Capitulo 9
En agosto de 1982, luego de
esa reunión en la casa de Alejandro, me había cuestionado
nuevamente si era feliz con lo que estaba haciendo. Cuando di por
concluida la etapa de mis estudios universitarios, había logrado
cierta descompresión sicologica al liberarme de esa forzada carga
vocacional. El hecho de haberme enfrentado a la disconformidad paterna había
sido duro, pero inevitable para continuar el camino hacia el libre albedrío.
Luego de esa meseta laboral sin mayores cuestionamientos existenciales,
llegaba a un nuevo periodo de turbulencias personales. ¿Que seria de
mi vida? . No quería pasar mi juventud y madurez como oscuro
ayudante en un club que nunca había tenido entre sus prioridades a
la natación amateur. De la misma manera, llegar a mi adultez
inclinado sobre un tablero de dibujo, no estaba entre mis principales
objetivos.
Susana daba por sentado que iba a continuar su maestría en el
exterior. Yo sentía que ella, con esa actitud, en cierta forma me
relegaba de sus proyectos. Empecé a fantasear con la idea de
trabajar como ayudante en algún club de Estados Unidos, en esos
tiempos sinónimo de hegemonía mundial en la natación.
Algunas cosas no suceden por casualidad. Creo que es Ernesto Sabato
el que dice que coincidencia es el seudónimo utilizado por Dios
cuando quiere que las cosas ocurran.
Estaba en uno de esos torneos de invierno, donde las pruebas
transcurren exasperantemente lentas y uno tiene que aguardar que sus
pupilos corran al final. Pensaba en que distinta podía ser la
espera si el torneo fuera en París o Hamburgo. Se acercó un
entrenador, también ex- nadador y en alguna ocasión compañero
de seleccionado de mi novia. Me entregó una fotocopia diciendo.
- Te doy esto, pero no le digas a Susana que te lo di yo, porque me
mata-
- ¿Que es? -
- Una carta que llegó a la Confederación Argentina de
natación. Es de un club de Perú que esta buscando
entrenador-
Incrédulo, tome el papel pensando como podía ser
posible tanta coincidencia. Me extrañó la falta de atracción
que tenia el pedido para el.
- ¿Y vos no vas a escribir allá? -
- No, no me interesa. En diciembre me recibo de odontólogo y
quiero empezar a trabajar con mi padre, así que aprovechalo vos-
Leí ávidamente los detalles y guarde con esmero mi
salvación.
Llegue a casa. Susana, casi una habitante más, me abrió
la puerta. La llame aparte y le mostré la nota. Era eso todavía
un secreto de los dos. La leyó con cuidado y movió la cabeza
con gesto afirmativo. Pensativamente dijo
- No será un pedido para el equipo olímpico americano,
pero es algo mejor que River ¿no? -
Tuve que esperar a que terminara el fin de semana para conectarme
con algún dirigente.
El lunes a la tarde fui a la oficina de la Confederación
Argentina de natación, en la calle Florida al 300. Con mucho tacto,
el ingeniero Ordiz me puso la mano en el hombro y aconsejó
- Mirá, Corsi, yo se que vas a ser bueno como entrenador,
pero el Club de Regatas Lima es muy bacán. . . es gente de guita.
Quieren alguien con antecedentes. . . si queres yo les doy tus datos pero
no creo que agarren viaje. . . -
Notó mi desazón.
- Se como te sentís, mi pibe tiene tu edad y también
se muere de hambre como entrenador, siempre esta buscando trabajo y ahí
esta. . . -
Se me ocurrió que tal vez el ingeniero Corsi también
estaría preocupado por el futuro económico de su hijo, pero
vaya a saber que bloqueo afectivo le impedía decirlo.
Se rascó la nuca pensativo
- Ahora. . . si lo que vos queres es rajarte de Buenos Aires, habría
cierta posibilidad dentro de la Argentina. . . -
- ¿En serio? ¿donde? -
- En Río Negro, en Villa Regina. . . ¿sabes donde queda?
-
Recordé que ese era el pueblito de la amiga de Susana.
Ignoraba que había natación ahí.
- Si ya se donde queda, lo vi en un mapa. No sabia que tenían
pileta cubierta-
- No, no tienen. Hacen natación de verano, pero estaban por
cubrir una. . . ¿Te interesa? -
Di mi consentimiento y volví a casa con el numero telefónico
al cual llamar. Trague saliva, pensando que quizás se concretase
esa posibilidad. Realmente yo no me entendía. Había deseado
irme a Norteamérica y cuando existía una posibilidad de
instalarme a solamente mil kilómetros de Buenos Aires me asustaba.
¿Solamente mil kilómetros? . . . eso era mas lejos que
Bahía Blanca.
Imitando a los servicios de inteligencia, coloque el grabador al
lado del teléfono para no perderme ni una palabra de la comunicación.
Di vueltas, acomodando papeles para anotar las cifras a pedir y asentar
las posibles contraofertas. El fenómeno de la prelargada volcaba
adrenalina al torrente sanguíneo.
Inconscientemente deseé que las líneas estuvieran
saturadas para que la comunicación no se concretara. A despecho de
mis contradicciones en el primer intento ya conseguí comunicación
y, además, atendió la persona con la cual tenia que hablar.
Puse el grabador en marcha.
Me presenté y en menos de tres minutos pactamos que el
siguiente fin de semana viajaba a Villa Regina a hablar con mas
profundidad. Para garantizar la seriedad de su interés me pagaban
el pasaje y la estadía. Colgué el teléfono y detuve
la grabación. Estaba exitadisimo, había sido más fácil
de lo que pensaba ;y ni siquiera había tartamudeado.
Rebobine la cinta para confirmar la cifra inicial dada por mi
interlocutor. No había tenido en cuenta que los escucha conectan el
micrófono al auricular; lo único registrado fue mi voz.
A la noche, antes de cenar, di la noticia acerca de la nueva
perspectiva de trabajo.
- ¿Irte? , ¿por que? -
Sobre tener dificultades para entenderme a mi mismo también
me costo interpretar la reacción inicial de mis padres. Había
dado por seguro su aprobación y beneplácito, considerando
sus frecuentes pedidos de mayor madurez e independencia y ahora, como si
yo hubiese planteado algo trágico, sus primeros comentarios no
fueron tan entusiastas que hubiera deseado como para llevar adelante el
cambio.
Durante la comida la ansiedad de ellos fue decayendo hasta que, al
llegar el momento del postre, concluyeron que lo mejor seria esperar mi
retorno para evaluar si las perspectivas eran tan promisorias como parecían.
El sábado 28 de agosto subí al micro preguntándome
quien me mandaba hacer eso. En el nido paterno estaba cómodo, quizás
un poco insatisfecho, era verdad, pero sin grandes sobresaltos. ¿Que
quería probar, entonces? .
Viajamos toda la noche y a media mañana del domingo aun
faltaba un largo trecho para llegar a destino. La fértil geografía
de la pampa húmeda se iba aproximando a la impresión inicial
que tuvo Carlos Darwin "esta tierra está maldita".
Soledades cada vez más inhóspitas, villorrios tristes, pálidos
de polvo y de frío. . . . ¡Dios! ¿esto es la Patagonia? .
Cuando llegué a Villa Regina averigüé donde
estaba el club y fui allí. Era mediodía estaban dando cuenta
de una tallarinada, en alta voz confirmando el origen itálico de la
colonia. Desde el momento en que comencé la charla con la gente del
área de natación, tuve la certeza de que me los había
puesto en el bolsillo. Esto me provocó dos sensaciones encontradas;
aumentaba mi seguridad de ser contratado y al mismo tiempo, me preguntaba
si resistiría abandonar todo lo que yo conocía, todo lo que
me brindaba Buenos Aires.
El domingo a la noche volví a la Capital con la promesa de
los dirigentes de responderme dentro de los siguientes quince días.
Si cuando había pedido la reincorporación en la
Facultad había estado ansioso, esos días previos a la
respuesta fueron desgastantes. Agregado a la ansiedad por la respuesta,
tenia que luchar para rebatir los argumentos afectivos que empleaba mi
padre para evitar mi partida. Trataba de disuadirme preguntándome.
- ¿Y porque te vas a ir? ¿no estas cómodo acá?
-
- No, viejo. . . siento que en River no puedo crecer como
entrenador, además que es poco dinero. . . -
- Pero si es por el dinero podemos encarar algo juntos, en la parte
de construcciones o refacciones de casas. . . y si es por natación,
no se. . . quizás podes conseguir algún otro club. . .
fijate que el primer contacto que hiciste ya les caíste bien. . . ¿porque
no lo pensas mejor y te quedas con nosotros? -
Yo sabia lo que quería decir, aunque quizás el no se
daba cuenta.
- ". . . primero Mariel, ahora vos. . . "-
Esa invocación trágica, no pronunciada pero intuible,
se convertía en un lastre que me impedía juzgar
objetivamente si mi decisión era acertada o no. Así como yo
tendría que haber dejado de nadar cuando el me lo había
pedido, quizás estuviera otra vez en lo cierto. Pero también
existía la posibilidad de que no me llamaran y me vería
excusado de infligir una nueva perdida a mi familia.
Mamá asumió esos días una actitud diferente a
la de papá
- Yo pienso distinto que tu padre-
Cuando ella usaba la palabra "padre" en vez de "papá",
significaba que el tema era serio.
- Me parece que desde que dejaste la facultad, y te repito que fue
por culpa tuya porque no te gusta estudiar, estas más maduro pero
te falta. A mi ya me lo dijo la maestra tuya de quinto, que cuando
encuentres algo que te guste le vas a dedicar todo el día. Y a vos
te gusta entrenar. . . te vamos a extrañar pero va a ser lo mejor
para vos-
- Pará, pará que todavía no me contestaron-
- Pero vas a ver que te van a llamar. Yo rezo todas las noches por
ustedes cuatro y cuando rezo por vos le pido a Santa Rita que te otorgue
ese trabajo. . . además vos sos muy buen chico y seguro que se
dieron cuenta de eso-
- Vieja, tu objetividad me fascina-
A mediados de septiembre me contestaron favorablemente. Esperaban mi
llegada para después del veinte.
Me senté en el sillón del comedor, el mismo en el cual
nos habían sentado la noche del operativo. Era mediodía. Miré
hacia la puerta de calle y la recordé nocturna y abierta de par en
par.
- Ya está-
¿Que ocurrió con Mariel después de cruzar por
ultima vez el dintel esa puerta? Una llamada telefónica y algunas
noticias vagas y contradictorias, luego el silencio.
Tenia casi diez días por delante para hablar cosas nunca
charladas y llenar mi bolso de nostalgias porteñas. Inventando
alguna compra, deambulé por la calle Corrientes. Me iba y a la
ciudad no le importaba. "En Buenos Aires no hay habitantes sino
supervivientes" y con mi partida uno menos. ¿Nadie me iba a
echar de menos? ¿Y mi novia, que decía a todo eso?
Con raciocino estadounidense me tranquilizó.
- Decime, ¿vos no querías irte? entonces, ¿porque
tanto bajón anímico? . Te pusiste una meta y la conseguiste ¿que
mas queres? -
Las situaciones se repetían en mi vida, aunque con variantes.
Volví a preguntar
- ¿Y nosotros? ¿seguimos siendo novios? -
- Pero por supuesto que si-
Seguí esos días seleccionando la bibliografía
deportiva a llevar. Grabe de la radio la mayor cantidad de canciones
posibles, como si la música pudiera protejerme del desamparo. En
ese tiempo empezaban a sonar nuevamente temas durante muchos años
censurados. Músicos que habían figurado en listas siempre
desmentidas, comenzaban a sacudir la somnolencia impuesta por el Proceso.
El 21 de septiembre a la tarde salimos de casa a tomar el micro. Eché
una ultima mirada a lo que había sido mi cuarto. ¿Porque tanto
miedo, porque tanta tristeza?
En un gesto inútil, cerré la puerta de la habitación
y dije en voz alta
- Quedate tranquilo que no te va a pasar nada-
Fui a la terraza a despedirme de la perra.
Mientras mis dedos se impregnaban de olor canino, la acaricié
detrás de las orejas. Se la habían regalado a Mariel y
Pirata ni siquiera la extrañaba. ¿Me extrañaría
a mi? . Creí recordar que Ulises estuvo veinte años fuera de
su patria. Cuando finalmente regresó del exilio, únicamente
su perro lo reconoció. Ojalá que la perra estuviera viva
cuando mi hermana regresara.
La despedida desde la estación fue todo lo lacrimosa que
puede esperarse en esas ocasiones. La única que conservo la calma,
Susana, me repitió varias veces que había estado acertado
con mi decisión.
Los dos primeros días en mi nuevo destino se pasaron de reunión
en reunión, declaraciones en la radio local y primeros
entrenamientos con los escasos nadadores. Debíamos desplazarnos 50
kilómetros hasta la pileta cubierta más cercana. Las dos
primeras noches dormí en un hotel a la espera de la habilitación
de la casa asignada para mi. En la soledad de la impersonal habitación
y fuera de la euforia que demostraban mis nuevos nadadores, flaquee en mis
convicciones. Quería averiguar de inmediato si mi elección
había sido tan sabia como lo había asegurado mi entonces
distante novia.
Me acomodaron en la casa, que con sus tres ambientes demostró
ser excesivamente grande para mis bienes. La primera semana no cené
ni una vez solo. Parecería que todas las familias de natación
se hubieran puesto de acuerdo y alternaban las invitaciones una noche cada
una. No supe si porque trascendió mi capacidad estomacal, o porque
ya todos habían compartido la mesa con la novedad en el pueblo,
pero lo cierto fue que las invitaciones empezaron a escasear.
Paulatinamente me fui adaptando a la rutina. La luna de miel se estaba
terminando.
Hablaba regularmente a casa y trasmitía un optimismo a toda
prueba. Por una causa u otra paso casi todo octubre con los fines de
semana ocupados; cuando no fue un torneo, fue un entrenamiento, pero el
hecho de estar siempre acompañado me mantenía alejado de
cualquier monstruo mental.
Finalmente, un viernes a la noche y luego del entrenamiento me quedé
solo en la casa. Hasta el lunes a la tarde no tendría ningún
compromiso, ni laboral ni social.
Solo.
Solo como un perro, diria la nonna.
Pobre la nonna, ella si que estaba sola. Desde la muerte del nono no
había hecho otra cosa que lamentar su viudez. Nosotros jamas habíamos
podido mitigar su pena. Pena que, por otro lado, es parte de la ley de la
vida. Nacer, crecer, dejar descendencia, languidecer y morir.
Preparé mi cena de soltero, arroz y salchichas. Terminé
la comida y menos por pulcro que para entretener la noche, lavé y
seque los escasos utensilios. Afuera estaba helando. Me subí el
cierre de la campera y mientras el aliento dejaba su rastro de vapor en el
ambiente, comprobé lo que puede hacer la falta de calefacción.
Sin sueño, me acosté vestido en la cama. Me acurruque
buscando la posición fetal, de modo que la disipación de
calor fuera menor. Cualquiera soporta lo soportable. . . ¿tendría
frío Marielina en su celda? . Si era cierto que había campos
de concentración en la Patagonia, los inviernos para ella deberían
haber sido durisimos. Y pensar que yo estaba triste porque extrañaba
Buenos Aires. Tenia una ventaja que ella no podía aprovechar. Si la
presión sicologica era muy grande, podría decir "no
juego más" y emprender el regreso. Igual que aquella lejana
lesión en el hombro, que con el sencillo tramite de suspender el
entrenamiento desaparecía el dolor, podía volver y eliminar
mi depresión. En cambio ella no podía hacer desaparecer
nada; en realidad, ella misma había desaparecido.
¿Donde se ubica el dolor? ¿Porque una fractura duele y el
dolor del parto se olvida al ver la criatura? .
Mire el reloj fosforescente. Casi medianoche, la hora de las brujas.
La hora de los vampiros. Dracula, en realidad Dracul, héroe
medieval en la lucha contra los turcos. Famoso por su proclividad a
empalar a sus enemigos. Otro monstruo mental. Me imagine, o traté
de imaginar, el martirio de las víctimas. Una madera aguzada
penetrando desde los intestinos, tratando de no afectar ningún órgano
vital para prolongar la agonía . El extremo emergía por la
parte superior de la espalda. ¿Como el ser humano puede haber sido
tan cruel?
Luche por no seguir con semejante asociación libre.
¿Haber sido? ¿Acaso me olvidaba del horror contemporáneo?
Le pedí a Dios un deseo. Que viajara hacia atrás en el
tiempo, hasta el momento del desenlace. Que mi hermana no haya muerto en
la mesa de torturas. Por favor. Un solo balazo, uno solo y en la nuca. En
un instante viva y de rodillas. Al siguiente, presentándose ante El
para ser juzgada.
¿Como habría muerto Marielina?
¿Habría muerto?
No soporte más esos juegos de mi mente.
Me levante y me puse a tomar mate. Con una temperatura externa de
varios grados bajo cero, lentamente retome el control de mis angustias.
Cerca de las cuatro pude volver a la cama con cierta tranquilidad.
Me desperté a media mañana sabiendo que lo de la noche
anterior había sido solo el comienzo. A menos que hiciera algo al
respecto mis monstruos se iban a extender por todo mi interior, me iban a
hacer la vida muy difícil.
Abrí la ventana y me encontré con el dilatado
descampado de lo que seria, en un futuro impreciso, la cancha de fútbol.
Un salitral salpicado de arbustos xerófilos, que el viento se
encargaba de hacer rodar, me preparaba para otra sesión de depresión.
Aunque los pajonales del sudeste asiático no tienen ninguna
semejanza con la estepa patagonica, me vino a la mente esa palabra
pronunciada por Susana con entonación americana, Viet- Nam. Los
pobres conscriptos que habían caminado con el agua hasta la cintura
y a los cuales los "charlies", el vietcong, habían
disparado y torturado, me hacían recordar a mi hermana. Ellos habían
sido enviados a una guerra equivocada en el lugar equivocado. Ella también
había sido un "perejil", un dato estadístico más.
Basta.
Con acento de serie portorriqueña dije en voz alta.
- Corre por tu vida, chico-
Me calcé las zapatillas y empece el terapéutico
ejercicio. A mi no me vas a ganar.
A medida que empezaba a profundizar el trato con los dirigentes, fui
comprobando una ley empírica de la natación. En Buenos Aires
los que comandan la Federación y los clubes son personas de clase
media sin mucho poder de decisión en sus trabajos y que quieren algún
tipo de figuración. En el interior, en cambio, los que están
al frente del deporte son fuertes comerciantes, profesionales o
empresarios.
Una de las cosas que más me habían llamado la atención
era el desinterés económico en la dirigencia. Todos querían
hacer algo por la comunidad, por tratar de generar algún cambio
positivo, sin pedir nada más que la satisfacción de
trascender mediante obras. No existían diferencias partidarias,
peronistas y radicales trabajaban juntos como si la ideología no
fuera un obstáculo. Aunque, en realidad, era muy poco lo que se podía
hacer en política. Quizás la militancia había quedado
disimulada en la actividad de las organizaciones civiles, lo único
aceptado por aquel entonces.
A nadie le había confiado lo de Mariel. No terminaba de
conocer la forma de pensar de mi nuevo grupo y no quería malograr
la relación. Una noche uno de los padres de mis nadadores me invito
a cenar a la casa, ya que la familia había salido de viaje por ese
fin de semana. Cocinó el hombre un asado memorable. Durante la
comida, acompañada por un "vinito" abundante, saltamos
del tema natación a los chismes del pueblo y ya después hablábamos
de cualquier cosa. Mi anfitrión me llevaba media damajuana de
ventaja y lucia alegre y verborragico. Me preguntó
- ¿Así que usted estuvo en Europa? -
- Si, en el '81. . . -
- ¿Y. . . ? ¿lindo? -
Le describí rápidamente mi impresión del viaje,
alternando con los comentarios de los torneos de natación que había
presenciado. Mientras yo hablaba el movía la cabeza en gesto
aprobatorio. Me detuve y espere que apurara otro trago para escuchar su
comentario. Dijo pensativo.
- Yo, en cambio, estuve en Canadá-
- ¿Ah, si? ¿estuvo en Montreal? -
- No, no, estuve en Canadá, en cana. . . -
Me miro fijamente esperando mi reacción. Esa percepción
que habíamos desarrollado en mi familia, evidentemente el también
la tenia. No hubiera hecho, sino, semejante confesión. ¿que
actitud mía le había hecho confiar? . Lo anime a que
continuara.
- ¿En que año? -
- Del '76 al '78-
Me quede en silencio.
- . . . me levantaron en Viedma. Los chicos eran chiquitos. Me
acuerdo que estabamos almorzando y tocaron el timbre. Le dije a mi señora
"Son ellos, traeme los documentos". Fue al día siguiente
del golpe, como éramos gobierno yo sabia que me iban a ir a buscar.
Me dieron vuelta la casa, buscando armas, papeles, cualquier cosa. Me
esposaron delante de mi familia. Me acuerdo que la nena tenia dos años
y se puso a llorar; mi esposa la tuvo que llevar al baño para que
no viera lo que estaba pasando. Me subieron a un camión del
ejercito y me tabicaron, me pusieron una capucha. En el camión había
unos cuantos, todos esposados y tirados boca abajo. Hicieron algunas
detenciones más y empezó a andar. No sabíamos que nos
llevaban a Bahía Blanca. En un momento el camión se paro y
bajaron a dos o tres. No se si los cambiaron de vehículo, pero no
volvieron a subir. -
Guardamos un silencio respetuoso y significativo. El alcohol también
me había aflojado los pruritos de seguridad. Clavé la vista
en el vaso y me solidaricé
- Yo tengo una hermana que esta desaparecida-
La invocación trágica lo puso en alerta, un alerta que
seguramente era recuerdo de sus compañeros, quizás
compartiendo la misma suerte que Marielina.
- ¿Que era? -
- De la JUP, la Juventud Universitaria Peronista. -
Los vapores etílicos se esfumaron ante la seriedad del
intercambio de información. Nos quedamos mucho tiempo hablando
sobre su detención y sobre mi hermana. Muy tarde, no recuerdo la
hora, me despedí y me fui. Camine sintiendo que el dolor compartido
es más fácil de aceptar. Durante esa caminata, mientras
escuchaba los ladridos de los perros de las chacras, la sensación
de pena comulgada se fue trastocando en certeza de algo que nunca iba a
volver. Me había sentido acompañado y comprendido en la
angustia. Pero yo había hablado con el y no con Mariel. Que
distinto seria si pudiera hablar con ella de sus años en prisión.
Seria tan distinto.
La primera semana de noviembre se empezó a notar la
proximidad del verano. Los frutales preparaban su actividad ante el estío
inminente. Terminaba el ciclo lectivo y por las sesiones de gimnasia se
acercaban nadadores que luego de haber invernado alejados del deporte,
querían retomarlo. Comencé a creer que mis bajones
depresivos se alejarían definitivamente. Desde mi llegada en
septiembre, había recibido dos cartas de Susana contra seis de mi
familia. Seguramente tenia mucho trabajo y le costaba encontrar tiempo
libre para escribirme. En una de las charlas telefónicas semanales
con Buenos Aires, mamá me dio una agradable sorpresa: Vendrían
a Regina para el 20 de ese mes. Quizás viajara Susana con ellos.
Espere ansiosamente ese fin de semana. Sin embargo cuando llego el
coche me pude alegrar solo parcialmente, ya que mi novia tenia una
entrevista laboral en Bahía Blanca y le resulto imposible acompañar
a mis padres.
Los pasee por toda la zona. Me sentía feliz al poder
compartir la alegría de mi nueva vida y a ellos se los veía
orgullosos de que al hijo se lo apreciara en el pueblo. Todo fue armonioso
hasta que el lunes a la mañana preparaban las cosas para el
regreso. Me llamo la atención el cambio de humor de mamá. La
noche anterior la había visto feliz, en cambio esa mañana
estaba con una tristeza inocultable. Le pregunte a papá
- ¿Que le pasa a la vieja? . . . tiene una cara de velorio. . .
si se va así me voy a poner muy mal yo también. El mes que
viene voy a pasar el fin de año a casa, decile que la corte que ya
nos vamos a ver pronto. . . -
Papa me escuchaba en silencio mientras acomodaba las valijas en el
baúl. Miro en dirección a la casa para cerciorarse de que
mamá no escuchara su comentario. Tratando de que la voz sonara
neutra me pregunto.
- ¿Sabes que día es hoy? . . . veintidós. . . hoy
se cumplen seis años que se la llevaron a Mariel. Hace seis años
se llevaban a una hija, hoy deja solo a otro hijo. . . -
Chasquee la lengua contrariado conmigo mismo por el olvido. Había
estado tan eufórico por la visita que el aniversario fue borrado de
mi mente. Quise relativizar la perdida.
- Pero pa, no es lo mismo. Yo no desaparecí, estoy bien,
tengo trabajo. . . -
- Si ya sabemos que no es lo mismo, gracias a Dios que no es lo
mismo. . . pero no podemos dejar de pensar que antes eran cuatro los hijos
que teníamos en casa y hoy nos quedan solamente dos. . . -
Iba a continuar con mis argumentaciones pero la voz de mamá
me interrumpió.
- ¡Aldo o Michel!. . . alguno que venga a ayudarme que esta muy
pesada. . .
A media mañana nos despedimos y me quedé nuevamente
solo.
- No, me dije, adelantate a los bajones-
Al rato, el rítmico ruido de mis pasos en el pavimento me
indicaba que la vida continuaba, al menos la mía. Hasta que no
llegara el desenlace tenia que mantenerme integro mentalmente. Recordé
a un personaje de historieta, Boogie "el aceitoso". Siempre
aconsejaba que para olvidar un dolor hay que procurarse uno más
grande.
No sabia donde estaba mi hermana, pero si donde estaba mi novia.
Sabia porque la habían llevado a Marielina, pero no porque Susana
no había venido. El destino final de mi hermana se podía
intuir funesto. . . ¿no estaba corriendo para evitar pensar?
Eso era más grave de lo que creía. Antes correr era la
única solución para diluir los monstruos mentales.
Sorpresivamente ese ámbito privado comenzaba a ser invadido por las
angustias que creía no me podían dar alcance.
Di la vuelta y emprendí el regreso. Incremente la velocidad,
tratando de emplear menos tiempo que a la ida. Quizás con esa
motivación podría disimular la tortura mental. ¿Que es
el infierno? . Estar sufriendo y no poder evitarlo, ni siquiera muriéndose.
Por eso los torturadores vigilan los signos vitales, para evitar que se
les escape la víctima mediante la estratagema de morir. Castigo
eterno, para expiar los pecados cometidos en vida. Hitler debería
estar toda la eternidad en la rotiseria. ¿Y si había sido
simplemente un loco, sin real conciencia de sus actos?
¿Quien es culpable en esta vida? Hasta lo que yo sabia, los
enajenados son recluidos en pabellones psiquiatricos, no como castigo sino
para evitar que hagan daño a la sociedad, por más que crean
que hacen un bien. ¿Y mi hermana? ¿No decía ella que quería
una sociedad mejor? ¿Era culpable de algo?
Llegue de vuelta a casa, mejorando el tiempo. Objetivo cumplido. ¿Y
con eso que había querido demostrar? ¿En que había
ayudado a la sociedad mi hazaña personal?
Me bañe, almorcé y me acosté. Faltaba bastante
para ir al club. Di vueltas en la cama y me vino a la memoria un
interrogante largo tiempo olvidado. ¿Donde lo había escuchado?
. Genta, Jordán Bruno Genta. Aquel profesor al que habían
asesinado y cuyo recordatorio, quizás, había cambiado mi
destino.
Planteaba en esas clases insoportables de filosofía: ¿Que
es más importante, hacer el bien o no hacer el mal? . En su momento
no entendí el significado. En ese momento tampoco, pero intuí
que se podía aplicar al caso de mi hermana y mío. Yo no había
hecho el mal; ella, pensando que hacia el bien, tal vez habría
obrado en forma incorrecta. Dios juzgaría quien era más
justo para ingresar al reino de los cielos. Posiblemente yo había
pecado por omisión al despreocuparme de las injusticias terrenas,
pero no había hecho daño a nadie ¿o si? . En un
instante recordé mis años de nadador, durante los cuales
mentía mi situación en la facultad. No solo no había
hecho el bien, sino que había cometido un acto imperdonable, felonía,
en palabras de papá.
Estaba claro, entonces. Había pecado y todos mis monstruos
mentales no eran otra cosa que una forma de expiar mis faltas. Mientras mi
hermana se había estado pudriendo en algún agujero abyecto,
yo había estado paseando mi acuática frivolidad de un
extremo a otro del natatorio, confiando toda la búsqueda a mis
padres. ¿Podría haber actuado diferente?
Ese era mi infierno, me lo tenia merecido.
El pasado ya estaba. Lo único que podía hacer entonces
era recomponer, en la medida de lo posible, tantos años tirados a
la basura. Trataría de aceptar todas las depresiones con cristiana
resignación y haría lo imposible por tener una conducta
intachable. Únicamente ese seria el camino para volver a la senda
correcta. Trataría de no mentir mas en el futuro.
¿Seria capaz de alcanzar semejante paradigma?
Comenzó diciembre y se habilito la pileta . Los niños
contentos de estar en el club todo el día. Las madres más
contentas aun.
Me empece a cocinar mañana y tarde al borde del natatorio. El
equipo aumento en numero y mejoraba a ojos vista. Se comenzó a
contemplar la posibilidad de ganar el campeonato provincial. Todo volvía
a estar bajo control. El único punto negro era la relación
con Susana. Las cartas que mandaba ella, eran pocas, neutras y breves. Me
había propuesto no pensar en el fin de nuestro noviazgo.
Directamente no lo soportaría. Buscaba razones para explicarme su
actitud. Demasiado era haber aceptado que tenia que sufrir la soledad de
la casa como una cuenta pendiente. Tenia la compañía de su
recuerdo. Si el destino me quitaba ese motor, seguramente moriría
de pena.
Una mañana, corporizando una agradable sorpresa, Susana se
presento en la pileta. Una cosa totalmente inesperada. Me saludo muy
dulcemente, y volví a tener mi vida feliz. O casi. Paso un fin de
semana en la casa de su amiga y luego volvió a Bahía Blanca.
Todo perfecto.
La Navidad la compartí con Susana y su familia en Bahía.
Volví a Regina y el fin de año fui a pasarlo a Buenos Aires.
Mi novia se quedo en su ciudad; tenia mucho trabajo me explicó.
Volví al que había sido mi cuarto. Tres meses desde la
ultima vez que había dormido en el, y sin embargo parecia mucho más
tiempo. Acostado en la cama pasee la mirada reencontrandome con mis
recuerdos. Mi casa no era más mi casa. Esos objetos, irrelevantes
algunos, ya no me pertenecían. El fluir del tiempo tenia una sola
dirección, hacia delante. Poco o nada podía hacer por
impedirlo. ¿Que porvenir tendría allá en el sur? ¿Soportaría
otro invierno? .
El 31 a la tarde Alejandro vino a saludarme. Se entusiasmó
por los resultados deportivos que se perfilaban. Luego le conté la
parte dura de mi nueva vida. Mis dudas respecto a Susana, mis depresiones
y sobre todo, el convencimiento de que todas mis angustias eran el castigo
merecido por mis deslealtades. Escucho el monologo con atención.
Finalmente, asintiendo con la cabeza, subrayó.
- Nunca vi un tipo tan imbécil-
- ¿Como? -
- Ya esta, ya se sabe que estuviste mal en mentirle a tus viejos. No
podes seguir con esa historia toda la vida. Es como la confesión,
una vez que salís del confesionario y cumplís la penitencia
que te dice el cura, lo que tenes que hacer es propósito de
enmienda y nunca más volver a hacerlo. -
- . . . es que todavía no cumplí mi penitencia. . . -
- No, no es así. . . ¿o te olvidas lo mal que te sentías
por la situación? . . . en el pecado esta la penitencia. Lo que
tenes que hacer ahora es tomar el trabajo con alegría y hacerlo lo
mejor que puedas. Esa es la forma que la iglesia quiere que se hagan las
buenas obras, con amor. La otra, la del complejo de culpa es del siglo
pasado. No digo que estuviste diez puntos con la mentira, pero basta con
eso. . . ¿entendes? -
Entendí su mensaje a medias. Comprendí que un poco de
culpa estaba bien, pero mucha podía ser nociva. Pero, ¿quien
daba la pauta de lo que era poco o mucho?
Volví a Regina. Mágicamente el país, como había
sucedido una década atrás, tomaba las primeras bocanadas de
aire democrático. Leyendo los diarios y alguna de las pocas
revistas de oposición, aparecía cada vez más claro
que, para algunos, el barco de la impunidad y las prebendas empezaba a
hacer agua. Volveríamos a elegir a nuestros representantes. Pero
faltando tanto tiempo hasta octubre no quería hacerme demasiadas
ilusiones. Tal vez la fecha se postergara o directamente se anulara el
llamado a elecciones. Con la experiencia que teníamos en mi
familia, no seria esa la primera desilusion con que nos lastimara el
gobierno castrense.
Mis padres se habían ido a Mar de Ajo, donde era difícil
hablar por teléfono . De modo que , a menos que hubiera alguna
urgencia, habíamos postergado hasta fines de febrero cualquier
contacto por ese medio. A Susana la llamaba una vez por semana, con
resultados erráticos. A veces se alegraba de oír mi voz;
otras, la suya se acercaba al cero absoluto.
Tome conciencia de que la depresión no es propiedad absoluta
de los días lluviosos y los lunes. Incluso en medio del vértigo
del entrenamiento en pleno verano, tenia capacidad para autoflagelarme.
No es bueno que el hombre este solo.
El encuentro con Alejandro me habia ayudado a realizar un paréntesis
en mis elucubraciones acerca del paradero de Mariel. Habíamos
aguardado tantos años que, entonces, con la fecha de las elecciones
a la vista, parecía que la solución seria inminente. Como en
los últimos metros de las pruebas de largo aliento, lo más
aconsejable era no pensar cuanto faltaba. Si se había resistido
hasta entonces, seria una pena desmayar tan cerca de la meta. Hay que
desconectar las sensaciones dolorosas, entretener la mente en cosas
diferentes y aguardar a que el cuerpo físico arribe a destino. Fácil
y difícil a la vez.
Sin embargo me sentía desdichadamente desamparado. El
bullicioso ambiente deportivo no podía suplir un vacío
interno, que crecía cuando me encontraba solo.
Sin poder decir exactamente cuando, unos ojos color miel se
empezaron a cruzar con los míos. Quise creer en coincidencias
recurrentes. Recordé que me había prometido una conducta
intachable. Todo fue inútil. La mejor manera de vencer a las
tentaciones es sucumbir a ellas. Ya desde el comienzo sabia que ese seria
un amor imposible, sin embargo en la mejor de las involuciones, volví
a pensar en el hoy, ignorando el devenir. Quede profundamente confundido.
Otra vez había traicionado a un ser querido ¿Es que nunca
cambiaría? .
A fines de enero, o principios de febrero, fuimos a un torneo en
Cipolletti, a 100 km. de Regina. En una de esas maratonicas jornadas,
cuando los espectadores empiezan a ralear de las tribunas, anunciaron por
altoparlantes la prueba siguiente.
- . . . 1500 libre. . . se disputan tres series. . . -
Como si se hubiera dado una alarma antiaérea, el publico
emigró en masa a la confitería; tres series equivalían
a por lo menos una hora y cuarto de aburrimiento, por lo previsible del
resultado. En el natatorio quedamos los entrenadores, los cronometristas y
algún que otro padre estoico.
Con resignación, tome un diario y comencé la dilatada
lectura. Un dirigente del club se sentó al lado mío y
compartía el aburrimiento. Al dar vuelta una pagina, una noticia
llamo mi atención. Un grupo de las Madres de la Plaza de Mayo se
encontraba en Europa, haciendo conocer la realidad de la Argentina.
El ocasional acompañante se granjeo mi desprecio al comentar.
- Que cosa esas madres ¿No? . . . si realmente tuvieran a sus
hijos desaparecidos no andarían paseando por ahí-
Quizás por el enojo que llevaba conmigo mismo por mi
infidelidad, o tal vez porque pensé que el peligro militar se
empezaba a alejar, abandone mi compostura y en el limite de la descortesía
repliqué
- Lo que pasa que cuando en un país no existe la justicia, el
único camino que queda es pedir ayuda afuera. . . y le puedo
asegurar que hay mucha gente desaparecida que esto tipos nunca
reconocieron que secuestraron. -
- Si, pero igual. . . la imagen que dan del país afuera,
realmente. . . -
Dudé si no me estaba queriendo sacar algo de lo de Mariel.
Pero al verlo tan honestamente ignorante del asunto, preferí dar
vuelta la hoja y terminar el tema. Sin embargo el insistió.
- Yo no se en Buenos Aires, de donde venís vos, pero acá
en el valle no se llevaron a nadie. A algún loquito lo detuvieron
en La Plata, pero era comunista o algo asi. -
Fruncí el ceño y pregunté
- ¿Esta es la primera serie, no? -
- Si-
- ¿Me averigua, por favor, en que cancha van los nuestros? -
- Ahora vengo-
Pobre infeliz, pensé. Si con ese truco elemental le corté
la conversación, como no pretender que creyera todo lo que diga el
gobierno.
Se aproximaba el torneo y el fin de la temporada. En Regina la joven
de los ojos color miel me preguntó
- ¿Y por mi, que sentís? -
Viaje un fin de semana a Bahía y creí encontrar la
respuesta.
Volví y le dije
- A vos te quiero, pero a Susana la amo. -
A pesar de una respuesta tan objetiva, fuimos a escuchar a un músico
en gira por la región, Litto Nebbia. Me deje invadir por el carácter
romántico de las canciones. Como si fuera un observador
desapasionado me pregunte que rol estaba jugando, sentado ahí con
una compañía no legitima. En dinámica de grupos nos
aconsejaban hacer cambio de roles para entender al otro. ¿El rol de
quien debería tomar? . Alarmado, evalué por primera vez la
posibilidad de que Susana me quisiera pero no me amase.
El ultimo fin de semana de febrero ganamos el torneo, lo cual se
constituyo en mi primer logro de importancia como entrenador. Lo que no
pude conseguir dentro del agua, lo alcance fuera; ley de compensaciones.
Me quede esa semana en Regina, luego me tomaría todo marzo de
vacaciones en Buenos Aires, junto a mi familia y a Susana. Pase por Bahía
para un torneo amistoso y el domingo a la noche viajamos con mi novia a la
Capital. Cuando llegamos a Constitución Susana me dijo
- ¿Vamos a tomar un café? -
Nos acomodamos en un bar al lado de la ventana. Mientras ella
terminaba de pasar algunas cosas de una valija a otra, me entretuve
contando los mosaicos de la mesa; con dudoso gusto habían sido
distribuidos en ocho por lado, imitando un tablero de ajedrez.
Empezó ella
- Quiero que me escuches con atención, pero no te enojes por
lo que te voy a decir-
Me vino a la mente una apertura clásica, peón- cuatro-
rey
- ¿Si? -
- No se si estoy tan segura de lo que siento por vos-
Recordé el ultimo café con Marta y se me aflojaron las
piernas. Improvise una defensa
- Si claro, te entiendo desde que me fui en septiembre nos vimos
poco, pero me quedo todo el mes aquí, así que nos vamos a
ver todos los días. . . ¿no? -
- No, no me entendes. . . en realidad no estoy tan convencida de
casarme con vos. . . no se. . . ya no estoy enamorada-
Terco, dispuesto a no dejar ir tan fácilmente al amor de mi
vida, no me amilané
- Mirá, Susana, yo también durante el verano dude si
te quería o si te amaba, pero se que te amo. . . lo que te pasa es
que estuviste trabajando tan duro que apenas tuviste tiempo de pensar en
mi. . . ¿no? -
Quedo en silencio, destrozando minuciosamente una servilleta de
papel. Me felicite por mi oratoria y capacidad de persuasión.
- Miguel. . . pense que lo ibas a entender más fácilmente.
. . no te quiero herir pero parece que no te das cuenta. . . esta vez va
en serio. . . me quiero casar con otro chico. . . -
Jaque mate
Nos despedimos en la vereda. Sentía ganas de gritar, de
gritarle ¿porque a mi? . Cualquier cosa menos eso. Otra mujer en mi
vida que se iba, esta vez para siempre. Me besó con tristeza en la
boca, el beso mas amargo que nunca nadie me había dado.
Subí al colectivo con mi mochila, esa mochila que me había
acompañado por todo Europa, en tiempos más felices. En el
pecado esta la penitencia. Mi traición estaba empezando a ser
saldada, pero que duro era. Así como tres años antes abrigué
alguna remota esperanza de recuperarla, y con un acto mío pude
hacerlo, en ese triste retorno a mi hogar tuve la absoluta certeza de que
no solo no había nada que hacer, sino que también nunca más
volvería a verla. Con Marielina todavía quedaba una
esperanza para después de las elecciones; con mi ex- novia, rotulo
apenas estrenado, era un asunto finiquitado.
Desconecte mis pensamientos hasta llegar a casa. Estaba a punto de
romper a llorar y no quería hacerlo en publico. Me acordè de
quien me aguardaba, inútilmente, en Regina. Recordé ese
espectáculo musical. Que bello puede ser el dolor cuando
encontramos una poesía o una canción que refleje nuestro
universo interno. Decía la letra ". . . en mi almanaque hay
una fecha vacía, es la del día que dijiste que tenias que
partir. . . "
Toque el timbre de casa, mi verdadera casa. Quería algún
hombro sincero en donde descargar mi desamparo afectivo. La familia
entera, los que quedaban, me recibió.
- Me largó Susana. . . -
Ahora si. A salvo de personas ajenas e indiferentes, mi dolor se
hizo acuoso.
Capitulo 10
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