POLÍTICA

 

INCOMPLETA LA LEY DE BIOSEGURIDAD APROBADA EN EL SENADO

 

 

  • Importante la opinión de diferentes actores sociales en la toma de decisiones respecto a la biotecnología.

 

  • Organizaciones ambientales esperan que la ley sea desechada en la Cámara de Diputados

 

 

Por Viridiana García Martignon

 

México, Ciudad Universitaria 28/04/03 (AUNAM) Debe desecharse la Ley de bioseguridad de organismos genéticamente modificados pues en su elaboración no se contemplaron los puntos de vista y las posiciones de organizaciones de productores y ambientalistas.

           

Luego que la Cámara de Senadores aprobó el pasado jueves 24 de abril la Ley de bioseguridad de organismos genéticamente modificados, se reavivó el debate sobre la necesidad de incluir la opinión de otros sectores de la sociedad en la toma de decisiones respecto a la aplicación de la biotecnología en el campo y al uso e introducción de productos transgénicos en el país. 

 

Catherine Marielle, coordinadora del Programa de Sistemas Alimentarios Sustentables del Grupo de Estudios Ambientales A.C., espera que la ley sea rechazada por la Cámara de Diputados la semana entrante: “Estamos en contra pues es una ley muy laxa que permite la introducción de transgénicos incluso en áreas naturales protegidas”.

 

En el marco del Primer Simposium de Química en Alimentos ¿Y los alimentos qué? llevado a cabo por estudiantes de la Facultad de Química de la UNAM, Catherine Marielle expresó la necesidad de trabajar en una perspectiva de carácter sustentable, puesto que la cuestión ambiental implica una gran responsabilidad a largo plazo y también está ligada al asunto de la soberanía alimentaría.

 

Afirmó que las organizaciones ambientales no están conformes con la aprobación del Senado, pues: “si bien existió una consulta, ésta en ningún momento llegó a las organizaciones de productores, e incluso las organizaciones ambientalistas que sí pudimos dar nuestros comentarios no hemos visto que fuéramos tomados en cuenta”, puntualizó.

 

Para el Grupo de Estudios Ambientales, la preocupación principal es que el maíz producido en México no se contamine con maíz transgénico, ya que México es centro de origen y diversidad de dicho cultivo.

 

En 1998 se estableció una moratoria que impide, en nuestro país, la siembra de maíz transgénico debido a la preocupación de que éste pudiera polinizar al maíz criollo o a alguna otra de las especies existentes.

 

A pesar de la moratoria, en México se siembra maíz transgénico para consumo, lo cual genera en el Grupo de Estudios Ambientales otra inquietud, la de informar a los consumidores sobre el producto que consumen pues la gente tiene derecho a identificar y diferenciar los productos transgénicios de los que no lo son.

 

“También los campesinos tienen derecho a saber, pues en las organizaciones campesinas existe un desconocimiento total de lo que está pasando, la gente tiene acceso a esos granos de maíz transgénico que entran como grano, no para semilla, pero que no tiene nada que los distinga, la gente desconoce absolutamente que es lo que significa eso”, destacó Catherine Marielle.

 

Para la ambientalista, en el tema del uso de biotecnología, específicamente transgénicos, es necesario remitirse a la cuestión de los beneficios, de quien promueve estos productos, paga las investigaciones y que personas van a tener que asumir los riegos y los costos.

 

Ejemplifica que la ley aprobada por el Senado no contempla la reparación por los daños ocasionados a los productores orgánicos, quienes ya han trabajado las certificación de sus productos y que rehúsan utilizar transgénicos porque no corresponden a la construcción ecológica que acompaña a sus productos.

 

Michelle Chauvet, miembro del Sistema de Investigadores y presidenta de la Asociación Mexicana de Estudios Rurales, coincide en que los  diferentes actores del desarrollo y uso de la agrobiotecnología son muy diversos, por lo cual sus voces y preocupaciones deben ser incluidos en la toma de decisiones de dicho  proceso.

 

“La importancia de la consulta a los diferentes sectores recae en que una sociedad con instituciones democrática sólidas tendrá mejores y mayores posibilidades de incidir, a su vez, en un control más democrático de la tecnología y en el rumbo que ésta tome”, enfatizó la investigadora.

             

 

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