Capitulo 7
21 de Enero de 1978. Pileta
de Gimnasia y Esgrima de Santa Fe. Acto inaugural de un torneo de natación.
Las delegaciones de los clubes participantes habíamos sido
concentradas a un costado del natatorio. Los organizadores del torneo,
siguiendo la moda de entonces, no encontraban mejor manera de deleitar al
publico y autoridades presentes que hacernos desfilar por el costado de la
pileta encolumnados detrás de la insignia representativa de cada
club. En otros torneos, este remedo castrense era acompañado con
los acordes de la marcha del deporte, de letra siempre ininteligible. Esta
apertura, sin embargo, fue musicalizada con la canción oficial del
mundial. No había argentino biennacido que ignorara la importancia
de tamaña justa deportiva para cambiar la alicaída imagen de
nuestra amada República.
A medida que ingresábamos de a dos en fondo, un par de
conscriptos nos entregaban unos pequeñas pelotitas de fútbol,
que cabian en la palma de la mano y tenían las siglas EAM '78
estampadas. Nos explicaron que era una atención del Ente Autartico
Mundial '78 . Mientras trataba de descifrar la criptica palabra "Autárquico"
esperamos a que todos los demás clubes se formaran alrededor del
escenario de competencias. Luego de entonar las estrofas del Himno
Nacional, nos aprestamos a soportar el abuso de la palabra de un coronel o
brigadier, no es exacto mi recuerdo. Mientras los minutos se sucedían
lánguidos, los nadadores ensayaban diversas posturas esperando la
ansiada desconcentracion. Todo nuestro equipo había fijado los ojos
en el favorito local, el cual estaba indudablemente nervioso. Teníamos
la certeza que uno de los nuestros, hasta entonces apenas conocido para el
resto del país, iba a derrotarlo en los 1500 metros libres. El
divertimento fue doblemente provechoso, ya que por un lado apenas se tuvo
en cuenta la pieza oratoria y, por el otro, ayudamos en la guerra sicológica.
No solo nuestro compañero ganó, sino que estableció
un récord argentino, algo que el Ateneo no tenia desde el retiro de
Luis Alberto Nicolao.
Toda esta euforia deportiva malograba cada día más mi
perfomance estudiantil. Terminaron las competencias y se suponía
que tendría que preparar alguna materia. Fui la ultima semana de
febrero a pasar unos días con mi familia a Mar de Ajó.
Mis padres iban temprano a la playa y yo me quedaba en la casa
estudiando. Cerca del mediodía, esperaba a que el diariero trajera "La
Nación" y se la alcanzaba a mamá que estaba siempre
leyendo un libro en la carpa.
Me preguntaba
- ¿Alguna novedad? -
- No, no salió nada-
Invariablemente, la lista de gente detenida que pasaba a disposición
del PEN era reacia a incluirla a Mariel. El ansiado blanqueo para mi
hermana no se producía, y el tiempo empezaba a acumularse.
Luego de esta primera lectura del diario, mamá acudía
a una sección que yo encontraba de mal gusto leer, siquiera
superficialmente.
Deslizaba ella cuidadosamente el índice de aviso en aviso. A
veces la búsqueda era provechosa. Le comentaba a papá
- ¿Sabes quien se murió. . . ? -
El invierno llegó y el comienzo del Mundial se aproximaba. El
deporte que algún comentarista calificara entusiasmado de "pasión
de multitudes", en lo que a mi concernía no provocaba el más
pálido sentimiento. En casa teníamos conciencia cabal del
manejo propagandístico del evento. A pesar de esto Papá, en
sus años mozos ferviente practicante de esa disciplina, disfrutaba
de antemano el inminente festín de buen fútbol. Me ponía
de pésimo talante escuchar las declaraciones que hacían, en
las cuales, con hipócrita humildad, hablaban del sacrificio que era
entrenar. ¿Como la gente valoraba más a esos jugadores
rentados y no al amateurismo? ¿Como era posible que creyeran todo lo
que decían los medios? . En este aspecto, como en el de Mariel, yo
sabia que la mayoría estaba siendo manipulada. De cualquier manera,
y abdicando de mis pruritos deportivos, me parecía que era mas
positivo para nuestra incertidumbre una buena colocación en el
campeonato. Mamá tenía la consigna acordada con el resto de
las madres, que extranjero que encontrara, extranjero que debería
conocer por boca directa la realidad argentina. Además, y esto era
opinión de nuestra familia, quizás los militares con un
triunfo deportivo abandonaran esa postura y dijeran donde están.
Quizás.
Los días que duró el campeonato todo Buenos Aires se
condiciono al cronograma de eventos. Hubo excepciones, entre las que
jactanciosamente me incluyo. El 2 de junio, en el momento en que Argentina
jugaba su primer partido, Alejandro y yo estabamos entrenando en la
solitaria pileta. Compartiendo nuestra acuática protesta, Osvaldo
cronometraba el trabajo. De esa sesión de trabajo, extraigo el
inefable recuerdo de haber sido ajeno a la masificacion de esos días.
Susana C. se había radicado en Buenos Aires. La UCA la había
becado para que estudiara en sus aulas y la representara. Alejandro y yo
en ocasiones entrenábamos en doble sesión, es decir a la mañana
y a la tarde. Luego de las sesiones matinales nos quedábamos
hablando con ella acerca de sus experiencias como nadadora internacional.
El tema obligado era su participación en los juegos olímpicos
de Montreal. Siempre surgía alguna anécdota nueva.
En una de esas ocasiones refirió cuando todos los atletas
fueron a la Casa Rosada para despedirse del presidente. A pesar de que habían
transcurrido ya dos años de ese suceso retenía detalles mínimos.
Le pregunte
- ¿Y lo viste personalmente a Videla? -
- Por supuesto, si hasta me dio la mano-
- ¿En serio? ¿Y que te parecio? -
- Una persona muy correcta. . . pero muy inquieto. Estuvimos poco
tiempo así que mucho no te puedo decir-
En el vestuario le comenté a Alejandro
- ¿Viste? no dijo nada del tipo ese. . . "muy inquieto"
¿será así porque la madre es norteamericana o yo estoy
loco? -
- No, que la madre sea norteamericana no tiene nada que ver. Además
que hace como diez años que esta en la Argentina. . . me parece que
no sabe bien que esta pasando. Además, no te olvides que es de Bahía
Blanca-
- ¿Y con eso, que? -
- Que esta lleno de milicos. Vos viste que siempre cuenta que nadaba
en la pileta de 50 metros de Punta Alta-
- No entiendo. . . nadar en pileta de 50 es mejor que en pileta de
25, ya lo se. . . ¿que tiene que ver? -
- Que es la pileta de la Base Naval. . . de la Marina-
- Ah. . . ahora entiendo-
Permanecí un rato en silencio. Después agregué
- Mirá, se de cuenta o no, igual me tiene loco. . . creo que
la voy a invitar a tomar algo. . . no se-
Mi bravuconada quedó en eso, un exceso verbal. Pasaban los días
y yo, recordando el fracaso de Marta, no quería remover un aspecto
de mi vida que aparentemente tenia bajo control.
Un día papá se canso de mis evasivas respecto a la
facultad y quiso una definición mas exacta. No supe bien porque,
pero le mentí. Dije que tenia aprobada una cantidad de materias que
ni remotamente se aproximaban a la realidad. Su expresión de alivio
me hizo sentir como un traidor. Había descubierto lo fácil
que era mentir, pero no podía disfrutar de ese hallazgo. Una
sensación de culpa me atenazaba el corazón y me era difícil
mirar a mis padres a los ojos sin pensar en lo desleal que era mi
proceder. Sin embargo era mas difícil blanquear la situación.
Quizás en el futuro mediato podría aprobar alguna materia
libre y, ya con los estudios un poco más encaminados , podría
aclarar las cosas. Mientras dudaba sobre que hacer, pasaba el tiempo y las
mentiras del gobierno me hacia sentir un poco menos culpable.
En la Argentina el tema de los desaparecidos había llegado,
aparentemente, a un punto muerto. Mama junto con las cada vez más
conocidas Madres de Plaza de Mayo peregrinaba estérilmente por la
plaza y los despachos. La consigna era insistir, hacer oír la voz,
que la gente tomara conciencia. En una actitud deplorable de la
influenciada opinión publica de entonces, se las motejaba de "Locas".
Nadar en el Ateneo, lugar aglutinante de la derecha católica, me
sometía al vejamen de soportar comentarios despectivos respecto a
todo lo que fueran derechos humanos, Madres y desaparecidos. Para el
asociado medio del Ateneo, todas eran "zurdas" y justificaban el
comentario paragubernamental. Si no les preocupaba hace unos años
con quien andaban los hijos. . . ¿para que andan llorando ahora?
Algún socio se confundía con mi corte de pelo y me
llamaba aparte.
- Miguel, a usted se lo ve como un muchacho serio. Seria bueno que
se junte con gente joven, de su edad, y que empiecen a charlar del futuro
del país. . . pero en forma sana, no como esos. . . bueno usted
sabe. . . para que después ud. mismo no sea un desaparecido. Tienen
que hacer algo, yo ya estoy viejo, pero siempre hay gente con ganas de
guiar a los jóvenes. Si usted quiere yo le presento algún
sacerdote. . . pero píenselo, no hay que ser indiferente. . . -
Yo no entendía como podía ser tan crédulo ante
mi ficticio interés. No bien daba la vuelta yo retornaba a mi
trabajo de concentración antes de entrenar. Política. . .
suficiente con mi hermana.
Con Susana , admito que asesorado por Osvaldo, había cambiado
de táctica. Explotando la soledad que siente cualquier chica de
dieciocho años en la capital, me había limitado a estar
cerca de ella. Sin explicitarlo con palabras, le hacia llegar señales
claras de mis afectos. Simplemente estaba ahí. Desde hacia unos
meses toda mi carga de ansiedad se había transformado en esperanza.
Me decía que quizás el mañana fuera más
benigno con mi corazón y, sencillamente, aguardaba. Un viernes a la
noche, luego de entrenar, quise pasear mi melancolía por la calle
Corrientes. Con el pelo húmedo y mi bolso al hombro arrastraba los
pies disfrutando ese momento. Escuche su voz
- ¿Donde vas? -
Sorprendido, gratamente sorprendido, le devolví la sonrisa.
- ¿Con vos. . . ? -
Asintió divertida con la cabeza y caminamos unas cuadras,
apenas hablando. Nos sentamos en un local de comidas rápidas, en
Corrientes y Callao. De natación, apenas una ligera acotación.
Queríamos saber más del otro. Yo deseaba contarle lo de
Mariel, un secreto revelado solamente a los que me inspiraban confianza.
Le pregunte como era su familia.
- Somos mi hermano y yo. . . -
- ¿Y hablan ingles en tu casa? -
- Con mi mamá si, pero con mi hermano en español,
digo, en castellano-
- ¿Y con tu papá. . . ? -
Enmudeció y pareció ponerse tensa. Luego de algunas
vacilaciones dijo
- Te voy a decir algo que solamente lo sabe Osvaldo, nadie más
en el equipo. . . ahora te lo cuento a vos, pero te pido que guardes el
secreto. . . -
Hice un gesto afirmativo
- . . . they are divorced, sorry, quiero decir que están
separados, bueno papá viene cada tres o cuatro meses a casa pero
desde hace mucho que vive en La Pampa. . .
Me contó detalles de la situación, que no es el caso
referir. Llego luego mi turno con lo de Mariel. Creo que se puso mas tensa
ella con esa revelación que yo con lo de sus padres.
Comentó al fin
- Te entiendo, pero los terroristas son. . . a Papá cuando
estaba en la Universidad lo amenazaron muchas veces, hicieron pintadas. .
.
Empece a explicarle la diferencia entre los terroristas que ponían
bombas y hacían atentados, y la militancia de mi hermana. Creo que
ella fue una de las primeras personas que, sin tener un familiar o un
conocido desaparecido, entendió mi situación.
La acompañe a la pensión de la calle México y
volví alegre como hacia tiempo que no lo estaba. Hay una
posibilidad, pensaba y analizaba cual seria mi próximo paso.
El tres a dos de la final Argentina- Holanda, fue recibido en casa
con beneplácito. A la genuina satisfacción deportiva,
exteriorizada como cualquier otro argentino , agregábamos una tenue
especulación sobre la liberación de Mariel. Las semanas
subsiguientes se deslizaron trascendidos, que nadie podía indicar
con precisión donde se originaban, acerca de la opción para
salir del país. Se citaban relatos de estudiantes centro americanos
que, detenidos en La Plata, habían estado en lugares con montañas
y mucho frío. Suponíamos que eran los campos de concentración
que existían en la Patagonia. Los estudiantes en cuestión
habían sido liberados con la condición de no volver a la
Argentina. Contaban que quedaba mucha gente todavía en esos
lugares. ¿Estaría mi hermana ahí?
El 24 de agosto fuimos a un torneo en la Escuela Naval en Río
Santiago. Mientras nos cruzaban en una lancha hacia nuestro destino,
pensaba que podría ocurrir si alguien sabia lo de Mariel. Fuimos
recibidos cordialmente por los anfitriones, que nos acompañaron
desde el muelle hasta los vestuarios. Luego del torneo nos agasajaron en
una mesa especialmente dispuesta, con una prolijidad digna de destacar. La
pulcritud de sus uniformes, lo ameno de las conversaciones, demostraba una
sólida formación en la parte de relaciones publicas. En ningún
momento se hablo de política o de algún tema urticante. Viéndolos
tan afables y amistosos, me pregunte si todos los militares eran así.
Si hasta casi parecían incapaces de hacer algo violento. Me vino a
la memoria el comentario de Susana respecto de Videla. Había algo
que no entendía. ¿Como gente tan educada podía permitir
que existieran campos de concentración? Quizás Videla había
dado la orden de combatir a los subversivos y después la situación
se le fue de las manos. Claro, los que vinieron a casa no parecían
tan pulidos, tal vez era sargentos o cabos y estaban apañados por
algún general un poco bruto y no sabrían como decirle al
Presidente la cantidad de gente que metieron presa. El lío que se
les iba a armar cuando se descubra todo. Pero. . . ¿por que Videla no
quiso escucharlo al Negro? ¿Porque a las Madres no les daban
audiencia?
A mediados de septiembre papá me hizo una invitación.
- Te doy una noticia. Vos, mamá y yo vamos en el verano a
Europa-
¿Y dejar de entrenar? pensé. No gracias
Después de una conversación no muy amigable, me dijo
- ¿Sabes una cosa? vos y tu natación me tienen un poco
cansado. Va Myriam en lugar tuyo-
En noviembre descubrí espantado una realidad. Le conté
a Alejandro.
- Si ahora en diciembre no apruebo por lo menos una materia quedo
libre en la facultad. . . mi viejo me mata-
- Eso te pasa por no charlar con el. . . por no querer ver la
realidad, si a vos te gusta nadar ¿porque no se lo decís? .
Vivís engañándote. . . ya te paso con Marta, pateas
siempre la solución para adelante, como si en la próxima
fecha de examen las cosas fueran a ponerse mejor. . . ¿o vos te
pensas que los profesores te van a aprobar porque si? . . . Habla con el,
decile-
- No, ni loco. . . voy a ver como me arreglo-
No hice nada. Solamente nadaba y no pensaba en lo que se avecinaba.
Llego diciembre, y el peligro de un enfrentamiento armado con Chile. Uno
de los profesores del Ateneo, el que llamaban el turco, fue convocado a un
periodo de re- instrucción militar. Con sus 26 años y su
opinión acerca de los militares, tuvo que tolerar un trato
humillante, por el solo hecho de ser "civilacho". Pasado el pico
máximo de tensión volvió al club y a unos pocos nos
confió la rabia y la impotencia de escuchar crueles comentarios
sobre los desaparecidos y "las locas de la plaza"
El 30 de diciembre mis padres, junto con Myriam, viajaron a Europa.
Ese 31 lo pase con mis abuelos y Mariano. Pocas veces desee tanto que
llegara la hora del brindis. Hecho este, me acosté; desde la cama
los festejos me llegaban distantes y ajenos a mi humor.
Mis abuelos se llevaron a Mariano a Mar de Ajó y me quede
solo en Buenos Aires.
El dos de enero, al empezar a entrenar extrañe la ausencia de
dos personas. Susana, que había viajado a Bahía para pasar
el fin de año con su familia, no había regresado aun. Me
llamo la atención este hecho, ya que ella detestaba perder alguna
sesión de entrenamiento. Pero más extraño todavía
me pareció la no concurrencia de Alejandro. Al mediodía y
aprovechando que nadie me esperaba en casa, me autoinvite a almorzar con
los Echeverría. Me abrió la puerta la hermana, que se
encontraba discutiendo con la madre. Alejandro estaba hablando por teléfono
con una flamante novia, y se negaba a interrumpir las mutuas confesiones
de amor para tender la mesa. Ya que me consideraban de confianza, madre e
hija no interrumpieron sus argumentaciones y me brindaron la confirmación
de que no solamente en mi casa Marielina discutía a los gritos.
Como si nada sucediera, me senté cerca de Alejandro a burlarme un
poco de su rol de novio . El no resistió la presión y
apresuro la despedida.
Le pregunté
- ¿Que te pasó? ¿comiste mucho pan dulce y te sentís
mal? -
- Veni a mi cuarto. . . -
Con aire de misterio me invito a pasar y cerro la puerta.
Anunció grave
- Dejé de nadar-
Ni por un instante pense en una broma. Cuando el usaba esa inflexión
de voz, era decisión tomada. Continuó
- . . . lo estuve pensando. Ya tengo casi veintiuno y estoy atrasado
en la facultad. Estoy tercero en la Argentina y esto no es fútbol
que te pagan. No se si algún día seré el mejor. . . -
- Pero si con Osvaldo vas a andar bien-
- Suponete que hago récord. . . ¿Y después que? -
Me di cuenta que usaba la misma argumentación que papa. El le
decía a Mariel "Llegan al poder. . . ¿y después
que? " Con natación el mismo caso. "Sos el mejor en el
agua. . . ¿y que haces con eso? "
Prosiguió con la enumeración de argumentos.
- En la facultad estoy re- atrasado. Si me quiero casar tengo que
recibirme antes-
Me tomo de improviso. Inquirí
- ¿Pero que? ¿va en serio con Graciela? -
Con la resignación e hidalguía que tienen los varones
al descubrirse flechados por Cupido, asintió con timidez.
Me mordí divertido el labio inferior mientras sacudía
la cabeza.
- Pero vas a ir en cana. . . si le llevas cuatro años. -
- Si, pero de aquí hasta que me reciba van a pasar como tres
años-
Me extrañaba lo repentino de su determinación.
- No entiendo, si la semana pasada estabas entrenando fuerte-
- ¿Sabes cuando lo decidí? el 31 a la noche. Un tío
me dijo "El que nada, nada" Y si sigo en el agua no voy a ser
nada. -
- ¿Que tío te lo dijo? ¿Fue. . ? -
Me interrumpió
- No importa quien lo dijo. Hay un momento en que tenes que hacer un
análisis de tu vida, de la realidad. No podes vivir engañándote
siempre. Hay que ser realista, para la natación argentina ya somos
viejos. No es como los yanquis que a los mejores nadadores se los beca en
la universidad. Acá, si queres ser algo, tenes que ser un
futbolista o tener un titulo universitario. Yo no puedo ver que mi viejo
se esté rompiendo para que yo nade. Si el quiere que yo no trabaje,
es para que termine la carrera, no para que tenga el récord
argentino de los 100 pecho. -
- Si, pero si fueras un futbolero que te pagan. . . -
- Tenes razón, "si fuera". Pero no lo soy. ¿Vos
te pensas que fue fácil reconocer que todos estos años me
estuve engañando? Hay muchos "si fuera". Si tuviera
condiciones y estuviera en la universidad de California seria campeón
olímpico. Pero no es esa la realidad. Me dije "basta, la
realidad de este país es así ¿que hago entonces? "-
Me vino a la memoria un comentario recurrente de Osvaldo.
- Tenes razón. Osvaldo siempre lo cita a Ortega y Gasset. "Yo
soy yo y mi circunstancias". -
- Entonces ¿tengo o no tengo razón? . Yo ya me decidí.
. . y no sabes lo aliviado que me siento. Ahora me puedo concentrar con
todo en el estudio. Te digo. . . vos también deberías
pensarlo-
A pesar que entendía perfectamente sus razones, me parecía
que mi caso era distinto. Contesté
- No. . . sabes lo que pasa. . . me gusta nadar. . . además
vengo mejorando-
Alejandro se dio una sonora palmada en la pierna.
- ¡Pero no! ¿ves como te engañas, ves? .
Reconocelo: nunca vas a ser el mejor de la Argentina. Vivís en una
nube. Acordate a que edad te federaste ¡a los 19!. A esa edad la
gente en este país deja de nadar. ¿Porque no queres ver la
realidad? No va, la natación no va. . . Y lo peor de todo que también
vivís engañado en la facultad. Si no te gusta ingeniería,
deciselo a tu viejo. Te lo vengo repitiendo desde hace mucho. . . ¿a
ver? ¡claro! Desde que te federaste. Me acuerdo que vos te federaste
en noviembre del '76 y en diciembre te fue mal en una materia ¿te
acordas? nos dijiste a Gustavo y a mi que seguro que en marzo la ibas a
sacar, que tenias el palpito. Y también te reventaron. ¿Sabes
lo que dijo Gustavo? Que vos creías en los Reyes Magos. Nos pareció
que creías en soluciones mágicas, que un día te iban
a llamar de la facultad para decirte que habías aprobado por el
solo hecho de insistir. No es así. La realidad es otra, durisima-
Sus razones, y la seguridad con que las había expuesto, me
habían demolido. Era como si, en un chispazo de lucidez, me hubiera
asomado al infierno del Dante. Una realidad previamente intuida, se
plasmaba en un termino acuñado por Osvaldo, los "monstruos
mentales". Esa charla con Alejandro me hizo tomar conciencia cabal de
mis actitudes escapistas. Nadaba porque me gustaba el deporte. Pero al
mismo tiempo nadaba porque esa actividad rutinaria y exigente mantenía
la mente ocupada de los problemas originados justamente por la natación.
El agua generaba el conflicto y a la vez prodigaba un consuelo efímero
e incompleto.
Como si hubiera probado el fruto del árbol del bien y del
mal, volví al día siguiente a la pileta. Me arroje al agua
con la tristeza de saber que, a partir de entonces, cada entrenamiento
seria un entrenamiento menos; cada minuto, un minuto menos. Legaría
algún día en que fuera el ultimo como nadador. ¿que
vendría entonces? . No quería pensar en el mas allá
después de ese día. Nadé a desgano, sintiendo que
todos mis ideales deportivos se relativizaban ante la inminente vida de
adulto. Si no aceptaba los hechos, seguiría un tiempo más en
ese mundo ajeno al verdadero. Pero dar paso tan trascendente me
angustiaba. Me preguntaba porque no me había percatado de la
realidad tal cual lo había hecho Alejandro. ¿Habría
otras cosas que yo no quería saber? .
Promediando la mañana Osvaldo detuvo el entrenamiento. Parada
a su lado estaba Susana. Me alegre de verla y le dije desde el borde de la
pileta
- Desde el año pasado que no te veía-
Me sonrío tristemente. Osvaldo empezó a hablar.
- Susana viene a despedirse. . . -
La mire deseando que no fuera verdad
- . . . se pasa a otro club. Yo respeto su decisión y le
deseo la mejor de las suertes-
Creí morir. Primero se había ido Alejandro. Ahora
Susana. Me iba quedando solo en el club. Si no había concretado
nada siendo compañeros de equipo, de nada valdría abrigar
algún tipo de esperanza. Algunos salimos del agua para darle un
beso de despedida. Prolongué el húmedo contacto en su
mejilla. ¿Volvería a verla? . Sus ojos azules se alinearon con
los míos.
- Adiós-
Nunca odie tanto esa palabra. No permitía ningún tipo
de reencuentro, algo que yo deseaba con todo mi corazón. Conteste
en ingles
- See you later-
Verla más tarde era toda mi esperanza.
Esa noche en casa, mientras compartía con mi soledad una insípida
comida me sentí terriblemente desamparado. Mis padres en Europa,
Marielina Dios sabia donde, Susana alejándose de mi. . . ¿que
seria de mi con toda esa angustia? . Los caminos del Señor son
inescrutables, nos repetían en el colegio. Mi futuro era incierto y
si algo podía aventurar, eran funestas predicciones. Me acosté
angustiado. . . ¿Que seria de mi vida?
Pasó esa semana y se aproximaba el lunes 15 de enero. Me había
fijado esa fecha para empezar a preparar alguna materia para rendirla como
alumno libre. Era consciente que si como alumno regular había sido
difícil aprobar alguna, en esa situación de libre la tarea
seria mucho mas difícil. Confirmando el análisis de
Alejandro, confiaba en alguna solución mágica. Quizás
preparándola con tiempo tendría éxito.
Ese lunes a las ocho de la mañana sonó el teléfono.
Al reconocer la voz me puse nervioso. Susana me decía del otro
extremo
- Te llamé para recordarte tu promesa de empezar hoy a
estudiar-
Todavía había una esperanza, me dije. Era obvio que
había una razón oculta detrás del recordatorio. Tome
coraje y la invite a salir y para dicha mía aceptó.
Hasta que se hizo la noche, me repetía a mi mismo: "¿viste
que nunca hay que abandonar las esperanzas? ". Estaba casi seguro que
las cosas iban a salir bien, pero siempre existe ese atisbo de
inseguridad, que hace que la vida no sea rutinaria.
Llego la noche, la cita y su respuesta favorable. Hasta que no
sellamos nuestro compromiso con un beso, no podía creerlo. ¡Eramos
novios!
La dejé en la pensión y fui directo a la casa de
Alejandro, a comunicarle la buena nueva. Después de calmar mi
euforia contándole con lujo de detalles el dialogo previo, me
acomode en el sillón.
- Ale, ¿te acordas de esa frase "El placer de desear es más
intenso que el placer de poseer"? -
- Si. . . -
- Vos sabes que me siento mejor ahora que poseo, que cuando deseaba
-
- Y vos te reís cuando hablo por teléfono con mi
novia-
- Ahora te entiendo. . . soy feliz. . . nunca me había pasado
esto. -
Luego de una pausa, agregué
- ¿Sabes que? Estoy enamorado-
Su estrepitosa carcajada rompió el encantamiento que traía.
Fingiendo estar ofendido, lo acuse de bestia insensible, lo cual acentuó
su hilaridad. Finalmente, también yo rompí a reír.
Esos primeros idas de noviazgo fueron un paraíso. La palabra
amor, tantas veces pronunciada y otras tantas escuchadas de otros labios,
cambió. Amor significaba Susana, y pensar en ella me inundaba de
una delectación nunca antes conocida. Después de la ruptura
con Marta había estado buscando alguien en quien refugiarme, que
llenara los vacíos cada vez mayores que se iban agrandando dentro mío.
La espera había sido larga, a tal punto que casi había
abandonado toda esperanza de conquistarla. Le agradecía a Dios
semejante bendición. En ocasiones me asombraba de lo impredecible
que es la vida. Recordaba cuando leer su nombre en los diarios no me
provocaba mas admiración que el de cualquier otro campeón. Y
luego, sin sentirme digno de su afecto, caminábamos en silencio
tomados de la mano. "Ojalá - deseaba - que las otras sorpresas
que me esperan en el porvenir sean así de agradables".
La primera semana de febrero mis padres volvieron de Europa. Al ir a
Ezeiza a recibirlos descubrí que no eran los únicos
argentinos que hacían uso del cambio favorable. ¿Serian
correctas las medidas económicas como para permitir que tantos
compatriotas viajaran por ahí? . Quizás los militares fueran
lo que eran, pero yo no recordaba que en el pasado viajara tanta gente al
extranjero. Tal vez con la economía saneada, y al disminuir la
agitación social, la guerrilla se vería fuera de lugar con
sus reclamos y tendría que replegarse. Entonces "los
recuperables" serian liberados. Marielina nunca había sido
violenta, podíamos abrigar algún tipo de expectativa sobre
su liberación.
Durante el viaje de regreso el auto era un ejemplo móvil de
nuestros antecedentes italianos. Todos nos contábamos a gritos las
novedades y, muy contentos, pensábamos que el resto de la familia
entendía algo de nuestras ansiedades. Llegamos a casa y descargamos
el equipaje. Me hicieron una primera entrega de los regalos: dos mallas,
unos anteojitos de nado y un cronometro. Después de desordenar el
comedor, Mamá no se contuvo y se abalanzo sobre el teléfono
a comunicarle a las amigas su retorno. Mientras estaba en esa tarea, papa
me llamó con un gesto cómplice. Me entrego una revista
diciendo
- Tomá, pero que no se entere tu madre-
Un ejemplar de la "Playboy" edición española
se asomaba entre la ropa.
- Sos un genio, viejo-
Era ese un trofeo invalorable. Conseguir una revista de ese tipo en
los kioscos de Buenos Aires, era imposible. Estaban, sencillamente,
prohibidas por atentatorias contra la moral y las buenas costumbres. No se
admitían ya que eran disolventes de la familia, célula base
de nuestra sociedad. La desaparición de personas era otra cosa.
Pasadas las primeras horas post- retorno y acercándonos
paulatinamente a un nivel de conversación mas ordenado surgió
el tema de los parientes en Italia. Mamá, más fluida en el
idioma que papá, había sido la que mayor información
intercambió con ellos.
Empezó a contarme
- Estuvimos en Roma con la hermana de la nonna, la zia Rossina. ¡Que
manera de comer! Conocimos a los primos de papa, son un amor. . . típicamente
tanos, gritones, comilones, haciendo chistes todo el tiempo. -
Abundó en pormenores acerca del encuentro. Luego, como
siempre sucedía cuando se acercaba al tema, la alegría que
tenia en el rostro se fue desvaneciendo. Continuó el relato, pero
sin los matices chispeantes anteriores.
- Le contamos lo de Mariel. . . ¿vos sabes que no los tomo de
sorpresa? . . . Yo nunca les conté nada, pero empezaron a sospechar
algo. Nos dijeron que como no la nombrábamos en las cartas y con la
información que les llega de la Argentina, presentían la
desaparición-
Pregunté incrédulo
- ¿Que, saben lo que pasa acá? -
- ¡No te imaginas como! Y no solamente en Italia. Cuando
estuvimos en París y hablábamos con la gente, sabes el
concepto que tienen de Videla. . . -
- ¿Y como hiciste para hablar en París? -
Con aire de mancillada dignidad respondió
- Querido, ¿te olvidas que tu santa madre tiene seis años
en la Alianza Francesa? -
- Que vergüenza vieja, siempre sospeche que eras poliglota. . .
y me vengo a enterar de esta manera-
Retomamos el hilo serio de la conversación. Según se
iba deduciendo de los encuentros que había tenido mamá, la
imagen que tenían de nosotros era equiparable a la de cualquier país
bananero centroamericano; y nos creíamos la avanzada europea en
Sudamérica.
Le preguntaban a mamá, en su condición de madre de una
desaparecida, cuanto tiempo más iban a soportar semejante
dictadura. En el lenguaje del ambiente, nos contestábamos que
mientras "ellos" tuvieran los fierros, poco era lo se podía
hacer, salvo caminar los jueves en la plaza e insistir por que los países
europeos y los Estados Unidos presionaran en búsqueda de una solución.
Ni siquiera el embargo de armas dispuesto por el presidente James Carter
había conseguido algún efecto.
Terminó otro verano y volví a fallar en el examen. Sin
atreverme a decirle a mis padres la verdadera razón, empece a
cursar otra carrera. Intuitivamente me di cuenta de que mi vocación
no pasaba por las ciencias exactas y me inscribí en el Instituto
Nacional de Deportes. Quería ser entrenador de natación.
Alejandro y Susana, mis máximos confidentes, aplaudieron mi decisión,
pero coincidían que era insuficiente. Según ellos no podía
seguir mintiendo mi situación en casa. Alejandro sostenía
que mi padre me iba a perdonar sin amargarse mucho; yo creía que
no. Susana, que empezaba a pasar más tiempo en casa que en la pensión,
no quería ser cómplice del engaño. Decía ella
que suficiente tragedia era la ausencia de Mariel como para que yo los
engañara. Mis padres no merecían traición semejante
de un hijo. Yo sabia que tenia razón, pero no me atrevía a
hablar, el desenlace de esa fábula me aterrorizaba. Mientras pasara
el tiempo quizás alguna solución surgiría.
Paulatinamente, mientras más disfrutaba los estudios de
entrenador, más desubicado me sentía en mi rol de nadador,
el más veterano del equipo. Cada vez sentía más
repugnancia por el dolor físico en los entrenamientos. Un día,
un tirón en hombro me hizo detenerme en la mitad del trabajo y salí
del agua. Descubrí lo sencillo que puede ser sustraerse a la
tortura deportiva con solo desearlo. Mientras miraba al resto del equipo
como se flagelaba en búsqueda de la excelencia deportiva, recordé
algunos párrafos del libro de Ernesto Sabato "Abbadon el
exterminador". Los detalles de las sesiones de tortura me provocaban
un deleite malsano. ¿Como el ser humano puede concebir y llevar a
cabo semejantes aberraciones? . A mi me había molestado un poco el
deltoides y con el solo hecho de interrumpir la natación, la solución
estaba. ¿Como podría resistir lo que Sabato relataba? Ratas
abriéndose paso entre los intestinos de la víctima, sopletes
destruyendo testículos, violaciones, golpes en los genitales. . . ¡Dios!
¿Por que? .
Ese tipo de pensamientos me empezó a obsesionar. Cada semana
que pasaba, menos tolerancia al dolor tenia. Trataba de recordar las técnicas
mentales para no sufrir pero el esfuerzo resultaba estéril. Empece
a hablar del tema con Osvaldo. Mi restringida capacidad psicológica
me impedía entrenar, de modo que tratamos de disminuir la presión
de los trabajos. Tampoco obtuvimos resultados. Un día, el fue
directamente al problema.
- Lo que pasa es que perdiste el gusto por la natación. Se
nota que tenes otra cosa en la cabeza. . . ¿Todavía no le
dijiste a tu viejo lo de la facultad? -
Sacudí la cabeza
- Claro, entonces así no vas a poder seguir. Digo, podrás
seguir yendo y viniendo por el andarivel, pero ni sueñes con
repetir tus marcas-
- Lo que pasa que tengo, eso que vos decís. . . monstruos
mentales. Ese libro me puso mal. -
- Si, es terrible. . . pero me parece que hay otra cosa. Estas en la
disyuntiva de seguir nadando o no, mientras que tu hermana sigue
desaparecida. Yo no soy sicólogo, y vos sabes lo que pienso de
algunos sicólogos, pero estas con un complejo de culpa más
grande que una casa. ¿Queres que te agrande tus rayes con disyuntivas
reales? . . . te pregunto ¿que preferís, perder un brazo o que
aparezca tu hermana? ¿pelearte con Susana o que se divorcien tus
viejos? ¿que se quede paralítica tu mamá o . . . ? Si
queres te hago una lista así de grande de monstruos mentales. Pero
torturarte de esa manera te destruye, te vuelve loco. Tenes que tomar una
decisión sobre cosas que podes manejar. . . Lo de tu hermana, mira
vos sabes lo que se dice. . . que algunos están vivos, que otros ya
son boleta. . . Mientras estos tipos estén no se va a poder hacer
nada. Deja que tu vieja se ocupe del asunto y vos hace algo por vos mismo.
Pensalo. . . -
No solamente a mi me estaba yendo mal en natación. Susana en
su nuevo club estaba cada vez mas lejos de sus tiempos. Pero con una
diferencia, ella nadaba, estudiaba y había empezado a dar clases de
ingles en una escuela primaria. Esta diferencia de actitudes la ponía
cada vez más tensa. Ella me quería, pero no soportaba mi
hipocresía referida a mi situación universitaria. Temí
que con mi actitud también ella me dejara, como en su momento lo
había hecho Marta.
En septiembre, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
dependiente de la OEA visito la Argentina para investigar in situ la
situación de los derechos humanos. Los días previos habían
aparecido unas calcomanías gratuitas que se pegaban en cualquier
lugar visible; "Los argentinos somos derechos y humanos".
El día que la comisión iba a empezar a atender las
denuncias, se disputaba la final de fútbol juvenil en Tokio.
Estabamos tomando un café con Susana en un bar de la calle
Corrientes, cuando la gente empezó a aglutinarse frente al obelisco
para festejar el triunfo. Un exaltado relator deportivo incitaba por la
radio a demostrarle a "estos señores" que somos derechos
y humanos.
Mientras miraba el entusiasmo ajeno me queje amargamente
- Que bien que les salió a estos tipos. . . -
Ella me tomo de la mano y me dijo
- No penses. Dios no dice no, dice más tarde-
También por esa fecha mamá fue a consultar a un
sacerdote. El padre Mario empezaba a ser nombrado con insistencia entre el
grupo de las Madres de Plaza de Mayo. No era tanto por el consuelo
espiritual, o para satisfacer algún pedido concreto, sino porque
estaba reputado como parapsicologo. No era de los que se aprovechan del
dolor o de la ignorancia para conseguir algún beneficio, sino que
ayudaba a encontrar alguna pista sobre el destino de los desaparecidos.
Mamá se sentó a esperar que la atendiera. Paso un rato
largo y el sacerdote apenas le dirigió la mirada mientras iba y
venia atendiendo las necesidades de la parroquia. Por fin, mamá
levanto la vista y se encontró con que le preguntaba
- ¿Trajo alguna foto? -
Se la entregó.
Tomo la fotografía de mi hermana y empezó a deslizar
la mano por la superficie. Mamá no había abierto la boca
siquiera.
Dijo con certeza
- Esta chica tuvo problemas de hígado. Esta viva pero está
sufriendo mucho. . . en un lugar muy feo. . . oscuro. . . frío. Va
a pasar mucho tiempo pero va a volver. . . viva. -
Mamá quedo conmocionada. Era cierto que Mariel había
tenido problemas de hígado, pero cuando había sido niña.
. . ¿como lo había adivinado?
Cuando lo contó en casa todos nos pusimos mal. ¿Seria
cierto? ¿Cuando sabríamos algo con certeza? ¿Cuando
terminaría la incertidumbre?
El año siguió transcurriendo y llegaron las fiestas.
Otro 31 de diciembre sin Mariel.
Repitiendo mi costumbre de años anteriores, me quede en
Buenos Aires a entrenar. Alejandro directamente no entendía mi
tozudez. En cada oportunidad que nos veíamos insistía en que
hablara con mi padre.
El 5 y 6 de enero hubo un torneo en el club San Fernando. A mi me
fue mal, pero a Susana le fue peor. . No supe como, pero de repente
estabamos discutiendo ferozmente el porque de mi actitud. Esa fue la
primera pelea que tuvimos. Pasaron dos o tres días y una noche al
volver del entrenamiento, la encontré sentada en la puerta de casa.
Sospechando algo desagradable pregunte
- ¿Que hacés acá? -
Por toda respuesta dijo
- Llevame a Constitución. Me vuelvo a Bahía-
Una situación tensa, desagradablemente salpicada de monosílabos,
nos acompaño hasta la estación.
Detuve el coche y esperé la fatal descarga.
- Dejo de nadar y voy a seguir estudiando allá. Eso por un
lado. Por el otro creo que no sos una buena persona al mentirles así
a tus padres, con el drama que tienen vos seguis nadando. . . y ni
siquiera sos bueno en el agua. . . -
Durante casi diez minutos permanecimos callados. Era duro lo que
ella decía pero era cierto. Tragué saliva y susurré
- Entonces. . . ¿no somos más novios? -
Otro mudo y prolongado parentesis
- No. -
Dicho esto abrió la puerta del auto y se bajo. Hice un gesto
para ayudarla pero me contuvo con la mirada.
- Dejá que puedo sola-
Mientras terminaba de bajar sus bolsos yo la miraba tratando de
retener su rostro. La iluminación amarillenta de la calle me hizo
recordar por un instante el operativo. Terminada la tarea, cerro despacio
la puerta y dijo.
- Ahora si. Adiós-
Tomé por Independencia hacia casa. Mientras viajaba en la
onda verde, repetía la letra de una canción. "Alone
again, naturally"
Capitulo 8
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