El MDMA (acrónimo de 3,4-metilendioximetanfetamina) es el nombre técnico del éxtasis. Fue sintetizado originalmente por los laboratorios farmacéuticos Merck de Alemania de manera casual en 1912 como subproducto de síntesis de un fármaco con posibles propiedades estípticas y vasoconstrictoras al que se llamó Hidistranín. Este fármaco, junto a su cadena completa de síntesis, se patentó en 1914.
Contrariamente a lo difundido por medios científicos y periodísticos, el MDMA nunca fue ensayado en animales de laboratorio ni en humanos, o al menos no consta en la patente ni en los archivos de Merck, por lo que la idea casi generalizada de que se probó como posible fármaco anorexígeno, y que al no pasar las pruebas iniciales se desestimó su posible uso en terapéutica, es una de esas informaciones copiada de unos investigadores a otros y de artículo en artículo sin ningún fundamento. En 1914, al estallar la Primera Guerra Mundial, la investigación farmacéutica en Alemania se interrumpe y el MDMA pasa desapercibido hasta que en los años cincuenta el ejército norteamericano realiza ensayos toxicológicos en animales en la Universidad de Michigan dentro del proyecto de Inteligencia Militar MKULTRA. El MDMA nunca fue ensayado en humanos durante la realización de estos experimentos debido a que un sujeto murió tras administrarle una sobredosis de MDA. Transcurridos veinte años de anonimato, el MDMA reaparece en la escena norteamericana hacia 1972, cuando el Gobierno norteamericano detecta su aparición en el mercado extraoficial de drogas. Tras más de una década de consumo minoritario en contextos terapéuticos, menos de un lustro de uso recreacional y unas 500.000 dosis consumidas con apenas ocho urgencias médicas relacionadas con su consumo (ninguna muerte), bastaron unas semanas de publicidad indiscriminada por los medios de comunicación, y la publicación de un artículo en la revista Science donde se ponían de manifiesto las propiedades neurotóxicas de su pariente, el MDA, cuando se administraba en dosis masivas a ratas de laboratorio, para que las autoridades norteamericanas incluyeran al MDMA en la lista I de sustancias controladas. Esto se hizo oficial en marzo de 1986. No sirvió de nada que un grupo de psiquiatras se manifestara en contra de esa decisión basándose en los resultados beneficiosos conseguidos por muchos pacientes tratados con MDMA, ni que el propio juez de la DEA fallara a favor de la inclusión en la lista III, para hacer cambiar de opinión a las autoridades. En España esa decisión se hizo oficial en el BOE del 30 de mayo del mismo año.
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