Augusto Angel Maya.
Profesor Universidad
Nacional de Colombia, Sede Manizales
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3. La desarticulación de las cadenas tróficasLas transformaciones del ecosistema
Donde tal vez se ve con mayor claridad el efecto de la actividad humana sobre el equilibrio del ecosistema es en la manera como altera los niveles de las escalas tróficas, relacionado con la manera como los niveles ascendentes y descendentes de la escala de alimentos distribuye la aenergía a lo largo del sistema.
La actividad humana ha venido modificando drásticamente este equilibrio, por lo menos desde el neolítico, cuando la agricultura y la domesticación de los animales se convierten en las formas permanentes de subsistencia de la especia humana. La agricultura no es más que la selección por parte del hombre de algunas especies útiles para la satisfacción de sus necesidades sociales, tales como el alimento, el vestido o la industria.
Al seleccionar algunas especies, el hombre las prefiere sobre otras que conviven dentro de una comunidad vegetal, cumpliendo cada una la función correspondiente a su nicho ecológico. Al hacer esto, el hombre no tiene más remdio que suprimir las otras especies de la asociación vegetal, para que no compitan por los nutrientes del suelo. A estas especies las llama despectivamente "maleza", un término qu no tiene ningún significado dentro del orden ecosistémico, en donde cada especie cumple una función en la conservación del equilibrio global.
Al mismo timpo, al multiplicar una de las especies, el hombre está ofreciendo alimento a los organismos que se alimentaban de ella. En esta forma el hombre rompe el equilibrio poblacional del ecosistema. La especie que encuentra cada vez más alimento de manera imprevista, se multiplica rápidamente. Aparece una nueva competencia para el hombre dentro de la escala alimenticia, a la que éste le dará el despreciativo nombre de "plaga", término que tampoco pude aplicarse al orden ecosistémico. El hombre buscará exterminar cualquier animal que compita con la comida que él ha cultivado para su propia subsistencia.
La domesticación de los animales tiene efectos similares. La mayor parte de las especies escogidas por el hombre están en el nivel de los herbívoros y cumplen con una serie de condiciones que le son de gran utilidad. Ante todo, no compiten por el alimento del hombre, sino que más bien transforman el pasto en gustosa proteína. En segundo lugar, el hombre utiliza su fuerza para las labores que hubiese tenido que realizar él.
Al domesticar los animales, el hombre se tiene que encargar de su alimentación, o sea, que tiene qué aumentar las praderas a expensas de los bosques. La población humana o sus necesidades no creceen solas. Esto es algo que suelen olvidar con frecuencia los demógrafos. Al mismo tiempo crece la población de sus animales domésticos. Por cada cabeza humana hay qué contar una cabeza de vacuno.
Queda por último la cúpula de la pirámide ocupada por los carnívoros. El hombre no ha sabido qué hacer con ellos. Durante el paleolítico domesticó el perro, para que le sirviese en las faenas de caza y mucho más tarde, en tiempo de los Imperios Agrarios, domesticó el gato, para solaz de los faraones. Desde el neolítico, el hombre no ha dejado de luchar contra los demás carnívoros. Vestirse con una piel de león era una señal de prestigio para Sansón, Gilgamesh o Heracles. Hoy en día los encerramos en esas prisiones que llamamos zoológicos.
4. El nicho del hombre y los equilibrios tecno-biológicos
Es útil preguntarse al final de estos análisis, si la especie humana ocupa o no un nicho dentro del ecosistema. Este problema ha sido discutido por los ecólogos de difeerentes tendencias, sin que se haya hecho claridad al respecto. Es, sin embargo, uno de los temas básicos para comprender la crisis ambiental. Cómo ha estudiado la ecología, el ecosistema está articulado por nichos, es decir, que cada especie cumple una función precisa en la transmisión de la energía, en el reciclaje de los elementos y, por tanto, en la conservación del equilibrio global. Cada especie se adapta al medio solamente a través de su nicho.
Podemos darnos cuenta que ese no es el caso de la especie humana. Su adaptación al medio no se reealiza de manera circunscrita al preciso límite de un nicho ecológico. El hombre maneja y controla la totalidad del ecosistema o gran parte de él, de tal manera que el equilibrio global depende cada vez menos del balance de los nichos y cada vez más de los mecanismos tecnológicos incorporados al sistema por la actividad humana. A través de la actividad agraria o forestal, le hombre ha modificado la mayor parte de las zonas de vida. La mayoría de los bosques caducifolios, con suelos fértiles, se han visto reemplazados por los cultivos. Igual les ha sucedido a las praderas, cuyas hierbas originales han sido reemplazadas por los trigales.
Los monocultivos o cualquier otro tipo de cultivo artificial, no se regulan por la complementariedad de los nichos. Tienen que ser controlados en forma artificial por la actividad humana. Si deja de controlarlo, el equilibrio alcanzado se desploma y se vuelve a recuperar el orden ecosistémico. Si el impacto ha llegado a deteriorar el forma grave el suelo, las formaciones vegetales que existían allí no podrán recuperarse. Tendrá qué iniciarse el ciclo con las primeras plantas colonizadoras que reestablezcan la capa vegetal del suelo y ello podrá durar cientos de años.
5. Resilencia ecosistémica y resilencia tecnológica
Este análisis nos lleva a la última consideración que permite distinguir el orden ecosistémico de los órdenes artificiales creados por el hombre. Los límites entre los cuales se puede mover el equilibrio del ecosistema pueden ser modificados por la actividad humana. De hecho eso es lo que ha venido sucediendo, especialmente desde el neolítico. Cualquier inducción tecnológica significa una alteración de los límites en los que se puede mover un sistema vivo.
Al transformar los nichos ecológicos, el hombre modifica necesariameente los límites del equilibrio global. Los nuevos límites dependen de la inducción tecnológica incorporada al sistema. Al suelo poco fértil el hombre puede incorporar nutrientes y en los climas secos puede utilizar regadío. Con ello modifica los límites del sistema. Esta modificación de los límites de cada una de las zonas de vida puede llegar, sin embargo, a alterar el equilibrio global.
Si el hombre logra hacer un jardín de los cordones secos tropicales y transformar en praderas los bosques húmedos tropicales tendrá que buscar nuevos equilibrios que permitan los balances de temperatura y humedad a nivel planetario. De lo contrario, la naturaleza sepultará los equilibrios creados por el hombre. No le está prohibido hacerlo, pero tiene que hacerlo bien. La solución al problema ambiental no consiste en no transformar sino en transformar bien.
Sin embargo, en los sistemas artificiales el equilibrio no depende sólo de la inducción tecnológica. Los impactos que la tecnología ocasiona no pueden superar los límites máximos que puede resistir el sistema natural. Los sistemas naturales, dejados a su propio vaivén, tienen su límite que difícilmente rompen, a no ser inducidos por los cambios bruscos de las condiciones ambientales. Estos límites no coinciden con los márgenes de los mismos sistemas, sometidos a la transformación tecnológica. Sin embargo la tecnología no puede ampliar indefinidamente los límites de los sistemas. Una vez superados ciertos límites, el equilibrio se desploma y arrastra consigo toda la actividad del hombre, sepultando las formaciones culturales sostenidas sobre este equilibrio.
A estos nuevos equilibrios o sistemas tecnológicamente balanceados los podemos llamar "sistemas tecnobiológicos", para contraponerlos a los ecosistemas. Como podemos ver, estos sistemas artificiales construidos por la actividad humana no sigun exactamente las leeyes que rigen el ecosistema. Más aún, su razón de ser consiste en transformar esas leyes y construir equilibrios nuevos que dependen en gran parte del manejo tecnológico. Por esta razón es indispensable diferenciar el lenguaje. Llamar ecosistema a los sistemas artificiales lo único que hace es impedir la comrpensión de las diferencias entre los dos órdenes.
Evidentemente, los equilibrios tecnobiólógicos no suprimen de un tajo todas las leyes del ecosistema y esto es lo que da pie a las confusiones entree ambos. Los campos de trigo siguen haciendo fotosíntesis. Las ciudades, que son los espacios más modificados, siguen manteniendo restos de ecosistemas como retazos de un naufragio. Algunos árboles, unas pocas aves, muy pocos insectos y muchos roedores por debajo de la superficie asfaltada. El equilibrio de estas especies, sin embargo, depende ya en gran parte del manejo artificial del hombre. Lo mismo sucede con los animales domesticados, que, sin embargo, sigueen dependiendo de la acumulación energética lograda por la fotosíntesis.
Sin embargo, a medida que avanza el desarrollo tecnológico va desplazando cada vez más el dominio de las leyes del ecosistema. ¿Se puede pensar lo que pasará con el cunjunto de los niveles tróficos cuando el hombre desarrolle tecnología para transformar directamente la energía solar en energía orgánica, reemplazando la fotosíntesis? Entonces prodrá prescindir de la naturaleza verde, aunque todavía no podemos imaaginar el costo ambiental de esa aventura.
CONSECUENCIAS
La primera conclusión a la que podemos llegar es que el problema ambiental cae dentro del proceso evolutivo. Depende de las formas como la evolución biológica remata en la salida técnica, con todas las consecuencias y responsabilidades para el logro de un nuevo equilibrio. Es la primera vez que el equilibrio depende de responsabilidades. La ciencia y la tecnología han venido transformando los equilibrios anteriores. La historia no es más que un proceso de modificación y domesticación de la naturaleza en su conjunto. La cultura es naturaleza transformada y la naturaleza ha entrado en un proceso de hominización.
Esta visión posiblemente choca con muchos de los estereotipos del ambientalismo actual, seducido por reduccionismo ecologicista. El problema ambiental no consiste en "conservar" la naturaleza, sino en modificarla bien, aunque tenga que "conservar" para lograr una transformación adecuada. El hombre no puede renunciar a su destino tecnológico impuesto por la misma evolución. La solución al problema ambiental no consiste en que la especie humana se acomode humildemente dentro de un nicho ecológico y colabore desde allí al equilibrio global. Tampoco se trata de renunciar al antropocentrismo, sino de entenderlo en su verdadero significado. El hombre tien en este momento la responsabilidad del sistema total de la vida y no puede delegar esa responsabilidad.