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Sabiduría Revelada

1983

por Emmett F. Fields

Este ensayo fue preparado para presentarse en forma de conferencia, y está redactado en la forma correspondiente. Fue parte de un debate de dos días con un ministro fundamentalista. Para cada noche hay dos partes. Este ensayo responde negativamente a la pregunta de si la Biblia es la Palabra de Dios.  

Día 1 – Parte 1 Día 2 - Parte 1
Día 1 – Parte 2 Día 2 - Parte 2

 

Día 1 – Parte 1

Antes de hablar de la Biblia debemos considerar otra cuestión, una más profunda y mucho más importante.

Esa primera cuestión es Dios.

A través de la historia la humanidad ha buscado a Dios. Ha tratado de hallar alguna prueba, algún indicio, alguna esperanza, de que hay o podría haber Dios.

La búsqueda continúa aún.

La sabiduría trata de hallar un rastro de Dios en la inmensidad del eterno espacio, busca algún indicio por los lejanos límites del cosmos ­ en el corazón mismo de la naturaleza ­ de que hay, o pudiera haber, alguna inteligencia conductora ­ por remota que fuese ­ que pudiera, quizás, ser Dios. La sabiduría busca, continúa buscando, un rastro de Dios, pero hasta ahora no lo ha encontrado.

En esta diminuta mota que llamamos tierra y hogar, y a través de los interminables alcances espaciales, la sabiduría y la ciencia encuentran solamente naturaleza y sus obras. ¡Nada más!

Y, sí, mientras la sabiduría busca en vano una traza de Dios, la ignorancia lo ha encontrado. O por lo menos cree que ha encontrado a Dios. La ignorancia no solamente ha encontrado a Dios, sino que tiene información directa de lo que Dios dijo e hizo, lo que Dios desea, lo que Dios piensa, lo que a Dios le gusta, y lo que Dios aborrece.

La ignorancia que ha encontrado a Dios no tiene nada que ver con los creyentes religiosos de hoy. Dios, o la ilusión de Dios, se halló hace mucho tiempo, en la infancia de la raza humana. La ignorancia halló a Dios mucho antes de que la humanidad hallara la ciencia; antes del invento de la rueda. En el mundo de entonces, árido, frío, peligroso, se alzaron nuestros remotos antepasados. La humanidad se hallaba en su infancia, luchando por comprender las fuerzas de la naturaleza, por escapar de sus enemigos, por nutrirse, y por reproducir la especie. La mente humana estaba emergiendo de la obscuridad de los instintos animales a los comienzos de la razón. Su único pensamiento: ¡Sobrevivir! Era un mundo peligroso, con enemigos siempre y en todas partes.

"¡Cuán grande y poderoso era nuestro jefe, el que mataron la temporada pasada!", pensaban. "Si tuviésemos su poder con nosotros ahora, podríamos derrotar fácilmente este enemigo". "¡Oh, gran jefe, ayúdanos en este momento de la mayor necesidad!"

Y así la ignorancia creó fe ante la necesidad.

¡Y Dios nació!

Este dios que la ignorancia encontró, o fabricó, se parece mucho al hombre. Nos dicen que tiene cara, manos, intestinos, un pie (quizás dos). Nos dicen que tiene ventanillas nasales, y que le gusta el olor de las ofrendas quemadas en su primitivo altar.

(NOTAS: Cara: Ex. 33:11, 20, 23; Núm. 14:15.  Manos: Salmos 28:5.  Intestinos: Jer. 31:20.  Pie: IS. 37:25. Quizás dos pies: Salmos 18:9. Ventanillas nasales: II Samuel 22:9, 16. Huele ofrendas quemadas: Gén. 8:2)

Este dios que la ignorancia encontró o fabricó también presenta deseos y emociones notablemente humanas. Odia, ama, siente ira y siente compasión. Tiene individuos favoritos, y un pueblo escogido. Este dios es definitivamente del sexo masculino y tiene definidas tendencias masculinas. A menudo se encoleriza, blasfema, destruye cosas, hace pucheros, grita, engaña, y con frecuencia descansa.

Toda esposa reconocería a Dios.

(NOTAS: Odia: Mal. 1:2.3, Rom. 9:11-13.   Ama: Deut. 7:13.   Enójase: Ex. 4:14.   Siente compasión: Salm. 111:4.   Favoritos: Ex. 3:21.   Pueblo escogido: Is. 44:2.   Se enoja: Deut. 9:20, I Reyes 11:9, etc. Se enfurece: 1 Sam. 6:19.   Blasfema: Gén. 12:3.   Destruye cosas: Gén. 6:17.   Hace pucheros: Éx. 32:9-10.   Grita: Salm. 47:5.   Engaña: Jer. 20:7.   Descansa: Gén. 2:2).

Este dios que fue encontrado por un pueblo primitivo e ignorante hace miles de años casualmente tenía las mismas opiniones y creencias acerca de la naturaleza que el pueblo que lo encontró. Este dios creía que el sol giraba alrededor de la tierra, y que el día podía alargarse simplemente deteniendo al sol por un tiempo. Es verdaderamente sorprendente el parecido que hay entre las creencias de Dios y las creencias del pueblo que lo descubrió.

(NOTA: Deteniendo el sol: Jos. 10:12)

Esa gente, aun siendo primitiva, poseía algunas habilidades, y así también las poseía el dios que hallaron.  Este dios dio instrucciones para construir una embarcación, diseñaba ropas para los sacerdotes, dio la fórmula para un perfume, era sastre e hizo vestimentas de pieles. Este dios formuló también muchas leyes simples, frecuentemente tontas, llamadas "Mandamientos". Y Dios hizo muchas otras cosas muy humanas y muy propias de la época y el pueblo que primero lo descubrió.

(NOTAS: Embarcación: Gén. 6:14-18.  Diseñó vestimentas sacerdotales: Éx. 28:39.  Fórmula de perfume: Éx. 30:34-35.   Hizo abrigos de pieles: Gén. 3:21)

Pero de todas las cosas casi humanas que se dice hizo Dios, la más importante, nos dicen, ha sido escribir libros, o guiar la mano y la mente de los que lo escribieron. Y son los libros que Dios escribió, o que hizo escribir, que vamos a considerar esta noche.

La historia a que me he referido esta noche acerca del descubrimiento de Dios no es única. Los antropólogos están de acuerdo en que ha sucedido muchas veces y en muchos lugares diferentes. Siempre que un pueblo primitivo ha necesitado un dios, ha encontrado uno hecho a la medida. Era su propio dios, y se parecía mucho a ellos. El dios siempre tenía los mismos enemigos y las mismas reglas de conducta, que el pueblo que lo encontraba, y muchos de esos dioses eran autores; escribían libros.

Yo no tendría ninguna dificultad, si me encontrara en una parte musulmana del mundo, en convencer a la gente de que la Biblia cristiana no es "la palabra de Dios". Si me estuviese dirigiendo a budistas, hindúes, o gente de cualquier otra religión, no tendría dificultad en probar a su entera satisfacción que la Biblia cristiana no es la palabra inspirada de Dios.

Pero me encuentro en una parte del mundo dominada por el cristianismo. Y estando en una parte cristiana del mundo, creo que no tendría dificultad en convencer a la mayoría de ustedes de que los libros sagrados islámicos son falsos, que no son la palabra verdadera de Dios. Ustedes tenderían a estar de acuerdo en que todos esos otros pueblos, que tienen otros dioses y otros libros religiosos, están equivocados. Ustedes estarían de acuerdo en que ellos han sido mal informados, o hasta engañados. ¡Parece que la gente de esas otras partes del mundo se dejan convencer tan fácilmente de todo lo que se acepta en sus partes del mundo! ¡Con tanta facilidad creen en falsos ídolos! Solamente nosotros, que por casualidad hemos nacido en la parte cristiana del mundo, tenemos la "verdadera verdad". Es decir, la mayoría de nosotros, porque hay, desde luego, los judíos y esos terribles ateos y muchos otros que se niegan a aceptar la "verdad" de la Biblia cristiana... pero esos no se cuentan.

Dejemos a un lado a los no cristianos que hay entre nosotros, y supongamos que la religión cristiana y su biblia, gozan de total aceptación en esta parte del mundo. El quid de la cosa es simplemente: ¿Es la verdad asunto geográfico? ¿No deben las cosas verdaderas en Irán ser también verdaderas en la India, en Japón, en África, en Canadá y en el resto del mundo? Así parece, ¿no? Las verdades científicas son universales; ¿Por qué no lo son las verdades religiosas? ¿Es justo asumir que nosotros somos los únicos que tenemos razón, y que el resto del mundo está equivocado, que somos los que tenemos, los únicos que tenemos, la verdad de Dios y el verdadero libro con la "palabra de Dios"?

¿Puede el simple dios de la biblia cristiana, que es tan parecido al hombre, tan similar al pueblo que lo encontró, ser el dios que la sabiduría busca? La sabiduría se percata bien del dios encontrado por la mente primitiva. La sabiduría sabe bien de la Biblia y de todos los otros libros divinos, y conoce las religiones construidas sobre esos libros y esos dioses; y no obstante, la sabiduría y la razón continúan buscando a Dios o por lo menos una huella de Dios.

Una vez que la idea de Dios quedaba establecida en una tribu, se transmitía de generación en generación al enseñarse a los niños a creer lo que sus padres creían, y lo mismo a los niños de los niños, exactamente como a nosotros se nos enseñó a creer lo que nuestros padres creían. A los niños siempre se les ha enseñado a creer, nunca a hacer preguntas.

De esa forma Dios se convirtió en una suposición que se perpetuaba a sí misma.

En nuestra parte del mundo la Biblia cristiana domina. En estos países hay muchos que creen que la Biblia es "la palabra inspirada de Dios". Les han enseñado a creer que ese libro es la base de nuestras leyes, la esencia de la justicia, la fuente de nuestra libertad y hasta de nuestra civilización. Creen que promete derrotar a la muerte, y ofrece la esperanza de otro mundo donde serán felices por toda la eternidad.

Yo quisiera que fuese cierto.

Esa gente no ha leído la Biblia, o la han leído con la mente cerrada. No han podido ver la ignorancia, la injusticia, el odio a la libertad, la intolerancia religiosa, las persecuciones, ni la crasa inmoralidad que se encuentra en la Biblia.

Se acuerdan del cielo, pero no del infierno.

No es a la ligera que asumo la tarea de demostrar que la Biblia no puede ser la palabra de Dios. Si las promesas, aunque falsas, fueran beneficiosas a la humanidad, las pasaría por alto en silencio. ¡Pero no son beneficiosas! Los "libros sagrados" nunca han sido ni podrán ser beneficiosos para la humanidad. Realmente, se tornan más peligrosos cada día que pasa. Todo historiador honrado sabe que los libros religiosos son, y siempre han sido, una pesada carga para la humanidad. Y a pesar de nuestros modernos conocimientos, esos viejos libros continúan causando odio y guerras hoy.

Debemos, pues, examinar la Biblia cristiana, no porque sea muy diferente a otros libros religiosos, de otras naciones y de otros dioses, sino porque es el libro con el cual se domina nuestra sociedad mediante indoctrinación.  Nos enseñan en la infancia a creer en él, y se nos prohíbe en la edad adulta ponerlo en tela de juicio. Pone en peligro nuestro mundo moderno, impide la madurez intelectual, y confina nuestros pensamientos a primitivas leyendas.

¿Es la Biblia cristiana "la palabra inspirada de Dios"? Examinemos cuidadosamente lo que esta última aserción significa. Con ella tenemos la obvia conclusión de que la Biblia debe ser "divinamente perfecta". Es decir, que la Biblia debe de ser mucho más perfecta que lo que pudieran producir meras mentes humanas. Un error en ese libro, una contradicción, de hecho o de forma, probaría que ese libro no puede ser la "palabra inspirada de Dios".

No solamente la Biblia sería perfecta por sí misma, sino que sería igualmente clara y comprensible para toda mente humana, y toda persona entendería exactamente la misma cosa.

Quizás ustedes pueden pensar que exijo demasiado de un mero libro; que no es de esperar que un dios que pudo crear el entendimiento humano pueda producir un libro de acuerdo con esa creación.

Personalmente, yo creo que es demasiado pedirnos el que creamos que Dios escribiría, o inspiraría, un libro sobre el cual la humanidad no puede ponerse de acuerdo. Un libro que ha causado guerras sin fin, persecuciones, torturas, intolerancia y odio. Un libro tan incomprensible, que no solamente los incrédulos lo rechazan, sino que hasta los que lo creen la verdadera palabra de Dios no pueden llegar a un acuerdo sobre su interpretación. Solamente en los Estados Unidos hay cientos de sectas cristianas, sin incluir los incontables millares de individuos que tienen su propia, personal, interpretación de la Biblia.

Este mismo debate, como cualquier debate acerca de la Biblia, es prueba irrefutable de que la Biblia no puede ser "la palabra de Dios".

Los teólogos alegan a menudo que las escrituras originales eran perfectas, pero que la Biblia ha perdido su perfección por causa de errores introducidos al copiarse o al traducirse a través de varios idiomas. ¡Imposible! No es posible una copia imperfecta, ni una traducción imperfecta, de un libro perfecto y perfectamente comprendido por el traductor. ¡Dios no lo hubiese permitido!

Si es que hay Dios.

Hay muchas versiones de la Biblia cristiana, y muchas interpretaciones contradictorias de cada versión, no solamente por los creyentes cristianos ordinarios y el clero, sino por esos eruditos que han pasado toda la vida estudiando las escrituras. Una confusión así no es obra de Dios.

A juzgar por el daño y la confusión que la Biblia ha causado y continúa causando, y por la naturaleza tonta y contradictoria de ese libro, es evidente que no puede representar la palabra de Dios. Voy a transcribir unos cuantos pasajes de una de las muchas versiones de la Biblia, con el fin de mostrar por qué la rechazo. Voy a citar de la versión King James, como la leo y la comprendo. No soy tan tonto como para creer que entiendo tan bien la Biblia como para decir que "la Biblia dice".  Teniendo en cuenta las numerosas versio­nes e interpretaciones de la biblia, me admira que haya personas en la tierra lo suficientemente tontas como para creer que su interpretación de la Biblia es la correcta; que él, o ella, y nadie más, de alguna manera, ha tropezado con el verdadero significado de la Biblia, mientras que todos los otros creyentes, incrédulos, ministros, curas, eruditos e infieles la han interpretado o la han entendido mal.

Algunas personas dicen que hay más de dos mil contradicciones en la Biblia, otros dicen que no pueden encontrar ni una. Lo único que puedo hacer en este momento es señalar unas pocas de las muchas cosas que a mí me parecen contradicciones.

Voy a empezar con el primer mandamiento que Dios dio al hombre: el que ningún fundamentalista cristiano ha roto jamás.

Génesis 2: versículos 16-17, dicen: "Y el Señor Dios ordenó al hombre, diciendo: De todo árbol del jardín puedes comer libremente: (17) pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día en que comas de él de cierto morirás".

De acuerdo con la Biblia, el hombre, Adán, no murió el día en que comió del árbol prohibido, porque la Biblia dice que Adán y Eva fueron expulsados del jardín y Génesis 5, versículo 5, dice: Y los días que Adán vivió fueron 930 años; y murió".

Pero según yo entiendo la Biblia, hay otra contradicción en Génesis 2: vers. 16-17.

En Gén. 3: vers. 22-23, Dios parece estar hablando a otros dioses y leo que dijo: (22) "Y el Señor Dios dijo, he aquí, el hombre se ha vuelto como uno de nosotros, sabedor del bien y el mal -- que no extienda la mano y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre; (23) por tanto el Señor Dios lo echó del jardín del Edén para que labrase la tierra donde quiera que fuese".

(El traductor aclara que todas estas citas son traducidas al pie de la letra del original inglés, y no tomadas de ninguna de las varias versiones castellanas de la Biblia de que dispone).

En Gén. 2:16-17 Dios dijo "de todos los árboles del jardín puedes comer libremente, excepto del árbol de la sabiduría". Ahora, en Gén. 3;22-23, vemos que hay todavía otro árbol prohibido en el jardín: el árbol de la vida.

Según leo la Biblia, me parece que la palabra de Dios no es digna de confianza, como en el caso de esta aparente contradicción:

Éxodo 33, versículo 20, hace decir a Dios: "No puedes ver mi cara, porque ningún hombre verá mi cara y vivirá".

Éxodo 33, versículo 22 dice: "Y el Señor habló con Moisés cara a cara, como un hombre habla con su amigo".

Eso me parece una contradicción, pero, como he dicho, la Biblia es obviamente incomprensible, y puede ser que ustedes no vean nada extraño en las dos frases. Podría pasar el resto de la noche citando contradicciones del Viejo Testamento, así que voy a pasar las demás por alto.

¿Y qué decir del Nuevo Testamento? ¿Hay también contradicciones en él? Bueno, hay quienes dicen que obviamente hay muchas contradicciones en el Nuevo Testamento, y hay otros que dicen que no hay ninguna. Solamente puedo decir lo que el libro me dice a mí.

Leyendo el Nuevo Testamento encuentro la primera contradicción en el primerísimo versículo, del primerísimo capítulo, del primerísimo libro del Nuevo Testamento.

En Mateo 1: 1, leo: "Libro de la generación de Jesús Cristo, hijo de David el hijo de Abraham". Y después de ese versículo viene una larga lista de "engendramientos" hasta que llegamos al versículo 16, que dice: "Y Jacobo engendró a José, el esposo de María, de quien nació Jesús, llamado Cristo".

Ahora bien, si José no era el padre natural de Jesús, sino solamente el esposo de María, como Mateo 1:16 dice, entonces Mateo 1, 1 al 16, no es, no puede ser, "el origen o generación de Jesús Cristo", como se declara en el primer capítulo, primer verso, de Mateo.

Pero si José es el padre natural de Jesús, como se da a entender en otros versos de la Biblia, entonces la historia del nacimiento de Jesús de una virgen es contradicción. Esa leyenda está en Mateo 1:18 y dice: "Ahora, la concepción de Cristo fue así: Estando desposada María, su madre, con José, antes de que conviviesen, se halló haber concebido María del Espíritu Santo".

También, y muy importante, si Jesús nació de una virgen y no era descendiente de David, las palabras de Pedro en Hechos 2:29-30 son falsas. En Hechos 2:29-30 Pedro dice: "Hombres y hermanos, déjenme hablarles libremente acerca del patriarca David, que es muerto y enterrado, y su sepulcro está entre nosotros hasta hoy. (30) Pero, siendo profeta, y sabiendo que Dios había jurado solemnemente a él, que un fruto de sus entrañas sería el Cristo y se sentaría en su trono..."

Ahora tenemos un verdadero potaje. Si Jesús es el hijo de Dios por medio del "Espíritu Santo", como se dice en Mateo 1:18-20, entonces o él no es el Cristo, o Dios mintió al hacer juramento a David. O, por otro lado, Jesús es el hijo de José, hijo de David, hijo de Abraham, y así puede ser el "Cristo", pero entonces no puede ser el hijo de Dios por el Espíritu Santo, y no pudo haber nacido de virgen.

Podría pasar la noche entera, repito, recorriendo las aparentes contradicciones del Nuevo Testamento. Pero como estamos hablando de un libro que se dice es la palabra de Dios, nada más que una contradicción necesitamos, en cualquier lugar de la Biblia, para demostrar que no es palabra ni obra de Dios.

Si hay dios.

La Biblia no puede ser verídica si se contradice constantemente. No obstante, podría servir de inspiración de buena moral y conducta apropiada. Así que veamos lo que dice la Biblia sobre la bondad, la justicia, la amabilidad, la moral y el respeto a la familia, al amigo, al prójimo.

Veamos algunos ejemplos de moral bíblica:

Empezaré por el Génesis 19. Según leo la historia, dos "ángeles" son huéspedes en la casa de Lot, cuando "los hombres de la ciudad" llegan a la casa y, dice Gén. 19:5-8: "Hablaron y dijeron a Lot ¿Dónde están los hombres que han venido a ti esta noche? Tráelos afuera para conocerlos (el traductor supone que todo lector conoce el significado bíblico del verbo "conocer") (6) y Lot salió a la puerta cerrándola tras sí (7) y dijo, "Os ruego, hermanos, no obren tan mal (8) He aquí que tengo dos hijas que no han conocido varón, permítanme, les suplico, que se las traiga para que les hagan lo que quieran; solamente no hagan nada a estos hombres que están bajo mi techo".

Naturalmente, no puedo decir qué es lo que eso significa para nadie más, pero para mí parece significar: "He aquí, tengo dos hijas que no han conocido varón; permítanme que se las traiga para que hagan lo que quieran con ellas".

¿Qué clase de padre ofrecería sus hijas a la chusma para que les hiciera lo que quisiera? Voy a ser franco con ustedes. Si ustedes fuesen huéspedes en mi casa, yo los protegería con todas mis fuerzas, pero si llegara el momento de decidir entre ustedes o mis hijos, serían ustedes. Y espero que ustedes harían lo mismo si tuvieran que escoger entre sus hijos y yo. Si (mi huésped) fuese Dios mismo, si lo hay, lo entregaría antes que entregar a mis hijos. No soy cristiano. Soy muy profamilia, y mis inocentes hijos están en primer lugar.

Pero eso no es el fin de la historia. Continúa, y empeora. En Gén. 19:31-32, las hijas de Lot están conversando: "Y la mayor dijo a la más joven, Nuestro padre es viejo y no hay otro hombre en la tierra que venga a nosotras como es costumbre en toda la tierra; (32) ven y demos vino a beber a nuestro padre, y nos echaremos con él y conservaremos la simiente de nuestro padre".

Y la inmunda historia continúa hasta Gén. 19:36, en que leemos: "Así ambas hijas de Lot concibieron de su padre".

Bueno, ya sé que eso no es lo que la Biblia dice a los que creen que es "la palabra de Dios", pero para mí parece decir: "Así las dos hijas de Lot concibieron de su padre". Para mí esta historia es pura suciedad, pero otros dicen que no hay suciedad, que no hay inmoralidad, en la Biblia, así que no sé lo que la historia dice a otros, pero para mí es pura suciedad. Y para mí, suciedad no puede ser parte de "la palabra de Dios".

Hay muchas historias en la Biblia cristiana que considero inmorales, pura suciedad, pero ésa debe bastar como ejemplo de las demás. Después de todo, estamos hablando de la Biblia, considerada como "la palabra de Dios", y solamente necesitamos una "mala" historia, una sola contradicción, una sola falsedad o injusticia, para probar que la Biblia no es "la palabra de Dios".

Consideremos ahora la justicia de Dios según consta en la Biblia.

El Rey David obtuvo una de sus muchas esposas por medio del secuestro, la violación y el asesinato. La historia está en el segundo libro de Samuel, capítulo 11, cuyo verso 4 dice: "Y David envió mensajeros, que la agarraron, se la llevaron a él, y él se acostó con ella..." Espero que me perdonen por repetir esas sucias historias, pero eso es lo que la Biblia dice. La historia continúa y Bathsheba queda preñada. David manda a matar a su esposo Uría, según los versos 26 y 27, donde leemos: "Y cuando la esposa de Uría oyó que su esposo había muerto, ella lloró y llevó luto (27) y cuando el luto pasó, David la hizo llevar a su casa, y la tomó por esposa, y ella le dio un hijo. Pero lo que había hecho David no fue del agrado del Señor".

¡Magnífico! Ahora tendremos la oportunidad de ver la justicia divina en acción. ¿Cómo castigó Dios a David por esos horribles crímenes? ¿Cómo creen ustedes que tan terribles crímenes deberían ser castigados? ¿En qué forma se debería castigar a un hombre tan terrible? Bien, el castigo de Dios por los crímenes de David se lee en el segundo libro de Samuel, capítulo 11, versículo 15, que dice: "Y el Señor hirió al hijo que la esposa de Uría había dado a David, y se enfermó gravemente" y en el versículo 18 leemos: "Y sucedió que al séptimo día el niño murió". Créanlo o no, la idea de la justicia de Dios por el asesinato del esposo de Bathsheba fue que Dios mismo asesinara al inocente bebé de Bathsheba. Eso es la justicia de Dios de acuerdo con la Biblia cristiana.

Yo no sé lo que la historia significa para un creyente cristiano, pero si la Biblia dice lo que yo entiendo, se necesita una mente muy depravada para creer que la Biblia es "la palabra de Dios".

Consideremos ahora los Mandamientos de Dios, de acuerdo con la Biblia. Los mandamientos no son solamente diez, como muchos creen, sino cientos. Hay no menos de 73 capítulos llenos de Madamientos de Dios. Y siendo Dios lo que un dios debe ser, cada uno de los Mandamientos tiene que recibir el mismo acatamiento que todo otro Mandamiento. Veamos ahora lo que Dios ha ordenado:

Éxodo 22:18 dice: "No sufrirás que viva ninguna bruja". Cuando el cristianismo tenía el poder, esas seis palabras fueron la causa de que cientos de millares de inocentes fuesen torturados y quemados vivos. Ese mandamiento es del mismo grupo, en una versión, de los llamados Diez Mandamientos.

El Mandamiento de Dios en Éxodo 21:32 dice: "Si compras un siervo hebreo, te servirá por seis años: y al séptimo año saldrá libre gratis". Éxodo 21:4 dice: "Si su amo le dio esposa y ella ha tenido de él hijos o hijas, la esposa y sus hijos pertenecerán al amo, y el siervo se irá solo". Recordemos, estos son Mandamientos de Dios y justicia de Dios, según la Biblia. En Éxodo 21:5-6 leemos "Y si el siervo claramente dice: Quiero a mi amo, a mi esposa, a mis hijos, no quiero salir libre: (6)  entonces el amo lo traerá ante los jueces... y el amo le perforará la oreja con un taladro, y será su siervo para siempre".

La Biblia siempre defiende la esclavitud, y siempre ha sido el mayor obstáculo a la justicia y al progreso humano.

Otro de los Mandamientos de Dios está en el Deuteronomio, 13:6-8, y dice: "Si tu hermano, el hijo de tu madre, o tu hijo, o tu hija, o la esposa de tu alma, o tu amigo, que es como tu propia alma, trata de seducirte secretamente diciendo: vamos a servir a otros dioses que ni tú ni tus padres han conocido; (7) es decir, de los dioses de gente que hay a tu alrededor, a tu lado, o lejos de ti, de un extremo a otro de la tierra (8) no accederás ni lo escucharás, y tampoco lo ocultarás, sino que lo matarás sin falta; tu mano sea la primera que caiga sobre él para darle muerte, y después la mano de todo el pueblo. (10) y lo apedrearás con piedras hasta que muera, porque trató de alejarte del Señor tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre".

¿Quién dijo que Dios es pro-vida?

Muchas veces he señalado a cristianos que el cristianismo ha causado incontables sufrimientos en el mundo. Que la historia está henchida de guerras, persecución, tortura, quemazón y odio cristianos, que ninguna persona buena se llamaría a sí misma cristiana si supiese la verdad de la historia cristiana.

La respuesta es siempre la misma: "¿Por qué culparme, o culpar a ningún otro cristiano de hoy por lo que gente que se denominaba cristiana hizo en el pasado? Y, no obstante, de acuerdo con el segundo Mandamiento Dios declara a los hijos responsables de los errores o crímenes de sus padres, "hasta la tercera y cuarta generación".  Realmente, el concepto completo del cristianismo se funda en el "pecado original", la máxima expresión de la injusticia de la culpabilidad hereditaria. Yo no creo en culpabilidad hereditaria. La mera idea de que nosotros, la raza humana, hemos nacido en el pecado por algún pequeño desacato que se dice cometido por Adán es una insensatez. Más que eso, es una locura. Tal locura no es de Dios.

La idea misma de que Dios tendría que nacer de una virgen, o de quien fuese, y después ser asesinado por la humanidad, a fin de perdonar a la humanidad, es pura demencia. Creo que un dios haría exactamente lo que ustedes harían si un hijo suyo se ha portado mal y ustedes estuviesen enojados por un tiempo. Ustedes no dirían al niño "trae un martillo y dame un martillazo en la mano para que yo pueda perdonarte la maldad que has cometido".

¡No! Ustedes alzarían al niño en sus brazos, le dirían cuánto lo quieren, y que nunca se enojarían de verdad con él. Que él o ella significan más para ustedes que la propia vida. Eso es lo que ustedes harían o deberían de hacer. Eso es lo que yo haría, y un libro que dice que Dios hizo menos, simplemente no puede ser la palabra de Dios.

No debemos ser esclavos de una superstición primitiva. No debemos tener miedo de pensar, de poner en duda, de investigar. Debemos poner nuestras mentes en libertad, alzarnos de sobre las rodillas, erguirnos sobre nuestros propios pies, levantar la cabeza, abrir los ojos y empezar a usar la mente. El uso de la mente nos ha elevado por encima de todos los animales y ha hecho al hombre dueño y señor del planeta entero. La mente humana ­ la razón ­ es la única esperanza que tenemos de sobrevivir en nuestro moderno mundo atómico. Debemos aprender a usar la mente.

Hoy hay buenas noticias: diseminémoslas.

Nuestras mentes están ahora en libertad de razonar;

¡LA BIBLIA NO ES LA PALABRA DE DIOS!

Día 1 - Parte 2

Somos, sin lugar a duda, una de las más adoctrinadas y engañadas naciones de la tierra; por lo menos en cuestión de religión. Hoy no hay mayor amenaza a nuestra nación y a nuestra libertad que el cristianismo. Ninguna otra fuerza podría haber silenciado y tergiversado la historia americana como lo ha hecho el cristianismo. Y ninguna otra fuerza pudo haber engañado al público estadounidense como lo ha hecho el cristianismo.

La agresión cristiana contra los Estados Unidos, contra los derechos de los no cristianos, se basa en el engaño de que la Biblia es "la palabra de Dios". Veamos la terrible historia de tal engaño.

Si ustedes saben algo de historia, sabrán que el cristianismo y la Biblia no solamente no han logrado mantener la paz, sino que son enteramente responsables de la mayoría de las sangrientas e innecesarias guerras de la historia. Sabrán que todas las Cruzadas fueron puras agresiones cristianas. Que los cruzados, a pesar de su profunda fe en la Biblia, en la oración, en el cristianismo y en su Dios, fracasaron repetidamente en sus intentos por recobrar la "Tierra Santa". Y fieles a su Biblia, los cruzados efectuaron la matanza de hombres, mujeres y niños de todas las ciudades que capturaban.

Y no obstante, los cristianos llaman a la Biblia "la palabra de Dios" y a sí mismos "morales".

Si ustedes saben un mínimo de historia, saben que la edad media o edad del obscurantismo fue una época de absoluto dominio por la Biblia y la religión cristianas. Saben que fue una época de la mayor pobreza, ignorancia, opresión y superstición, y saben que no ha habido una época más malvada e inmoral. Sabrán que la tortura y quema de herejes era justificada por la Biblia. Sabrán que la Biblia fue la excusa de la Santa Inquisición por la tortura y quemazón de brujos, por el despojo de huérfanos y viudas. Sabrán que la Biblia ha causado más odio y persecución que todo otro libro, más sufrimientos que cualquier enfermedad. Y ustedes saben que la Biblia ha sido siempre el mayor enemigo del progreso, de la ciencia, de la cultura, y de la enseñanza; el peor enemigo de la moral, la libertad y la justicia en el mundo.

Si ustedes saben un poquito de historia, sabrán que Estados Unidos fue un refugio para los que eran perseguidos por la Biblia y por la Iglesia establecida de Europa. Sabrán que los cristianos creyentes en la Biblia nunca tuvieron concepto de la libertad. Siempre pensaron que la libertad de pensamiento era su derecho a imponer sus creencias a otros. Y sabrán que la primera preocupación de los Padres Fundadores fue separar religión y gobierno y establecer una nación libre y un pueblo libre. Y ustedes sabrán también que la mayoría de los Padres Fundadores eran deístas, no cristianos.

Si ustedes saben algo de historia, saben que cuando se impuso la Biblia y el cristianismo alcanzó el poder, los cristianos torturaban y mataban a los que dudaban de su Biblia o estaban en desacuerdo con ella. Y cuando los cristianos perdieron el poder de perseguir, calumniaban y llamaban "inmorales" a aquellos a quienes ya no podían seguir persiguiendo.

¡Y sin embargo, los cristianos llaman a la Biblia "la palabra de Dios" y se titulan a sí mismos de "morales"!

Hoy el cristianismo ha ganado su peligroso poder en nuestro país enseñando Biblia en vez de nación; confundiendo devoción con patriotismo; calificando a los buenos americanos de "comunistas" y a los buenos patriotas de "traidores". Enseñan el odio y la desconfianza contra los que defienden los grandes ideales de la separación de la Iglesia y el Estado, y el odio hacia las cortes americanas que se atreven a defender la Constitución de nuestra nación.

El cristianismo ha suprimido y cambiado la historia americana, ha silenciado citas, hechos y evidencias que prueban que el cristianismo y la Biblia fueron reconocidos como enemigos de la libertad por los que fundaron esta nación. Los cristianos esconden el hecho de que los Padres Fundadores lucharon por asegurar la libertad de conciencia y por colocar el cristianismo en su lugar merecido ­ igual al de toda otra opinión religiosa ­ y por colocar la Biblia en su sitio ­ igual al de todo otro libro.

La historia cristiana hoy nos dice una verdad: ¡El que ha asesinado, también mentirá!

A no ser que uno sea un erudito dedicado a la historia americana, no sabrá que el deísmo fue el rechazo directo, la refutación, de la Biblia cristiana, la religión cristiana, y el dios cristiano; no sabrá que George Washington "fue el principal estadista que propugnaba la separación total de la Iglesia y el Estado, y se encargó de que no se hiciese referencia alguna al cristianismo, o siquiera a una deidad, en la Constitución" (Enciclopedia de Filosofía, Vol. 2). No sabrá que el primer derecho que la Constitución estableció fue el de estar libre de religión. Que Tomás Jefferson era deísta y aconsejaba a su joven sobrino que "pusiese en tela de juicio, con valentía, hasta la existencia de un dios" (carta a Pedro Carr de agosto 10, 1787, "Deism in the United States" pp. 222-34). No sabrá que el irrefrenable deísta Tomás Paine hizo más por hacer de los Estados Unidos de América un país libre e independiente que todo otro americano. Ni sabrá mil otros hechos de la historia americana que refutan pretensiones cristianas; hechos que habrán de conservarnos libres.

Ustedes no necesitan ser eruditos para ver que el cristianismo fundamental y las fuerzas de la superstición bíblica están atacando hoy las raíces mismas de nuestra libertad nacional.

Y los cristianos llaman a la Biblia "la palabra de Dios" y se califican a sí mismos de "morales".

La historia ha demostrado una y otra vez que la moral personal no puede sobrevivir donde la gente cree en el perdón divino, en el engaño bíblico de que un "poder superior" puede librar de culpa al culpable sin librar a la víctima del mal que se le hizo.

La religión siempre pretende que la inmoralidad surge de la falta de religión, pero los hechos prueban todo lo contrario. El cristianismo nunca ha sido más fuerte en EE.UU. que hoy. Los cristianos tienen iglesias en cada comunidad, monopolizan la radio y la televisión con su propaganda religiosa. Han impuesto su religión al gobierno, introduciéndola en nuestras leyes y en nuestras vidas. Han silenciado todos los hechos y opiniones contrarios. Constantemente adquieren más y más poder, más y más bienes, más y más riqueza. Sin embargo, no tienen el rasgo básico moral de pagar sus honrados impuestos.

Al mismo tiempo que el cristianismo ha ido haciéndose más y más rico y poderoso, los impuestos se han elevado, la pobreza y el hambre han aumentado, y el crimen ha ido creciendo con mayor rapidez; los ancianos temen salir de sus casas; los narcóticos se han convertido en plaga nacional, y nuestra nación se ha visto mezclada en más guerras y conflictos internacionales que en cualquier época de su historia.

¿Cómo ganan más y más poder los cristianos después de fracasar constantemente en establecer paz, progreso, prosperidad y moralidad?

Su técnica es muy simple. Llaman a su Biblia "la palabra de Dios" y se autotitulan "morales".

No dejemos que la ignorancia organizada destruya esta gran nación nuestra. El pueblo americano debe percatarse de un simple hecho:

¡LA BIBLIA NO ES, NI PUEDE SER, "LA PALABRA DE DIOS"!

Día 2 - Parte 1

En la Biblia, libro Números capítulo 31, versículo 15, leemos: "Y Moisés les dijo: ¿Habéis dejado vivas a todas las hembras?"

Y los versículos 17 y 18 dicen: "Ahora, pues, matad todos los varones entre los pequeñuelos, y toda mujer que haya conocido varón acostándose con él. (18) Pero todas las niñas hembras, que no han conocido varón acostándose con él, conservad para vosotros".

Yo sé que la Biblia no es la palabra de Dios porque nos dice que Dios es un asesino; que Dios mató, o causó la muerte de millones de inocentes. Que Dios ordenó, o aprobó, el asesinato de civiles, de niños pequeños, de ancianos indefensos, de mujeres indefensas, de prisioneros, y hasta de ganado. Nos dice que Dios aprobó las instrucciones dadas a los soldados de guardar las vírgenes para ellos. Yo detesto y reniego de tal libro, y rechazo y califico de blasfemo todo libro que diga que ésa es la naturaleza de Dios. La Biblia calumnia a Dios, y por lo tanto no puede ser la palabra de Dios.

Si hay Dios, la Biblia es una blasfemia. Si no hay Dios, la Biblia es un mito. De cualquier manera, la Biblia no es la palabra de Dios.

En Éxodo 29:45-46 se dice que Dios dijo (45): "Y viviré entre los hijos de Israel, y seré su Dios. (46), y sabrán que soy el Señor su Dios, que los sacó de la tierra de Egipto, para que yo pueda morar entre ellos: soy el Señor su Dios".

La Biblia dice muy claramente que el dios del Antiguo Testamento (Jehová) es "el Señor Dios de los hebreos", el dios de "los hijos de Israel", el dios de Abraham, de Isaac, de Jacobo. El Viejo Testamento es la historia de una dios tribal privado, cuya primera y única preocupación es por su "pueblo escogido". Es un dios creado por los sacerdotes de esa tribu para justificar las atrocidades cometidas por la tribu. Es la historia de un simple dios tribual, y como todos los dioses tribales del mundo de aquella época, el dios siempre era un reflejo de la tribu que lo había creado. Si la tribu era guerrera, su dios era un dios guerrero.

La Biblia nos dice que las tribus hebreas eran agresivas y hostiles, y por tanto su dios reflejaba su desalmada ferocidad. Ese dios, y los libros del Antiguo Testamento, literalmente chorrean sangre inocente, exterminio de pueblos conquistados, vírgenes ­ meras niñas ­ violadas, crueldades inhumanas y crímenes indescriptibles. Todos aprobados por el Antiguo Testamento. Un dios así no se necesita en nuestro mundo moderno.

Es una verdadera suerte para nosotros que la biblia no sea la palabra de dios

La Biblia nos dice que Dios es pequeño, que el dios bíblico no es el dios del cosmos infinito. No es ni siquiera el dios de la Tierra entera ­ tan pequeña como es ­ sino el dios de alguna tribu remota y primitiva de alguna obscura región de nuestra pequeña Tierra, durante un período limitado de tiempo, mucho después de que la evolución produjera al hombre. Tal concepto de Dios es un insulto, y es absolutamente falso. Yo podría creer en un dios incomprensiblemente grande, pero nunca podría creer en un dios insignificantemente pequeño.

Es seguro que el verdadero dios del universo infinito no podría ser pequeño. La Biblia describe un dios demasiado insignificante para la credulidad inteligente.

Cuando yo era cristiano, el mero pensamiento de que podía haber una mentira en la Biblia me parecía repulsivo, como debe parecer a todo cristiano creyente. Me habían enseñado que la Biblia era la palabra de Dios. Me habían enseñado a creer ­ a creer a ciegas y a adorar sin objetar.

Siendo la palabra de Dios, sabía que no podía haber ni una sola mentira en la Biblia, sabía en lo profundo de mi alma que Dios no podía mentir. ¡Todavía creo eso! Si hay un dios, ese dios no miente. Nunca se me ocurrió que la Biblia no era la palabra de Dios, que podía ser una falsificación, el producto de humana decepción.

Llegó un momento en que decidí leer la Biblia nuevamente, esta vez como si leyese los libros de alguna religión extraña y ajena, para ver con los ojos de un incrédulo pensante. ¿Vería nuestra Biblia un incrédulo como algo razonable, moral, como una fuerza para el bien humano? Entonces fue cuando encontré la primera mentira, y buscando más, encontré otra mentira, y otras más, y más todavía. Para mí era una revelación; era como si me hubiesen sacado una venda de los ojos y estuviese viendo la verdad por primera vez. Todos sabemos que un libro que contiene mentiras no puede ser la palabra de Dios. Todos sabemos eso, cualquiera que sea nuestro concepto de Dios.

La Biblia no es la palabra de Dios, porque contiene mentiras.

La Biblia dice en Éxodo 10, versículo 27: "Pero el Señor endureció el corazón del Faraón, y no los dejó ir". Entonces, en el versículo 29, leemos: "Y sucedió que a la medianoche el Señor mató a todos los primogénitos de Egipto, desde el primogénito del Faraón que se sienta en el trono, hasta el primogénito del cautivo que está en la mazmorra, y a todos los primogénitos del ganado".

¡Eso es mentira!

El Dios del Universo infinito no sería capaz de asesinar niños inocentes. Es falso que Dios haya "endurecido el corazón del Faraón" para tener una excusa para asesinar bebés. ¡Eso es una mentira y una blasfemia!

En la Biblia (Deut. 28, vers. 16) se pone en boca de Dios lo siguiente: "Pero de las ciudades de este pueblo que el Señor tu Dios te da por heredad, no dejes con vida nada que respire".

¡Eso es una mentira!

El Dios del cosmos sin fin nunca ordenó a salvajes que exterminaran pueblos indefensos y derrotados y que no dejaran con vida nada que respirase. Eso es una mentira de salvajes para justificar el saqueo y exterminio de sus vecinos.

La Biblia no es la palabra de Dios.

En la Biblia (Jos. 10, vers. 12-13) leemos: "Entonces habló Josué al Señor el día que el Señor entregó a los amoritas ante los hijos de Israel, y dijo a la vista de Israel, 'sol, detente sobre Gideón; y tú, luna, en el valle de Ajalón,' (13) y el sol se detuvo, y la luna se detuvo, hasta que tomaron venganza de sus enemigos".

¡Eso es una mentira!

El Dios de nuestro universo sin fin nunca detuvo al sol (es decir, detuvo la rotación de la Tierra), para que una horda de salvajes pudiese exterminar a otra horda de salvajes.

¡Es una mentira!

En la Biblia (I Samuel 6, vers. 19) "Y dio muerte a los hombres de Bethsemesh porque habían mirado dentro del arca del Señor, y mató también del pueblo 50,070 hombres; y el pueblo se lamentaba porque el Señor había exterminado a tanta gente".

¡Eso es una mentira!

El Dios del universo sin fin no exterminaría a los hombres de una tribu de salvajes por haber lanzado una mirada a los trastos supersticiosos de otra tribu de salvajes.

Podríamos seguir transcribiendo mentiras primitivas de la Biblia, todas las cuales prueban nada más que una cosa: la Biblia no es la palabra de Dios.

Lo único que pido es que lean la Biblia. Léanla con mente abierta, y se sorprenderán de que hayan creído jamás, por un momento, que la Biblia era la palabra de Dios.

Hasta algunos creyentes han visto lo malo del Viejo Testamento.  Sé que han jurado no pensar sobre la Biblia, no juzgar ­ nada más que creer. Sin embargo, algunos de ellos se han alejado, un poquito, del Viejo Testamento. No lo confesarán, pero hay creyentes cristianos que quisieran que el Viejo Testamento nunca hubiese sido escrito. Están avergonzados de él; están avergonzados del viejo Dios y de sus matanzas.

Allí estaban, de rodillas, con los ojos apretadamente cerrados, las manos entrelazadas, la cabeza inclinada, el cerebro apagado. Pero, con la sangre inocente corriendo, los gritos de las mujeres siendo asesinadas, de los niñitos siendo violados, algo se les escapó. Pensaron, un solo instante, pero pensaron. La evolución y la moral natural habían construido un conmutador de seguridad en sus cerebros, pero, a pesar de ellos mismos, a pesar de su religión, pensaron.

De alguna forma, sabían que había algo que no andaba bien en el Viejo Testamento. No sabían exactamente qué era, pero sabían que había algo que no estaba del todo bien. Y así, decidieron hacer algo. A pesar de sí mismos, se pusieron en movimiento -- y crearon un nuevo dios: ¡Jesús!

Amén, todavía hay esperanza para la humanidad.

Llegamos ahora al Nuevo Testamento, y aunque éste pone en boca de Jesús, en Mateo 5, versículos 17-18: "No penséis que he venido a destruir la ley o los profetas. No vengo a destruir, sino a cumplir (18). Porque en verdad os digo que hasta que el cielo y la tierra pasen, ni una jota ni una tilde se sacarán de la ley hasta que todo se cumpla", el Nuevo Testamento es el intento del filósofo religioso de crear la idea de un nuevo dios y de alejarse del malvado y sangriento dios tirano del Viejo Testamento.

¿Qué clase de dios es este nuevo dios? Sabemos que el más viejo evangelio del Nuevo Testamento fue escrito después del 78 d.C., y los demás evangelios son todavía más recientes. Sabemos así, pues, que las citas del nuevo dios, Jesús, eran solamente leyendas de por lo menos una generación, y en la mayoría de los casos, de varias generaciones.

Veamos lo que se dice que este nuevo dios dijo según el Nuevo Testamento.

Se dice que Jesús dijo: (Lucas 14:26) "Si alguno viene a mí y no odia a su padre, a su madre, y esposa e hijos, y hermanos y hermanas, sí, y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo".

¡Ésas no pueden ser las palabras de Dios!

Se dice que Jesús dijo: (Mateo 10:34-37) "No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino una espada. (35) Porque vengo a poner al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, a la nuera contra su suegra. (36) Y el enemigo del hombre será de su propia casa. (37) El que ame a padre o madre más que a mí no es digno de mí; y el que ame a hijo o hija más que a mí no es digno de mí".

¡Ésas no pueden ser palabras de Dios!

¿Cómo vamos a encontrar paz con semejantes dioses en las mentes humanas? Se hace decir a Jesús: (Mateo 19:29 y Marcos 10:29) "Y todo el que haya renunciado a casas, hermanos o hermanas, o padre o madre, o esposa, o hijos, o tierras, por mí, lo recibirá cien veces, y heredará vida eterna".

¡Ésas no son palabras de Dios!

Se dice que Jesús dijo: (Marcos 9:43-48) "Y si tu mano te ofende, córtatela; es mejor entrar a la vida incompleto, que ir con dos manos al infierno, al fuego que nunca se apagará; (44) donde el gusano no muere, y el fuego no se apaga; (45) Y si tu pie te ofende, córtatelo; es mejor entrar cojo a la vida que ser lanzado con dos pies al fuego que nunca se apagará; (46) Donde el gusano nunca muere y el fuego no se apaga. (47) Y si tu ojo te ofende, arráncalo: es mejor entrar en el Reino de Dios con un ojo que teniendo dos ser lanzado al fuego del infierno: (48) donde el gusano no muere, y el fuego no se apaga".

¡Ésas no son palabras de Dios. Son palabras de dementes!

Se dice que Jesús dijo: (Lucas 12:5) "Pero te advertiré a quién habéis de temer: temed al que después de haber dado la muerte, tiene el poder de lanzarte al infierno; te digo, témelo".  El cristianismo está basado en el temor y es perpetuado por el temor. Eso no es la actuación de un dios verídico, del gran Dios del universo infinito.

En el Nuevo, como en el Viejo Testamento, podemos seguir citando palabras crueles, estúpidas, impropias de un dios, del nuevo Dios. Frases que sabemos son palabras de hombres ­ de hombres crueles, malvados, despiadados, de pequeña mentalidad. ¡Palabras de odio y venganza! ¡Palabras para aterrorizar y oprimir! Son palabras para dar poder al sacerdote, a la iglesia y a la religión. Son palabras para destruir la razón y reducir la mente humana a la esclavitud.

Ahora sabemos que el mito de Jesús del Nuevo Testamento fue tomado de la historia del fundador del culto de los esenios. El fundador de los esenios se llamaba Jesús, fue crucificado el 88 a.C., y todo lo que de bueno se dice que Jesús de Nazaret dijo fue dicho y escrito casi cien años antes de que viviese el Jesús de Nazaret.

Del culto esenio de la vieja religión judía evolucionó un nuevo dios, un nuevo mito, una nueva religión y un Nuevo Testamento.

Pero el buen trabajo de los filósofos religiosos que crearon el dios del Nuevo Testamento ha sido corrompido por la religión organizada. El Jesús del mito del Nuevo Testamento ya no sigue pareciéndose al bondadoso y justo guía de los esenios, que vivió, sufrió  y murió hace poco más de dos mil años.

En el Nuevo Testamento encontramos un dios que evolucionó durante los primeros siglos de la era cristiana. El cristianismo evolucionó a través del odio religioso. Los débiles eran llamados herejes, y sus enseñanzas fueron suprimidas brutalmente, y así el cristianismo que ha sobrevivido es la ortodoxia del fuerte y el despiadado. Esa ortodoxia destruyó al manso y llenó la cristiandad de odio, fuego y furia.

El lego cristiano y los incultos predicadores de la televisión que tienen tanta influencia y atractivo emocional hoy, no se percatan del deterioro que sufrió el cristianismo durante su formación. Lo bueno de la historia original se echó a un lado, y lo malo echó raíces. La idea del tormento eterno, así como la del fácil perdón de los pecados quedó establecida y pronto se plasmó en dogma y doctrina.

En el Nuevo Testamento se desarrolló un dios mucho peor que el del Viejo Testamento. Tanto peor, realmente, como la tortura interminable es peor que el sueño interminable, tanto peor como el fuego eterno es peor que la simple aniquilación.

A diferencia del dios del Viejo Testamento, el del Nuevo no quedaba satisfecho con ver a sus víctimas muertas y destrozadas delante de sí. El Hijo de Dios no solamente mantuvo la tradición de la familia, sino que sobrepasó las más descabelladas expectativas de su padre.

Si somos lo suficientemente desalmados como para aceptar la Biblia, tenemos que creer que el dios del Nuevo Testamento persigue a los muertos hasta en la muerte. Este dios, nos dicen, ha encontrado el modo de torturar hasta a los que han pagado "la pena final".

El dios del Nuevo Testamento ha levantado su sala de tormentos de donde no hay escapatoria, donde ni la muerte puede ser un bienvenido descanso. El tormento sin fin, el fuego eterno; esta terrible creencia, esta malvada injusticia sempiterna, ha pasado a constituir el alma y fundamento de la religión cristiana. La gente cree, NO con su raciocinio, NO por deseo alguno de bondad o de piedad, NO por la esperanza de hacer el mundo mejor, o de hacer mejor a la humanidad o a sí mismos, sino por TEMOR, por simple, devastador TEMOR paralizador de la mente. Creen porque temen pensar o preguntar. Conservan la mente como los niños pequeños, temiendo llegar a ser hombres y mujeres adultas. Creen simplemente porque tienen miedo a no creer.

El que cree en el infierno no puede conocer la verdad, porque está cegado por el terror. La idea del infierno tuvo por propósito establecer una dictadura religiosa, y los que creen viven bajo una tiranía mucho más agobiadora que la que pudo haber establecido jamás ningún déspota humano. ¡Creen que están en todo instante bajo el escrutinio del tirano! ¡Creen que graba toda palabra suya, que anota todo movimiento suyo, que hasta sus más recónditos pensamientos son conocidos y juzgados por su cruel amo y señor, el del castigo inmisericorde y eterno! Para tales creyentes, todo acto y todo pensamiento es producto del temor. Son dignos de lástima.

Ese dogma terrible del infierno ha destruido la base misma de la moral. La fuerza básica de la moral es "el poder de la compasión"; sentir el dolor ajeno y el deseo de mitigarlo. El dogma del infierno ha destruido esa base. Una madre, según creen, podría sentarse felizmente en el cielo durante toda la eternidad contemplando a su hijo o hija descarriados sufriendo y tostándose en el infierno.

Detesto un credo que puede hacer tan desalmada a la gente. ¡Jamás podría yo volver a ser cristiano! Nunca podría ser feliz en un cielo sabiendo que hay gente sufriendo en un infierno. Yo siento gran afinidad con la gente, siento su dolor, su sufrimiento, sus sentimientos, sus pérdidas y sus esperanzas.

¡Niego la existencia del infierno! ¡Niego que haya un dios vengativo! ¡Niego que ningún libro que diga la mentira de que existe una injusticia tan grande y duradera como es el infierno pueda ser la palabra de Dios!

A principios de siglo se efectuaron y publicaron más de cien estudios que ponían en tela de juicio la historicidad de Jesús. ¿Fue Jesús una persona real, histórica, o fue solamente un mito? Uno de los más famosos libros sobre este tema fue el de Alberto Schweitzer "The Quest of the Historical Jesus" ("La búsqueda del Jesús Histórico"). Este libro fue publicado en 1906. Schweitzer concluyó que "el Jesús de Nazaret que nos ha llegado como el Mesías, que predicaba la moral del Reino de Dios, que fundó el Reino del Cielo sobre la tierra, y que murió para dar a Su obra su final consagración, nunca tuvo existencia alguna." (p. 398).

La historia y los estudios nos dicen que Jesús no fue un dios, sino un mito; en el tiempo en que Jesús hizo las cosas que se dice que hizo, no existió ningún Jesús de Nazaret. Ahora sabemos de dónde procede el mito de Jesús y cómo se originó.

El descubrimiento de la verdad acerca del Nuevo Testamento es uno de los mayores milagros del mundo moderno. Es como si hubiese un dios y ese dios haya dicho: "¡Basta ya de ese mito que ha causado tanto odio y problemas, tanta guerra y persecución, tanta tortura y sufrimiento en el mundo! Voy a ponerle fin antes de que destruya la tierra completa".

¿Cuáles fueron los "milagros" que revelaron la verdad acerca del origen del mito de Jesús, el cristianismo y el Nuevo Testamento?

En diciembre de 1945 se descubrió en el Alto Egipto un grupo de 52 rollos que datan desde el 148 d.C. aproximadamente. Estos primeros rollos (pergaminos) tratan de las contradictorias doctrinas y la incertidumbre del cristianismo temprano.

En 1947 se efectuó otro increíble descubrimiento. En Qumran, en la costa del Mar Muerto, a unas 15 millas (unos 24 kilómetros) de Jerusalén, se descubrió otro gran número de viejos rollos. Estos se conocen como "los rollos ­ o pergaminos ­ del Mar Muerto". La impresión comunicada al público fue que se encontraron unos cuantos rollos, los de la primera cueva. Pero en realidad se han encontrado centenares, y estos rollos son como mil años más viejos que toda otra copia previamente conocida de la Biblia, y con­tienen todos los libros del Viejo Testamento a excepción del de Ester. Hay también otros rollos que datan casi cien años antes de la fecha en que se dice que vivió Jesús de Nazaret. Contienen casi todos los mitos del Nuevo Testamento. Contienen el "Sermón de la Montaña" y otras muestras de la bondad y la sabiduría atribuidas a Jesús. No contienen sus malvadas declara­ciones. Ésas se añadieron posteriormente.

Estos viejos pergaminos simplemente destruyen la credibilidad de la base histórica del cristianismo, al demostrar que el Nuevo Testamento fue evolucionando de escritos históricos humanos y no inspirados.

Estos rollos no han sido presentados honradamente al público. ¡Es extraño que lo que Dios quiere tan intensamente revelar, los hombres de Dios estén tan decididos a ocultar!

La religión es un gran negocio, y los que ocupan puestos remunerativos y prestigiosos en ese negocio no van a permitir que la mera verdad se vuelva una amenaza a la religión.

¿Cómo sería Dios si hubiese dios? Sería justo, bondadoso, bueno, servicial, inteligente y sabio. En breve, todo lo que el dios bíblico no es.

Un verdadero dios sería mejor que el mejor de nosotros, no peor que el peor de nosotros.

Si hubiese dios no habría guerra, no habría maldad, no habría hambre, superpoblación, polución, miseria, religión, plaga y enfermedad; no habría dogmas, doctrinas ni credos. No habría necesidad de creer en tonterías, y no habría temor a pensar. Hasta la ciencia, la filosofía y la razón serían respetables ­ si hubiese un dios.

Honradamente, ¿quién puede adorar a un dios como el de la Biblia? ¡Ninguna persona pensante! Con seguridad, ninguna persona bondadosa y benévola, nin­guna persona justa y amante. Solamente una persona aterrorizada. Una persona tan asustada, que no piensa, que solamente cae y se arrastra ante un tirano. Solamente un cobarde puede adorar al tirano sangriento, vengativo y asesino que la Biblia describe como "Dios".

¡Yo NO adoraré a semejante dios!

Ni puedo ni quiero creer en tal dios. Es una mentira. Es una blasfemia y una falsedad contra la idea misma de Dios.

¡La Biblia no es la palabra de Dios!

Con un dios como el dios de la Biblia no necesitamos Diablo. Cuando examinamos la Biblia tenemos que pensar seriamente si nos hemos dejado desencaminar a adorar los malignos elementos de la naturaleza en vez de los benignos. Debemos pensar seriamente en la posibilidad de que la creencia sea el mal aspecto, y la duda el buen aspecto, de la religión. Después de todo, siempre han sido lo más bondadosos, benévolos, morales y respetables los que han comido y se han hartado del árbol de los conocimientos del bien y del mal ­ ese mismo árbol que la Biblia nos pide evitar.

¿O será que el mundo ha progresado tanto que lo que parecía bueno a los que escribieron la Biblia parece malo ahora? ¡Pensemos sobre eso! Si la Biblia no es la palabra de Dios, y desde luego no es, consideremos a los que la escribieron y por qué.

La Biblia fue escrita por sacerdotes primitivos, pero esos primitivos sacerdotes eran la gente sabia de aquel tiempo. Eran los pensadores y los legisladores. Justificaban su autoridad asegurando que hablaban por Dios. Es fácil engañar a la gente primitiva, y a menudo los viejos sacerdotes se engañaban a sí mismos ­ así como hoy se engañan a sí mismos algunos ministros honrados.

Los sacerdotes que escribieron la Biblia hicieron lo mejor que les fue posible. La Biblia representa sus mejores conocimientos, su mejor moral, su más adelantado entendimiento y visión del mundo. ¡Fue la más elevada expresión de lo que podían pensar! Y pensaban que era lo más elevado que toda otra persona podría pensar... y la llamaron "La palabra de Dios".

Esa elevación alcanzada por los viejos sacerdotes hoy no llega ni a la rodilla del hombre moderno. La humanidad ha avanzado durante los miles de años trans­curridos desde que la Biblia fue escrita, y nuestros conocimientos y más elevada moral nos dicen que la Biblia no es "la palabra de Dios".

Hoy necesitamos desesperadamente un nuevo dios, un dios que NO sea un insulto a nuestra inteligencia, un Dios tan grande como el cosmos infinito. Necesitamos un dios justo que no tenga galaxias escogidas y una forma de vida preferida ­ una forma de vida a la cual se ha pedido que extermine otras formas de vida. Necesitamos desesperadamente un dios que nos ordene pensar en vez de creer y adorar. Necesitamos un dios que nos civilice, no uno que nos haga salvajes.

Pero no deberemos ser tan tontos como los viejos sacerdotes bíblicos. No debemos crear otra biblia y decir "crean". ¿Cuán pronto las futuras generaciones encontrarán bestial nuestra más elevada moral, infantil nuestro mejor intelecto, y primitivo nuestro mundo? ¿Cuán pronto los hijos de nuestros hijos volverán a dividirse, con futuros predicadores ortodoxos insistiendo en que nuestro libro es "la palabra de Dios", y algún futuro hereje diciendo: "son los desvaríos de la ignorancia"?

No debemos sujetar a las futuras generaciones a nuestro nivel. Crezcamos y dejemos nuestra marca, pero al lado de ella escribamos "Pregunte y Crezca". Nuestros mejores conocimientos de hoy NO son la palabra de Dios, y la mejor sabiduría de gente que vivió y pensó hace miles de años no es "la palabra de Dios".

Hay una verdad que los sabios y herejes han sabido siempre, que los filósofos y eruditos han conocido durante generaciones, verdad que hasta los teólogos conocen hoy, una verdad que libera la mente y expulsa el terror. Ha llegado la hora de que las víctimas también conozcan esa verdad:

¡LA BIBLIA NO ES LA PALABRA DE DIOS!

Día 2 - Parte 2

Durante dos mil años el cristianismo y la Biblia no han logrado aportar paz y armonía al mundo. La Biblia, realmente, ha sido responsable de las más diabólicas masacres y persecuciones conocidas por el hombre.  Hoy esos hechos históricos son suprimidos de nuestros manuales de historia.

La humanidad se encuentra entre el pasado y el futuro como nunca se encontró antes. Todos sabemos que hay una gran posibilidad de que la humanidad no tenga un futuro, que nos destruiremos unos a otros.

Si queremos sobrevivir esta edad atómica debemos encontrar una nueva forma de pensar. No podemos creer ciegamente y odiar a los que creen de otra manera. En vez de eso, encontremos modos de unir a la humanidad, de eliminar fronteras y obstáculos innecesarios. Debemos encontrar formas de eliminar las causas del odio.

Gran parte de nuestro odio y de los problemas del mundo proviene de la ilusión de que la Biblia es "la palabra de Dios". Nunca ha habido mayor fuente de odio que la suposición de que estamos haciendo el trabajo de Dios, que tenemos la "palabra de Dios" que nos guía, y que nuestra misión es destruir algún "centro de maldad" en el mundo. A través de la historia, esa ilusión ha sido causa  de las más terribles guerras y atrocidades. ¡Esa ilusión puede destruir nuestro mundo!

No hay un conflicto hoy en el mundo que no proceda de diferencias de opiniones religiosas. Judíos, cristianos y musulmanes están asesinándose unos a otros en Líbano. Católicos y protestantes están asesinándose mutuamente en Irlanda. ¿Y cuánto de nuestro odio hacia Rusia y el comunismo no brota del hecho que han abrazado el ateísmo?

Cuando leemos que unos terroristas islámicos conducen un camión lleno de explosivos contra un edificio y mueren por matar a otros en su "guerra santa", lo reconocemos como una forma de demencia.

Cuando oímos a los fundamentalistas cristianos predicar "ninguna coexistencia con el comunismo ateo" debemos igualmente verlo como muestra de demencia en nuestra edad atómica.

Cuando leemos que algún poderoso cabecilla cristiano ha reafirmado el dogma medieval de que el control de la natalidad y los contraceptivos son inmorales y opuestos a las enseñanzas bíblicas, debemos igualmente darnos cuenta de que eso es demencia en nuestro mundo superpoblado.

Tales enseñanzas pertenecen al pasado, a un pasado lleno de odios, guerra y persecución; un pasado lleno de fe ciega y de desvaríos religiosos.

Hoy nos estamos jugando el todo por el todo.

Hoy debemos hallar una nueva manera de pensar.

No podemos seguir metiendo la cabeza en las arenas de la superstición y confiar en que "Dios" nos protegerá. Esa confianza nos ha fallado demasiadas veces. Eso lo saben los que estudian los hechos de la historia. Los que averiguaron que la Biblia no es "la palabra de Dios" hicieron posible el Renacimiento y salvaron al mundo de la Edad del Obscurantismo.

Los que vieron que la Biblia no es "la palabra de Dios" tuvieron el buen juicio de fundar nuestro país y hacerlo nación libre.

Los que vieron que la Biblia no era "la palabra de Dios" han sido los que nos han proporcionado todos los grandes adelantos de la ciencia y la razón.

Y todos los que saben que la Biblia no es "la palabra de Dios" son los únicos que pueden conducir a la humanidad a la paz y a la supervivencia.

La Biblia y todos los otros llamados "libros sagrados" pertenecen al pasado. Si la humanidad no puede crecer dejando atrás esas bárbaras reliquias que nos dividen y causan tanto odio, no podemos tener esperanzas de un futuro. ¡No podemos tener la esperanza de sobrevivir ni una generación más!

Si la humanidad sobrevive, las futuras generaciones conocerán nuestra edad como "la edad de la propaganda", la edad del odio por causa de opiniones. Las futuras generaciones se maravillarán de que nuestra edad, con su moderna tecnología y gran riqueza de sólidos conocimientos científicos, haya permanecido aferrada a las fábulas primitivas de edades pasadas; se maravillarán de que no hayamos visto el mal y el peligro de adorar un fracaso histórico.

Si la humanidad sobrevive esta edad religiosa, las futuras generaciones, al ver nuestros instrumentos de guerra, dudarán de nuestra sanidad mental, de la misma manera que nosotros vemos los instrumentos de tortura de una pasada edad religiosa y ponemos en duda su cordura.

Ya el engaño de que la Biblia es "la palabra de Dios" ha corrompido peligrosamente el legítimo destino de nuestro país en el mundo.

La superabundancia de propaganda religiosa en Estados Unidos hoy podría llevarnos a creer que el primer propósito de esta nación es la conservación y expansión de la religión cristiana. Pero eso no es cierto.

Nuestra nación no es, ni debe volverse, el baluarte de la religión cristiana. Nuestra lucha en el mundo es en defensa de la LIBERTAD. Conservar la nuestra, y, si es posible, ayudar a otros a obtener y conservar la suya.

Esta nación no está combatiendo el "ateísmo herético" ni el "comunismo ateo" ni ningún otro grupo ni nación a la cual el cristianismo ha aplicado sus calificativos de odio.

Como nación, nos oponemos al comunismo porque el comunismo, igual que el cristianismo, es una fuerza ideológica destructiva de los derechos humanos y la libertad. En realidad, a nosotros no nos concierne si otra nación, u otro individuo, cree en un dios o no. Lo único que nos concierne es que cada individuo tenga libertad para decidir lo que creer. Y que tengan la libertad de expresar, publicar y practicar sus creencias en perfecta seguridad.

En breve, nuestra sola preocupación en el mundo es exactamente esos ideales sobre los cuales esta gran nación fue originalmente fundada.

Una declaración así de ninguna manera constituye una concesión al comunismo. Es una declaración de nuestra determinación a ser, y a continuar siendo, un pueblo libre. Todo el que ha saboreado el gusto de la verdadera libertad no puede regresar más a la esclavitud mental de una creencia oprimente. Es enteramente correcto decir:

"Prefiero la muerte al cristianismo o al comunismo"

Cuando George Washington era presidente en 1796, redactó un "tratado de paz y amistad" con Trípoli. En ese tratado leemos: "Como el gobierno de los Estados Unidos no está fundado de ninguna manera en la religión cristiana, no alberga, por sí mismo, enemistad contra las leyes, la religión, o la tranquilidad de los musulmanes... ningún pretexto originado en opiniones religiosas producirá jamás una interrupción de la armonía que existe entre los dos países".

Ese tratado, firmado y hecho ley por el Presidente John Adams, demuestra que los Padres Fundadores reconocían que la religión era la fuente del odio y la guerra. Demuestra también que Estados Unidos no era, no es, no deberá volverse, una nación cristiana.

¿Por qué no podemos escribir hoy un tratado que ostente la gran sabiduría que se puso en el tratado con Trípoli? ¿Por qué no podemos decir a Rusia: "Como el gobierno de Estados Unidos no está fundado de ninguna manera en la religión cristiana, no alberga enemistad alguna contra las leyes, la religión ni la tranquilidad de los comunistas (ateos)... ningún pretexto originado en opiniones religiosas producirá jamás la interrupción de la armonía que existe entre los dos países".

Un tratado así hoy eliminaría la principal fuente de odio, y nos permitiría continuar nuestros esfuerzos por comprendernos mutuamente y establecer una esperanza de paz y de supervivencia de la humanidad.

El mayor obstáculo a la paz y a la supervivencia es la estúpida e irracional decepción de que la Biblia es "la palabra de Dios".

Si queremos salvar a nuestros hijos y nuestro mundo, debemos aceptar el hecho de que ¡LA BIBLIA NO ES LA PALABRA DE DIOS!

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