Coparentalidad  

 

DIMENSIÓN SOCIOLÓGICA DE A PATERNIDAD

  

Las innovaciones socioculturales aludidas y sus efectos en la paternidad, iniciaron el proceso de cuestionamiento del rol socioafectivo del padre, en la sociedad contemporánea. Y si la paternidad en sí misma, consiste en el ejercicio diario de ser padre, este pronunciamiento, cuestiona lo siguiente:

PATERNIDAD

¿Quién es un Padre?

Frente a esta interrogación, el padre constituye un enigma que "cuaja precisamente en nuestro tiempo, dado que resulta impensable la interpelación antes de la modernidad e incluso, con más precisión, antes de Freud". Colina, F. (2000). La pregunta procede de su posición actual como "padre desorientado, maternizado y devaluado que habría perdido las referencias derivado de los cambios de los roles en la pareja. En este sentido, parece que se respira en el cuerpo social, una nostalgia de padre, y una añoranza de autoridad difusa, a la vez que el rechazo a ciertos valores que hasta hoy representaba el padre". Fontana, C. (2000).

Desde el análisis de Colina, F. (2000), "el otro padre o el nuevo padre no representa esa falsa imagen, ni ha sido suplantado por un código materno sustitutivo, sino que, se debilitó su forma tradicional y se fragilizó su figura por permanecer pasivamente como observador desengañado, en un mundo que le enflaquece desde que engendra un descendiente". En este contexto, la paternidad actual, se posiciona en una etapa transicional, en la que "coexisten dos figuras paternas que tienen rasgos claramente negativos: el padre autoritario, que no es lo mismo que el padre con autoridad sino todo lo contrario y el padre débil y ausente. Tal vez entre estas dos figuras, que pueden ser coincidentes en muchos casos, aparezca una nueva forma de relación de la figura paterna que se tiene que ir construyendo." Cobas, C. citado por Dillon, M. (2001). Desde estas meditaciones, Zicavo, N. (1999), argumentó que "un padre sin compromiso y emocionalmente distante de sus hijos es una figura socialmente construida pero no biológicamente determinada, por lo que la figura del padre comprometido es una realidad que puede y debe construirse socialmente". A su vez, esto nos interroga sobre:

¿Quién es un hijo?

Antes de existir como sí mismo, por sí mismo y para sí mismo, todo niño "es un polo de esperas, de proyectos, de atributos de los padres. (Lagache, 1961), citado por Dio Bleichmar, E. (2000). El hijo deseado es el que viene por añadidura y a causa del deseo de una pareja que es ya feliz sin hijos. De pronto ambos miembros de la pareja se encuentran convertidos en padres y esto tal vez, sea el principio en que los dos progenitores podrán o no constituirse en padres, desear o no, cuidar o abandonar, pero siempre, quieran o no, marcarán a este naciente". Dolto, F. citado por Meliccho, P. (2001). Y en este sentido, "la única especificidad realmente importante de la parentalidad, es la de sentir que se ha sido amado, reconocido y contenido, física y psicológicamente, por ambos padres desde el comienzo". Varela, M.S. (2000).

Desde este planteamiento, "el acto procreativo constituye un hecho biológico, pero la consideración del hijo como sujeto de derechos y obligaciones deriva de un hecho cultural y es en este sentido, que la figura y ejercicio de la paternidad conlleva paralelamente la misma fuente de derechos y obligaciones, dado que: toda persona es hijo de dos y no de uno. Esto significa que la dependencia filial no puede ser considerada jamás como una disposición instrumental ni de los padres sobre los hijos, ni de la sociedad sobre los padres con propósitos creativos. La sociedad obliga a los progenitores a reconocer el fruto de la unión sexual como hijo propio, sobre el cual se adquiere una responsabilidad irrenunciable, estableciendo con ello un vínculo de reciprocidad fundado en la igual dignidad de los padres y del hijo, esta igual dignidad de todos los seres humanos que han venido a la existencia, permite personalizar las relaciones humanas". Morandé, P. (1999:15-35).

Origen de la Paternidad Sociológica

En nuestro entorno cultural como en Europa y América del Norte, los inicios de la nueva paternidad se instalaron a partir de los años sesenta, época en que se gestó una revolución en las relaciones familiares, y que proceden de diversas realidades:

  • "El amor y los cuidados tempranos dejaron de ser exclusividad de las mujeres, actividad a la que se han sumado nuevos padres, que sin temor a perder su virilidad, participan desde el comienzo en la crianza de sus hijos. Les dan el biberón, los bañan, les cambian los pañales, y no lo hacen presionados por sus mujeres o porque hayan quedado desempleados, aunque este sea el motivo en ciertos casos. Lo nuevo es que lo hacen voluntariamente y con placer, por lo que sería injusto tildarlos de padres maternizados, como se escucha muchas veces". Varela, M.S. (2000).

  • "La custodia monoparental, la incorporación de las mujeres al mundo laboral y la políticas de igualdad de oportunidades, cuestionan las relaciones parentales, las cuales han sufrido un profundo cambio (aunque no espectacular) en los resultados de la educación de los niños y niñas tras la separación y/o divorcio de sus progenitores". Sariego, J.L. (2002).  

    Cimentación Social de la Paternidad

    La paternidad como todas las conductas humanas, es una construcción social, simbólica, por tanto histórica, y es básicamente "una cuestión de actitud, siendo más efectiva, si hay autocrítica genuina respecto a cómo se asume. No se restringe concretamente a un asunto biológico, porque el hecho físico 'la concepción' no agota su sentido, ya que se puede engendrar infinidad de hijos sin por eso asumirse plenamente". Colussi, M. (2002). Y no obstante, el período transicional de la paternidad, coexiste un cimiento sociocultural en que la pareja en términos de persona, busca intercambios positivos y no distinguen funciones privativas, porque es un vínculo animado por la reciprocidad. En este aspecto, el orden doméstico y el hijo no son excluyentes, ambos progenitores participan en el ejercicio del rol socioafectivo y esta consideración conlleva la reciprocidad de roles dentro y fuera del matrimonio como vector fundamental, para evitar la generación de vínculos asimétricos post-separación conyugal". (Barros, L. 2001).

    En este sentido, "una de las particularidades de la paternidad es que sea un hombre real, concreto, sea o no el genitor, el que soporte esa función simbólica y si el verdadero padre es el que cría al hijo, tenemos la prueba de que la paternidad biológica no existe más que si va acompañada por lo que ha dado en llamarse la paternidad socioafectiva, dada la existencia de un vínculo de consanguinidad y de filiación que implica protección, educación, transmisión, que en definitiva es la socialización de los hijos". Sullerot, E. (1993:15). En este ámbito, la importancia del proceso socializador paterno, traduce la forma en que el padre interactúa con el hijo, tramita un estilo que en los primeros años se plasma en estimular la competencia, el desafío, la iniciativa y la independencia y posteriormente la presencia y apoyo paternal deriva en mejor desarrollo del área cognitiva. Asimismo, la entrega de valores por el padre es señalero de su mayor participación con el medio externo, dado que el padre transmite principalmente las reglas básicas de la sociedad. Como proceso socializador, "inculca buena parte de los significados del medio cultural y el conducto más importante es la socialización primaria a través de determinados agentes y que en la práctica significa transmitir significados vía ejemplar y en este sentido, la socialización se confunde con la carga emocional dado que el niño la vive como manifestación del vínculo afectivo en la relación cotidiana que vivencia con sus progenitores". Barros, L. (2001).  

    Paternidad Ausente

    Los treinta últimos años han sido testigos de un enorme incremento de la ausencia paterna. Precisando en esta argumentación, Pedemontes, M.R. (1992), expresó que "la paternidad es un derecho natural, un derecho humano y no debiera haber Juez que osara refutarla, sin embargo, a nombre del derecho de la mujer, es un derecho que se soslaya. En el derecho de familia solo hay soluciones menos malas, hay padres que se olvidan que son tales, y también existen buenos padres que sí quieren a sus hijos y que quieren seguir siendo tales, pero, se desaniman y frustran al verse reducidos a visitadores de sus hijos y pagadores de pensión. Hijos que tendrán quizás unos alimentos bien distribuidos, visitas preestablecidas, pero, que habrán perdido un derecho humano, a su vez fundamental: crecer con una figura paterna no subdimensionada y sobre todo sin el afecto directo y fecundo y fermental de la mitad de su familia ". Pedemontes, M.R. (1992).

    En esta ámbito, algunos especialistas consideran que "en las grandes ciudades el fenómeno de hijos con padres ausentes, está relacionado con:

  • Las nuevas formas de organización familiar: parejas con alguno de sus miembros divorciados y/o con hijos de uniones anteriores.

  • La fuerte tendencia a compartir la vida sin papeles: indicador que supone innecesarios a los padres en la crianza y hasta superfluos.

  • Concepción de la paternidad descartable, es a su vez, una aseveración de algunas mujeres que declaran que ser madre soltera es un derecho femenino". El Clarín (1998). Aspecto que tiene su correlato en Chile, sustentado en que "el hijo, es un derecho de la maternidad aún cuando no se cuente con la pareja". Salgado, C. (2002:17).

    En este sentido, uno de los quiebres de la cultura contemporánea esté referido al quiebre de la norma, que se consigna como réplica de vivir en un mundo de ambigüedad e indefinición, y que traduce a un padre que tiene miedo a ejercer la autoridad y configura un padre, señalado como el gran perdedor en la sociedad contemporánea.

      Problemas generados por la paternidad ausente

    En este tenor, las complicaciones y/o inadaptaciones que genera "la ausencia real del padre, por muerte o separación, es dolorosa, pero, no ocasiona perturbaciones tan severas como la presencia de un 'padre faltante' desde el comienzo, y que en parte está relacionada con la función normativa de padre. En este contexto, la ausencia del padre, "significa también la falta de límites, o mejor, la difuminación del goce. Y es por eso que aparecen nuevos síntomas del malestar cultural, como las adicciones a las drogas". Cobas, C. Citado por Dillon, M. (2001).

    Al respecto, la ausencia de disciplina paterna origina "el presentismo, implica que el hijo no aprende a retrasar la satisfacción de sus deseos y crea una ruptura entre presente y futuro". Sullerot, E. (1993:21-27). Este enunciado, conlleva la necesidad de "normativizar al niño desde su inicio, ejercicio que realiza un adulto responsable en la crianza, que va significando sus acciones iniciales, sus movimientos, y sus demandas. En esta etapa, el nacido como cuerpo biológico se va transmutando en un sujeto psicológico, para constituirse en un sujeto social, que requiere de la renuncia de lo puramente instintivo y pulsional para ser aceptado socialmente.

    Asimismo, durante la adolescencia, la ausencia de padre, o una carencia patente de presencia paterna, perjudica muy particularmente al muchacho y muy particularmente en la toma de conciencia de su pertenencia al sexo masculino. La presencia del padre tiene como función permitir que el hijo acceda a su agresividad natural, porque cuando falta el padre, el hijo no puede acceder a la impulsividad propia de su sexo. Sufrirá las prohibiciones de su madre, que tolera mal sus manifestaciones de salvajismo instintivo". Melicchio, P. (2001).

    Paternidad en Tránsito

    El padre en tránsito, conforma una especie de figura paterna, en la persona de las sucesivas parejas de la madre, lo que implica menos cuidado emocional y menos cuidado físico. Siguiendo este lineamiento, Ferrari, J.L. (1999) señaló que "es cierto que aumentan los hogares sin padres, pero también es cierto que no dejan de aumentar los padres que paternan a sus hijos, todo es cuestión de reforzar y alentar esta segunda opción. En este contexto y no obstante que la sociedad va hacia un incremento de hijos con padres separados o directamente nacidos fuera del matrimonio (o fuera de una relación de pareja), responder a esta situación amputando automáticamente al padre es una cirugía innecesaria y propia de la barbarie". Ferrari, J.L. (1999).

    Rol Socioafectivo del Nuevo Padre

    En este tema, "la paternidad está cambiando aceleradamente y aún cuando los padres pueden sentir que carecen de modelos a seguir, la constitución de una nueva imagen paterna, implica integrar comportamientos referentes a la disciplina, la permisividad y la educación". Psicología (2002). Desde esta argumentación, "la funcionalidad paternal produce responsabilidad y compromiso paternal, pero, cuando producto de los embates de las separaciones la funcionalidad paterna en términos de responsabilidad y compromiso se pone en riesgo, hay cada vez más padres dispuestos a defender el ejercicio de sus derechos, aquellos padres que ven reforzada sus posturas enriquecedoras del rol con importantes vivencias relacionales de apego". Zicavo, N. (2001). En los últimos años, ha variado enormemente lo que la sociedad espera de los padres, en este aspecto, "algunos varones participan en la crianza y han desarrollado las cualidades afectivas que se necesitan (empatía capacidad de expresar los sentimientos, ternura, delicadeza, intereses culinarios) que en definitiva son los rasgos expresivos ligados a los estereotipos femeninos y que permiten al hombre de hoy estar más involucrados que los varones de las generaciones anteriores. Aspecto que configura el nuevo rol del padre relacionado con una nueva masculinidad, en que algunos varones tienen roles igualitarios en la crianza, con sólidos vínculos afectivos con los hijos y luchan por ese derecho luego del divorcio". Pedrosa, S. (1999).

  • Implicancias del nuevo rol paterno

    El padre como modelo masculino "es un personaje que está siempre presente en la subjetividad de los varones, y en torno a esta figura se construye una persona (un personaje) con una identidad con la que se dialoga y compara. Los propios padres, presentes o ausentes, activos o inactivos, van configurando los referentes y modelos más cercanos en el aprendizaje de la paternidad. A través de ellos y de los significados que transmitieron y/o siguen transmitiendo y - particularmente por la mediación de la madre-, los hombres, se identifican con una paternidad que les corresponde, modelo a imitar o por el contrario, con la que desean diferenciarse". Olavarría, J. (2001:53).

    En este contexto, "la presencia de ambas fortalezas, masculina y femenina dejan huellas indelebles en la personalidad de los hijos, y la privación de sus roles frente a una sociedad competitiva, deja a los hijos en la orfandad". Precht, C. (CERC) (1992:233-234). A su vez, "la construcción y contribución del padre como modelo de aprendizaje, incluido el de crianza misma, posibilita en los niños varones, la identificación con un modelo de varón que disfruta la infancia de los hijos y desde esta perspectiva, la relación paterna posterior a la separación divorcio, permite a los hijos la interiorización de los modelos adecuados". Pedrosa, S. (1999).

    Factores Sociales Disociadores de la Paternidad No Custodia

    Aún cuando los hombres se han ido involucrando cada vez más en la educación de los hijos, a nivel societal existe una concepción minimalista de la paternidad, motivación que excluye al padre de sus derechos post separación conyugal. Entre algunos de los factores que inhabilitan o imposibilitan el ejercicio de la paternidad no custodia post-separación conyugal, están conectados con:

  • Los habituales prejuicios de la sociedad contemporánea, que atentan contra los cambios positivos de los padres y su imagen.

  • La exigencia de la norma social, no considera pertinente que asuma la parentalidad compartida después de la separación o divorcio, si la madre requiere a los hijos.

  • La reticencia de la mujer a ceder en lo que respecta a su prerrogativa materna.

  • La prevalencia del concepto y mito del instinto maternal.

  • La hostilidad femenina respecto de las agrupaciones en pro de la defensa de los derechos paternales.

  • El feminismo intransigente (hembrismo) que no ha traspasado la barrera de la liberación sexual y la guerra de los sexos.

  • El papel que desempeña la madre en los primeros años de vida es fundamental y en nuestro país, esta influencia femenina es aún mayor, ya que sigue teniendo prioridad en la crianza cuando los menores ingresan a la educación formal (pre-kinder y kinder).

  • Desvalorización del rol socioafectivo y educativo del hombre en la crianza post-separación conyugal.

  • Desconcierto sobre el nuevo rol del padre.

  • La sociedad e instituciones, consideran la petición de custodia de parte del hombre, como residuo del machismo matriarcal.

  • La insistencia en la custodia es considerado erróneamente como algo patológico, y requiere de una prueba psicológica.

  • Influencia de la feminización del cuerpo profesional asociado a los Tribunales de Menores.

  • No existe desarrollo del concepto de coparentalidad en su sentido más amplio: durante y después de la unión conyugal.

  • El concepto subjetivo 'el interés superior del hijo' que opera como directriz, ha desarrollado entre mujeres y hombres una asimetría perturbadora y favorecedora a la mujer.

  • Resistencia pasiva del mundo mas-culino en el trabajo, que frena la intercambiabilidad de los papeles.

    Estos efectos configuran un padre abandónico y de segundo plano, que frente a los Tribunales de Menores, no tiene ningún derecho ni amparo y frente a sus pares, es condenado por el silencio, hecho que magistralmente señaló Décoret, B. (1988) "en materia divorcios, el hombre suele ser el peor enemigo del hombre". Citado por Sullerot, E. (1993: 128).

    "Si el hombre también es portador de la cultura, no puede quedar descartado del proceso socializador y del rol afectivo de la paternidad, dado que el intenso contenido emocional de la relación paterno-filial, permite al hijo no sólo integrar sus procesos individuales sino que complementar los procesos colectivos de aprendizaje, para edificarse como sujeto social, medio significativo y fundamental, para estructurase psíquicamente". Steffen, G. (2002).

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