"Que
mal día, el trabajo de anoche se frustró completamente, no puedo
presentarme en casa sin nada en los bolsillos, sobre todo después del
tremendo lío que me armó mi mujer, se le ha metido en la cabeza que
la engaño con otra. Hace más de dos días que no voy a mi casa, no
tengo ni para el desayuno. Las nueve de la mañana mala hora para
trabajar, ya no hay gente en los paraderos, mejor me doy una vuelta
por el mercado, allí nunca falta una vieja descuidada y con dinero,
tal vez pueda conseguir algo de carne o fruta, ya que está en la ruta
primero pasaré por el hospital, puede que tenga suerte, los pacientes
siempre andan preocupados y no se cuidan los bolsillos."
Basilio
Aguirre “el Ficho” con el periódico en la mano se baja en el
paradero frente al hospital y comienza su trabajo, lo primero que
siempre hace es ver si no hay patrulleros o policías cerca, luego
analiza la mejor ruta de escape, mira a las personas a su alrededor en
busca de cualquier cosa de valor, usando el periódico que tiene en la
mano derecha examina descaradamente sobre los bolsillos de un señor
que viste un terno azul algo usado, nada, fiel a su costumbre se fija
en los zapatos que usan, la experiencia le ha enseñado que es un buen
parámetro para ver cuanto tienen en los bolsillos, están en mal
estado, mala seña, el grupo de personas a su alrededor parece ser
gente pobre, decide esperar un rato. Siempre que está desesperado se
acuerda de Dios, le promete que si le sale algún buen trabajito,
dejará esta vida para siempre, se le ocurre (para no parecer egoísta)
no pedir para él sino para su esposa y decir que lo necesita con
urgencia, siempre es bueno rezar y hacerlo con fe como dicen los
curas.
Media
cuadra más abajo, frente a la morgue ve un ataúd sobre la vereda y
no hay nadie cerca, cruza la calle y se acerca mirando hacia todos los
lados en busca de los dueños, pero aparentemente no están, no puede
creer en su buena estrella, al llegar junto al ataúd ya tiene un plan
trazado, lo empuja con la rodilla para calcular el peso, siempre
mirando rápidamente a su alrededor, nadie se fija en él. El cajón
es de madera, está pintado de negro, no tiene un buen acabado, las
hebras de la madera se sienten al tacto y está sin adornos metálicos,
pero aún así puede sacar un buen precio, se acuerda de su promesa a
Dios, le da las gracias por el "milagro" y piensa que tal
vez le compre algo a su esposa.
Para
un taxi que se aproxima, en el techo tiene una especie de parrilla
para llevar bultos, le pide al chofer que le ayude a subir el cajón,
tratan de levantarlo, pesa más de lo que parecía, un policía se
acerca, cuando lo ve venir se pone a transpirar muy nervioso, ya es
muy tarde para escapar, piensa rápido en una excusa, el policía al
ver que el féretro está a punto de caer toma uno de los extremos y
los ayuda a subir el cajón al techo del vehículo al tiempo que le
pregunta si el muerto es su pariente, él le dice que sí, que es para
enterrar a su esposa.
Ni
bien terminan de acomodar el cajón, le pide al chofer que lo lleve lo
más rápido posible a Miraflores a la sexta cuadra de la avenida
Sepulveda, el policía pregunta si pueden llevarlo, que él también
se dirige a esa cuadra, tiene que investigar un caso de suicidio de
una pobre mujer que se ha matado por celos, se ve obligado a decir que
si, ¡que tal descuido!, con la prisa por escapar, tuvo que dar la
dirección de su casa, que mala suerte, seguro que si investigan el
policía se va a acordar de él, pero ya es tarde para arrepentirse.
Durante
todo el trayecto piensa como despistar al policía, como dejarlo en
otro sitio sin que sospeche, pero se le acaba el tiempo antes de que
se le ocurra algo, algunos vecinos que lo ven llegar con el ataúd se
aproximan a darle el pésame, él pone una cara de congoja muy
apropiada para la ocasión y le dice al policía que hasta allí no más
lo puede traer, el chofer con los vecinos ya están bajando el cajón,
el policía mira la casa donde meten el ataúd, saca una libreta de
uno de sus bolsillos y después de verificar algo le pregunta,
-¿Es usted Basilio Aguirre, el esposo de la víctima? –
Miguel
Angel Franco Ulloa
miguelangel_franco@yahoo.com
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