Deja Vu ~
Hick's Bellum
Capítulo 2: Y ese chico, ¿quién es?
-
¿Dónde estoy? – la voz de Anaís
resonó en la blanca habitación sin obtener respuesta, sintió la falta de algo
en su rostro y de inmediato al palparse - ¿dónde habrán quedado mis
lentes?
Se incorporó en la cama en que estaba tendida cubierta por
una sábana, a tientas logró dar con los lentes que se encontraban en una
mesita a su lado, sin sus lentes veía todo nebuloso. Se los colocó y por las
características del lugar donde estaba dedujo que era la enfermería. ¿Qué
rayos le había pasado para que estuviera en ese lugar? Todo en su mente parecía
confuso, aun más confuso que antes.
...Te ves mas linda cuando sonríes...
Las palabras resonaron en su mente. Y de inmediato volvió
a sonrojarse. ¿Cómo era posible que alguien a quien no conociera fuera capaz
de producir tal actitud en ella?
-
Quisiera saber quien es, y que es lo que quiere de
mi.
-
Tan sólo quiero tu felicidad, mi querida Anaís.
– la voz había surgido de la nada, para volver a perderse en ella misma.
Anaís solo se llevo la mano al pecho en la actitud que
siempre la caracterizaba, y miró por la ventana... De pronto la puerta se abrió,
Anaís ni se sobresaltó... siguió observando a través de los cristales de la
ventana, mientras al enfermera que la atendía le hacía algunas preguntas sobre
como se sentía y si creía poder caminar para irse a su casa a descansar. Anaís
las contestó y pronto se vio caminando en dirección a su hogar.
Llevaba la cabeza baja, pensando en todo lo que le había
sucedido, aquellos sueños extraños, la chica de largos cabellos azules, el
joven parado en el árbol, y su sueño... aquella voz que a pesar de no conocer
le infundía mucha confianza y valor.
-
¡Ey! ¡Chicas, espérenme!
Aquella voz era sumamente enérgica y fuerte. Le hizo
levantar la cabeza a Anaís para observar a una joven de uniforme rojinegro y
cabellos de apariencia de fuego gritar y hacerle señas a un grupo de chicas
vestidas como ella.
-
¡Vamos! ¡No sean malas!
La joven pelirroja echó a correr rápidamente para poder
alcanzar a las demás, no sin antes observar por casualidad a la joven de verde
uniforme que la observaba detenidamente, mas no pareció darle mucha
importancia, pues justo en aquellos momentos estaba llegando con sus amigas. Y
siguió junto a ellas.
Mientras que Anaís había vuelto a quedar paralizada y sin
saber que hacer, aquella chica de extraño cabello rojo también había
aparecido en sus sueños. Dejó caer su bolso para sostenerse la cabeza, le había
comenzado a dar vueltas, veía millones de imágenes sucediéndose continuamente
sin algún orden, estaba ella, aquellas dos chicas, espadas, un pez volador, el
hombre de negro... negro.. negro... y todo negro otra vez...
Perdió las fuerzas y se comenzó a desvanecer, cuando lo
último que sintió fueron un par de brazos que la rodeaban por la cintura para
evitar que tocara el suelo, y una voz dulce que le preguntaba si se sentía
bien...
~~~~~
- ¡Oh! Por dios, no de nuevo. – AAnaís se había vuelto a despertar
con aquella sensación, otra vez estaba tendida en una cama, y al buscar los
lentes se dio cuenta que esta le era mas familiar. Una vez puestos logró
distinguir su propia habitación - ¿cómo llegué hasta aquí?
La puerta se abrió para dar paso a su madre.
-
Anaís, ¿te sientes bien hija?
– preguntó con preocupado mirar.
-
Si, madre. En realidad no se que me pasó, tan solo
debió haber sido algo que comí o es que estoy durmiendo mal.
– y a pesar de no sentirlo, forzó una sonrisa para no despertar mayor
preocupación a su madre.
-
Entonces tendremos que ver a un médico para que te
algunas pastillas para que puedas dormir mejor. Gracias a Dios que estás bien,
hija. Que bueno que aquel chico te trajo hasta casa.
-
¿Chico? – interrogó.
-
Si, hace una hora mas o menos, llegó un chico de
cabellos verdes contigo en brazos, que dijo haberte visto mal en la calle y que
te sostuvo cuando te desvaneciste. Dijo que había buscado entre tus cosas y que
había hallado la dirección de la casa, así que te trajo hasta aquí.
-
Ya veo, con que esos fueron los brazos que sentí
cuando me desmayé. Y, ¿dónde esta?
-
Tenía cosas que hacer, así que se fue en cuanto te
hubo dejado acostada.
-
Vaya, hubiera querido agradecerle. ¿Ni siquiera
dijo su nombre?
-
Si lo dijo. Su nombre era Paris.
~~~~~
Nuevamente Anaís se encontraba camino a la escuela, a
pesar de los avisos de su madre de que se quedara descansando en casa, su
sentido del deber y el estudio era muchísimo mayor que cualquier cosa y por lo
tanto no iba a faltar a sus clases por unos simples desmayos. Además que
deseaba encontrar a aquel chico llamado Paris para poder agradecerle lo que había
hecho por ella el día anterior, y no sabía el porque pero estaba segura de que
aquel día lo iba a encontrar.
Llegó a clases, y como de costumbre se dirigió
silenciosamente a su asiento, aunque una vez sentada allí algunas chicas se le
acercaron para saludarla, consultarle sobre si se sentía mejor y cosas de la
escuela. Anaís con su típica sonrisa les contestaba cada una de las preguntas.
Si algo había seguro es que ella jamás dejaría de ser amable con la gente
pasara lo que pasara.
Sonó la campana que anunciaba el inicio de las clases, el
profesor ingresó al aula, apoyó los libros sobre su mesa, dio el común saludo
y antes de que los alumnos lograran comenzar con sus típicos comentarios, se
acercó a la puerta y la abrió para dar paso a un chico de mediana estatura, de
ojos dorados y extraño pelo verde, Anaís no pudo menos que sobresaltarse,
aquel chico concordaba con la descripción que le había dado su madre ya mas
calmados después.
El joven dio un paso adelante antes que el profesor lo
presentara y dirigió una mirada hacia todo el salón para posarse finalmente en
Anaís a quien le dedicó una cálida sonrisa haciendo que ésta se sonrojara.
-
Hola, desde ahora seré su compañero, espero que
nos llevemos bien y que seamos buenos amigos. Mi nombre es Paris.
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