El ojo del tigre
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                                              Figura en cerámica Cultura Tumaco.  200 a.C. - 100 d. C. Colombia

Durante el transcurso de la historia  la cultura oriental ha influido y permeado a la cultura occidental en muy diversas formas, su seducción es una constante que se manifiesta tanto en el arte como en las expresiones populares universales.
Marco Polo el primer viajero occidental en recorrer  la ruta de la seda,  trajo de regreso a su Venecia natal extraños relatos, deslumbrantes tesoros y abalorios diversos, que a más de crear un gran  interés comercial, suscitaron  una profunda curiosidad por las manifestaciones artísticas y  culturales de oriente.

El  termino orientalismo  denota un conocimiento,  un carácter, una afición o tendencia a lo oriental, y revela una constante en la cultura occidental, que  llega por momentos  a cumbres de notoriedad como es el caso  de los artistas impresionistas y  post impresionistas, que extrajeron muchos de sus temas de grabados, fotografías, objetos y sujetos de oriente.

Viajeros y clérigos misioneros que recorrieron  Asia durante los siglos XVII y XVIII a pesar de no comprender cabalmente la riqueza del arte oriental enviaron a Europa muchos objetos de seda, laca, porcelana, dibujos y pinturas que influyeron profundamente y dieron origen al estilo “chinoiseire”.
Un misterioso y casual envío de gravados japoneses que llegó a París en 1850 desencadenó un inmediato entusiasmo por todo lo japonés considerado altamente refinado y por supuesto exótico.
Para muchos pintores como Manet, Degas y van Gog este arte se constituyó en  toda una revelación que influyó profundamente en su producción
  
En nuestro tiempo la interacción cultural, la informática y los sistemas de producción masiva han llevado esta realidad a  una nueva e insospechada dimensión.


El cómic japonés, Manga o Manga Anime  y su variante erótica el Manga Hentay, son un claro ejemplo de este fenómeno. Series clásicas de los años  70’s y 80’s como Aeroboy,  Centella  o los Transformers, introdujeron la estética de personajes de rostros rinoplásticos y ojos agrandados.

Junto al cómic japonés es reconocible el culto popular a la bizarra violencia marcial cinematográfica con sus ídolos iconizados como Bruce Lee o Jackie Chan; el ciber erotismo oriental, desencantado reflejo contemporáneo del imaginario sensual de oriente como último reducto del misterio femenino convertido en el paraíso de la geisha call girl;  la ola de productos orientales u orientalistas, fruto del auge de la llamada Nueva Era, mini jardines zen para ejecutivos, manuales prácticos de origami, bonsái, Feng sui y acupuntura, videos de Tahi Chi y meditación taoísta, complementados por barras de incienso, budas de plástico dorado y dragones de falso jade. Constituyéndose en la mas  notable expresiones del  kitsch internacional, oriente devuelve al mundo un reflejo  homogenizado y travestido de su cultura, aquello que occidente quiere ver de oriente. La esencia real de la cultura oriental es inasible al ansia consumista por exotismo.
Devolviéndonos, como en el paso del tigre zen, en  la América prehistórica las similitudes estéticas y técnicas de culturas precolombinas y asiáticas coetáneas, en  lapsos de tiempo muy  posteriores a  las  migraciones de Bering solo pueden explicarse por la existencia de  relaciones transpacíficas, hecho  planteado por la corriente arqueológica  del Difusionismo.
Algunos ejemplos de las muchas “coincidencias” encontradas entre nuestro continente y oriente son la cerámica Valdivia (3.000 a.C.) directamente relacionada con el arte de la cultura Jomon del Japón (3.500 a.C.- 2.500 a. C.); el arte de la   cultura Tumaco-La Tolita, que siendo esencialmente  realista y caracterizándose por retratar fielmente su entorno, incluyó a partir del 200 a.C. fenotipos claramente orientales; la identificación de escritura Shang en los Símbolos Olmecas; el  hecho de que Perú comparta más de 300 topónimos de origen prehispánico  con la China; la identificación de posiciones ritules budistas en esculturas figurativas mesoamericanas, las intimidante imagen felina en la estatuaria y cerámica San agustiniana, Tumaco, Maya y Azteca con las notables expresiones del jade.
Esta confrontación de encuentros y desencuentros culturales enuncia la complejidad del entramado cultural contemporáneo y la dificultad en el discernimiento de    las identidades si es que aún se pueden invocar.

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