Capitulo 7

21 de Enero de 1978. Pileta de Gimnasia y Esgrima de Santa Fe. Acto inaugural de un torneo de natación.
Las delegaciones de los clubes participantes habíamos sido concentradas a un costado del natatorio. Los organizadores del torneo, siguiendo la moda de entonces, no encontraban mejor manera de deleitar al publico y autoridades presentes que hacernos desfilar por el costado de la pileta encolumnados detrás de la insignia representativa de cada club. En otros torneos, este remedo castrense era acompañado con los acordes de la marcha del deporte, de letra siempre ininteligible. Esta apertura, sin embargo, fue musicalizada con la canción oficial del mundial. No había argentino biennacido que ignorara la importancia de tamaña justa deportiva para cambiar la alicaída imagen de nuestra amada República.

A medida que ingresábamos de a dos en fondo, un par de conscriptos nos entregaban unos pequeñas pelotitas de fútbol, que cabian en la palma de la mano y tenían las siglas EAM '78 estampadas. Nos explicaron que era una atención del Ente Autartico Mundial '78 . Mientras trataba de descifrar la criptica palabra "Autárquico" esperamos a que todos los demás clubes se formaran alrededor del escenario de competencias. Luego de entonar las estrofas del Himno Nacional, nos aprestamos a soportar el abuso de la palabra de un coronel o brigadier, no es exacto mi recuerdo. Mientras los minutos se sucedían lánguidos, los nadadores ensayaban diversas posturas esperando la ansiada desconcentracion. Todo nuestro equipo había fijado los ojos en el favorito local, el cual estaba indudablemente nervioso. Teníamos la certeza que uno de los nuestros, hasta entonces apenas conocido para el resto del país, iba a derrotarlo en los 1500 metros libres. El divertimento fue doblemente provechoso, ya que por un lado apenas se tuvo en cuenta la pieza oratoria y, por el otro, ayudamos en la guerra sicológica. No solo nuestro compañero ganó, sino que estableció un récord argentino, algo que el Ateneo no tenia desde el retiro de Luis Alberto Nicolao.

Toda esta euforia deportiva malograba cada día más mi perfomance estudiantil. Terminaron las competencias y se suponía que tendría que preparar alguna materia. Fui la ultima semana de febrero a pasar unos días con mi familia a Mar de Ajó.
Mis padres iban temprano a la playa y yo me quedaba en la casa estudiando. Cerca del mediodía, esperaba a que el diariero trajera "La Nación" y se la alcanzaba a mamá que estaba siempre leyendo un libro en la carpa.
Me preguntaba
- ¿Alguna novedad? -
- No, no salió nada-
Invariablemente, la lista de gente detenida que pasaba a disposición del PEN era reacia a incluirla a Mariel. El ansiado blanqueo para mi hermana no se producía, y el tiempo empezaba a acumularse.

Luego de esta primera lectura del diario, mamá acudía a una sección que yo encontraba de mal gusto leer, siquiera superficialmente.
Deslizaba ella cuidadosamente el índice de aviso en aviso. A veces la búsqueda era provechosa. Le comentaba a papá
- ¿Sabes quien se murió. . . ? -
El invierno llegó y el comienzo del Mundial se aproximaba. El deporte que algún comentarista calificara entusiasmado de "pasión de multitudes", en lo que a mi concernía no provocaba el más pálido sentimiento. En casa teníamos conciencia cabal del manejo propagandístico del evento. A pesar de esto Papá, en sus años mozos ferviente practicante de esa disciplina, disfrutaba de antemano el inminente festín de buen fútbol. Me ponía de pésimo talante escuchar las declaraciones que hacían, en las cuales, con hipócrita humildad, hablaban del sacrificio que era entrenar. ¿Como la gente valoraba más a esos jugadores rentados y no al amateurismo? ¿Como era posible que creyeran todo lo que decían los medios? . En este aspecto, como en el de Mariel, yo sabia que la mayoría estaba siendo manipulada. De cualquier manera, y abdicando de mis pruritos deportivos, me parecía que era mas positivo para nuestra incertidumbre una buena colocación en el campeonato. Mamá tenía la consigna acordada con el resto de las madres, que extranjero que encontrara, extranjero que debería conocer por boca directa la realidad argentina. Además, y esto era opinión de nuestra familia, quizás los militares con un triunfo deportivo abandonaran esa postura y dijeran donde están. Quizás.

Los días que duró el campeonato todo Buenos Aires se condiciono al cronograma de eventos. Hubo excepciones, entre las que jactanciosamente me incluyo. El 2 de junio, en el momento en que Argentina jugaba su primer partido, Alejandro y yo estabamos entrenando en la solitaria pileta. Compartiendo nuestra acuática protesta, Osvaldo cronometraba el trabajo. De esa sesión de trabajo, extraigo el inefable recuerdo de haber sido ajeno a la masificacion de esos días.
Susana C. se había radicado en Buenos Aires. La UCA la había becado para que estudiara en sus aulas y la representara. Alejandro y yo en ocasiones entrenábamos en doble sesión, es decir a la mañana y a la tarde. Luego de las sesiones matinales nos quedábamos hablando con ella acerca de sus experiencias como nadadora internacional. El tema obligado era su participación en los juegos olímpicos de Montreal. Siempre surgía alguna anécdota nueva.

En una de esas ocasiones refirió cuando todos los atletas fueron a la Casa Rosada para despedirse del presidente. A pesar de que habían transcurrido ya dos años de ese suceso retenía detalles mínimos. Le pregunte
- ¿Y lo viste personalmente a Videla? -
- Por supuesto, si hasta me dio la mano-
- ¿En serio? ¿Y que te parecio? -
- Una persona muy correcta. . . pero muy inquieto. Estuvimos poco tiempo así que mucho no te puedo decir-
En el vestuario le comenté a Alejandro
- ¿Viste? no dijo nada del tipo ese. . . "muy inquieto" ¿será así porque la madre es norteamericana o yo estoy loco? -
- No, que la madre sea norteamericana no tiene nada que ver. Además que hace como diez años que esta en la Argentina. . . me parece que no sabe bien que esta pasando. Además, no te olvides que es de Bahía Blanca-

- ¿Y con eso, que? -
- Que esta lleno de milicos. Vos viste que siempre cuenta que nadaba en la pileta de 50 metros de Punta Alta-
- No entiendo. . . nadar en pileta de 50 es mejor que en pileta de 25, ya lo se. . . ¿que tiene que ver? -
- Que es la pileta de la Base Naval. . . de la Marina-
- Ah. . . ahora entiendo-
Permanecí un rato en silencio. Después agregué
- Mirá, se de cuenta o no, igual me tiene loco. . . creo que la voy a invitar a tomar algo. . . no se-
Mi bravuconada quedó en eso, un exceso verbal. Pasaban los días y yo, recordando el fracaso de Marta, no quería remover un aspecto de mi vida que aparentemente tenia bajo control.

Un día papá se canso de mis evasivas respecto a la facultad y quiso una definición mas exacta. No supe bien porque, pero le mentí. Dije que tenia aprobada una cantidad de materias que ni remotamente se aproximaban a la realidad. Su expresión de alivio me hizo sentir como un traidor. Había descubierto lo fácil que era mentir, pero no podía disfrutar de ese hallazgo. Una sensación de culpa me atenazaba el corazón y me era difícil mirar a mis padres a los ojos sin pensar en lo desleal que era mi proceder. Sin embargo era mas difícil blanquear la situación. Quizás en el futuro mediato podría aprobar alguna materia libre y, ya con los estudios un poco más encaminados , podría aclarar las cosas. Mientras dudaba sobre que hacer, pasaba el tiempo y las mentiras del gobierno me hacia sentir un poco menos culpable.

En la Argentina el tema de los desaparecidos había llegado, aparentemente, a un punto muerto. Mama junto con las cada vez más conocidas Madres de Plaza de Mayo peregrinaba estérilmente por la plaza y los despachos. La consigna era insistir, hacer oír la voz, que la gente tomara conciencia. En una actitud deplorable de la influenciada opinión publica de entonces, se las motejaba de "Locas". Nadar en el Ateneo, lugar aglutinante de la derecha católica, me sometía al vejamen de soportar comentarios despectivos respecto a todo lo que fueran derechos humanos, Madres y desaparecidos. Para el asociado medio del Ateneo, todas eran "zurdas" y justificaban el comentario paragubernamental. Si no les preocupaba hace unos años con quien andaban los hijos. . . ¿para que andan llorando ahora?

Algún socio se confundía con mi corte de pelo y me llamaba aparte.
- Miguel, a usted se lo ve como un muchacho serio. Seria bueno que se junte con gente joven, de su edad, y que empiecen a charlar del futuro del país. . . pero en forma sana, no como esos. . . bueno usted sabe. . . para que después ud. mismo no sea un desaparecido. Tienen que hacer algo, yo ya estoy viejo, pero siempre hay gente con ganas de guiar a los jóvenes. Si usted quiere yo le presento algún sacerdote. . . pero píenselo, no hay que ser indiferente. . . -
Yo no entendía como podía ser tan crédulo ante mi ficticio interés. No bien daba la vuelta yo retornaba a mi trabajo de concentración antes de entrenar. Política. . . suficiente con mi hermana.

Con Susana , admito que asesorado por Osvaldo, había cambiado de táctica. Explotando la soledad que siente cualquier chica de dieciocho años en la capital, me había limitado a estar cerca de ella. Sin explicitarlo con palabras, le hacia llegar señales claras de mis afectos. Simplemente estaba ahí. Desde hacia unos meses toda mi carga de ansiedad se había transformado en esperanza. Me decía que quizás el mañana fuera más benigno con mi corazón y, sencillamente, aguardaba. Un viernes a la noche, luego de entrenar, quise pasear mi melancolía por la calle Corrientes. Con el pelo húmedo y mi bolso al hombro arrastraba los pies disfrutando ese momento. Escuche su voz

- ¿Donde vas? -
Sorprendido, gratamente sorprendido, le devolví la sonrisa.
- ¿Con vos. . . ? -
Asintió divertida con la cabeza y caminamos unas cuadras, apenas hablando. Nos sentamos en un local de comidas rápidas, en Corrientes y Callao. De natación, apenas una ligera acotación. Queríamos saber más del otro. Yo deseaba contarle lo de Mariel, un secreto revelado solamente a los que me inspiraban confianza. Le pregunte como era su familia.
- Somos mi hermano y yo. . . -
- ¿Y hablan ingles en tu casa? -
- Con mi mamá si, pero con mi hermano en español, digo, en castellano-
- ¿Y con tu papá. . . ? -
Enmudeció y pareció ponerse tensa. Luego de algunas vacilaciones dijo

- Te voy a decir algo que solamente lo sabe Osvaldo, nadie más en el equipo. . . ahora te lo cuento a vos, pero te pido que guardes el secreto. . . -
Hice un gesto afirmativo
- . . . they are divorced, sorry, quiero decir que están separados, bueno papá viene cada tres o cuatro meses a casa pero desde hace mucho que vive en La Pampa. . .
Me contó detalles de la situación, que no es el caso referir. Llego luego mi turno con lo de Mariel. Creo que se puso mas tensa ella con esa revelación que yo con lo de sus padres.
Comentó al fin
- Te entiendo, pero los terroristas son. . . a Papá cuando estaba en la Universidad lo amenazaron muchas veces, hicieron pintadas. . .

Empece a explicarle la diferencia entre los terroristas que ponían bombas y hacían atentados, y la militancia de mi hermana. Creo que ella fue una de las primeras personas que, sin tener un familiar o un conocido desaparecido, entendió mi situación.
La acompañe a la pensión de la calle México y volví alegre como hacia tiempo que no lo estaba. Hay una posibilidad, pensaba y analizaba cual seria mi próximo paso.
El tres a dos de la final Argentina- Holanda, fue recibido en casa con beneplácito. A la genuina satisfacción deportiva, exteriorizada como cualquier otro argentino , agregábamos una tenue especulación sobre la liberación de Mariel. Las semanas subsiguientes se deslizaron trascendidos, que nadie podía indicar con precisión donde se originaban, acerca de la opción para salir del país. Se citaban relatos de estudiantes centro americanos que, detenidos en La Plata, habían estado en lugares con montañas y mucho frío. Suponíamos que eran los campos de concentración que existían en la Patagonia. Los estudiantes en cuestión habían sido liberados con la condición de no volver a la Argentina. Contaban que quedaba mucha gente todavía en esos lugares. ¿Estaría mi hermana ahí?

El 24 de agosto fuimos a un torneo en la Escuela Naval en Río Santiago. Mientras nos cruzaban en una lancha hacia nuestro destino, pensaba que podría ocurrir si alguien sabia lo de Mariel. Fuimos recibidos cordialmente por los anfitriones, que nos acompañaron desde el muelle hasta los vestuarios. Luego del torneo nos agasajaron en una mesa especialmente dispuesta, con una prolijidad digna de destacar. La pulcritud de sus uniformes, lo ameno de las conversaciones, demostraba una sólida formación en la parte de relaciones publicas. En ningún momento se hablo de política o de algún tema urticante. Viéndolos tan afables y amistosos, me pregunte si todos los militares eran así. Si hasta casi parecían incapaces de hacer algo violento. Me vino a la memoria el comentario de Susana respecto de Videla. Había algo que no entendía. ¿Como gente tan educada podía permitir que existieran campos de concentración? Quizás Videla había dado la orden de combatir a los subversivos y después la situación se le fue de las manos. Claro, los que vinieron a casa no parecían tan pulidos, tal vez era sargentos o cabos y estaban apañados por algún general un poco bruto y no sabrían como decirle al Presidente la cantidad de gente que metieron presa. El lío que se les iba a armar cuando se descubra todo. Pero. . . ¿por que Videla no quiso escucharlo al Negro? ¿Porque a las Madres no les daban audiencia?

A mediados de septiembre papá me hizo una invitación.
- Te doy una noticia. Vos, mamá y yo vamos en el verano a Europa-
¿Y dejar de entrenar? pensé. No gracias
Después de una conversación no muy amigable, me dijo
- ¿Sabes una cosa? vos y tu natación me tienen un poco cansado. Va Myriam en lugar tuyo-
En noviembre descubrí espantado una realidad. Le conté a Alejandro.
- Si ahora en diciembre no apruebo por lo menos una materia quedo libre en la facultad. . . mi viejo me mata-
- Eso te pasa por no charlar con el. . . por no querer ver la realidad, si a vos te gusta nadar ¿porque no se lo decís? . Vivís engañándote. . . ya te paso con Marta, pateas siempre la solución para adelante, como si en la próxima fecha de examen las cosas fueran a ponerse mejor. . . ¿o vos te pensas que los profesores te van a aprobar porque si? . . . Habla con el, decile-

- No, ni loco. . . voy a ver como me arreglo-
No hice nada. Solamente nadaba y no pensaba en lo que se avecinaba. Llego diciembre, y el peligro de un enfrentamiento armado con Chile. Uno de los profesores del Ateneo, el que llamaban el turco, fue convocado a un periodo de re- instrucción militar. Con sus 26 años y su opinión acerca de los militares, tuvo que tolerar un trato humillante, por el solo hecho de ser "civilacho". Pasado el pico máximo de tensión volvió al club y a unos pocos nos confió la rabia y la impotencia de escuchar crueles comentarios sobre los desaparecidos y "las locas de la plaza"
El 30 de diciembre mis padres, junto con Myriam, viajaron a Europa. Ese 31 lo pase con mis abuelos y Mariano. Pocas veces desee tanto que llegara la hora del brindis. Hecho este, me acosté; desde la cama los festejos me llegaban distantes y ajenos a mi humor.

Mis abuelos se llevaron a Mariano a Mar de Ajó y me quede solo en Buenos Aires.
El dos de enero, al empezar a entrenar extrañe la ausencia de dos personas. Susana, que había viajado a Bahía para pasar el fin de año con su familia, no había regresado aun. Me llamo la atención este hecho, ya que ella detestaba perder alguna sesión de entrenamiento. Pero más extraño todavía me pareció la no concurrencia de Alejandro. Al mediodía y aprovechando que nadie me esperaba en casa, me autoinvite a almorzar con los Echeverría. Me abrió la puerta la hermana, que se encontraba discutiendo con la madre. Alejandro estaba hablando por teléfono con una flamante novia, y se negaba a interrumpir las mutuas confesiones de amor para tender la mesa. Ya que me consideraban de confianza, madre e hija no interrumpieron sus argumentaciones y me brindaron la confirmación de que no solamente en mi casa Marielina discutía a los gritos. Como si nada sucediera, me senté cerca de Alejandro a burlarme un poco de su rol de novio . El no resistió la presión y apresuro la despedida.

Le pregunté
- ¿Que te pasó? ¿comiste mucho pan dulce y te sentís mal? -
- Veni a mi cuarto. . . -
Con aire de misterio me invito a pasar y cerro la puerta.
Anunció grave
- Dejé de nadar-
Ni por un instante pense en una broma. Cuando el usaba esa inflexión de voz, era decisión tomada. Continuó
- . . . lo estuve pensando. Ya tengo casi veintiuno y estoy atrasado en la facultad. Estoy tercero en la Argentina y esto no es fútbol que te pagan. No se si algún día seré el mejor. . . -
- Pero si con Osvaldo vas a andar bien-
- Suponete que hago récord. . . ¿Y después que? -
Me di cuenta que usaba la misma argumentación que papa. El le decía a Mariel "Llegan al poder. . . ¿y después que? " Con natación el mismo caso. "Sos el mejor en el agua. . . ¿y que haces con eso? "

Prosiguió con la enumeración de argumentos.
- En la facultad estoy re- atrasado. Si me quiero casar tengo que recibirme antes-
Me tomo de improviso. Inquirí
- ¿Pero que? ¿va en serio con Graciela? -
Con la resignación e hidalguía que tienen los varones al descubrirse flechados por Cupido, asintió con timidez.
Me mordí divertido el labio inferior mientras sacudía la cabeza.
- Pero vas a ir en cana. . . si le llevas cuatro años. -
- Si, pero de aquí hasta que me reciba van a pasar como tres años-
Me extrañaba lo repentino de su determinación.
- No entiendo, si la semana pasada estabas entrenando fuerte-

- ¿Sabes cuando lo decidí? el 31 a la noche. Un tío me dijo "El que nada, nada" Y si sigo en el agua no voy a ser nada. -
- ¿Que tío te lo dijo? ¿Fue. . ? -
Me interrumpió
- No importa quien lo dijo. Hay un momento en que tenes que hacer un análisis de tu vida, de la realidad. No podes vivir engañándote siempre. Hay que ser realista, para la natación argentina ya somos viejos. No es como los yanquis que a los mejores nadadores se los beca en la universidad. Acá, si queres ser algo, tenes que ser un futbolista o tener un titulo universitario. Yo no puedo ver que mi viejo se esté rompiendo para que yo nade. Si el quiere que yo no trabaje, es para que termine la carrera, no para que tenga el récord argentino de los 100 pecho. -

- Si, pero si fueras un futbolero que te pagan. . . -
- Tenes razón, "si fuera". Pero no lo soy. ¿Vos te pensas que fue fácil reconocer que todos estos años me estuve engañando? Hay muchos "si fuera". Si tuviera condiciones y estuviera en la universidad de California seria campeón olímpico. Pero no es esa la realidad. Me dije "basta, la realidad de este país es así ¿que hago entonces? "-
Me vino a la memoria un comentario recurrente de Osvaldo.
- Tenes razón. Osvaldo siempre lo cita a Ortega y Gasset. "Yo soy yo y mi circunstancias". -
- Entonces ¿tengo o no tengo razón? . Yo ya me decidí. . . y no sabes lo aliviado que me siento. Ahora me puedo concentrar con todo en el estudio. Te digo. . . vos también deberías pensarlo-

A pesar que entendía perfectamente sus razones, me parecía que mi caso era distinto. Contesté
- No. . . sabes lo que pasa. . . me gusta nadar. . . además vengo mejorando-
Alejandro se dio una sonora palmada en la pierna.
- ¡Pero no! ¿ves como te engañas, ves? . Reconocelo: nunca vas a ser el mejor de la Argentina. Vivís en una nube. Acordate a que edad te federaste ¡a los 19!. A esa edad la gente en este país deja de nadar. ¿Porque no queres ver la realidad? No va, la natación no va. . . Y lo peor de todo que también vivís engañado en la facultad. Si no te gusta ingeniería, deciselo a tu viejo. Te lo vengo repitiendo desde hace mucho. . . ¿a ver? ¡claro! Desde que te federaste. Me acuerdo que vos te federaste en noviembre del '76 y en diciembre te fue mal en una materia ¿te acordas? nos dijiste a Gustavo y a mi que seguro que en marzo la ibas a sacar, que tenias el palpito. Y también te reventaron. ¿Sabes lo que dijo Gustavo? Que vos creías en los Reyes Magos. Nos pareció que creías en soluciones mágicas, que un día te iban a llamar de la facultad para decirte que habías aprobado por el solo hecho de insistir. No es así. La realidad es otra, durisima-

Sus razones, y la seguridad con que las había expuesto, me habían demolido. Era como si, en un chispazo de lucidez, me hubiera asomado al infierno del Dante. Una realidad previamente intuida, se plasmaba en un termino acuñado por Osvaldo, los "monstruos mentales". Esa charla con Alejandro me hizo tomar conciencia cabal de mis actitudes escapistas. Nadaba porque me gustaba el deporte. Pero al mismo tiempo nadaba porque esa actividad rutinaria y exigente mantenía la mente ocupada de los problemas originados justamente por la natación. El agua generaba el conflicto y a la vez prodigaba un consuelo efímero e incompleto.
Como si hubiera probado el fruto del árbol del bien y del mal, volví al día siguiente a la pileta. Me arroje al agua con la tristeza de saber que, a partir de entonces, cada entrenamiento seria un entrenamiento menos; cada minuto, un minuto menos. Legaría algún día en que fuera el ultimo como nadador. ¿que vendría entonces? . No quería pensar en el mas allá después de ese día. Nadé a desgano, sintiendo que todos mis ideales deportivos se relativizaban ante la inminente vida de adulto. Si no aceptaba los hechos, seguiría un tiempo más en ese mundo ajeno al verdadero. Pero dar paso tan trascendente me angustiaba. Me preguntaba porque no me había percatado de la realidad tal cual lo había hecho Alejandro. ¿Habría otras cosas que yo no quería saber? .

Promediando la mañana Osvaldo detuvo el entrenamiento. Parada a su lado estaba Susana. Me alegre de verla y le dije desde el borde de la pileta
- Desde el año pasado que no te veía-
Me sonrío tristemente. Osvaldo empezó a hablar.
- Susana viene a despedirse. . . -
La mire deseando que no fuera verdad
- . . . se pasa a otro club. Yo respeto su decisión y le deseo la mejor de las suertes-
Creí morir. Primero se había ido Alejandro. Ahora Susana. Me iba quedando solo en el club. Si no había concretado nada siendo compañeros de equipo, de nada valdría abrigar algún tipo de esperanza. Algunos salimos del agua para darle un beso de despedida. Prolongué el húmedo contacto en su mejilla. ¿Volvería a verla? . Sus ojos azules se alinearon con los míos.

- Adiós-
Nunca odie tanto esa palabra. No permitía ningún tipo de reencuentro, algo que yo deseaba con todo mi corazón. Conteste en ingles
- See you later-
Verla más tarde era toda mi esperanza.
Esa noche en casa, mientras compartía con mi soledad una insípida comida me sentí terriblemente desamparado. Mis padres en Europa, Marielina Dios sabia donde, Susana alejándose de mi. . . ¿que seria de mi con toda esa angustia? . Los caminos del Señor son inescrutables, nos repetían en el colegio. Mi futuro era incierto y si algo podía aventurar, eran funestas predicciones. Me acosté angustiado. . . ¿Que seria de mi vida?
Pasó esa semana y se aproximaba el lunes 15 de enero. Me había fijado esa fecha para empezar a preparar alguna materia para rendirla como alumno libre. Era consciente que si como alumno regular había sido difícil aprobar alguna, en esa situación de libre la tarea seria mucho mas difícil. Confirmando el análisis de Alejandro, confiaba en alguna solución mágica. Quizás preparándola con tiempo tendría éxito.

Ese lunes a las ocho de la mañana sonó el teléfono. Al reconocer la voz me puse nervioso. Susana me decía del otro extremo
- Te llamé para recordarte tu promesa de empezar hoy a estudiar-
Todavía había una esperanza, me dije. Era obvio que había una razón oculta detrás del recordatorio. Tome coraje y la invite a salir y para dicha mía aceptó.
Hasta que se hizo la noche, me repetía a mi mismo: "¿viste que nunca hay que abandonar las esperanzas? ". Estaba casi seguro que las cosas iban a salir bien, pero siempre existe ese atisbo de inseguridad, que hace que la vida no sea rutinaria.
Llego la noche, la cita y su respuesta favorable. Hasta que no sellamos nuestro compromiso con un beso, no podía creerlo. ¡Eramos novios!

La dejé en la pensión y fui directo a la casa de Alejandro, a comunicarle la buena nueva. Después de calmar mi euforia contándole con lujo de detalles el dialogo previo, me acomode en el sillón.
- Ale, ¿te acordas de esa frase "El placer de desear es más intenso que el placer de poseer"? -
- Si. . . -
- Vos sabes que me siento mejor ahora que poseo, que cuando deseaba -
- Y vos te reís cuando hablo por teléfono con mi novia-
- Ahora te entiendo. . . soy feliz. . . nunca me había pasado esto. -
Luego de una pausa, agregué
- ¿Sabes que? Estoy enamorado-
Su estrepitosa carcajada rompió el encantamiento que traía. Fingiendo estar ofendido, lo acuse de bestia insensible, lo cual acentuó su hilaridad. Finalmente, también yo rompí a reír.

Esos primeros idas de noviazgo fueron un paraíso. La palabra amor, tantas veces pronunciada y otras tantas escuchadas de otros labios, cambió. Amor significaba Susana, y pensar en ella me inundaba de una delectación nunca antes conocida. Después de la ruptura con Marta había estado buscando alguien en quien refugiarme, que llenara los vacíos cada vez mayores que se iban agrandando dentro mío. La espera había sido larga, a tal punto que casi había abandonado toda esperanza de conquistarla. Le agradecía a Dios semejante bendición. En ocasiones me asombraba de lo impredecible que es la vida. Recordaba cuando leer su nombre en los diarios no me provocaba mas admiración que el de cualquier otro campeón. Y luego, sin sentirme digno de su afecto, caminábamos en silencio tomados de la mano. "Ojalá - deseaba - que las otras sorpresas que me esperan en el porvenir sean así de agradables".

La primera semana de febrero mis padres volvieron de Europa. Al ir a Ezeiza a recibirlos descubrí que no eran los únicos argentinos que hacían uso del cambio favorable. ¿Serian correctas las medidas económicas como para permitir que tantos compatriotas viajaran por ahí? . Quizás los militares fueran lo que eran, pero yo no recordaba que en el pasado viajara tanta gente al extranjero. Tal vez con la economía saneada, y al disminuir la agitación social, la guerrilla se vería fuera de lugar con sus reclamos y tendría que replegarse. Entonces "los recuperables" serian liberados. Marielina nunca había sido violenta, podíamos abrigar algún tipo de expectativa sobre su liberación.
Durante el viaje de regreso el auto era un ejemplo móvil de nuestros antecedentes italianos. Todos nos contábamos a gritos las novedades y, muy contentos, pensábamos que el resto de la familia entendía algo de nuestras ansiedades. Llegamos a casa y descargamos el equipaje. Me hicieron una primera entrega de los regalos: dos mallas, unos anteojitos de nado y un cronometro. Después de desordenar el comedor, Mamá no se contuvo y se abalanzo sobre el teléfono a comunicarle a las amigas su retorno. Mientras estaba en esa tarea, papa me llamó con un gesto cómplice. Me entrego una revista diciendo

- Tomá, pero que no se entere tu madre-
Un ejemplar de la "Playboy" edición española se asomaba entre la ropa.
- Sos un genio, viejo-
Era ese un trofeo invalorable. Conseguir una revista de ese tipo en los kioscos de Buenos Aires, era imposible. Estaban, sencillamente, prohibidas por atentatorias contra la moral y las buenas costumbres. No se admitían ya que eran disolventes de la familia, célula base de nuestra sociedad. La desaparición de personas era otra cosa.
Pasadas las primeras horas post- retorno y acercándonos paulatinamente a un nivel de conversación mas ordenado surgió el tema de los parientes en Italia. Mamá, más fluida en el idioma que papá, había sido la que mayor información intercambió con ellos.

Empezó a contarme
- Estuvimos en Roma con la hermana de la nonna, la zia Rossina. ¡Que manera de comer! Conocimos a los primos de papa, son un amor. . . típicamente tanos, gritones, comilones, haciendo chistes todo el tiempo. -
Abundó en pormenores acerca del encuentro. Luego, como siempre sucedía cuando se acercaba al tema, la alegría que tenia en el rostro se fue desvaneciendo. Continuó el relato, pero sin los matices chispeantes anteriores.
- Le contamos lo de Mariel. . . ¿vos sabes que no los tomo de sorpresa? . . . Yo nunca les conté nada, pero empezaron a sospechar algo. Nos dijeron que como no la nombrábamos en las cartas y con la información que les llega de la Argentina, presentían la desaparición-

Pregunté incrédulo
- ¿Que, saben lo que pasa acá? -
- ¡No te imaginas como! Y no solamente en Italia. Cuando estuvimos en París y hablábamos con la gente, sabes el concepto que tienen de Videla. . . -
- ¿Y como hiciste para hablar en París? -
Con aire de mancillada dignidad respondió
- Querido, ¿te olvidas que tu santa madre tiene seis años en la Alianza Francesa? -
- Que vergüenza vieja, siempre sospeche que eras poliglota. . . y me vengo a enterar de esta manera-
Retomamos el hilo serio de la conversación. Según se iba deduciendo de los encuentros que había tenido mamá, la imagen que tenían de nosotros era equiparable a la de cualquier país bananero centroamericano; y nos creíamos la avanzada europea en Sudamérica.

Le preguntaban a mamá, en su condición de madre de una desaparecida, cuanto tiempo más iban a soportar semejante dictadura. En el lenguaje del ambiente, nos contestábamos que mientras "ellos" tuvieran los fierros, poco era lo se podía hacer, salvo caminar los jueves en la plaza e insistir por que los países europeos y los Estados Unidos presionaran en búsqueda de una solución. Ni siquiera el embargo de armas dispuesto por el presidente James Carter había conseguido algún efecto.

Terminó otro verano y volví a fallar en el examen. Sin atreverme a decirle a mis padres la verdadera razón, empece a cursar otra carrera. Intuitivamente me di cuenta de que mi vocación no pasaba por las ciencias exactas y me inscribí en el Instituto Nacional de Deportes. Quería ser entrenador de natación. Alejandro y Susana, mis máximos confidentes, aplaudieron mi decisión, pero coincidían que era insuficiente. Según ellos no podía seguir mintiendo mi situación en casa. Alejandro sostenía que mi padre me iba a perdonar sin amargarse mucho; yo creía que no. Susana, que empezaba a pasar más tiempo en casa que en la pensión, no quería ser cómplice del engaño. Decía ella que suficiente tragedia era la ausencia de Mariel como para que yo los engañara. Mis padres no merecían traición semejante de un hijo. Yo sabia que tenia razón, pero no me atrevía a hablar, el desenlace de esa fábula me aterrorizaba. Mientras pasara el tiempo quizás alguna solución surgiría.

Paulatinamente, mientras más disfrutaba los estudios de entrenador, más desubicado me sentía en mi rol de nadador, el más veterano del equipo. Cada vez sentía más repugnancia por el dolor físico en los entrenamientos. Un día, un tirón en hombro me hizo detenerme en la mitad del trabajo y salí del agua. Descubrí lo sencillo que puede ser sustraerse a la tortura deportiva con solo desearlo. Mientras miraba al resto del equipo como se flagelaba en búsqueda de la excelencia deportiva, recordé algunos párrafos del libro de Ernesto Sabato "Abbadon el exterminador". Los detalles de las sesiones de tortura me provocaban un deleite malsano. ¿Como el ser humano puede concebir y llevar a cabo semejantes aberraciones? . A mi me había molestado un poco el deltoides y con el solo hecho de interrumpir la natación, la solución estaba. ¿Como podría resistir lo que Sabato relataba? Ratas abriéndose paso entre los intestinos de la víctima, sopletes destruyendo testículos, violaciones, golpes en los genitales. . . ¡Dios! ¿Por que? .

Ese tipo de pensamientos me empezó a obsesionar. Cada semana que pasaba, menos tolerancia al dolor tenia. Trataba de recordar las técnicas mentales para no sufrir pero el esfuerzo resultaba estéril. Empece a hablar del tema con Osvaldo. Mi restringida capacidad psicológica me impedía entrenar, de modo que tratamos de disminuir la presión de los trabajos. Tampoco obtuvimos resultados. Un día, el fue directamente al problema.
- Lo que pasa es que perdiste el gusto por la natación. Se nota que tenes otra cosa en la cabeza. . . ¿Todavía no le dijiste a tu viejo lo de la facultad? -
Sacudí la cabeza
- Claro, entonces así no vas a poder seguir. Digo, podrás seguir yendo y viniendo por el andarivel, pero ni sueñes con repetir tus marcas-

- Lo que pasa que tengo, eso que vos decís. . . monstruos mentales. Ese libro me puso mal. -
- Si, es terrible. . . pero me parece que hay otra cosa. Estas en la disyuntiva de seguir nadando o no, mientras que tu hermana sigue desaparecida. Yo no soy sicólogo, y vos sabes lo que pienso de algunos sicólogos, pero estas con un complejo de culpa más grande que una casa. ¿Queres que te agrande tus rayes con disyuntivas reales? . . . te pregunto ¿que preferís, perder un brazo o que aparezca tu hermana? ¿pelearte con Susana o que se divorcien tus viejos? ¿que se quede paralítica tu mamá o . . . ? Si queres te hago una lista así de grande de monstruos mentales. Pero torturarte de esa manera te destruye, te vuelve loco. Tenes que tomar una decisión sobre cosas que podes manejar. . . Lo de tu hermana, mira vos sabes lo que se dice. . . que algunos están vivos, que otros ya son boleta. . . Mientras estos tipos estén no se va a poder hacer nada. Deja que tu vieja se ocupe del asunto y vos hace algo por vos mismo. Pensalo. . . -

No solamente a mi me estaba yendo mal en natación. Susana en su nuevo club estaba cada vez mas lejos de sus tiempos. Pero con una diferencia, ella nadaba, estudiaba y había empezado a dar clases de ingles en una escuela primaria. Esta diferencia de actitudes la ponía cada vez más tensa. Ella me quería, pero no soportaba mi hipocresía referida a mi situación universitaria. Temí que con mi actitud también ella me dejara, como en su momento lo había hecho Marta.
En septiembre, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos dependiente de la OEA visito la Argentina para investigar in situ la situación de los derechos humanos. Los días previos habían aparecido unas calcomanías gratuitas que se pegaban en cualquier lugar visible; "Los argentinos somos derechos y humanos".

El día que la comisión iba a empezar a atender las denuncias, se disputaba la final de fútbol juvenil en Tokio. Estabamos tomando un café con Susana en un bar de la calle Corrientes, cuando la gente empezó a aglutinarse frente al obelisco para festejar el triunfo. Un exaltado relator deportivo incitaba por la radio a demostrarle a "estos señores" que somos derechos y humanos.
Mientras miraba el entusiasmo ajeno me queje amargamente
- Que bien que les salió a estos tipos. . . -
Ella me tomo de la mano y me dijo
- No penses. Dios no dice no, dice más tarde-
También por esa fecha mamá fue a consultar a un sacerdote. El padre Mario empezaba a ser nombrado con insistencia entre el grupo de las Madres de Plaza de Mayo. No era tanto por el consuelo espiritual, o para satisfacer algún pedido concreto, sino porque estaba reputado como parapsicologo. No era de los que se aprovechan del dolor o de la ignorancia para conseguir algún beneficio, sino que ayudaba a encontrar alguna pista sobre el destino de los desaparecidos.

Mamá se sentó a esperar que la atendiera. Paso un rato largo y el sacerdote apenas le dirigió la mirada mientras iba y venia atendiendo las necesidades de la parroquia. Por fin, mamá levanto la vista y se encontró con que le preguntaba
- ¿Trajo alguna foto? -
Se la entregó.
Tomo la fotografía de mi hermana y empezó a deslizar la mano por la superficie. Mamá no había abierto la boca siquiera.
Dijo con certeza
- Esta chica tuvo problemas de hígado. Esta viva pero está sufriendo mucho. . . en un lugar muy feo. . . oscuro. . . frío. Va a pasar mucho tiempo pero va a volver. . . viva. -
Mamá quedo conmocionada. Era cierto que Mariel había tenido problemas de hígado, pero cuando había sido niña. . . ¿como lo había adivinado?

Cuando lo contó en casa todos nos pusimos mal. ¿Seria cierto? ¿Cuando sabríamos algo con certeza? ¿Cuando terminaría la incertidumbre?
El año siguió transcurriendo y llegaron las fiestas. Otro 31 de diciembre sin Mariel.
Repitiendo mi costumbre de años anteriores, me quede en Buenos Aires a entrenar. Alejandro directamente no entendía mi tozudez. En cada oportunidad que nos veíamos insistía en que hablara con mi padre.
El 5 y 6 de enero hubo un torneo en el club San Fernando. A mi me fue mal, pero a Susana le fue peor. . No supe como, pero de repente estabamos discutiendo ferozmente el porque de mi actitud. Esa fue la primera pelea que tuvimos. Pasaron dos o tres días y una noche al volver del entrenamiento, la encontré sentada en la puerta de casa.

Sospechando algo desagradable pregunte
- ¿Que hacés acá? -
Por toda respuesta dijo
- Llevame a Constitución. Me vuelvo a Bahía-
Una situación tensa, desagradablemente salpicada de monosílabos, nos acompaño hasta la estación.
Detuve el coche y esperé la fatal descarga.
- Dejo de nadar y voy a seguir estudiando allá. Eso por un lado. Por el otro creo que no sos una buena persona al mentirles así a tus padres, con el drama que tienen vos seguis nadando. . . y ni siquiera sos bueno en el agua. . . -
Durante casi diez minutos permanecimos callados. Era duro lo que ella decía pero era cierto. Tragué saliva y susurré
- Entonces. . . ¿no somos más novios? -

Otro mudo y prolongado parentesis
- No. -
Dicho esto abrió la puerta del auto y se bajo. Hice un gesto para ayudarla pero me contuvo con la mirada.
- Dejá que puedo sola-
Mientras terminaba de bajar sus bolsos yo la miraba tratando de retener su rostro. La iluminación amarillenta de la calle me hizo recordar por un instante el operativo. Terminada la tarea, cerro despacio la puerta y dijo.
- Ahora si. Adiós-
Tomé por Independencia hacia casa. Mientras viajaba en la onda verde, repetía la letra de una canción. "Alone again, naturally"

Capitulo 8


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