La geopolítica imperial
Según las teorías de Sir Halford Mackinder
de 1904
Las imágenes dramáticas de los refugiados
kosovares han creado una cortina de humo sobre las causas reales del conflicto en
Yugoslavia.
Según el nuevo marco, la OTAN desborda el escenario europeo occidental para adjudicarse
derechos sobre Europa y la antigua URSS.
La extensión del teatro de operaciones parece responder a una planificación deliberada,
cuyos orígenes deben buscarse en 1904, en las teorías de Sir Halford Mackinder, el más
influyente impulsor de la geopolítica en Gran Bretaña y EE.UU.
Mackinder elaboró la teoría del corazón
continental:Asia Central es la región pivote del Mundo, inaccesible a las
potencias marítimas y rodeada por un cinturón interior, en Europa y en Asia
continentales, y un cinturón exterior, formado por el resto de islas y
continentes.
En 1919, Mackinder definió a Asia Central como el corazón continental y afirmó
que Europa Oriental es la llave del corazón continental. Según su teoría,
"quién gobierne la Europa oriental dominará el corazón continental; quién domine
el corazón continental dominará la isla mundial (Eurasia y África); quién domine la
isla mundial dominará el mundo".
Mackinder creía imprescindible impedir una alianza entre Alemania y Rusia,
porque ambas potencias podrían dominar el pivote continental, lo que llevó a la idea de
crear estados tapón que separaran a Alemania y Rusia.
El nuevo diseño de la OTAN coincide
sospechosamente con la teoría del corazón continental; las condiciones creadas
por la desaparición de la URSS y la crisis yugoslava, con las pretendidas por Mackinder.
Para entenderlo, hay que actualizar los términos.
Cámbiese Gran Bretaña por EE.UU., Alemania por la Unión Europea, cinturón interior
por región euroatlántica y estados tapón por "ampliación de la
Alianza".
El nuevo mapa
Despojada de buena parte del territorio del corazón
continental, el caos en que se ha visto sumergida desde 1992 ha dejado a Rusia más
vulnerable que nunca.
Asia Central salía del control directo del poder ruso. Una parte estratégica del corazón
continental, por primera vez en la historia, ha quedado al alcance de la potencia
marítima, EE.UU.
En el teatro europeo, la desaparición del
Pacto de Varsovia ha dibujado un nuevo mapa.
Los ex-aliados de la URSS son, hoy, miembros de la OTAN o candidatos a serlo.
Pueden ser convertidos en estados tapón. El proyecto de la Unión Europea es
visto por EE.UU. con temor. Hegemonizado por Alemania, este proyecto tendría como destino
natural la unión de todo el continente europea, que incluye a Rusia.
Una unión o alianza ruso-alemana-europea es, justamente, lo que Mackinder temía.
La UE, además ha venido erosionando la hegemonía norteamericana.
Demasiados tragos, demasiado amargos, para que
EE.UU. se resignara a ser mero espectador.
Entonces... Kosovo.
La decisión de atacar Yugoslavia no fue europea. Fue anglosajona. Gran Bretaña
es socio de la UE a regañadientes. Su aliado indispensable no es Europa, sino Estados
Unidos.
Su papel dentro de la UE cumple la doble función de no aislarse y de obstaculizar un
desarrollo rápido e incontrolado del proyecto europeo.
La agresión contra Yugoslavia modifica el panorama, con plena ganancia para los
promotores de la guerra. Europa queda bajo mando de Estados Unidos.
La guerra permite a Washington colocar un obstáculo formidable al proyecto de Unión
Europea, ahondando las diferencias y la desconfianza con Rusia. Le facilita el control del
Este de Europa, para lo que aprovecha la cumbre de la OTAN.
Con el pretexto de la crisis, el control de los estados tapón se hace efectivo.
El ingreso de Polonia, República Checa y Hungría había sido un primer paso.
Con la crisis yugoslava, Eslovaquia, Rumania y Bulgaria se agregan al cerco.
En una concepción Mackinderiana, era natural que el nuevo pacto atlántico incluyera el corazón
continental dentro de la zona de acción e injerencia de la OTAN.
La opción europea
Desde esa perspectiva, el conflicto balcánico
puede acabar en cualquier momento, pues ha cumplido ya su propósito. Kosovo es lo
táctico. El control de Europa y Asia central lo estratégico.
No es petróleo lo que se juega: es el orden mundial del siglo XXI.
Las cartas estarían echadas. Rusia,
acorralada, se lanzará a una nueva carrera armamentista.
Estados Unidos procurará consolidar su dominio sobre los estados tapón y el corazón
continental.
La UE es rehén de su particular síndrome de Estocolmo. Deberá optar entre
tener al otro lado del nuevo muro a una superpotencia atómica adversaria o a un socio
insoslayable en su proyecto de unión. Mientras decide, la geopolítica anglosajona
y democrática cabalga de nuevo.
-Augusto Zamora, profesor de Derecho
Internacional y de Relaciones Internacionales en la
Universidad Autónoma de Madrid.
-El Mundo,
sábado 29 de Mayo de 1999.
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