementos resultantes son distintos a los iniciales, pero, además, la masa final es ligeramente más pequeña que la inicial.

EL MODELO ATÓMICO

El concepto de átomo, ideado hace unos 2500 años por el filósofo griego Demócrito, es hoy un contrasentido semántico y científico, pues "átomo" significa "lo indivisible".

Durante mucho tiempo se creyó que toda la materia estaba formada por partículas pequeñísimas indivisibles e indeformables, y que cada elemento tenía sus partículas propias. Sólo los alquimistas de la Edad Media alentaban la esperanza de transformar, con la ayuda de fuerzas mágicas, las partículas de un elemento en las de otro: por ejemplo, el plomo en oro.

En la actualidad sabemos que el átomo no es indivisible ni intransformable. Fueron Marie y Pierre Curie los que en 1898 asestaron un golpe mortal a la antigua teoría atómica con el descubrimiento de un nuevo elemento llamado radio. Habían encontrado, en efecto, un elemento que se desintegra y que al mismo tiempo emite partículas mucho más pequeñas que el átomo mismo.

Otro descubrimiento, el de los rayos Roentgen, efectuado tres años antes por Wilhem Conrad Roentgen, parecía indicar lo mismo. Roentgen, experimentando con un tubo de rayos catódicos, observó que los rayos que salían del tubo eran capaces de atravesar sustancias blandas como madera o carne humana, pero que eran retenidos por materiales más duros, por ejemplo metales y huesos. Posteriormente se comprobó que esos rayos, llamados desde entonces rayos X, se producían al chocar los electrones contra algunos obstáculos o bien contra las paredes del tubo.

Estos y otros descubrimientos y fenómenos estudiados por los físicos a principios del siglo XX produjeron importantes cambios en la idea de materia que se tenía hasta entonces.

Lo más desconcertante fue, sin embargo, la desaparición entre el límite de materia y energía, considerado hasta ese momento como indiscutible. En 1905, Albert Einstein explicaba en su teoría de la relatividad que la materia podía transformarse en energía, puesto que ambas eran diferentes manifestaciones de una misma realidad.

El grupo más importante de los científicos que contribuyeron al conocimiento de la naturaleza del átomo fue dirigido por el neocelandés Ernest Rutheford, que trabajaba en el laboratorio Cavendish, en Cambridge. Alrededor de 1911 Rutherford y su joven colaborador Niels Bohr dieron a conocer su teoría revolucionaria sobre la estructura del átomo.

Según Rutherford, y utilizando un símil muy simplificador, el átomo es un diminuto sistema solar cuyo "sol", el núcleo atómico, está rodeado por determinado número de "planetas", los electrones. Casi toda la masa del átomo está concentrada en el núcleo. Aquí se encuentran los protones, partículas con carga eléctrica positiva; los neutrones, partículas sin carga, y otras cuyas naturaleza y función no están les todo aclaradas.

Los electrones tienen una masa muy pequeña, despreciable si se compara con la del núcleo, y carga eléctrica negativa.

Normalmente hay en el núcleo la misma cantidad de protones que de electrones que se mueven alrededor de él, de manera que las cargas se anulan entre sí y el átomo es eléctricamente neutro. Pero si por alguna causa pierde o gana uno o más electrones, se perturba el equilibrio eléctrico y se transforma en un ión, es decir, en una partícula con carga positiva o negativa.

Todos los elementos tienen el mismo tipo de partículas atómicas. Lo que diferencia a un elemento de otro es sólo el número de protones en el núcleo, y consecuentemente el número de electrones que se mueven alrededor de él.

El hidrógeno, el elemento más ligero, tiene sólo un protón y un electrón; el uranio, que es el elemento más pesado que se encuentra libremente en la Naturaleza, tiene 92 protones y 92 electrones. La transformación de un elemento en otro implica una variación en el número de protones y electrones, ya que este número es característico de cada elemento.

Este proceso se produce constantemente en la Naturaleza. En teoría podríamos transformar plomo en oro, sacando de cada átomo de plomo tres protones y tres electrones. El plomo tiene 82 de número atómico y en consecuencia obtendríamos átomos de oro con 79 protones y 79 electrones. Pero esta transformación, vieja ilusión de los antiguos alquimistas, resultaría mucho más costosa que el valor del oro que obtendríamos.

LA FISIÓN DEL ÁTOMO

En la utilización de la energía nuclear, los neutrones desempeñan un papel importante. La mayoría de los elementos no son "puros", sino mezclas de átomos llamados isótopos. Los isótopos de un elemento presentan un número de neutrones distinto del que posee el átomo común. Sólo su peso los diferencia de éste.

Químicamente todos los isótopos de un elemento se comportan igual. El agua, por ejemplo, es una mezcla de moléculas comunes de hidrógeno y de oxígeno, pero el agua "pesada" es una mezcla de oxígeno y de hidrógeno "pesado", el cuál lleva un neutrón en el núcleo, lo que no ocurre en el átomo normal de hidrógeno.

El uranio, por otra parte, tiene un isótopo que posee menos neutrones que el átomo común del elemento. Esta isótopo (peso atómico 235, y el del uranio normal, 238) desempeña un papel especialmente importante en la Física nuclear, pues él, al igual que muchos otros isótopos de elementos pesados, no es "estable" y se desintegra con relativa facilidad.

¿Qué significa esto? Ni más ni menos que el mismo fenómeno que los esposos Curie observaron por primera vez en el radio. Un núcleo atómico no estable tiene tendencia a dividirse y a separarse, formando núcleos atómicos de elementos estables más ligeros. En el año 1938 el profesor Otto Hahn descubrió en Berlín que los átomos de uranio se dividen cuando se les "bombardea" con neutrones. Él denominó a este proceso fisión. Los 92 protones del núcleo de uranio se dividieron en bario, con 56 protones, y en gas criptón, con 36 protones.

Se define pues fisión como una reacción nuclear en la que se provoca la ruptura del núcleo de un átomo mediante el impacto de un neutrón. Como en todo núcleo existe almacenada una enorme cantidad de energía, al producirse la fisión, parte de esta energía se libera y se manifiesta en forma de calor y de radiaciones. Esta energía se puede aprovechar y transformar en una energía utilizable por el hombre.

LA REACCIÓN EN CADENA

Frédéric Joilot-Curie, yerno de Marie Curie, demostró posteriormente que en este proceso de fisión quedan liberados neutrones del núcleo atómico; estos se mueven en todas direcciones, y algunos chocan con otros núcleos, que se desintegran a su vez y vuelven a liberar neutrones, tal como se ve en la figura. Este proceso recibe el nombre de reacción en cadena, y es la base de la obtención de la llamada energía nuclear.

Enrico Fermi, un investigador italiano, emigrado a los Estados Unidos de América, desarrolló la teoría de este proceso. ¿Qué sucedería si se desintegrara en la forma antes mencionada un trozo suficientemente grande de uranio? Ello significaría, de acuerdo con la fórmula masa-energía de Einstein, una considerable pérdida de masa. Si se tratase de volver a unir las dos partes del átomo dividido, su masa total sería más pequeña que la del núcleo original. ¿Qué ha sucedido entonces con la parte que falta? La respuesta es que se ha transformado en energía.

Esta fue la teoría que en el breve tiempo de tres años condujo a la fabricación de la primera bomba atómica. Los investigadores tardaron más tiempo en poder utilizar para fines pacíficos la fantástica energía de núcleo atómico fisionado, pues era mucho más fácil, desde el punto de vista técnico, dejar que una reacción en cadena se produjera libremente y ejerciese su acción destructiva que emplearla y controlarla para la generación de energía utilizable en el quehacer diario.

La primera pila atómica o reactor, fue instalada en 1942 por Enrico Fermi en el campo de fútbol de la Universidad de Chicago. Se trataba de una construcción relativamente simple, con la cual deseaba verificar la teoría de la reacción en cadena. Fermi distribuyó varillas de uranio en un montón de bloques de grafito que sevían de moderadores. Se valió de uranio natural, que es una mezcla de U238 estable y de U235 fisible en una relación 140:1. Con el fin de poder dominar a voluntad la reacción en cadena, Fermi introdujo una cierta cantidad de varillas de cadmio en los bloques de grafito; este metal absorbe neutrones, de manera que mediante esas varillas la reacción en cadena puede hacerse más lenta o detenerse por completo.

LA FUSIÓN NUCLEAR

Una reacción de fusión es aquella en la que se unen cuatro átomos de hidrógeno para formar uno de helio. Como consecuencia de ello ocurre el mayor desprendimiento de energía que se conoce en un proceso natural.

Durante unos 30 años, los físicos han soñado con el control de la energía desprendida en la fusión nuclear. La energía solar –que llega a nosotros en forma de luz y de otros tipos de radiaciones- se genera por reacciones de fusión se genera por reacciones de fusión que se generan en el Sol.

Un átomo de hidrógeno está formado por dos partículas cargadas, un protón que constituye el núcleo atómico y un electrón que circula en las cercanías de ese núcleo. Dos átomos de hidrógeno pueden acercarse entre si, hasta un punto en que la repulsión entre las cargas eléctricas de sus respectivas cortezas atómicas impide el acercamiento (ver figura).

Mediante un aporte de energía del exterior se puede conseguir vencer esta repulsión entre cargas del mismo signo. Así, los protones de los dos núcleos de los átomos de hidrógeno se funden en un solo núcleo. Durante este proceso de fusión se obtiene un positrón, un neutrino y una gran cantidad de energía.

El núcleo que resulta de esta fusión es un núcleo de deuterio (formado por un protón y un neutrón). Como ya sabemos, el deuterio es un isótopo del hidrógeno con las mismas propiedades químicas que éste, pero con diferente peso atómico.

El núcleo del deuterio puede repetir de nuevo todo el proceso de fusión, fundiéndose con un nuevo núcleo de hidrógeno, es decir, un protón, y así formar un núcleo de tritio, otro isótopo del hidrógeno, cuyo núcleo tiene un protón y dos neutrones. Por último, el núcleo del tritio se funde con otro protón y se obtiene un núcleo de helio que posee dos protones y dos neutrones.

A lo largo de esta serie de procesos se desprenden gigantescas cantidades de energía, cuya primera aplicación se realizó en el campo bélico con la fabricación de la bomba H, cuyos efectos destructivos superan con mucho los de la bomba atómica.

Después, los científicos se han lanzado a la búsqueda de procedimientos que permitan aprovechar la energía de la fusión con fines pacíficos. Para ello es necesario, en primer lugar, comunicar energía a los átomos para vencer los procesos de repulsión interelectrónica. Este problema se ha resuelto con potentes campos eléctricos o rayos laser que permiten alcanzar en un instante la temperatura de 100 millones de grados, pues se vaporizaría.

Para solucionar este problema se operó en el siguiente sentido: a la temperatura mencionada el gas es un plasma, es decir, una masa de protones y electrones con cierta movilidad que es posible confinar en un recinto mediante un campo magnético. Así pues, se hizo un ensayo con la llamada "botella magnética", que dio un resultado positivo. Sin embargo, la botella magnética no podía ser rectilínea , ya que el plasma se escaparía por los extremos; por ello se le dio forma toroidal, es decir, como un neumático de automóvil.

Este procedimiento, conocido con el nombre técnico de Tokamac, es el más prometedor en el estudio y logro de la fusión nuclear.

En la actualidad aún no se ha conseguido mantener el plasma durante un segundo a 100 millones de grados (en estas condiciones se podría lograr la fusión) , pero las investigaciones que se llevan a cabo tal vez conduzcan a la solución de estos problemas técnicos.

RADIACIONES a

Una vez descubierto el radio por Marie y Pierre Curie, observaron que dicho elemento emitía una gran cantidad de energía, y que esta emisión de energía se prolongaba durante muchos años.

Para estudiar esta emisión de energía procedieron de la siguiente forma: colocaron unos miligramos de radio dentro de un cubo hueco de plomo, de paredes gruesas, en cuya pared superior o tapa habían practicado un pequeño orificio. Con este artificio lograron que las radiaciones que salían del recipiente de plomo formasen un haz muy fino, pues las paredes de plomo absorben y retiene las radiaciones que chocan contra la tapa. Cerca de esta colocaron un imán potente.

Pudieron comprobar así que las radiaciones que salen a través del orificio superior se desdoblan en tres haces, a los que se designaron con las letras griegas a , b y g .

Las radiaciones a se desvían muy poco de su trayectoria por la acción del imán, ya que están formadas por iones de helio con dos cargas positivas, es decir, son núcleos de helio que están formados por dos neutrones y dos protones.

Las radiaciones b están formadas por electrones, y por tanto tienen carga negativa. Son desviadas fuertemente por el imán y en sentido contrario al de las radiaciones a . Su masa es muy pequeña.

Finalmente, el tercer tipo de radiaciones denominadas g no se desvían por el efecto del imán y además carecen de masa. Estas radiaciones tienen gran poder de penetración y son muy peligrosas para el organismo humano y para los animales.



LA TECNOLOGIA Por Beatriz Cueto








INTRODUCCIÓN

La energía de unión del núcleo atómico es enorme. Las investigaciones de los físicos nucleares de los últimos treinta años han permitido al hombre disponer de, por lo menos una parte de ella. Pero, dado que esta energía es tan grande, su uso no solamente es peligroso, sino que, en realidad, representa un riesgo para el medio ambiente. Actualmente, las modernas armas nucleares son tan potentes que constituyen una amenaza para la existencia de toda la humanidad. Las posibilidades de destrucción que ofrece la energía nuclear plantean la exigencia de la máxima responsabilidad a todos aquellos que tienen el poder de tomar las decisiones fundamentales para la humanidad.

¿Cuál es la técnica para aprovechar la energía nuclear? Los nucleones se mantienen unidos en el núcleo por un fuerte enlace: cuando se origina el núcleo, una parte de su masa se convierte en energía, que se desprende hacia el exterior, por ejemplo, en forma de cuantos de radiación g . Se produce así en el núcleo un "déficit" de energía, que puede alcanzar unos 6 a 8 megaelectrón-voltios (MeV) por nucleón, que se manifiesta como un defecto de masa del núcleo. Este déficit es lo que se denomina energía de unión nuclear.

Pero resulta que los núcleos de peso medio (en el rango del peso del hierro, aproximadamente) son los que están más fuertemente unidos, mientras que la energía de unión se reduce gradualmente a medida que los núcleos son más livianos o más pesados. Es decir, si dos núcleos livianos se fusionan para formar otro de peso medio (fusión nuclear), los núcleos resultantes presentan una unión relativamente más fuerte que los núcleos de partida. Esta diferencia relativa se libera como energía de reacción. Cuando se produce la fisión de un solo núcleo de U 235 esta energía alcanza los 200 MeV, y 18 MeV cuando se forma un núcleo de He por fusión.

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HISTORIA DE LA TECNOLOGÍA NUCLEAR

De forma casi simultánea con su implantación en las centrales eléctricas, los reactores nucleares también fueron empleados para la propulsión de unidades navales mayores, sobre todo militares. En este terreno apenas influyó negativamente el hecho de que, debido a la gran protección necesaria, los reactores sean muy pesados y voluminosos. Dado que para su funcionamiento no necesitan oxígeno y el combustible necesario requiere relativamente poco espacio, los reactores se instalaron en un principio en submarinos. En 1954 fue botado el primer buque de este tipo, el Nautilus, norteamericano. En 1980, la Unión Soviética, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia poseían juntos más de 150 submarinos de propulsión nuclear, en parte armados con misiles nucleares y con arqueos de hasta 17000 toneladas de registro bruto.

El primer buque de superficie de este tipo fue el rompehielos ruso Lenin (1957) de 25000 toneladas de registro y una potencia de 36000 CV. En 1962, los norteamericanos pusieron en servicio de buque mercante y de pasajeros Savanna, algo menor. La república Federal de Alemania siguió en 1964 con el buque mercante Otto Hahn, de 17000 toneladas de registro bruto y una potencia de 11000 CV. Actualmente son, sobre todo, los gigantescos portaviones norteamericanos los que son propulsados con energía nuclear ( clase Nimitiz: 90000 toneladas de registro bruto, 300000 CV, una tripulación de 6000 hombres, un radio de acción de 500000 millas náuticas a una velocidad de unos 35 km/h, dos reactores, costes de construcción: 3500 millones de dólares).

Desde que Enrico Fermi consiguió el día 2 de diciembre de 1942, en Chicago, llevar por primera vez un reactor al estado crítico, es decir, ponerlo en marcha, la tecnología nuclear ha tenido un desarrollo impetuoso. Aquel primer modelo estaba cargado con 4 toneladas de uranio y 50 toneladas de óxido de uranio como combustible, además de 400 toneladas del más puro grafito como moderador. Aunque en 1941 ya se había construido el Leipzing el primer reactor experimental alemán, no se había logrado llevarlo al estado crítico. También en este reactor estaba previsto emplear uranio natural como combustible. De moderador se usaría agua pesada. Este tipo de reactor debe tener un tamaño mínimo para poder llegar al estado crítico. Ésa es la razón por la que el último reactor alemán de agua pesada de los tiempos de l Tercer Reich, encontrado por los norteamericanos en 1945 en una cueva rocosa cerca de la localidad de Hechingen, no había sido puesto en marcha: en lugar del diámetro necesario de 1,6 metros, sólo medía 1,4 metros.

Cada vez son más numerosos los Estados que emplean las centrales nucleares como centrales de base, es decir, en servicio permanente, mientras que las técnicas son conectadas sólo en las horas de gran consumo o en caso de necesidad.

Las causas de estas decisiones políticas son obvias: en su funcionamiento, las centrales nucleares parecen más baratas y limpias que las de combustión convencional. Además, es más seguro depender del uranio que del petróleo: gracias a que las cantidades necesarias de combustible sin menores, puede hacerse una gestión de reservas más eficaz; asimismo, los países productores de uranio tienen una estabilidad política mayor que los Estados productores de petróleo, y por ello son más fiables. Además, los países que participan en el desarrollo de la tecnología nuclear quieren crear y conservar nuevas posibilidades de exportación.



TÉCNICA DE LA FISIÓN NUCLEAR

Tal como se ha descrito en el capítulo anterior, para la fisión de un núcleo de Uranio 235 se necesita un neutrón lento, preferentemente térmico. Los fragmentos ("productos de fisión") que se originan contienen aproximadamente el 85% de la energía de fisión como energía cinética y se alejan rápidamente. Si son frenados por los choques con el material circundante, su energía cinética se transforma en calor. Por regla general, los núcleos recién formados están en estados energéticos excitados y son radiactivos. Mediante la emisión de rayos g o b se transforman en núcleos más estables.

En cada fisión se liberan de dos a tres neutrones rápidos, a veces de inmediato pero otras veces de forma retardada, debido a que son retenidos momentáneamente en alguno de los nuevos núcleos, de donde son expulsados poco a poco. Los neutrones de fisión alcanzan unas velocidades de 10 000 a 30 000 kilómetros por segundo, con valores energéticos del orden del MeV. Con tal velocidad, les resulta muy difícil penetrar en los núcleos de U 235: casi siempre rebotan sin causar mayor efecto. En cambio, los núcleos de U 238, son más numerosos, capturan preferentemente los neutrones rápidos, pero sin fisionarse. Ahora bien, el uranio natural contiene sólo un 0,71% del isótopo fisionable U 235.

Si uno de estos núcleos se desintegra a causa de la captura casual de un neutrón térmico, los neutrones rápidos liberados apenas tienen ocasión de originar a su vez una fisión. Para ello tendrán que recorrer cierta distancia a través del material de uranio, para reducir poco a poco su energía cinética por medio de choques con los núcleos circundantes, de forma que fueran suficientemente frenados para poder penetrar en un núcleo de U 235. Sin embargo, es muy alta la probabilidad de que antes de que esto ocurra sean capturados por los núcleos de U 238, no fisionables y mucho más abundantes.

Para poder iniciar de algún modo la reacción de fisión en cadena, se dispone de dos recursos técnicos:

  1. Incrementar la concentración de núcleos de U 235, por ejemplo, mediante lo que se denomina enriquecimiento. Dado que este núclido tiene una sección eficaz para reacciones con neutrones térmicos 200 veces mayor que el U 238, basta un aumento de la concentración del 2 al 3%.
  2. Intentar conseguir que los neutrones rápidos de fisión abandonen, en primer lugar, el uranio, para ser frenados en un material auxiliar circundante (moderador) por medio de choques, y volver a ser introducidos nuevamente en el uranio.
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FUNCIONAMIENTO DE UN REACTOR NUCLEAR

En un reactor nuclear están combinados ambos recursos, el enriquecimiento del material de combustión y el empleo de un moderador. Como combustible se utiliza, generalmente, uranio con un contenido de hasta un 3% de U235, casi siempre como dióxido de uranio (UO2), un polvo negruzco que se añade según el tipo de reactor. Por norma general, el dióxido de uranio es prensado en forma de grandes pastillas, que se introducen en unos tubos de varios metros de largo (vainas), fabricados de una aleación especial de zirconio, y constituyen las barras de combustión. Las vainas tienen la función de evitar que los productos de fisión, generados durante la combustión del uranio, en parte gaseosos y altamente radiactivos, contaminen el interior del reactor. De allí sería difícil eliminarlos, y su presencia "envenenaría" el reactor, es decir, interferirían sensiblemente en la reacción en cadena. Además, estos peligrosos residuos no deben llegar al líquido refrigerante del reactor, ya que ello daría lugar a un riesgo de escape y, por consiguiente, de una eventual contaminación ambiental. Cada 216 de estas barras de combustión son agrupadas en un paquete, el elemento de combustión con un total de aproximadamente 100 toneladas de uranio.

Durante la fisión del U235 se liberan gigantescas cantidades de neutrones. Una moneda de una peseta sería atravesada en cada segundo por más de 1014 de estas partículas. Este enorme flujo llega al moderador que rodea los elementos de combustión, y que en parte están mezclados con estos, donde aminora su velocidad. Varias sustancias se utilizan como moderadores: agua ligera (H2O), agua pesada (D2O), carbono de extrema pureza en forma de grafito, y berilio.

Los moderadores líquidos tienen además otro cometido importante: también deben actuar de medio refrigerante. Este no solamente absorbe la energía emitida en forma de calor por los neutrones rápidos al ser frenados, sino que también enfría los elementos de combustión, calentados por la energía de fisión. Si fallara la refrigeración, se podría fundir la totalidad del interior del reactor, destruyendo las diversas protecciones, y llegar al exterior su contenido. Ello tendría consecuencias catastróficas para el medio ambiente, aunque, por razones físicas, no podría producirse una explosión atómica del reactor. De todos modos, Aún si pudiesen aguantar los contenedores del reactor, se fundirían los elementos de combustión, y el reactor quedaría inservible durante largo tiempo. Para evitarlo, el medio refrigerante debe evacuar continuamente del núcleo del reactor el calor generado. Este calor del proceso es aprovechado, en parte, para su posterior uso técnico, mientras que la parte no aprovechable supone una carga para el ambiente. Como medios refrigerantes también han dado buenos resultados, en función del tipo de reactor, y además de los moderadores líquidos, el helio, el dióxido de carbono (CO2) e incluso los metales líquidos como el sodio y el mercurio.

 

El 0,76% de los neutrones de fisión es liberado de los productos de la reacción de forma retardada, es decir, de 0,05 a 56 segundos más tarde. Estos neutrones son los que permiten controlar la reacción en cadena de un reactor. La técnica de este proceso parece muy sencilla: se introduce en el núcleo del reactor un número suficiente de las llamadas barras de control, compuestas de un material que absorbe neutrones (por ejemplo, acero al boro o al cadmio), entre los elementos de combustión, de modo tal que la reacción en cadena se desarrolle exactamente como se desea (el llamado estado crítico del reactor). Sacando e introduciendo las barras puede regularse de forma precisa la medida en que el reactor de aleja de este estado crítico. Ante todo, se pueden regular modo las fluctuaciones en el desarrollo de la reacción en cadena. Dado que no todos los neutrones de fisión son expulsados de forma instantánea, pues una pequeña proporción lo hace con retraso, no es necesario que este proceso de control se haga en fracciones de segundos, sino que se dispone de un tiempo de reacción de hasta un minuto.

En el esquema de un reactor nuclear. La reacción nuclear tiene lugar en el recinto resistente a la presión del reactor. Los demás elementos sirven para fines de seguridad o para la evacuación del calor.

Sin embargo, la función más importante de las barras de control es la "desconexión rápida" en caso de peligro. Esto puede llegar a ser necesario cuando se presenta una avería; por ejemplo, en la refrigeración del reactor. Para ello se introducen en el reactor todas las barras de control lo más rápidamente posible. De este modo se interrumpe de forma instantánea la reacción de fisión en cadena del uranio. Sin embargo, los productos de fisión radiactivos, acumulados durante la combustión, siguen desintegrados sin impedimento. La energía que liberan, sobre todo los residuos de vida más corta, es considerable y provoca el llamado poscalentamiento del reactor. Un reactor con una potencia calorífica de 3000 megavatios (MV) sigue produciendo, aproximadamente, 200 megavatios de calor residual, de modo que se debe continuar refrigerándolo durante unas horas después de haberlo desconectado.




TECNOLOGÍA DE LOS REACTORES NUCLEARES

Los reactores nucleares solo sirven para hacer una cosa: generar grandes cantidades de energía calorífica. Por ello son utilizados principalmente para la producción de corriente eléctrica. Con el calor de reacción se transforma el agua líquida en vapor por recalentamiento de alta presión. Según el tipo de reactor, este vapor puede tener temperaturas de 200 a 300° C, e incluso hasta de 500 a 700° C, y alcanzar presiones de 200 bars. El vapor es conducido a turbinas de alto rendimiento que, a su vez, sirven para impulsar grandes generadores, los que, finalmente, producen la corriente.

Las centrales nucleares modernas alcanzan una capacidad totalmente equiparable con la de las centrales térmicas, es decir de 500 a 1400 MWe (MWe significa megavatios de capacidad eléctrica). La física inherente a tales instalaciones de transformación de energía da una explicación de por qué la energía calorífica no puede ser totalmente transformada en energía eléctrica. El rendimiento, el llamado grado de eficacia, depende de las temperaturas inicial y final del proceso de transformación. Debido a esta limitación, las centrales modernas alcanzan un rendimiento de apenas un 35%, es decir, sólo una tercera parte del calor generado puede ser transformado en electricidad. Las dos terceras partes se componen de calor residual, que debe ser eliminado del vapor impulsor en altas torres de refrigeración; de todos modos, el vapor condensado sigue estando caliente al salir de la torre.

Actualmente ya se intenta, en casos aislados, aprovechar también este calor residual, por ejemplo para la calefacción a distancia (rentable hasta un radio máximo de 10 kilómetros) o para el calentamiento de campos adyacentes o instalaciones de piscicultura. Los métodos más recientes prometen un considerable aumento de los rendimientos. Dado que para la refrigeración se necesitan enormes cantidades de agua, las centrales nucleares son normalmente en la proximidad de los ríos. Dado que después de su utilización el agua empleada es depurada de forma especial, al ser reintegrada al río está más limpia que antes, pero también más caliente. Los ríos ecológicamente sanos lo podrían soportar, pero aquellos que ya tienen contaminantes químicos corren un riesgo adicional, ya que la mayor temperatura del agua fomenta el crecimiento de las algas, y con ello el consumo de oxígeno, elemento ya de por sí escaso. Sin embargo, este problema no se limita a las centrales nucleares, puesto que todas las centrales térmicas influyen del mismo modo sobre el medio ambiente, incluso las que funcionan con petróleo, gas o carbón de hulla. No obstante, frente a estas centrales, las nucleares tienen una gran ventaja: no producen emisiones de gases que contaminan el aire y ponen en peligro la vida de nuestros bosques.




PRINCIPALES TIPOS DE REACTORES

En la actualidad se conocen muchas técnicas posibles para aprovechar la energía de la fisión nuclear en reactores de los campos más diversos. En función de las condiciones de funcionamiento, del combustible, del moderador, del refrigerante o de su finalidad, los diversos tipos pueden ser considerablemente diferentes.

LOS REACTORES DE AGUA LIGERA (LWR) son los de uso más frecuente. Funcionan con uranio ligeramente enriquecido y agua normal como moderador. Este moderador sirve al mismo tiempo de refrigerante para evacuar del reactor el calor del proceso que se genera continuamente. Esto puede tener lugar de dos formas distintas. En el reactor de agua a presión (PWR), el moderador está sometido a una presión de servicio de 120 a 160 bars. Por ello, el agua no puede evaporarse, ni siquiera a la alta temperatura de servicio, que, normalmente, es de unos 320° C. Dentro de un circuito de refrigeración, el agua es bombeada a un tercambiador de calor, donde se genera en vapor que accionará las turbinas. Es decir, los circuitos de refrigeración y propulsión están separados. En cambio, en los reactores de agua en ebullición (BWR), que funcionan a presión de servicio de alrededor de 70 bars, el agua puede evaporarse a la temperatura de servicio de 285° C, y se utiliza directamente para propulsar las turbinas.

En caso de una avería en los elementos de combustión, en el reactor de agua en ebullición puede penetrar material radiactivo en la turbina, debido al sistema de circuito único. Normalmente, esto no puede ocurrir en los reactores de agua a presión, gracias a su sistema de doble circuito. Pero, dado que en caso de una avería con pérdida de presión en el núcleo de un PWR, el agua hierve inmediatamente y ya no puede refrigerar el núcleo, se debe instalar adicionalmente un segundo sistema de refrigeración de emergencia con medio refrigerante propio. Esto es necesario en el BWR.

Central nuclear de agua a presión

 

 

REACTORES DE ALTA TEMPERATURA. En el transcurso del desarrollo de los reactores, se ha visto que es ventajoso distribuir la moderación y la refrigeración entre dos materiales. Este principio a sido aplicado en los reactores refrigerados por gas, utilizados sobre todo en Gran Bretaña. En particular los reactores de alta temperatura refrigerados por gas (HTR) figuran entre los sistemas más adelantados; frente a los reactores de agua ligera, que han llegado a ser productos en serie, ofrecen incluso dos personas más. Como moderador se utiliza hasta 1500 toneladas de grafito en cada HTR; debido a su buena capacidad para acumular calor, en caso de avería esta enorme masa en el sistema de refrigeración reacciona tan lentamente a recalentamiento, que en lugar de unos pocos minutos se dispone de unas horas para implantar medidas correctivas. Como medio refrigerante se emplea generalmente el helio, un elemento que no captura neutrones y no puede ser radiactivo, una ventaja que llega a ser apreciable en el caso de una eventual falta de estanqueidad en el depósito de presión. Además, como combustible puede utilizarse una mezcla de uranio y torio, más abundante. El torio es transmutado, por el bombardeo con neutrones, de modo similar que el uranio 238 pasando por el paladio b radiactivo, Pa 233, se genera así el núcleo artificial 92233U, como una forma de radiación a muy estable, con un período de semidesintegración de aproximadamente 162000 años. El U 233 es fisionable, igual que el U 235. Es decir, un reactor del tipo HTR produce parte de su propio combustible. Sin embargo, esta reacción se desarrolla satisfactoriamente sólo con neutrones térmicos.

La temperatura de servicio en un reactor HTR es de 600 a 900 ° C., la presión alcanza los 170 bars. A temperaturas tan elevadas, el combustible debe ser empaquetado de diferente forma que las barras de combustión normales: se elaboran bolitas o barritas de combustible de uranio y torio de gramo, y se recubre cada una con una gruesa capa de grafito y carburos. Este tipo de elementos es sumamente resistente. Sin embargo, si a pesar de todo se produjera una avería, llegarán menos productos de fisión gaseosos al medio refrigerante que cuando se rompe una vaina de una barra de zirconio. Además, gracias al material con que está hecha la envoltura, estos elementos de combustión solamente funden a unos 3500° C. Un reactor fuera de control alcanza como máximo una temperatura de 2500° C, de modo que un reactor HTR nunca podrá "dispararse" como un reactor LWR. Además, gracias a la elevada temperatura de servicio, los HTR alcanzan un mayor rendimiento, superior al 40%. En parte, ello se debe a que, siendo la temperatura del vapor propulsor superior a 500° C, pueden utilizarse modernas turbinas de alto rendimiento.

Pero la alta temperatura de servicio tiene aún más ventajas: a igual cantidad de energía producida, en un reactor HTR se genera menos calor residual, de modo que se necesita aproximadamente una cuarta parte menos de agua de refrigeración. Aunque un HTR debe trabajar con uranio altamente enriquecido (con un contenido de U 235 de un 25 a un 90%, en función de la versión del reactor), en definitiva requiere de un 25 a un 50% menos de combustible de uranio que un reactor LWR, ya que durante su funcionamiento reproduce adicionalmente U 235 fisionable, que en parte lo emplea. Es decir, un HTR aprovecha el combustible de uranio mejor que otros reactores nucleares convencionales. Un efecto subsidiario: gracias a ello, un HTR produce sólo una décima parte de residuos radiactivos. Además, el calor del proceso puede aprovecharse mejor industrialmente: se está proyectando emplearlo en la gasificación o hidrogenación de carbón.

Naturalmente, un reactor HTR presenta también inconvenientes. Por regla general, es más grande y más caro que un LWR, por lo que, hasta el momento, muchos países sólo poseen un reactor de este tipo. No obstante, los expertos opinan que en la próxima generación de centrales nucleares dominarán los HTR.

Sección de un reactor de alta temperatura refrigerado por gas. Como moderador se usan 1500 toneladas de grafito; como refrigerante helio. El depósito de seguridad de hormigón pretensado tiene paredes de casi 5 metros de espesor.

REACTORES REPRODUCTORES. El empleo del enorme flujo de neutrones de fisión en el interior de un reactor para la producción de nuevo combustible nuclear se realiza sobre todo en los reactores reproductores. Por regla general, todo reactor de fisión genera una pequeña cantidad de combustible, como ya se describió en el ejemplo del plutonio 239, generado por la captura de neutrones rápidos por el uranio 238, no fisionable. La producción de uranio 233 se aprovecha concretamente en el reactor de alta temperatura, donde conduce a un considerable ahorro de combustible. Pero sólo en los reactores reproductores especialmente diseñados para ellos se cumplirán ambas reacciones con rendimientos tan elevados que se produzca más combustible del que se consume. Se estima que un reactor reproductor bien ajustado podrá duplicar la cantidad de combustible inicial en un período de tres a siete años. Sin embargo, esto no es fácil de conseguir.

El uranio 238 reacciona preferentemente con neutrones rápidos. Por lo tanto, los reactores que utilizan sobre todo este proceso son llamados "reproductores rápidos". Estos reproductores se cargan con uranio altamente enriquecido (por ejemplo, 25% de U 235 o Pu 239), para obtener un gran volumen de producción de neutrones de fisión. Naturalmente, no debe haber ningún moderador que frene los neutrones. En lugar de ello, se rodea la zona de combustión del reactor con una gruesa envoltura de uranio 238, en la que pueden penetrar la mayor parte de los neutrones rápidos. En esta envoltura se produce el plutonio nuevo.

Las zonas de combustión de estos reactores son relativamente más reducidas, pero producen tanta energía como los otros. Por lo tanto, el flujo de calor queda concentrado en un espacio menor. Dado que, además, se trabaja con una temperatura de servicio bastante elevada (de 500 a 600° C), el funcionamiento de un reproductor rápido requiere un sofisticado sistema de refrigeración. Se estima que en el caso de que falle la refrigeración del reactor, se dispone solamente de unos pocos segundos para adoptar medidas correctivas.

Naturalmente, la alta temperatura de servicio también exige un medio refrigerante especial. Por lo general se utiliza sodio líquido. Este metal posee buenas propiedades refrigerantes y es fácil de bombear, pero presenta también algunos inconvenientes: el propio sodio captura neutrones, volviéndose radiactivo, y es químicamente muy agresivo. Ambas circunstancias incrementan en un grado extraordinario las exigencias con respecto a la seguridad del reactor.

Una ventaja de la elevada temperatura de servicio: los reactores reproductores rápidos alcanzan un rendimiento del 42%. Todos los Estados con importantes instalaciones de energía nuclear están actualmente ocupados con el desarrollo de reproductores rápidos, ya que sólo con este tipo de reactor es posible aprovechar las limitadas existencias de uranio en la Tierra para una producción de energía más prolongada. Una central nuclear normal puede ser explotada durante treinta años, produciendo electricidad durante este tiempo. Para ello, la necesidad de uranio para un reactor de 1000 MWe de rendimiento es de aproximadamente 4300 toneladas de uranio natural. Un reproductor rápido de la misma potencia podría ser explotado durante el mismo tiempo, pero, debido a la reproducción del material fisionable, su consumo de uranio sería tan solo de 36 toneladas. Esta es la razón de que, para un uso racional de la energía nuclear, y a pesar de todos los riesgos que implican, no se podrá prescindir de los reactores reproductores.

Tal como se encuentra actualmente su desarrollo, esta peligrosa técnica ofrece la única alternativa para asegurar nuestro abastecimiento energético, incluso más allá de los próximos dos siglos, a no ser que en el futuro se descubran nuevas fuentes de energía.


RIESGOS EN EL FUNCIONAMIENTO DE UN REACTOR

Combustible, moderador, eventualmente un medio refrigerante separado y las barras de control –todas las instalaciones del interior de un reactor (el llamado núcleo)- se encuentran alojadas en un gran depósito a presión, fabricado bien de acero especial, bien de hormigón pretensado (recipiente de hormigón rodeado de cables de acero reajustables individualmente). Un depósito de acero a presión para un gran reactor puede tener un diámetro de más de 5 metros y una altura superior a los 12 metros. Para poder aguantar la presión interior de trabajo, muchas veces de más de 150 bars, el espesor de su pared debe ser de 15 a 30 centímetros. Los depósitos de hormigón pretensado se pueden construir de forma más barata, pero también son considerablemente mayores: alcanzan diámetros y alturas de 30 metros y espesores de pared de 5 metros.

Por motivos de protección radiológica, sobre todo en caso de eventuales accidentes, los depósitos a presión de los reactores vuelven a estar rodeados de varias envolturas, compuestas en parte de acero, en parte de hormigón especial, con espesores de pared de hasta 2 metros. Las exigencias de estanqueidad y estabilidad de estas envolturas son enormemente altas, para garantizar que todos los accidentes imaginables (desde terremotos, sabotajes o caída de aviones hasta el recalentamiento o fatiga de materiales) no permitan el escape de material radiactivo, lo que significaría un peligro para el entorno. Durante el funcionamiento de un reactor se produce gran cantidad de material radiactivo derivado: la totalidad del inventario radiactivo del núcleo de un reactor de alto rendimiento de 3000 megavatios puede llegar a ser de 10 mil millones de curies (Ci), lo que equivale a 10 000 toneladas de radio radiactivo.

Los elementos de combustión quemados que contienen estos "residuos" son sustituidos y almacenados durante meses en un depósito de agua, hasta que se atenúe la radiación más fuerte y, finalmente, son sometidos a un proceso de regeneración. En las grandes plantas de recuperación, se desarman los elementos de combustión gastados, se cortan las barras de combustión y se somete su contenido a diversos procesos químicos; estos tienen la finalidad de separar los diferentes productos de desintegración del U235 del combustible de uranio reutilizable. En este momento, gran parte del U235 está desintegrado, de modo que su proporción en el total del combustible ha descendido a aproximadamente un uno por ciento. Por otro lado, una parte del U238, no fisionable, se ha convertido bajo el intenso bombardeo de neutrones en el elemento artificial plutonio 239, pasando por el producto radiactivo intermedio neptunio 239. El plutonio es fisionable, lo mismo que el U235. Es una fuente de radiación a , con un período de semidesintegración de 24.400 años, es decir, bastante estable; sin embargo, es nocivo químicamente. Esto significa que un reactor de fisión nuclear "reproduce" siempre, durante su funcionamiento, un poco de nuevo material fisionable. El Pu239 puede alcanzar concentraciones de un uno por ciento en el combustible gastado. El plutonio producido puede ser separado químicamente del uranio restante (por desgracia, sin grandes esfuerzos), para ser usado como carga para las armas nucleares. Pero también es posible volver a someter el uranio, junto con el contenido de Pu239 y el U235 restante no utilizado, a un nuevo enriquecimiento, para utilizarlo como combustible nuclear en el reactor.

Otros productos residuales generados en los procesos de fisión ("venenos del reactor") no son reutilizables (o sólo una pequeñísima parte de los mismos). Finalmente, la parte de estos residuos con alta radiactividad se funde en una masa vítrea y se envasa en barriles estancos. Estos barriles deben ser almacenados definitivamente, a prueba del agua del subsuelo, para lo cual se utilizan grandes cuevas o cavernas, en yacimientos de sal, a mucha profundidad debajo de la superficie del suelo.

De acuerdo con los criterios científico-técnicos, las medidas de seguridad para el funcionamiento de un reactor y la eventual evacuación son suficientes. Naturalmente, contra lo que nadie puede encontrar un remedio infalible, y es lo que reclaman con mucha preocupación los adversarios de la energía nuclear y los ecologistas, son los accidentes, posibles a pesar de todo e imprevisibles, achacables sobre todo a los fallos humanos. ¿Qué ocurre si un reactor llega a quemar realmente fuera de control? Los partidarios argumentan que la probabilidad de tal situación es muy baja. Los contrarios presentan cálculos, según los cuales los residuos radiactivos contaminarán durante décadas la zona que rodea un reactor, poniendo en peligro toda la vida existente en ella. ¿Qué seguridad ofrece el almacenamiento definitivo? Existen ensayos que demuestran que la inclusión en vidrio mediante la fusión aísla los residuos radiactivos del medio ambiente durante mucho tiempo, a prueba del aire y del agua. Pero, según afirma la parte contraria, eventos imprevisibles pueden liberar, a pesar de todo, los elementos nocivos y, con ellos, su radiación mortal.

Ninguno de ambos puntos de vista es totalmente "correcto". Para ambos existen argumentos en contra y a favor. Sin embargo, el objetivo de este trabajo, no permite continuar la discusión sobre la energía nuclear en este momento.


ARMAS NUCLEARES

Sin embargo, después del éxito del arranque del reactor de Fermi en 1942, el interés de la investigación científica de la fisión nuclear fue desplazado inicialmente hacia el uso militar de la energía atómica. Esta decisión había sido impulsada, sobre todo, por el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. El objetivo era el desarrollo de un arma en la que la enorme cantidad de energía de fisión pudiera ser liberada instantáneamente en una gran explosión: una bomba de fisión nuclear.

La fisión de un solo núcleo de uranio 235 tarda, aproximadamente, 10-8 segundos. Es decir, 0.5 kg de este isótopo podrían explotar en una reacción en cadena en una millonésima de segundo. Pero, para que la reacción en cadena no se detenga debe haber una cantidad mínima de uranio, la masa crítica. En EEUU se intentó, a partir de 1942 y empleando medios gigantescos, extraer del uranio natural la mayor cantidad de U 235 fisionable. Para tal fin se edificó en Oak Ridge, en Tennesse, una enorme fábrica, donde con un grandísimo consumo de energía se separaron los dos isótopos de uranio, el 235 y el 238.

En cuanto la masa crítica de U 235 ha sido superada, se inicia una reacción en cadena, activada por neutrones espontáneos. A fin de que la bomba no explote ya durante su carga, el combustible de uranio se divide en dos o más porciones, cada una de una masa inferior a la crítica y separadas entre sí, protegidas de la radiación. Ahora bien, si por medio de algún dispositivo, por ejemplo, con pequeñas cargas propulsoras, se juntan estrechamente las masas parciales, la bomba explotará. Debido a la gigantesca cantidad de energía térmica liberada de forma instantánea, la bomba, junto con su carga, se transforma en gases calientes, incluso antes de que se haya fisionado todo el uranio. Algunos expertos calculan que sólo un 10% del uranio tiene tiempo de desintegrarse en una reacción en cadena "ordenada". A fin de prolongar este tiempo en algunas millonésimas de segundo, incrementando con ello considerablemente la energía obtenida, frecuentemente se envuelve la bomba con un blindaje de acero.

El efecto de la detonación de la bomba atómica es inmenso. Uno de los explosivos químicos más efectivos es el trinitrotolueno (TNT). Un kilogramo de TNT libera instantáneamente al explosionar una energía de aproximadamente 5 millones de Julios. Es la energía que debería gastar una persona cargada con un gran peso para subir por una escalera de 3500 metros. Diez kilogramos de TNT son suficientes para convertir una casa en escombros y cenizas. Las bombas más potentes de la II Guerra Mundial tenían cargas de aproximadamente una tonelada de TNT al igual que la cabeza explosiva del cohete V2. Para poder describir, sólo aproximadamente, el efecto de la explosión, enormemente más fuerte, de las armas nucleares, este se indica en kilotones (kt). Con ello se quiere decir que, por ejemplo, una bomba de 5 kt tiene un efecto devastador equivalente a la explosión simultánea de 5 kilotoneladas, o sea 5000 toneladas, de TNT.

El 16/Jul/1945, los norteamericanos accionaron la primera bomba atómica en su campo de pruebas de Los Álamos, en Nuevo México. Una del mismo tipo fue lanzada, semanas más tarde, el 6/Ago, sobre la gran ciudad japonesa de Hiroshima. Para iniciar la reacción nuclear y mantenerla el mayor tiempo posible, la bomba debe de haber tenido una carga de entre 50 y 100 kg de U 235. La potencia explosiva era de 20 kt, lo que equivale a una explosión de 20000 toneladas de TNT. Los efectos de esta explosión fueron horrorosos. Tres días más tarde, el 9/Ago/1945, fue arrasada la ciudad de Nagasaki, de 200.000 habitantes, por los efectos de una bomba de 20 kt con carga de plutonio.

LA BOMBA DE NEUTRONES

Por la naturaleza del tema, es fácil comprender que, obviamente, los militares también hayan intentado "aprovechar" la emisión radiactiva de una explosión nuclear.

En las bombas de neutrones se ha elegido el material fisionable y el de envoltura de tal forma que el 80% de la energía de explosión sea convertido en una intensa y penetrante radiación de neutrones, mientras el efecto destructor mecánico resulte "limitado". Este tipo de bomba puede destruir, en un radio de acción más o menos grande, según su tamaño, con toda seguridad cualquier forma de vida biológica, mientras los edificios quedarían en gran medida intactos.

LA BOMBA DE HIDRÓGENO

Si se cubre el U 235 de un material que refleje fuertemente los neutrones de fisión (por ejemplo, berilio), se puede conseguir una reacción en cadena incluso con cantidades pequeñas de uranio (hasta 250 gramos). De este modo se pueden fabricar bombas de un poder explosivo de 0,5 a 0,1 kt, que incluso pueden ser disparadas como granadas con cañones.

Naturalmente, el material reflectante se puede utilizar también en artefactos más pesados para ahorrar uranio. De este modo se pueden fabricar bombas atómicas de un poder explosivo de más de 500 kt. Sin embargo, para su carga serían necesarios cerca de 1000 kg del precioso uranio 235 o de plutonio 239, que igualmente pueden ser utilizados para fines pacíficos. Efectos explosivos aún mayores se consiguen de forma más "efectiva" Aprovechando la fusión nuclear: si se recubre una bomba atómica (25 kg de U 235, 5 kt de efecto explosivo) con una envoltura de 20 kg de una mezcla de litio y deuterio, se obtiene la llamada bomba de hidrógeno de 2 megatones (Mt) de efecto explosivo (un Mt=1000000 Tm de TNT). La explosión de la bomba interior de fisión nuclear calienta, en un lapso sumamente breve, la mezcla de Li-D circundante a temperaturas de alrededor de 100 millones de grados y suministra además un flujo de neutrones extremadamente intenso. La bomba de hidrógeno se "dispara" de esta forma: los neutrones transforman el litio en tritio, con el calor de la explosión de la bomba de fisión, el tritio se combina con el deuterio para formar helio. Debido a esta reacción se libera instantáneamente una gran cantidad de energía adicional: la bomba de fusión explosiona.

BOMBAS TRIFÁSICAS

Durante la fusión se liberan a su vez más neutrones. Los especialistas en armas nucleares han aprovechado esta circunstancia para construir las ominosas bombas llamadas trifásicas: una bomba atómica de 5 kt (1ª fase) sirve de espoleta de una bomba de hidrógeno de 2 Mt (2ª fase). Esta está rodeada por una envoltura adicional de una tonelada de uranio, básicamente U 238. Debido al fuerte bombardeo de neutrones, como en un gigantesco reproductor rápido, los núcleos de U 238 son transformados con la rapidez del rayo en plutonio, que puede ser fisionado con la misma rapidez (y esta vez más del 10%), y vuelven a ser liberadas cantidades inimaginables de energía. Con tales bombas pueden alcanzarse hasta 200 Mt de efecto explosivo.

El 30/Oct/1961, los técnicos soviéticos accionaron el arma nuclear más pesada que ha explotado hasta el momento, en su campo de pruebas de Nowaja Semla, muy al norte: un gigantesco trifásico de 57 Mt abrió un profundo cráter de casi 30 km de diámetro, provocando grandes incendios a más de 50 km de distancia. Como después de un terremoto, se registraron los temblores de la superficie terrestre hasta 36 horas más tarde. Ambas superpotencias afirman que disponen de superbombas de hasta 200 Mt. Nadie puede predecir lo que ocurrirá si son disparadas. El nombre que dan los norteamericanos a este tipo de armas, o aún mayores, es significativo: "Doomsday" (el día del juicio final)


LA FUSIÓN NUCLEAR ¿FUENTE ENRGÉTICA DEL FUTURO?

La fusión nuclear podría contribuir a resolver algunos de los graves problemas que plantea la producción de energía por medio de la fisión nuclear. Normalmente, para llenar el toro de fusión, se utilizará deuterio. Este se encuentra en un 0,016% en el agua, como componente natural, en forma de D2O. Esto significa que está disponible en cantidades casi ilimitadas, ya que los océanos contienen más de 1013 toneladas de este elemento. El tritio necesario para una reacción D-T puede ser producido por el propio reactor de fusión.

Dado que en la reacción D-T, y también en la reacción de transformación del más frecuente isótopo de litio, vuelven a liberarse a su vez neutrones rápidos, es proceso de reproducción puede desarrollarse mientras haya litio y deuterio. El producto final, o sea el hielo, no es radiactivo y, como gas noble, prácticamente no tiene reacciones químicas con otros elementos. De este modo apenas supone un peligro ambiental, incluido en el caso que se emita directamente a la atmósfera. La única sustancia peligrosa originada o reproducida en una fusión, es el tritio. Pero, dado que puede reciclarse totalmente, a la hora de desmontar un reactor nuclear de fusión al fin de su periodo de funcionamiento útil, lo único que debería hacerse es desguazar el núcleo contaminado por la radiación de neutrones. Sin embargo, esta operación es mucho más fácil de llevar a cabo que en un reactor de fisión, ya que los núclidos radiactivos artificiales producidos por el bombardeo de neutrones tienen una vida media bastante breve y, además, la actividad total de un reactor de fusión no alcanza ni mucho menos que los valores de un reactor de fisión.

Consiguientemente respecto de su abastecimiento de combustible, pero también respecto de la evacuación de sus residuos, los reactores de fusión son superiores a los de fisión. También los experimentos y proyectos realizados hasta el momento parecen indicar que tal forma de producción de energía sea posible. De modo que la fusión nuclear podría contribuir a resolver, duraderamente y a largo plazo, algunos problemas de nuestros suministros energéticos, si algún día su uso llegara realmente a ser económicamente interesante.

LA SOCIEDAD Por Beatriz Cueto






 

INTRODUCCIÓN
PRIMERAS APLICACIONES EN MEDICINA Y EN BIOLOGÍA
APLICACIONES EN MEDICINA Y EN BIOLOGÍA
HERRAMIENTAS PARA LA HISTORIA
ANÁLISIS POR ACTIVACIÓN Y APLICACIONES INDUSTRIALES
EL EXPERIMENTO DE TOKAMAK
EL DESASTRE DE CHERNOBIL





INTRODUCCIÓN

Pocos sabios franceses del pasado, han conmovido o apasionado tanto a sus contemporáneos como Pierre y Marie Curie y después de estos, Frédéric e Irène Joilot-Curie. Sólo Louis Pasteur había despertado un interés parecido. El descubrimiento de sustancias que emitían radiaciones, en apariencia misteriosas, por una pareja de científicos tenía que impresionar a la opinión pública en una época en que la actividad científica de las mujeres era aún excepcional. La muerte prematura de Pierre Curie y la tenacidad de Marie Curie, que prosiguió en solitario los trabajos realizados en común, conmovieron al gran público. Y, curiosamente, treinta y seis años más tarde, la historia parecía repetirse; de nuevo, una joven pareja de científicos, la hija mayor de Pierre y Marie Curie y su marido, realizaba un descubrimiento fundamental, el de la radiactividad artificial, que ampliaba de golpe el campo abierto por la generación precedente.

Se sabía que la materia que formaba la Tierra estaba constituida por átomos que componían los diferentes elementos químicos. Estos átomos parecían estables; su propio nombre (átomo viene del griego atomos: "que no se puede dividir", según una intuición genial del filósofo griego Demócrito, en el siglo V antes de nuestra era) procedía de la creencia de que eran las partículas últimas de la materia. Pero a través de los trabajos de Pierre y Marie Curie y de los de Rutherford en especial, algunos de estos átomos se revelaban inestables; eran "radiactivos" y tenían una vida media característica: al emitir radiaciones, ciertos elementos químicos desaparecían mientras que se formaban otros distintos. Ésta era una propiedad natural, intrínseca, de ciertos átomos pesados, como el uranio, el torio, el radio, etc.

El estudio de las radiaciones emitidas y de su origen, realizado en los laboratorios franceses, británicos, alemanes y austriacos permitió comprender que, en lo esencial, provenían no del conjunto del átomo sino de su núcleo central.

Frédéric e Irène Joilot-Curie, a principios de 1934, descubrieron que se podía formar de manera artificial, a partir de núcleos estables, otros núcleos nuevos, también radiactivos, de vida media corta. Para simplificar, se les denominó "radioelementos artificiales", para distinguirlos de los radioelementos "naturales", descubiertos por Pierre y Marie Curie, si bien su radiactividad era tan natural como la de sus predecesores. En los laboratorios de todo el mundo, se han producido nuevos radioelementos artificiales y hoy se conocen alrededor de 1600. La mayor parte de ellos corresponden a elementos químicos conocidos, pero algunos de ellos representan elementos hasta entonces desconocidos, que no existen de forma estable.

Se constató que la radiactividad era un fenómeno universal: los radioelementos naturales, y sus descendientes, son los que se pueden encontrar en la naturaleza dado que, debido a su larga duración de vida, subsisten aún desde la época de su formación; los otros, los "artificiales" son los que, a causa de su duración de vida más corta, han tenido tiempo de descomponerse y desaparecer.

Puede imaginarse la satisfacción de los científicos al ver aparecer un fenómeno nuevo, que permitió discernir una explicación y un orden en medio de gran cantidad de observaciones en parte contradictorias. Al releer las memorias originales, quedamos a veces sorprendidos al constatar que ciertos descubrimientos capitales hayan podido realizarse con instrumentos que nos parecen muy simples, rudimentarios o de precario funcionamiento, cuando faltaba aún toda una serie de datos experimentales.

El progreso de nuestros conocimientos, y en particular el desarrollo de las ciencias físicas, se efectúa por saltos bruscos, por discontinuidades, que corresponden a los descubrimientos importantes, seguidos de lentas aproximaciones, de acumulaciones pacientes y progresivas de los resultados nuevos.

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PRIMERAS APLICACIONES EN MEDICINA Y EN BIOLOGÍA

Los científicos alemanes Walkoff y Giesel fueron los primeros en anunciar, en 1900, que los cuerpos radiactivos recientemente descubiertos podían tener efectos sobre los seres vivos. Pierre Curie, colocó de inmediato una muestra de radio sobre su brazo, durante varias horas, para verificar el efecto anunciado. Marie Curie escribió: "Se le produjo una lesión, parecida a una quemadura, que se desarrolló progresivamente y tardó unos meses en curar". En 1901, H. Becquerel, que asistía a una conferencia en Londres, llevó consigo, en el bolsillo de su chaleco, un tubo que contenía una sal de radio y, a su regreso, comprobó que tenía una quemadura. Fue a ver a los Curie y les dijo, refiriéndose a la sal: "Me gusta, pero le tengo manía."

A sugerencia del norteamericano A. Graham Bell y de algunos médicos franceses, los doctores Danlos y Dominici, en particular, estas propiedades se emplearon muy pronto para tratar afecciones cutáneas, como ciertos tipos de cáncer. Era el inicio de la curieterapia.

Durante una estancia de G. De Hevesy, en Manchester, con Rutherford, éste le pidió que separara químicamente el radio D del radio G inactivo. De Hevesy no pudo lograrlo. En la misma época, en Viena, Stefan Meyer planteaba el mismo problema a F. A. Paneth, que tampoco consiguió resolverlo. El descubrimiento de la isotopía a cargo de F. Soddy y otros varios físicos, en 1913, les dio la explicación: el radio D y el radio G son ambos isótopos del plomo. El mismo año, De Hevesy pasaba una temporada en el Instituto del Radio de Viena e ideó, con Paneth, el método de los indicadores radiactivos, que emplearos por vez primera en un experimento de química analítica. Dos isótopos de un mismo elemento, que tienen por tanto las mismas propiedades químicas y físicas, se comportan exactamente de la misma manera en una reacción química o en un proceso biológico. Una cantidad pequeñísima de una isótopo radiactivo de corto período, que emite una radiación que permite detectarlo y seguir su rastro, se añade a un isótopo estable, o de período muy largo, del mismo elemento; es posible, de este modo, seguir ese elemento químico en todos los procesos en los que esté implicado.

En 1923, de Hevesy utilizó el radio D para estudiar el metabolismo del plomo en las plantas. Su método de detección, mediante un electroscopio de panes de oro, era lo suficiente sensible para no tener que recurrir a cantidades de plomo demasiado elevadas y evitar todo efecto tóxico.

Una aplicación muy interesante de los indicadores radiactivos fue la autorradiografía, una técnica ideada por A. Lacassagne y Mme. J.-S. Lattès, en 1924. se introduce un producto radiactivo en cantidad ínfima, en un organismo vivo; aquel se acumula en tal o cual parte de la planta o del animal; seguidamente pueden prepararse una serie de cortes, que se colocan sobre placas fotográficas y se revelan al cabo de un tiempo de exposición conveniente, lo cual proporciona por "autorradiografía" (examinada, si es necesario, al microscopio) la localización exacta de la acumulación del elemento químico al que se ha añadido el indicador radiactivo.

Hasta 1934 estos distintos métodos estaban necesariamente limitados a los elementos pesados con radiactividad natural, entre el talio y el uranio, que no tienen mucha importancia biológica.

La situación cambió por completo con el descubrimiento de la radiactividad artificial. Se hacía posible entonces la producción artificial de radioisótopos de los elementos químicos más importantes en biología, y su utilización como indicadores radiactivos. Esto fue señalado, en octubre de 1934, por Frédéric e Irène Joilot-Curie, en el Congreso de Londres, así como por E. O. Lawrence, quien anunció, en la misma época, la producción en su ciclotrón de un sodio radiactivo de un período de 15 horas.

En el curso del mes de septiembre de 1935, G. de Hevesy, entonces en el Instituto de Física de Copenhague, y O. Chiewitz, en el Hospital Fuisen de la misma ciudad, emplearon, por vez primera, un radioisótopo artificial, el fósforo 32, de un período de 17 días, como indicador radiactivo para el estudio, en la rata, del metabolismo del fósforo. Las ratas habían recibido algunos miligramos de fosfato de sodio, que contenía fósforo 32 como trazador. El estudio permitió concluir que un átomo de fósforo permanece alrededor de dos meses en el organismo de una rata normal, antes de ser eliminado.

Rápidamente aparecieron otras utilizaciones, en especial en Berkeley, bajo el impulso de Joseph Hamilton y de John Lawrence. Éste fue el primero en utilizar 32P en el tratamiento de la leucemia.

Se cuenta que E. O. Lawrence, para ilustrar su clase, se tomaba al principio de su exposición el contenido de un vaso de agua en el cual se había disuelto una tableta de cloruro sódico (Na Cl), que contenía un pequeño porcentaje del indicador radiactivo 24Na. A continuación ponía su mano encima de un contador Geiger-Müller y mostraba como circulaba la sal por su cuerpo y podía incluso antes de acabar la clase, con una segunda medida, dar una idea del decrecimiento del isótopo radiactivo. Los radioelementos de corto período se consideran inofensivos para el organismo, si se emplean en cantidades muy pequeñas, que desaparecen con rapidez.

El yodo radiactivo se utilizó, a partir de 1937, para el estudio del metabolismo del yodo en la glándula tiroides y para el tratamiento de las enfermedades de esta glándula. Al principio se empleó yodo 128, de un período de 25 minutos, y después yodo131 de 8 días de período.

La curieterapia se reemplazó por la cobaltoterapia, gracias a los rayos gamma muy penetrantes emitidos por el cobalto 60. Los neutrones y las partículas cargadas aceleradas sirvieron asimismo para la terapia de ciertos tipos de cáncer. La madre de Lawrence, aquejada de un cáncer no operable, habría sido la primera paciente sometida, con éxito, a un tratamiento por neutrones, en el ciclotrón de Berkeley.

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APLICACIONES EN MEDICINA Y EN BIOLOGÍA

Debe destacarse la aportación de la radiactividad artificial al desarrollo de la biología. La biología molecular, en particular, no habría podido obtener buen número de sus espectaculares resultados si la herramienta capital que constituyen los radioisótopos artificiales.

Los isótopos radiactivos del fósforo, 32P, del hidrógeno, 3H, del azufre, 35S, del carbono, 14C, han sido particularmente utilizados, puesto que se trata de elementos químicos con los que están constituidos los organismos vivos. Más tarde, ha sido posible fabricar radioisótopos de todos los elementos químicos, que abarcan una amplísima gama de períodos de vida media. La etapa siguiente ha sido la síntesis de "moléculas marcadas", es decir, de moléculas interesantes para la bioquímica, en las cuales un átomo estable se reemplaza por uno de sus isótopos radiactivos. Las moléculas marcadas tendrán las mismas propiedades, intervendrán en las mismas reacciones químicas que las moléculas estables ordinarias correspondientes, mucho más numerosas; las seguirán por tanto a todas partes, y se podrá descubrir su camino y sus asociaciones en el organismo por medio de la radiación que emiten. Estas moléculas pueden detectarse en concentraciones medias en extremo.

De esta manera, ha sido posible observar que la construcción de las estructuras moleculares complejas resultaba de una sucesión de etapas, cada una de las cuales aportaba elementos de estructura simple; ha sido así posible identificar el origen de cada uno de los átomos de las moléculas complejas. Se ha constatado que los constituyentes celulares son, al mismo tiempo, destruidos y formados por vías diferentes.

La biología molecular ha revelado que el esquema director del metabolismo se encuentra contenido por entero en el patrimonio genético, es decir, en el ácido desoxirribonucleico (ADN). Este resultado se apoya, en particular, en experimentos que emplearon moléculas marcadas.

En una célebre experiencia, Hershey y Chase prepararon un bacteriófago, cuyas proteínas estaban marcadas con 35S y cuyo ADN estaba marcado con 32P, con el que infectaron bacterias sensibles. Sólo el 32P penetraba en las bacterias, mientras que las proteínas, localizables por su azufre radiactivo, permanecían en el exterior; las informaciones necesarias para la multiplicación y la construcción de los constituyentes de los bacteriófagos están, por tanto, localizadas en su ADN y no en sus proteínas.

Se han empleado también moléculas marcadas para el estudio de los enzimas, de los metabolismos, de los mecanismos de regulación y del modo de acción de numerosos medicamentos.

Éstas moléculas han permitido estudiar el código genético, la biosíntesis de las proteínas, y hoy aportan su ayuda a la ingeniería genética.

El uso de moléculas marcadas, en particular de 3H, ha permitido la aplicación de la autorradiografía a escala celular, es decir, seguir visualmente las macromoléculas portadoras de núcleos radiactivos para determinar su avance y su localización en el interior de las células vivas.

La síntesis de una hormona marcada se realizó por primera vez en 1944, por un equipo pluridisciplinario constituido por F. Joilot, R. Courrier, A. Horeau y P. Süe. Las hormonas marcadas han permitido, después, identificar los correspondientes receptores moleculares y, por ejemplo, analizar los aspectos moleculares de la acción farmacológica de ciertas sustancias.

La dosificación radioinmunológica (RIA) realizada con moléculas marcadas ha conocido un gran desarrollo en estos últimos años. Su aplicación es habitual en los laboratorios médicos, en especial para la dosificación de hormonas.

Es posible evidenciar la distribución de un medicamento radiomarcado a escala de todo el cuerpo, de un órgano o de una célula, y estudiar sus modos de acción así como la farmacocinética.

Desde el punto de vista médico, los isótopos radiactivos se han empleado como indicadores para el diagnóstico y como fuente de radiación intensa para la terapia.

Entre los ejemplos históricos de diagnósticos efectuados con este procedimiento, cabe señalar el empleo del yodo radiactivo para descubrir enfermedades en la glándula tiroides. Cabe citar también la exploración del esqueleto por escintilografía mediante compuestos fosforados marcados con tecnecio 99 para localizar metástasis óseas de cáncer, y el diagnóstico precoz de deficiencias en la vascularización del músculo cardíaco por lesión coronaria, con ayuda de indicadores como el talio 201 ó el rubidio 82.

La circulación sanguínea y el metabolismo cerebral se han podido estudiar gracias a la radiación del yodo 123 radiactivo.

Entre los ejemplos de realizaciones recientes en este campo, cabe destacar un eficaz instrumento, la cámara de positrones que permite efectuar tomografías del cerebro. Se fabrica, con un ciclotrón, oxígeno 15, emisor de positrones de 2 minutos de período. Se hace inhalar oxígeno que contiene trazas de 15O. Este gas pasa a la sangre, e irriga en particular el cerebro. Se coloca alrededor de la cabeza del paciente una corona de detectores. Los positrones de 15O se aniquilarán al terminar su recorrido chocando con los electrones, dando dos radiaciones g de 0,51 MeV emitidas en sentidos contrarios. Si dos electrones indican que reciben señal, esto quiere decir que el punto emisor de las dos radiaciones está situado en la recta que va de uno a otro. La diferencia entre los tiempos de llegada de las dos radiaciones permite localizar el punto emisor sobre esa recta. Es posible realizar así una cartografía, con ayuda de una calculadora, del caudal sanguíneo en el interior del cerebro.

Por lo que se refiere a la terapia, la radiación g de fuentes intensas de 60Co o las radiaciones de diferentes tipos suministradas por los aceleradores de partículas se emplean de modo corriente en el tratamiento de ciertos tipos de cáncer, en asociación con otras terapéuticas (quimioterapia, cirugía,...).

Mencionemos también la utilización de trazadores radiactivos en biología vegetal y en agronomía (por ejemplo, en el estudio del metabolismo de los abonos fosfatados en las plantas). Se hace uso también de la radiación de los radioelementos o de haces de electrones acelerados para la conservación a largo término de ciertos alimentos, o la esterilización de materiales o instrumentos destinados a la medicina y a la cirugía.

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HERRAMIENTAS PARA LA HISTORIA: LA DATACIÓN Y LAS DETERMINACIONES DE ORIGEN

La desintegración espontánea de los isótopos radiactivos de largo período y la comparación de su abundancia actual con isótopos de referencia permite determinar la edad, es decir, "datar" ciertos acontecimientos del pasado.

Estos acontecimientos pueden ser de origen geológico o astrofísico, o bien pueden ser acontecimientos concernientes a la historia de la humanidad.

W. F. Libby ideó, en 1946, el método de datación mediante el radiocarbono: uno de los isótopos radiactivos del carbono es el carbono 14, emisor b - de 5.730 años de período. Las edades de este orden de magnitud corresponden perfectamente a las épocas históricas antiguas. El 14C se forma, en la atmósfera, de manera continua, por reacción nuclear provocada por los rayos cósmicos secundarios sobre el nitrógeno del aire. Se establece entonces un equilibrio entre su formación y su desintegración espontánea. Por lo tanto, la concentración de este radiocarbono ha sido sensiblemente constante en el espacio y en el tiempo. Los átomos de carbono radiactivo 14C y de carbono natural 12C se intercambian de forma regular, de manera que el gas carbónico que se encuentra de modo natural en la atmósfera contiene una proporción constante de 14C. Todo ser vivo, hombre, animal o planta, absorbe gas carbónico, y encontramos así 14C en toda la materia viviente. Cuando el ser vivo muere, el intercambio con la atmósfera cesa, y el 14C, cuya concentración era constante hasta entonces, comienza a disminuir, sin que haya nuevos aportes de 14C. Viene a ser un reloj, que se pone en marcha en el momento de la muerte del material vivo. La proporción de 14C en el carbono del espécimen medido establece así su edad. Gracias a los métodos de medida muy sensibles de la radiación b - emitida, ha sido posible remontarse hasta cerca de sesenta mil años atrás.

Este método ha sido aplicado, por ejemplo, al estudio de los restos de antiguas civilizaciones en el Valle del Nilo, desde el alto Egipto hasta el mar. Tales vestigios han sido descubiertos en el alto Egipto, correspondientes a fechas muy remotas (tres mil a dieciocho mil años a.C.); pero la antigua civilización egipcia, basada en el aporte periódico de aluviones fértiles por el desbordamiento anual del Nilo, no aparece, en el bajo Egipto, según las dataciones con carbono 14, hasta principios del Imperio Antiguo, hacia el año 3000 a.C. Los especialistas se preguntan las razones de esa aparición tardía. Recientemente, Jacques Labeyrie, que databa residuos de objetos orgánicos en las costas del Mediterráneo, del África Occidental y de las islas del Pacífico, descubrió que el nivel del mar era, antaño, mucho más bajo que hoy. Parece que alcanzó su nivel mínimo, unos 120 m por debajo del nivel actual, hacia 16000 a.C. antes de volver a subir poco a poco hasta 3 m por encima del nivel actual, hacia el año 3000 a.C.

El 14C no es el único núcleo radiactivo de largo período que permite medidas de datación. En geofísica, por ejemplo, se utilizan hoy núcleos radiactivos como el 36Cl de 300.000 años de período, o 10Be de 1,6 millones de años de período. Se han establecido nuevas técnicas de identificación y detección para estas mediciones.

Cabe vincular a estas mediciones de edad las investigaciones del origen histórico o geográfico de ciertos objetos trabajados por el hombre. La materia de que están compuestos estos objetos contiene, en general, diversas impurezas con un bajo contenido de ciertos elementos químicos, que es posible identificar mediante los métodos de la radiactividad: se irradia una muestra, de manera no destructiva, mediante neutrones o partículas cargadas y se forman así en las impurezas tal o cual isótopo radiactivo, emisor de rayos g . Unas mediciones muy precisas de la energía de esta radiación g , mediante detectores de germanio, permiten identificar, de una manera unívoca, las impurezas y por tanto el origen del material principal que constituye la muestra estudiada. La arcilla empleada en la antigüedad para fabricar cerámica o alfarería contiene trazas de impurezas que son específicas del lugar donde se ha extraído la arcilla. La obsidiana, con que están hechas las flechas empleadas por los indios de diferentes regiones de América contiene también ciertos elementos en estado de trazas, específicos del origen geográfico de la obsidiana. La técnica es aplicable también a la composición del vidrio o a las monedas antiguas.

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ANÁLISIS POR ACTIVACIÓN Y APLICACIONES INDUSTRIALES

El análisis por activación se emplea también en la industria, por ejemplo para medir las impurezas o las trazas de ciertos elementos en los metales y en las aleaciones.

En las galgas radiactivas, la absorción de la radiación emitida por una fuente permite controlar el espesor de un cartón o de una hoja de papel, y, por consiguiente, regular automáticamente las máquinas de producción. Introduciendo un radioelemento en un producto, puede seguirse su desplazamiento, por ejemplo para detectar fugas en una canalización enterrada.

La gammagrafía, es decir, la utilización de fuentes que permiten radiografiar piezas metálicas de cierto espesor, a fin de descubrir efectos tales como fisuras, se emplea también en la industria.

La esterilización de ciertos objetos, como los instrumentos quirúrgicos, se realiza hoy sometiéndoles a radiaciones suficientemente intensas.

Todos estos trabajos se realizan bajo un estricto control de la radiación, de acuerdo con una legislación que ha sido perfeccionada a lo largo de los años, al objeto de respetar las dosis de tolerancia admisibles, definidas para los operarios y para el público en general.

En ciertas condiciones, los rayos g o los electrones provocan la polimerización de ciertas sustancias, y esta propiedad se emplea para la conservación de obras de arte.

Señalemos por último las aplicaciones en ciertos peritajes judiciales: el análisis por activación ha permitido, por ejemplo, calcular la cantidad de arsénico contenida en los cabellos, que retienen de forma especial este elemento.

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EL EXPERIMENTO DE TOKAMAK

¿Cómo se puede manejar un plasma que tiene una temperatura de un millón de grados? A finales de los años sesenta, un grupo de físicos soviéticos del instituto de física atómica Kurchatov de Moscú, basándose en trabajos previos de los norteamericanos, se acercaron mucho a este objetivo. Su experimento tenía un diseño tan sencillo como ingenioso y funcionaba según el principio Tokamak (abreviatura rusa, que significa más o menos: "cámara toroidal de reactor"), actualmente quizás el método más difundido para conseguir la fusión. La base de un reactor Tokamak es un gran transformador de alta intensidad de corriente. Se compone de un gran núcleo de hierro cerrado, que en su primario lleva una gigantesca bobina con muchísimas espiras. Éstas son atravesadas por un fuerte golpe de corriente o por corriente alterna, generando así un intenso campo magnético variable en el núcleo del hierro. En el secundario, el reactor Tokamak lleva una sola espira: un tubo circular, el toro. Dentro de este tubo se encuentra el plasma, un gas millones de veces más tenue que el aire. Dado que el campo magnético varía con el tiempo, genera en el plasma un golpe de corriente o una corriente alterna de gran potencia, y el plasma alcanza así temperaturas fantásticas. En el histórico experimento soviético pasaban 100 000 amperios, que generaban durante un lapso de 5 a 10 milisegundos (una centésima de segundo) temperaturas de unos 8 millones de grados. De acuerdo con la débil radiación de neutrones que se producía, se podía determinar que realmente había tenido lugar la fusión, aunque en escasa cantidad.

El hecho de que las altas temperaturas del gas no dañaran la pared del interior del toro tiene una explicación: la intensa corriente en el plasma genera un fuerte campo magnético que rodea la corriente de plasma como un anillo, comprimiéndolo como si fuera un fino hilo. Los físicos llaman también a este fenómeno efecto "pinch". Gracias a este efecto, la pared del toro está protegida energéticamente del plasma caliente. En este contexto se dice que el plasma es recogido en una "botella magnética".

Para conservar el plasma el mayor tiempo posible en esta botella, se genera, por medio de grandes bobinas colocadas en el exterior paralelamente a la corriente del plasma, otro campo magnético de control ("toroidal"), que se superpone al campo de compresión. Mediante el adecuado dimensionamiento de las bobinas y de la elección de las fuerzas de campo se intenta mantener "tapada" la botella magnética el mayor tiempo posible.

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EL DESASTRE DE CHERNOBIL

Chernobil es una central nuclear ucraniana, 104 km al N. de Kiev. El 26 de abril de 1986, una serie de errores humanos provocó varias explosiones en cadena y la fuga a la atmósfera de grandes cantidades de material radiactivo, con más de 30 víctimas mortales y gran número de afectados por la radiación.

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