¿ADONDE VAS MI AMOR? (Parte II): POR
QUERERTE ASÍ 
por Tarik
 
 
 
“Tu hambre  de mí era tan grande, que combinó fácilmente
con el mío. Hacía tanto tiempo y había tanto 
dolor acumulado. Te hice
el camino muy fácil, no tenía ropa interior, ¿Para qué? Después de todo, sólo
fui  a buscarte para que me
hicieras  esto y así encontré en ti lo
que necesitaba”.
 
“Nuestros cuerpos se
conocían bien y respondían juntos, fácilmente, a nuestro compartido deseo.
 Me levantaste el vestido y me lo abriste por
la espalda, aún en ese instante podía sentirte controlado, yo
ya no lo estaba, me
sentía mojada y blanda, ansiando tu fuerza, deseando que me lastimaras, para
odiar el
momento y así no buscarte
más     Quería recibir una lección
dolorosa  y tú sólo me regalaste otro
paraíso.
Me bajaste el vestido por
los hombros mientras me besabas con el hambre de la primera vez. Acomodé 
mis caderas contra la
pared y las amoldé a las tuyas, me doblaste contra tu cuerpo y entraste dentro
de mí,
solo  un segundo y entonces creí enloquecer, otra
vez la manipulación, maldito,  fue así
que volviste otra 
vez por esa ruta húmeda
que era mi interior y allí te quedaste. Yo quería sentir dolor, pero sabía que
tú 
nunca me lastimarías, no
de  esta manera, tenías otros métodos
más sofisticados. Me hiciste tuya, como
otras veces, sólo que
esta vez nuestro encuentro tenía el salvajismo 
hambreado por la terrible ausencia.
 
Siempre era salvaje entre
nosotros, entonces pasé de la conciencia 
absoluta  de tu cuerpo  en el mío, a la
nada, al placer sin
razón, a ese lugar donde no hay límites y me mostré tal cual era, una mujer que
había 
aprendido a amar, en los
brazos del hombre equivocado, una mujer manipulada al extremo  que ahora era
adicta a ese hombre sin
remedio.  Para que engañarse, si esto
era lo que quería, esto  era lo que más
había
ansiado todos estos meses
sin ti, sólo un minuto de locura en tus brazos”.
 
“Cuando todo se aquietó,
te separaste de mí y me diste la espalda.
 
-Anda, vete- Dijiste
con   una voz suave y apenas recuperada
de nuestra reciente pasión.
Yo aún estaba adherida a
la pared, como si  aún estuvieras dentro
de mí.
 
-No.,..quiero quedarme
contigo-.Entonces caminé lentamente hacia tu cama.
 Mientras lo hacía fui quitándome los restos
de mi vestido. Yo era una oferta que no ibas a rechazar. 
 
Podía sentir tus ojos,
recorriendo toda la oferta.  Eras un
maldito sensual, yo te conocía  bien,
bajo  esa máscara helada se
escondía  el hombre cálido y
extremadamente sexual, que realmente eras.
 
 Me arrodillé en la cama.
 
-Por favor...- Estiré mis
dedos  hacia ti. Te habías aquietado,
como se aquieta una sombra, con sólo
mirarte volví a mojar mi
entrepierna    Mi cuerpo, que había aprendido en el tuyo,  sabía de antemano lo
que  iba a pasarle.
 
Te acercaste lentamente a
mí y me acariciaste el rostro.
 
-Ya esta bien, vuelve a
tu cuarto Nikita.  Tu voz era suave,
como siempre que me hablabas.
 
-Quiero estar contigo-.
 
-Quiero que te vayas.
Tengo que volver a trabajar-. Acariciaste mi cabeza y besaste mi frente, como
si yo  fuera tu dulce hermanita.
 
Yo hice cosas diferentes.
Todo lo que veía  me resultaba
delicioso.  Así arrodillada, acaricié
tus caderas
y bajé tus pantalones que
estaban levemente abiertos. Puse mi boca 
en la  pequeña abertura que 
dejaba el cierre. Mis
labios recibieron el impacto de tu estremecimiento,   siempre me llenaba de lujuria 
cuando te estremecías.
Lamí suavemente, ese mapita de piel tan sensible. Era la primera vez entre
nosotros    y me sentí segura
recorriendo  con mi lengua tu
temblor.   Ahora también te rozaba la piel
con mi pelo. Profundice
con mis labios  algo que íbamos a
estrenar juntos  y que en el futuro ibas
a adorar.  Sabía  que una buena hora de tortura  era un dolor  que podías controlar 
encerrándote en algún
lugar de tu mente, tenías
mucho entrenamiento, pero ésto que iba a hacerle a tu cuerpo y al  mío, sería una deliciosa tortura por la cual
sí ibas a temblar de verdad, una  nueva
droga que íbamos a probar, juntos y sin la cual, en el futuro, ninguno de los
dos podríamos  vivir.
 
Ahora, mi amor, tenías
miedo de verdad, tú, que a nada le temías, temblabas ante lo que mi boca te
estaba 
haciendo.  No te lo esperabas, jamás me lo pediste,
pero yo quería dártelo, para que supieras cuanto me
gustaba tu cuerpo.
 
Cuando  terminé me eché hacia atrás y te miré a los
ojos,  ahora sabía que no volverías a
trabajar, como
seguramente tenías
planeado.  Mordí mis labios, que sabían
a ti y luego me acosté de espaldas en la cama,
entreabriendo levemente
mis piernas, para que supieras que la oferta, aún estaba vigente.  Me sentí como
una prostituta sin
remedio, cuando me incorporé y te bajé los pantalones por las caderas y te
atraje hacia
la cama, luego me coloqué
debajo de  ti y te ayudé a sacarte el
resto de la ropa.  Sentías todos mis
orgasmos, pero actuabas
lentamente, dejándome hacer, eras el maestro dejando actuar a tu alumna más
aplicada.
 
Después te dedicaste a
amarme.  Me demostraste, que a pesar de
mi audacia, aún eras el maestro.  Me
hiciste   lo mismo que yo a ti,   sólo 
que no tenías mi torpeza. Sabías bien 
en donde acariciar, lamer o
tocar.   Hiciste todo lo suficiente para que no te
olvidara en los próximos 100 años. Mientras te ocupabas
de acrecentar mi locura,
te acaricié el pelo y te rogué, que terminaras,  te dije que si seguías iba a 
morirme   y realmente me estaba muriendo, fue así que
te pusiste de espaldas y me colocaste entre tus 
piernas y empezamos a
amarnos lentamente, mirándonos a los ojos, mezclando nuestros alientos,
mostrándonos ese amor sin
tiempo que nos teníamos.
 
Esa noche dije mil veces
“Te amo”  y cuando exigí de tus labios
lo mismo, sólo obtuve tu mirada, sin 
ese 
 velo helado que usabas para el  resto del mundo, entonces,   miré 
en tus ojos toda la transparencia de tu 
amor por mí,  y fue así,  
como  sellamos para siempre un
pacto de amor eterno, aquí, en los sótanos, de 
la residencia de mi
padre”.
 
Nikita aún está mirándose
en el espejo, el hecho de recordar toda 
la noche anterior la había 
erotizado
Pero también la había
vuelto muy razonadora. Sabía que debía huir de él, siempre lo había sabido,
pero
ahora se hacía
imprescindible. Se bañó, quitándose el resto de lujuria, que ahora había vuelto
a su cuerpo
y se concentró en
una  sola idea,  ver a Grey.
 
 
ESCUELA DE ARTE DUMAS
 
-¿Nikita?
 
Martín Sterm se  acerca a ella con su habitual elegancia y la
mano estirada.  Ella está preciosa con
su 
conjunto casual de
Versache, que le regaló  su
hermana.   Iba a tomar una clase
con  Grey, quería
abrazarlo y  justificar su actitud de esta mañana.
También quería lavar un poquito de la culpa 
que sentía,
después de la noche  maravillosa 
pasada con su hombre, ningún perdón de Grey, sería suficiente  para
justificar tanta
lujuria   Esa noche única y
perfecta  tenía que pagarla, mimando
mucho a Grey.
 
Martín Sterm, se la quedó
mirando, nunca una mujer  le había
parecido tan bella.
 
-Nikita, que placer verla
 
-¿Nos conocemos?  Ella mentía abiertamente, la última semana
se lo había  pasado investigándolo.
 
-La fiesta, en lo del
maestro Longfield, Ud. fue con su hermana y su padre.
 
-Claro, ahora recuerdo.
Ella le regaló una espectacular sonrisa. Sterm había empezado a  deslumbrarse.
 
-¿Qué hace Ud., aquí?
 
-Soy uno de los
directores.
 
-Yo estudio aquí, en la
cátedra de análisis.
 
-Sé lo que haces aquí,
Nikita.  ¿Puedo invitarte una taza de
café?.
 
-Lo siento, tengo una
clase.
 
-Voy a esperar a que
termines.
 
-Va a llevarme por lo
menos dos horas.
 
-No importa. Necesito
hablar sobre unas esculturas prejonico, que me dio tu padre.
 
-Bien- ella había vuelto
a sonreír y Sterm había vuelto a morir por esa boca---Tomaré ese café con Ud.
 
 
Mientras Nikita se
retira, él se la queda mirando, es un viejo experto en mujeres, a los 40 años,
conoció
muchas y ya  casi no lo estimulaban,  pero ésta belleza  lo había vuelto a la vida. “Dios que hembra,  tan
intensa”, pensó con una
sonrisa interior. Algo se había estremecido en alguna parte de su cuerpo y fue
así
como tomó una decisión
futura: Tenía que tenerla.  Toda esa
elegancia...se la imaginaba ardiendo.
 
 
El resto del día no  podría quitársela de la cabeza
........”Dios, Robles”,  “No tengo
perdón, hasta me
olvidé de Robles”.
 
 
AL RATO
 
 Nikita ocupó uno de los asientos de la clase
de Grey, él  se sentía algo ofendido por
el desplante de esta mañana  “Mejor”
pensó ella, no era conveniente que el bueno de Grey se pusiera  romántico 
hoy,  aún   tenía en la piel  las marcas  de su hombre.
 
 
CUARTO DE LETICIA EN LA SECCION
ONE
 
Leticia estaba mejor.
Michael fue a verla, antes de salir en una misión  encubierta, que los acercaría aún más  al paradero de Robles. 
 
Michael se le acercó y le
acarició el rostro.
 
-¿Estás bien?
 
Ella por toda respuesta
le tomó la palma y apoyó sus labios en ella.
 
-Michael...Quédate un
rato por favor.
 
Leticia era un suave
gatito agradecido, hacía   una semana
que no la torturaban y Michael pasaba muchas 
horas con ella hablándole
suavemente, se sentía segura en su presencia, cuidada.
 
-Ven aquí Leticia,
tenemos que hablar.
 
 
NIKITA Y STERN TOMAN Café
 
¿Quiero que analices   a las dos “panzonas de Rescue”.
 
-Sr. Stern.....
 
-Martín, por favor,
Nikita.
 
-Martín, no sé nada de
arte Sumerio.
 
-Sé que tienes un
conocimiento natural sobre arte del neolítico.
 
Nikita sacude  la cabeza, lleva el pelo suelto  que le cae por los hombros. Podría decirse
que cada movimiento es deliberado. Un suave perfume inunda las fosas nasales de
Stern, que ya se siente  perdido por
ella.
 
-Es una gran responsabilidad
para mí, Martín.
 
-Sé que lo harás bien.
 
-Gracias... yo. Bueno.
Creo que me encantaría, adoro esa época de la historia.
 
-Las tengo en los campos
de Bardiux. Quiero verte allí. La finca está a 30 minutos de helicóptero.
-Será un honor, Martín.
 
-También quiero que
pruebes mi champaña.
 
 
A kilómetros de allí,
Michael escucha cada palabra y observa cada movimiento, a través de una cámara 
que  tiene estratégicamente en la ropa un agente
de la sección.
 
Michael la ve desplegarse
como una ola de irresistible belleza. Sabe que el hombre estará perdido,
hambreado de ella, de su
olor y de su piel.    La conoce tanto,
sabe que finge cada movimiento en honor a
su víctima.  El resultado es devastador. El deseo de
poseerla será  incontrolable en
cualquier hombre.
También en él.   Michael dentro de unos días se encargará
personalmente de Martín Stern, quien dejará de soñar con ella para siempre.
Otro agente ubicado más cerca de la pareja le muestra a Michael como ella
utiliza todo lo aprendido en sus brazos. Los labios entreabiertos, un escote
suave, que es una promesa irresistible, los senos redondos, suavemente
enmarcados, por una prenda carísima  y
esa sonrisa exquisita,  que llevará al
Sr. Stern de camino a la muerte.
 
 
EN ALGUNA PARTE DE
MONTENEGRO
 
-¿Que sabes sobre  Leticia?.
 
-Estamos trabajando en
eso.
 
-Martín,  necesito a mi hija.
 
-Escúchame, Robles,
Leticia tiene que estar escondida en alguna parte. 
 
-La tiene la CIA.
 
-No, no fue un clásico
asalto comando el que se la llevó y mató al marido.
 
-¿Qué fue entonces?.
 
-Algo personal contra ti.
Canosa, había indicios de ser gente de Canosa.
 
-¿Ellos tienen a mi
Leticia?.
 
-Sí y voy a negociar, es
más lo estoy haciendo de hace días. Te daré el informe completo.
 
-Quiero a mi Leticia.
Ofrécele a Canosa lo que sea.
 
-Te devolveré a tu hija.
 
Robles era un astuto
traficante de armas, de arte de drogas duras, con parte de sus ganancias
patrocinaba el accionar de Red Cell en el medio oeste de Europa.  La sección había encontrado una punta en
Suiza
donde Leticia y su esposo
vivían, con la apariencia de una familia acomodada. En realidad el esposo de 
Leticia era un sádico, al
que Michael mató delante de ella para 
establecer una apariencia de poder, con la que luego la manejaría. El
objetivo era Robles, su padre. Ella era la obsesión de él, la Sección sabía que
Robles la buscaría
desesperadamente. Robles tenía muchos competidores, Canosa era uno de
ellos,  Michael y Mr Jones prepararon el
escenario propicio para que Robles creyera que a Leticia la tenia
Canosa. En realidad la
organización de Canosa había sido desmantelada por la ONE, en tres operativos
mortales, comandados por
Michael y ejecutados estilo bisturí. Ahora debían tener mucho cuidado, debían 
llegar a Robles, a través
de Martin Stern, su socio, un millonario inescrupuloso, viñatero, coleccionista
de arte, hijo de una de
las familias más tradicionales de la Bretaña. De él se encargaba Nikita.
 
La carta más fuerte de la
sección era Leticia. Su padre estaba loco de amor por ella. También la usaba
para ritos sexuales.
 
Leticia tenía 22 años y
Robles la había casado con Mauricio, una 
basura con título nobiliario que le permitía a Robles  utilizar a su hija cuando se le antojara.
Cuando su padre la dejaba, Mauricio la golpeaba hasta desmayarla. 
 
Michael tenía todo el
Intel y con Mr Jones se manejaron en dos frentes. Tenerla a ella y destruir a
Stern, 
que era  la rama elegante y sofisticada de la
organización de Robles.
 
Robles tenía otra hija de
15 años que vivía con él en Montenegro.
 
-Papá ¿Me llamabas?.
 
-Sí querida. Estoy
preocupado por tu hermana.
 
La niña era una belleza
rubia, de pelo largo, piernas largas y ojos enormes azules.
 
-Ven aquí, querida.
 
Mara  se había quedado quieta junto a la puerta
del enorme salón. Se la veía tensa  y su
actitud era la de alguien resignado.
 
-Tengo que estudiar,
papá. Mañana rindo Matemática.
 
-Ven aquí. Papito
necesita de tu compañía.
 
La niña se acercó a él
muy lentamente y Robles la sentó en sus rodillas.
 
-¿Quieres a papi?.
 
-Sí... Papi, déjame ir a
estudiar.
 
-Primero dime que me
quieres, otra vez.
.
 
Robles había  lastimado 
a sus hijas desde que tenían 5 años, 
pero su real  obsesión era
Leticia, ahora en
manos de Michael.    Mara era 
sólo un reemplazo, que participaba de los ritos sin mucho interés.
Leticia
era otra cosa, ella  vivía eternamente aterrorizada y eso era lo
que Robles disfrutaba realmente, el miedo
ancestral de su hija
favorita.
 
 
En alguna parte de la
sección, Michael le enseñaba a Leticia, que el sexo podía ser delicioso.
 
 
CONTINUARÁ...