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    saturación del depredador - Jay Gould - lectura 63


  • LECTURA 63

      SATURACION DEL DEPREDADOR.

      Un bambú que lleva el extravagante nombre de Phyllostachys bambuoides ha florecido en China en el año 999. Después, con una regularidad jamás desmentida, ha continuado floreciendo y liberando granos una vez cada veinte años, aproximadamente. P. bambusoides se sujeta a este ciclo, en cualquiera de los ambientes en que se encuentra. Al finalizar la década del sesenta, una población "japonesa" (tambien importada de China algunos siglos antes) ha florecido en el Japón, luego en Inglaterra, en Alabama y en Rusia.(...)

      El ecólogo Daniel H. Janzen, de la Universidad de Pennsilvania, resume la extraña historia del Phyllostachys en su artículo "¿Por qué los bambúes florecen tan raramente?". En la gran matoría de las especies, el período de crecimiento vegetativo que separa a dos floraciones es más corta, pero la regla es sincronizar la liberación de los granos; son raras las especies que dejan pasar más de quince años entre dos floraciones.

      La floración de una especie está regulada por un reloj biológico interno que no es corregido jamás por las circunstancias ambientales exteriores. Segun nuestro punto de vista, la regularidad infalible de los intervalos es la mejor prueba que podemos aportar con respecto a que el ambiente posea un ciclo que produzca los ciclos de floración de más de una centena de especies. Más aún, las plantas correspondientes a una especie florecen simultaneamente, aunque se hallen en ambientes muy diferentes. Janzen cita el caso de un bambú de Birmania, con una altura de no más de treinta centímetros dado que fue víctima, repetidas veces, de incendios de bosque, que floreció al mismo tiempo que sus congéneres de 12 metros de altura que no habían sido afectados.

      ¿Cómo hace el bambú para llevar la contabilidad de los años? Segun Janzen, no miden los años por la cantidad de nutrientes acumulados, dado que especimenes enanos, medio muertos de hambre, tienen su floración junto a gigantes desbordantes de salud. Supone que el calendario "sería función de la acumulación o degradación de un producto fotosensible y no de la temperatura". Nada le permite deducir si el ciclo es diurno (noche-día) o anual (estacional). Para apoyar su hipótesis, Janzen pone bien en claro que entre los paralelos de 5º al norte y 5º al sur del ecuador, ninguno de los bambúes obedece al ciclo "correcto", porque en esa región tropical las variaciones tanto en la luz de los días como en la luz de las estaciones son muy escasas.

      La forma de la floración del bambú evoca otro fenómeno periódico bien conocido, el de las cigarras "periódicas". El modo de vida de estas cigarras es aun más extraño que todo lo sospechado. En toda la mitad oriental de Estados Unidos, salvo en los estados sureños donde el ciclo es de treinta años, la ninfa vive bajo tierra durante 17 años, nutriendose de la savia de raíces de algunas especies arbóreas. Entonces, en pocas semanas, millones de ninfas llegadas a su madurez emergen de la tierra, se acoplan, procrean y mueren.

      Lo más notable resulta que esto ocurre, no en una sola especie, sino en tres especies diferentes de cigarras, que siguen el mismo ritmo y emergen de la tierra al mismo tiempo. Se ha encontrado que ciertas poblaciones están desfasadas. No emergen en el mismo momento en Chicago que en la Nueva Inglaterra. Pero el ciclo de diecisiete (o treinta en el sur) es respetado por las tres especies, que coinciden en sus sincronizaciones en un ámbito dado. Janzen admite que bambúes y cigarras, pese a la distancia que los separa ya sea la biología o ya sea la geografía, tienen el mismo problema evolutivo. Las investigaciones actuales, escribe,"no ponen en evidencia diferencia alguna entre estos insectos y los bambúes, salvo, quizás, en el método que emplean para contabilizar el transcurso de los años".

      ¿Por qué esta sincronización y por qué un intervalo tan largo entre dos períodos de reproducción sexual? La validez de la teoría de la selección natural no puede jamás ser mejor demostrada que cuando explica de una manera satisfactoria aquello que, de primera intención, parece extraño e inexplicable. Tanto la floración como la emergencia de la tierra proceden de un programa que concierne a toda la especie como conjunto y no a los individuos que la componen. La idea darwiniana reposa en que cada individuo no sirve más que a su interés personal de transmitir sus genes a la generación siguiente. Nuestra pregunta debe ser acerca de las ventajas que les ofrece a la cigarra o al bambú una sincronización de la reproducción sexual. (...) ¿Qué ganan una cigarra dada, o una planta de bambú dado, restringiendo su etapa sexual a períodos tan alejados, así como al mismo tiempo que sus congéneres? Nuestra vivencia de la biología humana nos proporciona a menudo una idea falsa de las dificultades que deben superar otros organismos. Los seres humanos son animales de desarrollo lento. Invierten mucha energía en la concepción de un escaso número de descendientes, que se vuelven adultos después de muchos años. Nuestras poblaciones no experimentan una muerte infantil masiva, que llegue a casi todos sus integrantes.

      Esto nos lleva a no entender bien que otros organismos tengan que apelar a una estrategia diferente en la "lucha por la vida", estrategia que los lleva a producir cantidades enormes de granos y de huevos esperando, por así decir, que algunos puedan sobrevivir al rigor de los primeros días. Estos organismos están bajo la amenaza de sus depredadores y, para defenderse, deben elaborar una estrategia que reduzca al mínimo el riesgo de ser devorados. Hay muchos animales ávidos de ingerir cigarras y granos de bambú. La ciencia natural ha mostrado, en amplia medida, los diferentes tipos de adaptación que permiten escapar de los depredadores. Ciertos animales se disimulan, otros huelen pesimamente, otros tienen púas o caparazones inatacables. La lista es interminable y rinde homenaje a la variedad de la naturaleza. Los granos de bambú y las cigarras eemplean una estrategia poco común: ellas se ofrecen tal cual, sin defensa alguna, pero muy de vez en cuando y en una cantidad tan demesurada, que los depredadores, aunque quisieran, no alcanzan a consumirlos.

      Este método de defensa ha sido denominado como "la saturación del depredador" por los biólogos. Para resultar eficaz, el método se debe basar en dos adaptaciones. Primeramente, la sincronización de la producción debe resultar perfecta, de tal manera de saturar la demanda o el mercado: y no debe durar mucho. En segundo lugar, esta situación no se debe producir más que raramente, por miedo a que los depredadores alcancen a adaptar sus ciclos de vida a esos períodos de abundancia. Si los bambúes floreciesen todos los años, los animales que depredan sus granos se adaptarían y ofrecerían a su abundante descendencia la cosecha anual prevista. Pero si el intervalo entre dos floraciones supera la esperanza de vida de todos sus depredarores, les resulta imposible a éstos descubrir la existencia del ciclo. La ventaja que la sincronización les ofrece a cigarras y bambúes como individuos de la especie es clara: todos aquellos que no se amoldan al ciclo son rapidamente devorados. A veces emergen cigarras fuera de ciclo, pero sucumben.

      La hipótesis de la "saturación del depredador", aunque no haya sido verificada experimentalmente, tiene los elementos fundamentales de un análisis correcto. Permite rendir cuenta de una serie de observaciones que, sin ella, las dejaría desvinculadas unas con respecto a otras. Lo cual implica que serían inexplicables.

      La sincronización de tres especies de cigarras, añade un elemento particularmente impresionante al análisis, tanto más que las tres especies emergen del interior de la tierra al mismo tiempo en un ámbito dado, aunque no esté sincronizado con lo que sucede en otros ámbitos. Pero en cada especie el análisis es más asombroso: ¿por qué los ciclos son cada 17 o también como se observa, cada 13 años, en lugar de ser ciclos de 12, 14, 15, 16 o 18 años? 13 y 17 son números primos, o sea que no son divisibles por números más pequeños que ellos mismos salvo la unidad. La mayor parte de los depredadores eventuales se suelen ajustar a ciclos de dos o cinco años, con lo cual no son función de la emergencia de cigarras periódicas; y su población tiene casi siempre un máximo en años cuando las cigarras no emergen. Cuando los ciclos coinciden, los depredadores muestran toda su voracidad.

      Analicemos el caso de un depredador con ciclo de cinco años. La coincidencia de ciclos ocurre una vez cada 5 x 17, o sea cada 85 años, en este caso. Un ciclo de 13 o de 17 años solo puede ser atrapado por un ciclo para los depredadores de 13 o de 17 años.

      La existencia, en términos de Darwin, es una lucha para la gran mayoría de los seres vivientes.

      Las armas para la supervivencia no son solamente los dientes y las garras. El modo de la reproducción es tambien un arma eficaz. Y la superabundancia es un medio válido. A veces conviene poner todos los huevos en una sola canasta, a condición que sean muchos y que no se arriesgue demasiado frecuentemente.

    Stephen Jay Gould, Darwin y los grandes enigmas de la vida, cap. 11.

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      23.feb.2001

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      Colección de lecturas de Biología- Carlos von der Becke.