BUSCA SOBREVIVIR EL BÁSQUETBOL
PARALÍMPICO EN LA UNAM
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El interés del
estudiantado por practicar esta disciplina es casi nulo
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Las necesidades
económicas de los jugadores son otro obstáculo
Por Carina Salazar
Piña
México, Ciudad
Universitaria 02/04/03 AUNAM.- A los 18 años sufrió un
accidente que le impidió volver a caminar, a pesar de su tragedia
personal Sergio Martínez Reyes forma parte del equipo de básquetbol
de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la
especialidad de silla de ruedas.
El básquetbol
paralímpico se juega bajo el reglamento del tradicional; los pases,
el dribling, las faltas y las violaciones son las mismas, la única
diferencia es que los jugadores no requieren de tenis modernos para
desplazarse dentro de la duela, sino de una silla de ruedas con
características específicas: una altura de 53 centímetros, un
respaldo que cubra únicamente la mitad del tórax y una agarradera
para que la silla y la persona sean uno mismo.
“Puede venir una
persona con su silla ortopédica, pero no le va a servir para jugar.
Aquí prestan sillas especiales con un peso menor, no tiene descansa
brazos y consta de cinco llantas: dos laterales, una trasera y dos
más pequeñas al frente”, añade Sergio.
Sentado en su silla
de ruedas, meditabundo y sin dejar de mirar hacia la cancha, don
Sergio, quien ha jugado más de una década para la Universidad,
señala que actualmente entre hombres y mujeres, universitarios y no
universitarios, el conjunto cuenta apenas con 25 elementos por lo
que “ahorita no tenemos selección”.
“A los estudiantes
universitarios se les invita a participar pero la negativa es
tajante, algunos piensan que los vamos a poner a pedir limosna. Por
eso el representativo está integrado por mucha gente que no
pertenece al estudiantado”, afirma don Sergio.
El
entrenador en jefe en esta disciplina, Sergio Durand, se ha
entregado en cuerpo y alma a su equipo y ello le ha merecido el
respeto de sus pupilos, “él
no tiene alguna lesión como nosotros y a pesar de eso le encanta
subirse a la silla para mostrarnos lo que debemos hacer; muchos
entrenadores no hacen eso.”
Sergio Martínez,
quien forma parte de la plantilla de trabajadores de la Universidad,
además de jugar para el equipo es el encargado de reparar las sillas
de rueda que utilizan sus compañeros.
El
aprendió a reparar sillas de rueda gracias a un curso que tomó en
Sonora después del accidente que le impidió volver a caminar, cuando
de regreso
a su casa en Cuajimalpa y tras una larga jornada de
trabajo como mecánico – profesión que le inculcó su padre desde
pequeño –, el camión en que viajaba chocó con un automóvil.
“Cuando llegué aquí
empecé jugando, pero con el tiempo me ofrecieron trabajar en la
Universidad y ahora tengo casi 50 sillas que arreglar para los
muchachos”, comentó.
Con el tiempo, el
deporte se convirtió en parte de su vida, y lo llevo a competir en
eventos internacionales en Cuba, Estados Unidos e Inglaterra,
teniendo su actuación más destacada en la isla caribeña, donde
alcanzó el campeonato en la categoría de primera fuerza.
Además de sus
triunfos en el básquetbol, Don Sergio ha incursionado también en las
pruebas de atletismo en 1989, también en Cuba, donde obtuvo el
primer lugar en los 100 metros y el segundo en los 200 y 400 metros.
Sobre las
necesidades del básquetbol paralímpico señaló que el principal
obstáculo es la situación económica de sus jugadores pues la mayoría
trabaja y eso les deja poco tiempo para entrenar, por lo que le
gustaría que los patrocinadores se fijaran en el equipo y apoyaran a
sus integrantes con becas.
“A los atletas que
vienen no se les brinda apoyo para comerse una torta o tomarse,
siquiera, un refresco. Muchos de mis compañeros quisieran una beca,
ya sea para sus estudios o para sus alimentos; de qué sirve que
vengan a entrenar si están todos desnutridos”.
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