Susana,
con su vestido de fiesta y un peinado sofisticado estaba muy segura de
sí, hasta que se dio cuenta que todos llevaban ropa informal, algunos
incluso sólo ropa de baño, se sintió mal, fuera de lugar. Se acordó
de su último cumpleaños donde su tía Josefa, se acordó de su casa,
con sus viejas paredes de sillar, el techo de bóveda y piso de
ladrillo, se acordó de las gallinas picoteando los geranios, se acordó
de los maizales. Allá en su lejana tierra siempre sabía como
desenvolverse, ¿Pero aquí?
El
grupo de personas con las que se encontraba, comentaba sobre el caso
Lewinsky, alguien le preguntó qué opinaba sobre la actuación de
Kenneth Starr, no sabía quien era el tal Starr, tal vez un actor de
moda, se hizo la que no escuchó y se encaminó en dirección a la
piscina. Era la primera vez que asistía a un agasajo que el Banco
ofrecía en el club de verano. Rodeada de gente importante, con solícitos
mozos a su servicio, en un ambiente elegante, siempre soñó con estar
en un sitio así, las cosas transcurrían a su alrededor como en una
película.
-
¡Despierta! En que piensas mujer - Karen la Gerente de Operaciones la
tomó por sorpresa, en un primer momento pensó que la confundía con
otra persona, pero no, era con ella con quería hablar, con un ademán
la invitó a sentarse en un lugar apartado.
-
Este fin de mes termina tu contrato y la verdad es que no sé que
hacer contigo. Me informan que tu rendimiento está dentro de nuestras
expectativas, pero que tu comportamiento social no es el esperado;
como sabes para nosotros el buen trato a los clientes es prioritario y
para lograr eso necesitamos de personas que tengan facilidad para
relacionarse con el público, antes de tomar una decisión, quería
tener esta conversación.
Susana
se quedó helada, no sabía que decir, pensó en su padre inválido,
en su madre tan sufrida la pobre, en sus hermanos, todos esperaban
ansiosos el fin de mes para recibir el dinero que ella les mandaba,
trató de recordar la historia que inventó en la entrevista con el
jefe de personal, cuando ella le contó de las importantes relaciones
que su familia tenía en los medios financieros y el alto cargo que su
padre ostentaba.
Karen
la miraba fijamente estudiando cada uno de sus gestos. Era una mujer
de unos treinta y cinco años de aspecto agradable, de risa fácil y
muy amable, pero no podía dejarse engañar con su apariencia, su fama
la precedía, era fría, calculadora, despiadada.
-
Lo que pasa es que estoy teniendo momentos muy difíciles que me
impiden tener una vida normal. - Dijo Susana tratando de ganar tiempo.
-
Exactamente ¿que es lo que te pasa?
Susana
decidió improvisar a medida que hablaba, no tuvo tiempo para preparar
nada.
-
Mi papá está en el negocio de la construcción, tiene un proyecto
muy grande que necesita la aprobación de un alto funcionario público
amigo suyo - No se le ocurría nada, los nervios la traicionaban.
-
Que te pasa, estas muy nerviosa.
-
Es que debido a ese proyecto, he tenido que alejarme de mi casa y
ahora estoy viviendo sola - le pareció una buena salida, de esa
manera podía explicar por que vivía sola y su necesidad de dinero.
-
Por favor necesito el trabajo, otro día le cuento que me está
pasando, es un asunto muy delicado - Karen la miró pensativa y le
dijo.
-
Esta bien, ya hablaremos, pero que no pase mucho tiempo. - Se quedó
muy intrigada, de acuerdo al file personal, Susana era una chica de
clase media alta, bien relacionada, sin problemas económicos, que
seguramente aspiraba a un mejor puesto. Ya se enteraría de la
historia completa.
Esa
noche meditó en la historia que tendría que contar, se acordó de la
conversación sobre Clinton y pensó que tal vez algo por el estilo
serviría. Esperó toda la semana angustiada pero Karen no llamó.
Unos días antes de fin mes le renovaron el contrato por treinta días
más, por fin pudo respirar tranquila,
podría mandar el dinero a su casa y vivir otro mes.
Trató
de relacionarse con sus compañeros de trabajo pero era como un
inmenso muro que no podía pasar, ella venía de una realidad
completamente diferente, sus conversaciones le parecían frívolas,
sin sentido o tocaban temas que ella no conocía, el esfuerzo por dar
una imagen que no tenía la agotaba mucho.
Un
día, poco antes de la hora de salida,
Karen llamó. La Gerencia de Operaciones quedaba en el piso
dieciocho de la Sede Central, la secretaria le ofreció un café
mientras esperaba en una salita muy elegante, esperó muy poco tiempo,
pero a ella le pareció toda una eternidad, Karen la invitó a pasar y
le dijo que la escuchaba.
-
Señora, no se como empezar.
-
Susana, tengo una reunión en la gerencia general, así que por favor
sin rodeos.
-
Creo que estoy en cinta - Fue lo primero que se le ocurrió.
-
Tengo entendido que eres soltera, ¿tienes problemas con el padre?
-
¿Se acuerda del Funcionario público del que le hablé?
-
Sigue
-
Si estoy en cinta, él debe ser el padre.
-
¿Por eso ya no vives en tu casa?
-
Sí y no.
-
Karen, ya te están esperando - Felizmente su secretaria interrumpió,
Karen tomó unos documentos que tenía sobre su escritorio y la
comprometió para continuar otro día. Que suerte que fuera tan
ocupada, eso le daba tiempo para pensar como hacer creíble su
historia. Días después su jefe le comunicó que su contrato se
renovaba por un mes más.
-Susy,
sinceramente no sé que está pasando, aquí no hacemos las cosas así,
te toman o te dejan, pero no se hacen contratos mensuales - y le
entregó los documentos para que los firmara. Susana sintió un gran
alivio en su angustiante vida, treinta días más.
Cuando
vio a Karen en la inauguración de una exposición de pintura en las
galerías del Banco, se sintió mal, ¡Cuando se olvidaría de ella!
Tuvo que acercarse a saludarla, Karen le confesó que ella también
comenzó su carrera trabajando en ventanilla atendiendo al público y
que en esa época era muy tímida.
-
Bueno ya es tiempo que me cuentes todo de una vez. - Susana tomó aire
y en tono confidencial empezó.
-
Pues bien, mi problema comenzó una noche que mis padres invitaron a
cenar a varios amigos, entre ellos al Dr. Larraín y su esposa, papá
estaba interesado en exponerle su proyecto ya que según dice todo
depende de él, mamá de deshacía en atenciones, al notar que yo le
simpatizaba me pidió que me sentara a su lado y que procurara ser
amable con él.
Por
un momento tuvo que interrumpir su relato, el Sr. Jorge Del Olmo,
Gerente de Comercio Exterior, se acercó para saludar a Karen y se
quedó un momento conversando animadamente con las dos, ni bien se
fue, Karen le pidió que continuara.
-
Recuerdo que cuando me senté junto al Doctor sentí que puso su
rodilla junto a mis piernas, yo me separé un poco, pero después de
un rato sentí nuevamente su rodilla, creí que era una casualidad,
parecía una persona respetable y además su esposa estaba sentada
junto a él. En determinado momento se inclinó para pasarle
gentilmente una salsa a su esposa y al hacerlo se apoyó en mis
piernas.
-
¿Tú que hiciste?
-
Nada, parecía ser un acto totalmente inocente, nadie se percató, él
continuo conversando muy animadamente pero dejó su mano entre mis
rodillas, yo me sentí incomoda crucé las piernas pero él comenzó a
sobármelas y de paso me levantaba la falda, trató de que separara
las piernas, yo retiré mi silla un poco más atrás pero el mantel
cubría sus maniobras, tuve que fingir un malestar y retirarme a mi
dormitorio.
Los
aplausos no la dejaron continuar, la ceremonia estaba en su momento
cumbre. Karen se acercó a saludar a unos clientes importantes que en
ese momento ingresaban. Susana aprovechó la ocasión para
escabullirse, confiaba en que Karen ordenaría que le renovaran el
contrato.
Días
después Karen la mandó llamar a su oficina, su jefe le dijo que era
por lo de su contrato, otra vez el martirio, tenía que seguir
inventando, ya no podía parar. Cuando llegó, el Sr. Del Olmo estaba
con Karen, al verla la saludo amablemente y se retiró. Karen le dijo
a su secretaria que en lo posible no la interrumpiera y le pidió a
Susana que le siguiera contando. Susana siempre podía continuar sus
relatos justo desde donde los interrumpía, y ese día no fue la
excepción.
Le
contó que sus padres estaban felices con ella, que le comentaron que
el Dr. Larraín se quedó muy preocupado por su salud y que los
invitaba a pasar el fin de semana en su casa de campo, ella no quiso
ir pero no pudo negarse, sus padres le pidieron que procurara hacerse
amiga de las hijas del Doctor Larraín, le dijeron que si todo salía
bien seguro que cerraban el trato.
-
Recuerdo que ese fin de semana lo pasé casi todo el tiempo pegada a
mi mamá, no quise estar sola en ningún momento. El Domingo en la
tarde Carmen, la hija mayor, jugaba tenis con mi madre, yo seguía el
juego desde la segunda planta apoyada en una ventana, el Doctor se paró
detrás y comenzó a animar a su hija, poco a poco se fue pegando a mi
espalda hasta que me tuvo apretada contra la ventana, casi no podía
moverme, él comenzó a subirme el vestido con gran dificultad, no tenía
espacio para maniobrar. La situación era increíble, mis padres y su
familia seguían el juego junto a la cancha pero podían vernos.
-
¿Por que no te fuiste?, ¿Porque no gritaste?
-
Yo luché por evitarlo, pero él logró subirlo hasta mi cintura,
luego comenzó a quitarme la ropa interior, no podía de lo apretada
que me tenía, así que simplemente la rompió, sentí como toda su
virilidad pugnaba por ingresar, con sus rodillas me separo las piernas
y me obligó a inclinarme, yo grité y el gritaba también, todos creían
que estabamos animando el partido, estuvimos así hasta que él terminó,
luego de la forma más natural me acomodó el vestido y me dijo muy
amoroso "Querida dale la buena noticia a tu papi, ya tiene mi
autorización para su proyecto" -
Narró
con tanta pasión que por momentos ella misma se creía lo que estaba
diciendo, hasta terminó llorando, entre sollozos le explicó que
después de eso no pudo seguir viviendo en su casa, que sus padres no
saben nada y que por eso se pone muy nerviosa en ventanilla, que tal
vez esa sea la causa de su actitud frente a los demás.
-
No te preocupes, ¿Tienes alguna capacitación sobre comercio
exterior? o ¿Estudios en economía? Jorge necesita una asistente. -
Por
supuesto que dijo que si, ya inventaría algo, ella cual moderna
Sherezade siempre tendría una historia que contar, era la única
manera que tenía para poder sobrevivir.
Miguel
Angel Franco Ulloa
miguelangel_franco@yahoo.com
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