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Isaac Peral y Caballero
Isaac Peral,marino: Su biografía.
Isaac Peral,final: Cese en la Armada,su vida política y civil,su muerte y recuerdo.
La crisis de 1885 entre
España y el imperio Alemán, por la posesión de Las Carolinas, acelerará el
proyecto, que el 9 de septiembre
Peral comunicó a Pezuela, consiguiendo luz
verde a los pocos días y una consignación de 5.000 pesetas y los medios técnicos
y humanos del Arsenal de La Carraca.
El 5 de marzo de 1887 se iniciaron las pruebas. El buque tendría 61 toneladas de
desplazamiento, estaría armado con cuatro torpedos y su coste seria de 301.500
pesetas. Peral ponía en marcha un proyecto que había triunfado en la imaginación
de Julio Verne, pero que en la realidad había fracasado en cuantos intentos se
habían producido, desde El Tortuga de David Bushell en 1776, al Nautilus de
Robert Fulton; desde el Ictíneo I y II de Narciso Monturiol, a los ingenios del
español Cosme García, el bávaro Wilhem Bauer
o el Plangeur del francés Bugeois,
todos con resultados ciertamente negativos. Pero la realidad aconsejaba
construir pequeños barcos con suficiente capacidad destructiva para hacer frente
a los poderosos acorazados de las grandes potencias mundiales. El Holland y el
Narval reunían estos requisitos, pero su operatividad estaba en entredicho.
Peral, por su parte, estudió todos los aspectos del buque, desde el
tamaño, donde tuvo especial incidencia el coste económico; la propulsión
mediante dos motores de 30 CV, que impulsaban dos hélices gemelas; los
mecanismos de inmersión, mediante el denominado «aparato de profundidades»,
invención de Peral; la respiración; los sistemas de navegación, resolviendo el
problema de la brújula en cascos de acero o hierro, y los mecanismos para el
combate. Además, Peral también inventó el acumulador eléctrico que lleva su nombre,
un varadero de torpedos, premiado con Medalla de Oro en la Exposición Universal de
Barcelona, un proyector luminoso y una ametralladora eléctrica, entre otros.
Peral recibió todo el apoyo de las autoridades de Marina y la
autorización para adquirir en el extranjero los componentes necesarios, chocando
inmediatamente con los integrantes de las Comisiones de la Marina española
ubicados en las capitales de las grandes potencias navales e industriales del
momento, quienes no vieron bien la autonomía de Peral, al que pusieron toda
clase de obstáculos. Pese a todo, los componentes del barco se adquirieron en
Inglaterra, Alemania, Francia y Bélgica, con lo que la oposición al submarino se
hizo evidente y el adelantarse a las grandes constructoras navales europeas no
sentó bien en algunas instancias del Ministerio de Marina, que tenían intereses
particulares, hasta el punto de que se mostraron los planos del buque de Peral a
ingenieros ingleses y se les permitió visitar el prototipo, pese al carácter
reservado y secreto del proyecto.
Era evidente que Peral tendría que luchar no
sólo contra los elementos externos, sino también contra algunos departamentos de
la Armada española, pero Peral no se arredró, salvó múltiples barreras
administrativas, algunos «sabotajes» y el 8 de septiembre de 1888 se botó el
prototipo de Peral, creándose opiniones contrapuestas, que tuvieron su reflejo
en la prensa, la cual llegó a acusar al inventor de republicano y masón, además
de derrochador de los caudales públicos e inventor de un arma mortífera. Peral
hizo caso omiso y, defendiéndose de las acusaciones, prosiguió su tarea,
recibiendo por igual denuestos y felicitaciones, como la del adinerado indiano
Carlos Casado de Alisal, quien le donó 500.000 pesetas para proseguir sus
trabajos, con lo que la envidia y la murmuración se multiplicaron, llegándose a
acusar al inventor de negociante de oscuros intereses.
Cansado de las calumnias
y viendo que el Ministerio de Marina no salía en su defensa, ni invertía la
donación en el avance del proyecto, renunció a la misma en noviembre de 1889.
Además, tuvo que hacer frente a las críticas de sus antiguos compañeros Ruiz del
Arbol, Chacón y Pery, etc., que las plasmaron en artículos en la prestigiosa
Revista General de Marina, a la que no tuvo acceso Peral. Sin embargo, recibió
los más encendidos elogios del Nobel Echegaray.
Pese a todo, las pruebas del submarino continuaron en Cádiz y con éxito
absoluto, lo que llevó a Peral a ser homenajeado en Cartagena, dándole a la
calle Mayor su nombre. Tras varias discusiones con la Junta Técnica del
Ministerio de Marina, dividida en favor del nuevo buque y de su inventor, se
aprobó un extenso y completo programa de pruebas de velocidad, autonomía,
navegación y ataque, superadas con éxito por el prototipo submarino, lo que
llevó al entusiasmo generalizado en todo el país, a nivel oficial y particular:
felicitaciones de la reina regente, del gobierno, de las Cortes, de los
Ayuntamientos y de los particulares.
El 7 de Junio de 1890 se disparó por primera vez
en la historia un torpedo en inmesión. Fue un Whitehead de 350 mm. disparado por el
submarino de Peral, y que se conserva en la Base de Submarinos de Cartagena.
Sin embargo, el almirante Montojo fue una
excepción, ya que dudaba del éxito de las pruebas, lo que unido a un expediente
de concesión de la Laureada de San Fernando a la tripulación del submarino que
había realizado las pruebas - no al inventor -, reabrió la polémica, dirigida
por el instructor Víctor Concas y Palau, en otro tiempo secretario de la
Comisión de Marina de Londres, que en todo momento se opuso a Peral. Finalmente
la Laureada no les fue concedida, si bien recibieron otras condecoraciones de
menor importancia, siendo la de Peral inferior a la de la tripulación. Era
cierto que se habían detectado algunos fallos en la nave, sobre todo en la
propulsión electrónica, por la escasamente desarrollada tecnología de los
acumuladores, pese a lo cual el dictamen de la Junta Técnica de la Armada fue
favorable, aunque con observaciones críticas de Montojo, Heras, Bermejo y
Chacón.
El cambio de gobierno, que llevó de nuevo al Consejo de Ministros a los
conservadores de Cánovas y al almirante Berenguer al Ministerio de Marina,
supuso un golpe decisivo para hundir el proyecto. Berenguer desautorizó al
inventor, que no aceptó las condiciones impuestas por la Armada para construir
un segundo prototipo, que resultaba a todas luces improbable.
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