II.- CUANDO EL ORO NO VALÍA NADA VI.- GAJES Y TROQUELES DE LA INDEPENDENCIA VIII.- LA ÉPOCA DORADA DEL PESO IX.- LOS PLIEGUES DE LA MODERNIDAD
Nada como el dinero tiene tanto que ver con prácticamente todos los seres humanos que habitamos este planeta. Esto es, nada es más interelacionativo que el dinero que entre todos los inventos del hombre. Desde que se estableció el trueque para hacer posible el Comercio, se sentaron las bases que permitirían el desarrollo eventual de no-uno, sino muchos sistemas monetarios. Las sociedades organizadas emitieron sus propias monedas, ya fuera honrando a uno de sus dioses o a su gobernante en turno, o a uno ya fallecido, o a una diversidad de símbolos de su flora y su fauna. Con esto se evolucionó drásticamente la estructura de sus operaciones, las cuales pasaron de un simple intercambio de bienes y servicios a una rigurosa "compraventa", la cual convirtió esta actividad al ser humano en un símbolo de poder. Como decía don Francisco de Quevedo: "poderoso caballero es don dinero", ya esta famosísima frase ¿ quién puede desmentirlo?. Henry Ford apuntó: "el hombre que logra resolver el problema del dinero, habrá hecho mucho más por la humanidad, que los más grandes estrategas militares de todos los tiempos". La humanidad ha vivido grandes calamidades, muchas de ellas si no es que en todas, tienen que ver directamente con el dinero, la acumulación de grandes capitales, la avaricia han sido y serán por siempre los grandes objetivos del hombre; por lo tanto se hace imperativo conocer bien la función del dinero. Recordar la historia de la moneda, el estudio a fondo de las relaciones económicas, simples, sencillas, tal y como regían en los pueblos de la antigüedad, permite descubrir leyes fundamentales que rigen nuestras economías; las cuales al paso del tiempo se ven sencillas pero en su esencia evolucionan en estructuras cada vez más complejas, tan frecuentemente amargas y estrictamente verificada en los tiempos modernos. Así pues, con esta pequeña introducción, emprenderemos un fascinante recorrido por la historia del "dinero" que ha dejado huella en México, iniciando por los codiciados instrumentos del trueque, pasando por el papel moneda y llegando hasta las formas abstractas del dinero: el cheque, el crédito y el dinero plástico. Y, vaya; todo esto con la sita de Elguin Groseclose: "el dinero ha creado la basta y complicada estructura de la moderna sociedad económica. Y es muy seguro y más que cierto que también será el elemento básico para la destrucción de las sociedades".
II.- CUANDO EL ORO NO VALÍA NADA.- Tiempos Prehispánicos.-
Sólo, hasta ya muy avanzada la larga y compleja evolución de Mesoamérica, el oro representó valor para nuestros indígenas, solo como un elemento de ornato, que distaba mucho de ser codiciado como lo fue por los conquistadores. Cañones de plumas de ave, rellenos con polvo de oro, llegaron a constituirse como moneda; aunque había otros, tanto o más preciados. De hecho, el arte de fundir y trabajar el áureo de metal, se incorpora tarde a las habilidades del orfebre prehispánico. De paso, no deja de ser significativo (el término Náhuatl, para el oro era "coztiqteoquitlatl" y, para la plata "teoquitlatl"). Este era justamente apreciado por aquel pueblo indómito que la almacenaba, por otra parte, cabe recordar que el sistema tributario que privaba cuando avanzaba la basta hegemonía mexica, la economía de Mesoamérica descansaba sobre fuertes lazos de intercambio y de comercio desde regiones de occidente de México, hasta lugares tan lejanos como los puertos de Naco y Nito en Honduras, pasando por la Mixteca, el propio Altiplano, la Costa del Golfo y la Región Maya. Por aquel entonces, era más importante contar con la dignidad del respeto común (tal como por cuestiones de linaje la tenían los nobles) que reunir objetos que daría vergüenza tener. Un guerrero o un buen comerciante fincaba su prestigio en su valor personal, no precisamente en el valor de los bienes que poseyera; no obstante una vez incorporado y aceptado en los altos rangos, había derecho y gusto en lucir atuendos elegantes y poseer lujos y ornamentos en los que, muy por encima del aprecio por el material, estaba al primor de la manufactura, la sabiduría del artífice; que los había elaborado. En el preámbulo de la conquista, los comerciantes habían alcanzado un buen nivel de alcurnia y solían traficar con varios metales, utilizándolos como moneda. He aquí el nacimiento de la moneda en nuestro país, destacando sobre cualquier otro, la moneda maravillosa del cacao, cuya semilla fue el origen de la moneda más apreciada en nuestros tiempos Prehispánicos. La amplia región prehispánica, dieron también como origen otras monedas; tales como lienzos de algodón, en Náhuatl llamado "cuachtli", las conchas marinas que en Maya se llaman "Khan", que se insertaban para armar collares con hoyuelos delicados formando hermosos aretes, pulseras, o envidiabilísimos "pendentifs", los cuales las gentes de las costas las apreciaban más, los Pochteca del Altiplano Denochca, no tenían empacho en dar a cambio sus productos o su propia moneda constituida por campanillas o cascabeles de cobre o hechos del mismo material. La gran moneda de lujo de magnánimo valor, tanto o más que cualquier "centenario de oro", la constituían las plumas de aves exóticas; guacamayas, faisanes y ciertos loros, que "demostraban que un kilo de plumas pesaba mucho más que cualquier precioso metal." En algunos lugares estaba prohibido matar, "sopena de muerte", a los quetzales; su rico plumaje se tomaba del ave viva, para permitirle emplumar nuevamente y, así, no matar a la quetzala de las plumas de "oro".En una sociedad con escaso instrumental metalúrgico, se amaba la piedra. A parte de obsidianas o pedernales, joya y moneda tenía que ser el jade. En efecto, piedras de jade circulaban, sin ningún riesgo de devaluación por toda Mesoamérica y a nadie se le hubiera ocurrido apedrear a una adultera con tan valioso mineral. Como se puede apreciar en esta lectura, el sistema monetario Mesoamericano funcionaba bastante bien, y aunque el oro ya empezaba a valer, posiblemente no hubiera faltado quien dijera como Henry Ford, en aparente paradoja: "es el material más inservible del mundo". Imposible predecir lo que hubiera ocurrido a futuros, con semejante sistema monetario prehispánico; pero si es factible imaginar el "chasco" que sufrió el conquistador, cuando descubrió que su ansiado oro no era precisamente lo de mayor valor en los tiempos Prehispánicos de nuestro país.
Tiempos Coloniales.-
Pasado el fervor de la conquista, los unos diezmados, hambrientos, esclavizados, enfermos, agotaban las hieles de la derrota mientras los otros sentían cada vez más ácida la tan ansiada miel de la victoria. La cuestión se ponía color de hormiga, puesto que nuestros colonizadores se dieron cuenta de que, si continuaban masacrando a nuestros antepasados, nadie iba a trabajar para ellos. Entonces, el supuesto gozo colonizador se fue a las profundidades del pozo que, además, se veía adornado por pestes del cuerpo y del espíritu. Pues las rencillas, avaricias y odios, cundían entre las huestes.Había pues, necesidad de establecer un equilibrio social. El sistema tributario de los caballeros águila y tigres mexicas de los halach vinic o zumo sacerdote maya, había dejado bien acostumbrados a sus pueblos sometidos a que para vivir había que trabajar y, además, pagar tributos, ya fuera en especie, en servicios, pedrería o plumas. El llenar el bolsillo, costó muchísimo más trabajo. Aún no se tendían los puentes intercontinentales con el oro y la plata extraído de las minas de las Américas. Pero lo peor de todo, es que lo de las monedas era una auténtica confusión, el dinero no lo tenían y así nuestros colonizadores tuvieron que entrarle al trueque. Es seguro que los señores colonizadores sucumbieron de inmediato al chocolatl bebido y comido en todas sus variantes, con lo cual, rápido aprendieron a usarlo como moneda fraccionaria así como sus múltiplos: "el xiquipilli, saco con 8,000 granitos de cacao", el cual los señores españoles debería tener cuidado a no caer en trucos que hábilmente nuestros naturales con gran ingenio maliciosos, revolvían el cacao con cáscaras rellenas de tierra, el cual en muchas ocasiones, eran más cáscaras de tierra que granos de cacao. Y así se constituyeron diferentes medidas con el algodón y los demás materiales que servían de intercambio mientras se establecía el dinero a través de una moneda.Hasta ese momento, el oro y la plata, que en rigor se había venido utilizando, ya en pasta, en polvo o trabajados con un valor según el postor, pasaron a conformar "moneda de cuenta". Se pesaba una cantidad de oro igual a la de un castellano de 8 reales y se fundía en forma de disco, con la necesaria y pequeñísima cantidad de cobre para su dureza. Luego se le ponía un sello de la real Hacienda y a rodar se ha dicho. Así fue como el material rodante que acuñaban en oro los reyes españoles sirvió de inspiración para las nuevas monedas de la Nueva España. Todas las demás en la colonia, devienen por ello "hijas del ocho", dado que fue la moneda en la Nueva España, la que tenía un valor de 8 reales españoles por pieza.De tan rústica pieza, se hicieron luego monedas de varias denominaciones, y ya que todo dependía de la pesada (una cantidad de oro igual a 8 reales españoles) esta resulta la cuna del añejo, vigoroso y desde entonces muy sufrido peso mexicano, que sería bautizado así poco tiempo después, cuando se le acuñara en la Casa de Moneda. Solo que la historia va despacio, si nuestros naturales falsificaban el cacao, la contraparte vino cuando se empezó a acuñar en vez de oro el cobre. Ni tardos, ni ingenuos, ni perezosos, los naturales advirtieron el cambio y este peso sufrió su primer desprecio de denominación tepozque, que además de despreciable significa "fraude o chapuza". Apenas había tenido tiempo él marques de Tendilla don Antonio de Mendoza, primer virrey de la Nueva España, para calmar un tanto los ánimos alebrestados por la sanguinarias tropilerias del tal Nuño de Guzmán, quien lo había antecedido en el mando como Presidente de la Audiencia Gobernadora cuando se aplicó a meter un poco el orden en el consabido relajo de las monedas. Con pomposo decreto real el 11 de mayo de 1535, se ordenó la creación de la Casa de Moneda de la ciudad de México. Al año, nacieron las monedas labradas en México: "las de Carlos y Juana" (referencia a Juana la Loca, hija de los reyes católicos, y a Carlos I, hijo de Juana y Felipe el hermoso). Estas eran de plata, con denominaciones de un cuarto de real (cuartilla), medio real y uno, dos y tres reales, siendo el real la unidad monetaria con lo cual pone en orden la moneda, desapareciendo el tepozque y dando muerte al nacimiento de nuestro agónico peso.Fue hasta el año de 1572 cuando estas monedas se les cambia el diseño y denominación por orden de Felipe II, naciendo las macuquinas, nombre derivado del Árabe que significa "reconocida y probada", pero que en cuestiones de dinero para otros quería decir irregular. Estas monedas feas al nacer, puesto que eran acuñadas en forma tosca, su grosor y su forma variante en círculo defectuoso y sin bordes con lo cual se abollaba la figura, como mal hechos y mal llamadas eran estas monedas, dada que la cultura española era de gran vergüenza. Al fin y al cabo de plata las macuquinas fueron los primeros reales de a 8 acuñados, tenían por un lado una cruz, dos leones y dos castillos y por el otro, el escudo de los dominios españoles. Desdichadamente, estas feas monedas duraron 160 años, cuando en 1732 fueron sustituidas por la "columnaria", también de plata, de mucho mejor ver, perfectamente circulares con un coqueto borde acordonado, la cual realmente si rodaba. Durante esa época, se acuñaron también las hermanas de las columnarias: "las peluconas", doblones de oro en denominaciones de ocho, cuatro, dos, uno y medio escudos, que mostraban en una de sus caras la efigie de su majestad el rey con armadura y peluca. Se dice que estas fueron las monedas más hermosas y artísticas que se acuñaron en México. Poco duro el gusto de las "peluconas", 40 años, después fue desplazado por el "busto". Esta moneda acuñada también en México que por su calidad y grandes cantidades, hacían palidecer de envidia a las Casas de Moneda europeas. Tal fue el éxito de esta "busto" que se llegaron a acuñar en México, 7.2 millones de monedas por año y que durante 285 años se podría hacer de México a París, un gran puente de tantas monedas. He aquí, como se narró, las principales hijas del "ocho-ocho", a ellas nacieron muchas más monedas como los "tlacos, pilones, maravedies, los cobres de calleja, los centavos", etc.
En 1497 los reyes católicos Fernando e Isabel crearon los ducados, piezas de oro a las que también se llamó excelentes con sus respectivos múltiplos y submúltiplos. En ese año, se instituyó la unidad monetaria en España, llamada el real. Ahora bien, la moneda que sirvió durante cientos de años como común denominador para la gran variedad de monedas acuñadas tanto en oro y en plata, fue el "maraveri", esta moneda creada originalmente como unidad áurea por el rey Alfonso VIII, se deprecio rápidamente dado el valor intrínseco de sus metales. Consumada la conquista de la Nueva España, las pocas operaciones comerciales entre los nuevos colonos se efectuaban por medio de las escasas monedas castellanas que habían traído consigo. Y como estaba prohibida su exportación, estas monedas no tuvieron curso en América, aunque por otro lado solo se establecían como unidad o moneda de cuenta, en las contrataciones coloniales. Buena parte de los tesoros de Moctezuma y Atahualpa fue convertida en tejos por Cortés y Pizarro, quienes en esa forma reemplazaron la moneda sellada prácticamente inexistente. Durante más de 200 años, el peso o real de a 8 la onza o doblón de a 8 escudos para plata y oro respectivamente, fueron los símbolos efectivos de la riqueza del nuevo mundo.
Los primeros indicios que se tienen sobre la Casa de Moneda se localizaron junto a Palacio Nacional, sobre la calle que lleva su nombre, de Moneda, que durante 300 años se acuñaron las primeras monedas para empezar a rodar y rodar. En cuanto a sus antecedentes, nos remontamos al año de 1521 durante el mes de septiembre, cuando Hernán Cortés creó una fundición en Coyoacán, para fundir el oro del botín de la conquista y repartir entre sus soldados tejos de ese metal. También con fines de reparto, Cortés traslada la fundición a la calzada de Tacuba, que fuera el Palacio de Axayacatl y luego casa de Cortés. Algunas fuentes históricas consignan la existencia de una casa llamada "La fundición" que se encontraba en la esquina de la primera calle de la "Monterilla" (hoy 5 de febrero), junto a la Diputación o Ayuntamiento. En mayo de 1535 el virrey Antonio de Mendoza, anuncia por ordenes reales la Casa de Moneda de la Nueva España, así por cédula real, se fundan las Casas del Potosí en el Perú, de Santa Fe en Nueva Granada y la de México; la cual fue instalada en la parte trasera de la casa de Cortés, siendo esta Casa de Moneda pionera en todo el continente americano; que a partir de abril de 1536 todas las monedas acuñadas en la seca de México se caracterizaron por llevar grabada la marca "M". En 1569 se le otorga como domicilio a la Casa de Moneda, el Palacio de Moctezuma, a un costado de la Plaza de Armas, junto a Palacio Nacional, donde posteriormente se crearía el Museo Nacional de las Culturas. Entre 1731 y 1735 se reforma y amplia ese mismo local en la calle que había recibido el nombre de la Moneda, la manufactura de las monedas que sería después la única en su género por introducir máquinas acuñadoras de volante. Después de casi 300 años y de millones de monedas que rodarían por el mundo entero; en 1847 la Casa de Moneda, es trasladada a la calle de Apartado. Todavía un siglo después, entre los años de 1945 y 1955 se acuñarían ahí cuantiosas cantidades de monedas para satisfacer la demanda nacional, así como pedidos de países tales como: El Salvador, Ecuador, República Dominicana, China, Arabia Saudita, Siria, Panamá, Chile, Portugal, Vietnam, las dos Coreas, Turquía, Escocia y Barbados. Finalmente, en 1956 ante la necesidad de contar con una Casa de Moneda que respondiera a la altura de los avances tecnológicos del siglo XX, se inicia la construcción de la nueva y actual Casa de Moneda de México ubicada en Av. Legaría. Sus modernas y sofisticadas instalaciones son actualmente a nuestros días, la envidia de las principales potencias del orbe, con lo cual constituye un orgullo de que los mexicanos en tiempos modernos, son orfebres de una tradición de más de 4 siglos.
VI.- GAJES Y TROQUELES DE LA INDEPENDENCIA
Bien podrá suponerse lo que vivía el país en cuanto a sus monedas en plena guerra de independencia. Sobra decir que fue el cura Hidalgo el primero que tomó el metal de la Catedral de Valladolid y saco unas toscas piezas irregulares que al poco tiempo empezaron a confundirse con las demás. Al generalísimo Morelos, no se le iba a atorar algo tan importante y en 1811 acuño en cobre monedas con denominaciones desde medio real hasta ocho reales. Se trataba de las primeras monedas fiduciarias del país, es decir, con valor intrínseco inferior al legal fijado por el emisor, o sea, que eran promesas de pago a canjearse cuando triunfara el movimiento armado. En ellas se excluía por primera vez, cualquier alusión al dominio español. Con su marca de M.O.S., Morelos inició una verdadera catarata de siglas, las cuales hacían alusión a personas y a movimientos de independencia: MS (Manuel Salcedo-Gobernador de Texas), LCV (Las Cajas de Veracruz), TC (Tierra caliente), LCM (La comandancia militar), etc. En Chihuahua los realistas trataron de hacer unas "bustito" acuñándose también monedas en Durango, Guanajuato, Sombrerete, Zacatecas, Oaxaca, Real del 14 y Guadalajara. En plena lucha, cada bando validaba o invalidaba las monedas a su antojo, era cuestión nada más de tomar un punzón y poner resellos. Cada cual tenía su Seca o Casa de Moneda. La Meca en 1821, tuvieron que firmarse el Tratado de Córdoba entre las Fuerzas del Ejercito trigarante y los Españoles, el cual adoptó el nombre de México; con esto, Iturbide pacificaría las armas y rejuego de monedas. Don Agustín Iturbide acuña las mismas monedas de Felipe VII en oro y plata y una vez proclamado emperador, acuño su busto por el de los reales y por primera vez el Águila aunque todavía sin la serpiente. En medio de una bancarrota reinante sin oro y sin plata, Iturbide se le ocurrió imprimir, sustituyendo la moneda por los primeros "billetitos" de uno, dos y diez pesos. En 1823, al pueblo le cayeron mal los papeles y los destronó junto con su emperador. El más antiguo testimonio de papel moneda en México, fue el hecho de un cartoncillo cuadrado emitido en 1813 en San Miguel el Grande Guanajuato, así como el primer billete en cartoncillo decretado el 20 de diciembre de 1822 por el Imperio Mexicano de Iturbide. En los albores de la iniciación de la República Mexicana, los aires liberales se plasmaron las monedas que ostentaron en el anverso el escudo nacional con el águila de perfil devorando una serpiente y la leyenda "República Mexicana". Al establecerse la República, todavía en 1823 alguien se saco de la manga la "manita"; llevaba esta moneda, un brazo derecho sosteniendo una barra con un gorro, con la inscripción "la libertad es la ley" siendo esta una moneda de plata con una denominación de 8 reales. La Constitución del 4 de octubre de 1824, estableció el sistema republicano, representativo, popular y federal. Se unía el país y se les otorgada la soberanía a los estados de la Federación, lo cual causó dolores de cabeza, ya que cada estado acuñaba su propia moneda, todas ellas en cobre. Por lo tanto, ni el gobierno ni nadie sabia que tanto dinero había en circulación. En todo el país existió 14 Casas de Moneda troquelando en oro, plata, cobre y níquel; apareciendo con ello, una infinidad de falsificaciones. Para resolver este problema entra la Ley Gresham con lo cual las monedas solas se evaluaban por su peso y contenido de metal precioso. Así Santana, entre pérdidas de piernas, de territorio, de poder e invasiones norteamericanas; impuso en 1842 las monedas de plata, hasta 1860, en que Juárez retomó al metal rojo "cobre". En ese mismo año, Juárez estableció la peseta de plata mexicana, como unidad monetaria. El poco oro que había en el país, le tocaría distribuirse en piezas de media, uno, dos, cinco, diez y veinte pesos; siendo la unidad, el "Hidalgo" de diez pesos. Y, para que realmente sepa a centavo, esta unidad sería de cobre. Las disposiciones de Juárez, sin embargo, no llegaron a concretarse, dado que el imperio de Maximiliano, hecha por borda lo de Juárez y establece el sistema de acuñación decimal.
De 1864 a 1867 el excelente grabador mexicano Sebastián Navalón, le nació unas monedas bellísimas, consideradas como las más hermosas del siglo XIX; En especial las de uno (de plata) y veinte (oro) pesos. En las cuales llevaban dictado "Imperio Mexicano" con un gran estilo Francés, las cuales eran conocidas como "Emperatrices". También circulaban los billetes, por cierto, muy pocos respaldados y avalados por la primera sucursal Bancaria de México, denominada Banco de Londres, México y Suramérica. Circulaban también curiosos billetes que en 1866 había sacado el entonces Gobernador de Chiapas, para combatir al invasor. Esto sucedía al mismo tiempo que el pueblo cantaba "Adiós, mamá Carlota, adiós mi viejo amor", o la satírica canción "Adiós mamá Carlota narices de pelota".
VIII.- LA ÉPOCA DORADA DEL PESO
Aunque parezca increíble, hubo un tiempo entre los siglos XVIII Y XIX que el peso mexicano valía más que el dólar. Con el peso mexicano, se podían comprar más cosas que con un dólar. Y aunque parezca esto imposible de creer, y de acuerdo a investigaciones hechas por los mismos norteamericanos a principios del siglo XVII, el peso mexicano (real de a 8), llegó a ser la moneda de curso legal internacional más que cualquier otra moneda; Fungió como cambio del signo universal. En China era tan codiciado que se cotizaba un 30% más alto que su valor intrínseco en plata. Nuestro peso mexicano de plata llegó a cotizarse en las transacciones internacionales hasta un 80% mayor a su valor. Esto significó que en 1859 nuestro país llegó a ser una potencia económica, independientemente a todos sus movimientos de independencia y revolucionario. El gobierno Chino en su historia, tiene marcado que circulaba más el peso mexicano que en nuestro propio país.
El sueño duró Poco, en 1874 la cotización de nuestro peso con relación al dólar varió, en forma ininterrumpida empezaría la devaluación de nuestra moneda, pasando el tipo de cambio de 92 centavos mexicanos por dólar a 1.01, 2.38 pesos por dólar, con lo cual se tiene la marca histórica de la incipiente economía mexicana que a partir de 1875 hasta la fecha, nuestro peso ha sido devaluado, estimándose su devaluación en un 35,000%.
Nuestro peso perdió importancia en el ámbito mundial (porque la plata dejó de ser el metal internacionalmente cotizado y cedía el imperio al oro). A principios de este siglo, nuestro peso todavía disfrutaba de su época dorada, ya que por razones comerciales en todo medio oriente, incluido Japón, Borneo y Filipinas se exigía el peso como moneda de curso legal y se rechazaba el dólar. Que tiempos aquellos que fueron aplastados por las malas políticas económicas que iniciaron desde el Presidente Lázaro Cárdenas y finalizaron con el Presidente Carlos Salinas de Gortari.
IX.- LOS PLIEGUES DE LA MODERNIDAD
Habiendo terminado la revolución, los silbatazos de locomotora, caballo, burro, cananas y treinta-treinta, así como la historia de los dineros que se hizo bolas; se calcula alrededor de 300 denominaciones y diseños de moneda constante y sonante, y un volar de papeles con unas 700 variedades de billetes, durante los años que van desde 1913 a 1917. Presidentes, dictadores, bancos, generalotes y generalitos fabricaron sus propios dineros, resellaban, falsificaban y que de un día para otro también reventó la inflación. Establecido ya el gobierno constitucionalista y creada ya la Constitución de 1917 destacaron las leyes que Venustiano Carranza hizo imprimir a monedas y billetes "tierra y libertad", así como crear nuevas monedas de oro de 20 pesos denominadas "Aztecas" como también los pesos de plata fueron Carrancistas a morir.
Con la terminación de la primera guerra mundial la cual ayudó a depreciar el oro y a aumentar el valor de la plata, fue entonces el nacimiento que poco duro de la época dorada del peso. El gobierno de Obregón emitió los famosos "Centenarios" monedas en oro y con valor de 50 pesos, las cuales conmemoraban en 1921 la consumación de la independencia.
En 1931 se emite el Plan Calles dándole al peso de plata poder liberatorio ilimitado, desmonetizando la moneda de oro y popularizando la acuñación de billetes. Este plan de Plutarco Elías Calles se consideró como un instrumento salvador del peso de plata, logrando la independencia monetaria y económica de México al menos por ese entonces. Lázaro Cárdenas en 1936, desmonetizó los pesos de plata; todo mundo tenía que aceptar a partir de entonces los papeles producidos por Banco de México. También Cárdenas decretó la acuñación de monedas de cinco y diez centavos de níquel para después hacer también los "quintos" o cinco centavos de bronce.
Por lo tanto, el metalismo quedaba sustituido por el billete que era dinero circulante fiduciario, es decir, que dependía su valor de la confianza y credibilidad en la política monetaria del país.
De 1947 a 1949 se acuñaron piezas de plata de cinco y un peso y de cincuenta centavos, con las efigies de Cuauhtémoc, Juárez y Morelos respectivamente.
En 1950 se emitió una moneda muy preciada y bella de cinco pesos de plata, que conmemoraban la inauguración del Ferrocarril del Sureste. Así bien, la Casa de Moneda de México ha acuñado monedas de plata y oro con fines conmemorativos, más no de curso legal, por citar algunos: el Centenario de la Constitución de 1857, Moneda de plata con el busto del prosee de la Independencia; conmemoración del año de Hidalgo, moneda de cinco pesos plata; moneda de diez pesos plata, conmemoración de los 50 años de Independencia, la Conquista de la Luna, los XIX Juegos Olímpicos celebrados en México, etc.; todas estas monedas acuñadas digna y bellamente han dejado historia y seguirán dejando historia de lo que los orfebres mexicanos son capaces de hacer y que a manera de conclusión de esta investigación, desde tiempos inmemorables, nos permite cambiar merengues en un: " ¿ Águila? Ó ¿ Sol?.
Agradezco la colaboración que hiciere a este trabajo la Srita. Luz Guadalupe Meza Delgado, pasante de Derecho de la Universidad del Valle de México, Campus Tlálpan. El objetivo que persigue esta página, es el apoyar a los estudiantes de las ciencias sociales, tales como, la Economía, la Sociología, Finanzas, Contaduría Pública, Derecho, etc. Por lo cual, estoy a su disposición. ¡escríbeme!
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