LA CIUDAD

 

 

 

                

 

En un principio, lo que ahora es el primer cuadro de la ciudad eran terrenos donde pastaba el ganado vacuno; el resto, hasta la playa, todo era monte, incluyendo una depresión, donde se podían encontrar animales de caza, incluso hasta tigres. Al occidente había varias lagunas y su desagüe corría a lo largo de la citada depresión, hasta vaciarse al río por el lugar donde estaban las casas de los pescadores, coreanos en su mayoría, avecindados aquí (hoy primera calle de Madero).

Por su parte, los terrenos donde se construyeron los patios del ferrocarril y muelles, eran un gran pantano, parte de la ciénega que tomaba sus aguas en las altas mareas, crecimientos de los ríos y nacimientos de las faldas de los médanos, además de las lagunas de las muchas que hubo en zonas actualmente urbanizadas, como fue la gran laguna de la quinta calle de Zaragoza, donde había hasta patos.

Con las obras del ferrocarril la ciudad crece rápidamente. De esta manera, el fundo legal del pueblo y su jurisdicción suscitaron variados conflictos entre el Ayuntamiento y el ciudadano norteamericano George Ting, comisionado para la terminación de las obras, quien adquiere una fracción del hato de la Isla Juliana, que se extiende de oriente a occidente, desde la barra del río hasta el kilómetro 14 del trazo del FF.CC.; y de norte a sur desde la playa hasta el río Calzadas. La adquisición la hizo a nombre de su esposa, la señora Elena A. Thompson de Ting y el licenciado José Domínguez.

Posteriormente, con la intervención del gobernador del estado, Juan de la Luz Enríquez, se revisaron los títulos y por decreto del 22 de mayo de 1890 se autoriza una transacción mediante la cual el señor Ting cede al municipio una porción de 1’045,618.53 metros cuadrados, las tres cuartas partes de su tierra.

 

 No es sino hasta 1881, que el Gobierno del Estado de Veracruz, con el Decreto No. 118 del 14 de diciembre, y publicado el día 22 siguiente, que la congregación de Coatzacoalcos adquiere el rango de municipio. La población designa como primer alcalde a don Ambrocio Solorza, iniciándose así una nueva etapa en nuestro puerto, como fue el establecimiento del Ferrocarril Nacional de Tehuantepec, el 29 de julio de 1894, que vino a dar un gran auge y mejoras a la población.  

 

 

 

                   

La empresa S. Pearson and Son, contratistas de las obras del puerto, comisiona al ingeniero Alcides Dreumont, en el año de 1889, a elaborar el plano definitivo de la ciudad. En el proyecto se asentó que todas las manzanas serían de las siguientes medidas: 65 metros de ancho por 190 de largo, de Morelos a Guerrero; el mismo ancho, pero de 90 metros de largo, de Morelos a Corregidora; y del mismo ancho, pero con largo irregular, de Corregidora a Colón, en razón de seguir ésta el curso del río. Asimismo, de medida también irregular son las manzanas 1 y 2 que siguen el límite del FF. CC.; del mismo ancho y 151 metros de largo las manzanas de Guerrero a Bravo; y finalmente, con los mismos largos pero de sólo 30 metros de ancho, todas las manzanas de la calle de Los Saltos (hoy Revolución), al límite del fundo legal, localizado entre esta calle y la Novena Avenida (hoy Díaz Mirón).

 Sin embargo, con el crecimiento de la población, se convierte en apremiante necesidad la ampliación del fundo legal, por lo que el 10 de noviembre de 1922, el entonces gobernador del estado, Gral. Heriberto Jara, decreta la expropiación del Playón Norte.

Al cabo de los años, por su mismo desarrollo, ésta se extendió aún más, no obstante la topografía del terreno aprovechable, pero este crecimiento fue ya en forma anárquica. Así, los que teníamos el gusto de disfrutar y presumir ante todos de nuestra ciudad, de sus amplias calles, rectas y orientación técnicamente estudiada, ya no era una realidad (ejemplo: la colonia Petrolera, cuyo trazo es un caos). Y es que como el único rumbo que permitía el crecimiento de Coatzacoalcos era hacia el occidente, fue hacia esa zona donde se dirigió la mancha urbana, en su mayoría de escasos recursos, y formaron las nuevas colonias, asentamientos algunos en forma irregular y valiéndose de la invasión de predios, como fue el caso del ejido de Palma Sola, entre otros sitios y colonias, y donde muchos vivales y vendelotes hicieron pingües negocio.

                                

                                                    

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