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Es una pena que el maratón más plano que he corrido ya no se realice, dos ediciones que me supieron a poco, y cuando esperaba la tercera ya la habían cambiado por el medio maratón. La salida y llegada eran desde la población gerundense de Figueres, a través de diversas poblaciones del Empordá. Los únicos problemas... la falta de público y los pocos participantes (no más de 200), pero lo llano de la misma y las diferentes zonas que atravesaba por carreteras bien asfaltadas, te hacían sentir en una carrera especial. Sobre el km 22 ó 23 te encontrabas con una interminable recta donde casi con seguridad te azotaba "La Tramontana" (viento del Pirineo), pero que quedaba recompensado con la bonita imagen del Golfo de Roses. Evidentemente los últimos kilómetros son siempre duros, pero al menos en esta carrera eran planos. Ya de nuevo en Figueres se tenía que llegar a la meta situada en una especie de Rambla, donde, con modestos medios, se volcaban en atenciones con los corredores que te hacían sentir mejor que en la "hermana mayor" de esa prueba, el Maratón de Barcelona. La organización escasa pero buena, te hacían sentir en una prueba en la que el principal personaje era el corredor. |
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