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Histórica: El nacimiento de A.A. y su desarrollo en los EE.UU. y Canadá |
A.A. tuvo su comienzo en 1935, en Akron, Ohio, como resultado del
encuentro de Bill W., un agente de Bolsa de Nueva York, y el Dr. Bob S., un
cirujano de Akron. Ambos habían sido alcohólicos desahuciados. Antes de
conocerse, Bill y el Dr. Bob habían tenido contacto con el Grupo Oxford, una
sociedad compuesta en su mayor parte de gente no-alcohólica, que recalcaba la
aplicación de valores espirituales universales a la vida diaria. En aquella
época, los Grupos Oxford de América estaban dirigidos por el renombrado
clérigo episcopaliano el Dr. Samuel Shoemaker. Bajo esta influencia
espiritual, y con la ayuda de su viejo amigo, Ebby T., Bill había logrado su
sobriedad y había mantenido su recuperación trabajando con otros alcohólicos,
a pesar del hecho de que ninguno de sus candidatos se había recuperado.
Mientras tanto, el ser miembro del Grupo Oxford de Akron no le había dado al
Dr. Bob la suficiente ayuda como para lograr su sobriedad. Cuando por fin el Dr. Bob y Bill se conocieron, el encuentro produjo
en el Dr. Bob un efecto inmediato. Esa vez, se encontraba cara a cara con un
compañero alcohólico que había logrado dejar de beber. Bill recalcaba que el
alcoholismo era una enfermedad de la mente, de las emociones y del cuerpo. Este
importantísimo hecho se lo había comunicado el Dr. William D. Silkworth, del
Hospital Towns de Nueva York, institución en la que Bill había ingresado
varias veces como paciente. Aunque era médico, el Dr. Bob no sabía que el
alcoholismo era una enfermedad. Las ideas contundentes de Bill acabaron
convenciendo a Bob y pronto logró su sobriedad y nunca volvió a beber. Ambos se pusieron a trabajar inmediatamente con los alcohólicos
confinados en el Hospital Municipal de Akron. Como consecuencia de sus
esfuerzos, un paciente pronto logró su sobriedad. Aunque no se había
inventado todavía el nombre Alcohólicos Anónimos, estos tres hombres
constituyeron el núcleo del primer grupo de A.A. En el otoño de 1935, el
segundo grupo fue tomando forma gradualmente en Nueva York. El tercer grupo
se inició en Cleveland en 1939. Se había tardado más de cuatro años en
producir 100 alcohólicos sobrios en los tres grupos fundadores. A principios de 1939, la Comunidad publicó su libro de texto básico,
Alcohólicos Anónimos. En este libro, escrito por Bill, se exponían la
filosofía y los métodos de A.A., la esencia de los cuales se encontraba en
los ahora bien conocidos Doce Pasos de recuperación. El libro también llevaba
los historiales de 30 miembros recuperados. De este punto en adelante, A.A.
se fue desarrollando rápidamente. También en 1939, el Cleveland Plain Dealer publicó una serie de
artículos acerca de A.A., suplementada por algunos editoriales muy
favorecedores. El grupo de Cleveland, compuesto solamente de unos 20
miembros, se vio inundado con incontables súplicas de ayuda. A los
alcohólicos que llevaban solamente unas cuantas semanas sobrios se les
encargó de trabajar con los nuevos casos. Con esto se dio al movimiento una
nueva orientación, y los resultados fueron fantásticos. Pasados unos pocos meses,
el número de miembros de Cleveland había ascendido a 500. Por primera vez,
había evidencia de que la sobriedad podría producirse en masa. Entretanto, el Dr. Bob y Bill habían establecido en Nueva York en 1939
una junta de custodios para ocuparse de la administración general de la
Comunidad recién nacida. Algunos amigos de John D. Rockefeller, Jr. servían
como miembros de este consejo, junto con algunos miembros de A.A. Se dio a la
junta el nombre de la Fundación Alcohólica. Sin embargo, todos los intentos
de recoger grandes cantidades de dinero fracasaron, porque el Sr. Rockefeller
había llegado a la conclusión prudente de que grandes sumas de dinero podrían
estropear la naciente sociedad. No obstante, la fundación logró abrir una pequeña oficina en Nueva
York para responder a las solicitudes de ayuda e información y para
distribuir el libro de A.A.—una empresa, dicho sea de paso, que había sido
financiada principalmente por los miembros de A.A. El libro y la nueva oficina pronto resultaron ser de gran utilidad. En
el otoño de 1939, la revista Liberty publicó un artículo acerca de A.A. y,
como reacción, llegaron a la oficina unas 800 urgentes solicitudes de ayuda. En
1940, el Sr. Rockefeller celebró una cena para dar publicidad a A.A., a la
cual invitó a muchos de sus eminentes amigos neoyorquinos. Este
acontecimiento suscitó otra oleada de súplicas. A cada solicitud, se le
respondía con una carta personal y un pequeño folleto. Además, se hacía
mención del libro Alcohólicos Anónimos, y pronto se empezaron a distribuir
numerosos ejemplares del libro. Con la ayuda de cartas enviadas de Nueva York
y de miembros de A.A. viajeros provenientes de centros ya establecidos,
nacieron muchos grupos. A finales del año, había 2,000 miembros de A.A. Entonces, en marzo de 1941, apareció en el Saturday Evening Post un
excelente artículo acerca de A.A., y la reacción fue tremenda. Para finales
de ese año, el número de miembros había ascendido a 6,000 y el número de
grupos se había multiplicado proporcionalmente. La Comunidad fue
extendiéndose a pasos gigantescos por todas partes de los Estados Unidos y
Canadá. En 1950, había en todas partes del mundo unos 100,000 alcohólicos
recuperados. Por muy impresionante que fuera ese desarrollo, la década de
1940 al 1950 fue una época de gran incertidumbre. La cuestión crucial era si
todos aquellos alcohólicos volubles podrían vivir y trabajar juntos en sus
grupos. ¿Podrían mantenerse unidos y funcionar con eficacia? Esa pregunta
quedaba todavía sin respuesta. El mantener correspondencia con miles de
grupos referente a sus problemas particulares llegó a ser uno de los
principales trabajos de la sede de Nueva York. No obstante, para el año 1946, ya era posible sacar algunas
conclusiones bien razonadas en lo concerniente a las actitudes, costumbres y
funciones que se ajustarían mejor a los objetivos de A.A. Estos principios,
que habían surgido de las arduas experiencias de los grupos, fueron
codificados por Bill en lo que hoy día se conoce por el nombre de las Doce
Tradiciones de Alcohólicos Anónimos. Para 1950, el caos de los tiempos
anteriores casi había desaparecido. Se había logrado enunciar y poner en
práctica con éxito una fórmula segura para la unidad y el funcionamiento de
A.A. (Ver página 9) Durante esa frenética década, el Dr. Bob dedicaba sus esfuerzos al
asunto de la hospitalización de los alcohólicos y a la tarea de inculcarles
los principios de A.A. Los alcohólicos llegaban en tropel a Akron para
obtener cuidados médicos en el hospital Santo Tomás, una institución administrada
por la iglesia católica. El Dr. Bob se integró en el cuerpo médico de este
hospital, y él y la extraordinaria Hna. M. Ignacia, también del personal del
hospital, facilitaban atención médica e inculcaban el programa de A.A. a unos
5,000 alcohólicos enfermos. Después de la muerte del Dr. Bob en 1950, la Hna.
Ignacia siguió trabajando en el Hospital de la Caridad de Cleveland, donde
contaba con la ayuda de los grupos locales y donde otros 10,000 alcohólicos
enfermos encontraron A.A. por primera vez. Este trabajo era un preclaro
ejemplo de disposiciones hospitalarias que permitían que A.A. cooperara
venturosamente con la medicina y la religión. En ese mismo año de 1950, A.A. celebró en Cleveland su primera
Convención Internacional. En esa convención el Dr. Bob hizo su último acto de
presencia ante la Comunidad y, en su charla de despedida, se enfocó en la
necesidad de mantener simple el programa de Alcohólicos Anónimos. Junto con
los asistentes, él vio a los delegados adoptar con entusiasmo las Doce Tradiciones
de A.A. para el uso permanente de la Comunidad en todas partes del mundo. (Murió
el 16 de noviembre de 1950.) Al año siguiente ocurrió otro acontecimiento muy significativo. Las
actividades de la oficina de Nueva York habían sido grandemente ampliadas y
en esas fechas incluían las relaciones públicas, consejo a los nuevos grupos,
servicios a los hospitales, a las prisiones, a los Solitarios e
Internacionalistas, y cooperación con otras agencias en el campo del
alcoholismo. La sede también publicó libros y folletos “uniformes” de A.A. y
supervisaba la traducción de esta literatura a otros idiomas. Nuestra revista
internacional, el A.A. Grapevine, ya tenía una elevada circulación. Estas
actividades y otras más habían llegado a ser indispensables para A.A. en su
totalidad. No obstante, estos servicios vitales estaban todavía en manos de una
aislada junta de custodios, cuyo único vínculo con la Comunidad había sido
Bill y el Dr. Bob. Como los cofundadores habían previsto años atrás, llegó a
ser imperativo vincular a los custodios de los servicios mundiales de A.A.
(ahora la Junta de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos) con la
Comunidad a la cual servían. Por lo tanto se convocó una reunión de delegados
de todos los estados y provincias de los EE.UU. y Canadá. Así constituido,
este organismo de servicio mundial se reunió por primera vez en 1951. A pesar
de cierta aprensión suscitada por la propuesta, la asamblea tuvo un gran
éxito. Por primera vez, los custodios, anteriormente aislados, eran
directamente responsables ante A.A. en su totalidad. Se había creado la
Conferencia de Servicios Generales de A.A. y, por este medio, se había
asegurado el funcionamiento global de A.A. para el futuro. La segunda Convención Internacional tuvo lugar en St. Louis en 1955
con motivo de la conmemoración del 20º aniversario de la Comunidad. Para
aquel entonces, la Conferencia de Servicios Generales ya había demostrado su
indudable valor. En esa ocasión, en nombre de todos los pioneros de A.A.,
Bill transfirió a la Conferencia y a sus custodios la futura vigilancia y
protección de A.A. En ese momento, la Comunidad tomó posesión de lo suyo;
A.A. llegó a su mayoría de edad. Si no hubiera sido por la ayuda de los amigos de A.A. en sus primeros
días, es probable que Alcohólicos Anónimos nunca hubiera existido. Y de no
haber contado con la multitud de amigos que, desde entonces, han contribuido
con su tiempo y su energía—especialmente nuestros amigos de la medicina, la
religión y los medios de comunicación—A.A. nunca podría haber crecido y
prosperado. La Comunidad expresa su perenne gratitud por esta amistosa ayuda. El 24 de enero de 1971, Bill murió de pulmonía en Miami Beach,
Florida, donde—hacía siete meses—había pronunciado ante la Convención
Internacional del 35º Aniversario lo que resultaron ser sus últimas palabras
a sus compañeros de A.A.: “Dios les bendiga a ustedes y a Alcohólicos
Anónimos para siempre.” Desde entonces, A.A. ha llegado a ser una comunidad de extensión
mundial, lo cual ha demostrado que la manera de vivir de A.A. hoy día puede
superar casi todas las barreras de raza, credo e idioma. La Reunión de
Servicio Mundial, celebrada por primera vez en 1969, ha venido efectuándose
cada dos años desde 1972, alternando su sitio entre Nueva York y una ciudad
de ultramar. Los delegados de la R.S.M. se han reunido en Londres,
Inglaterra; Helsinki, Finlandia; San Juan del Río, México; Guatemala,
Guatemala; Munich, Alemania; Cartagena, Colombia; y Auckland, Nueva Zelanda. Fuente: Alcohólicos Anónimos.
http://www.alcoholics-anonymous.org/default/sp_about.cfm |
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