Corría el año 1998 cuando leía un reportaje de la revista "Grandes
espacios" sobre el GR-33 o sendero de la Luna Llena; y como un grupo
de chiflados acometían una marcha de 63 kilómetros, un desnivel
acumulado de 2.500 metros en subida y 1.000 en bajada, y un tiempo
tope de 15 horas. La prueba se llamaba "Pujada a Penyagolosa" y, en
ese momento, todavía no tenía claro lo que realmente querían decir con
"Pujada".
Poco a poco me iba entrando el gusanillo y a pensar en participar en
la edición de 1.999. Con unos meses de antelación, comencé a andar y
trotar por los alrededores de Zaragoza (además de las excursiones
clásicas por la montaña); cuando conseguí caminar de forma habitual
unos 40 kilómetros a 6 Km./hora consideré que estaba suficientemente
preparado y me inscribí en la edición de 1999.
La noche anterior a la marcha me preguntaba qué problemas podría tener
un montañero como yo (de toda la vida) para hacer una marcha por los
montes de Castellón. La respuesta era obvia: "ningún problema"; los
montes en Castellón no pueden ser muy altos, hay más mar que montes,
estoy en forma, etc. En el momento de la verdad, el desconocimiento
real de la prueba, una mala alimentación/hidratación, un día muy
caluroso, etc me hacían abandonar hacia el kilómetro 48.
Cómo diría Almodovar: ¿qué había hecho yo para merecer eso?. Pero la
simiente estaba echada y ese mismo año terminaba mis dos primeros
maratones de montaña (de esos que nos dejan apuntarnos a los
andarines). El año 2000 tenía un primer reto para mí y era llegar a
Penyagolosa por mis propios medios. En el intermedio, problemas con
los clubes organizadores habían hecho que la "Pujada" se transformase
en una marcha exclusivamente montañera, y que surgiese la llamada
"Marató i Mitja".
Con una preparación física similar al año anterior, llegaba a
Castellón. La noche anterior a la prueba cenaba pasta; en la mochila
llevaba un surtido de glucosa y barritas energéticas; y a las 5 de la
mañana estaba desayunado unas laminerías. En los aledaños del Estadio
de Castalia, a las 6,00 horas se ponía en marcha un "pequeño" grupo de
más de 1.000 personas. ¡La suerte estaba echada!. Después de todo lo
dicho, comienza el relato de la prueba.
Todavía es de noche cuando comenzamos a abandonar las calles de
Castellón; algunos noctámbulos nos miran con cara de incrédulos y
quizás se pregunten quién ha bebido más. Amanece cuando atravesamos
una urbanización de las afueras y cuando llega la primera cuesta de la
jornada; es pequeña y nos deja en una inmensa cantera. La atravesamos
al trote y pasamos por los límites del campo de golf. Todavía estamos
en la Plana y nos rodea el olor de los naranjos. En el kilómetro 9 nos
topamos con la primera dificultad sería de la jornada: la subida a la
Pedra Borriol; como el día todavía está fresco y nosotros también,
alcanzamos el primer control sin grandes sobresaltos (pero ya hay
gente con problemas en los pies o sudando la gota).
Hablando de controles (y su correspondiente avituallamiento), no tengo
por menos que agradecer y alabar el impresionante trabajo (cortando
naranjas, o dando agua, o preparando unas bebidas isotónicas…) del
personal de la organización. La atención es excelente y siempre hay
una palabra amable que se agradece más cuanto más recorrido llevamos
efectuado. Está claro que demos ponerles un sobresaliente.
Entre el control 1 y el control 2 (en la Basa de les Oronetes)
comenzamos a conocer de qué va la marcha: consiste en atravesar una
serie de sierras paralelas a la costa hasta llegar al pico de más
altura de la provincia: Penyagolosa. Y la forma de atravesarlas
consiste en subir por un lado y bajar por el otro: así una y otra vez,
una hora tras otra. Ha comenzado a transformarse el paisaje y aparece
un accidentado terreno de almendros y algarrobos que nos va a
acompañar durante muchos kilómetros; también aparecen manchas de
pinares. Se me olvidaba: a los pocos metros de bandonar el primer
control podremos ver en la lejanía ( pero que mucha lejanía… ) la
silueta inconfundible de Penyagolosa.
Al control 2 ( Km.24 ) se llega como a todos los controles: habiendo
subido una larga cuesta. Y se sale de él como de casi todos los
controles: cuesta abajo. El sendero se encamina hacia la Rambla de la
Viuda: el ancho cauce seco y lleno de grava de un río que existió hace
muchos años ( o cuando llega la temible 'gota fría' ); desde arriba se
ve como una serpiente blanca. Lo cruzamos en diagonal y una suave
pendiente nos va llevando durante unos cuantos kilómetros hasta llegar
al tercer control y primer punto habitado: Les Useres ( Km.33 ). El
control se encuentra en un pequeño parquecillo, con zonas de sombra,
grifos con agua,… a estas alturas es un pequeño oasis. Comienzan los
abandonos.
Nos separan 10 Km. del control 4: la ermita de Sant Miquel de les
Torrecelles. En el croquis se aprecia una cuesta más larga y pendiente
que las pasadas hasta ahora, y puedo asegurar que es cierto. Después
un fuerte descenso hasta el Pou de Mas d'Avall ( que este año va muy
justo de agua ), otra nueva tachuela y aparece la ermita; pero, antes,
nuevo descenso y una corta rampa para alcanzar lo que sería la maratón
(metro más o menos).
Este es un momento crítico en el que muchos participantes deciden
abandonar. Debemos valorar nuestro estado físico y anímico a la vista
de que todavía quedan 20 Km. y posiblemente los más duros del
recorrido. Además, la mayoría llegamos a este punto cuando el sol ya
está calentando. Me encuentro a gusto y no tengo ampollas en los pies:
me cambio de camiseta y de calcetines, y decido seguir hacia la Lloma Bernat.
Vamos subiendo por un bosquecillo de pequeños enebros que más tarde se
van transformando en pinos; el último kilómetro antes de llegar a la
cima es bastante duro y debe tomarse con calma. Por fin, se terminan
las rampas y aparece un 4x4 de la organización que nos recibe con unas
botellas de agua; 4 caminantes están tumbados en el suelo al borde del
desfallecimiento y a lo lejos vemos un risco donde está construido el
pueblo de Xodos.
Km.51, quinto control en Xodos. Si no estuviese tan cansado visitaría
en detalle este pueblo en el que las casas más altas se asoman al
vértigo de la roca extraplomada, mientras el resto descienden en
fuerte pendiente formando un par de calles; a sus pies una estrecha
vega rodea el pueblo, uno de los más bonitos de Castellón. Rostros de
fatiga pero también sonrisas de satisfacción; quien llega a Xodos es
difícil que no llegue a Penyagolosa: 'sólo' quedan 12 Km.
En unos pocos metros, la pista se transforma en una senda que sube en
trazado directo a través de un pinar; salvo por el calor, podríamos
pensar que nos encontramos en las sierras del prepirineo oscense.
Llegamos al Pla de la Creu y miramos el croquis: 1 Km. de bajada y 2
de subida por una pista forestal nos dejarán en el último control, la
Banyadera. El avituallamiento tiene algún extra (si llegáis hasta aquí
ya veréis en qué consiste) y ya solo quedan 4 Km. para la meta.
Bajada prolongada por un bosque de pino negro y pino rojo
eurosiberiano, con u suelo que a menudo es una alfombra verde. Lo
hago a la carrera y en unos 20 minutos me tropiezo con los autocares
que nos devolverán a Castellón y con un gran arco de Adidas que señala
la meta. Aplausos de los que han llegado antes que nosotros y
cronómetro parado en 13h35'36" ( el primero llegó en ¡5h39'! ). Han
terminado 695 participantes (de los 1.100 que salieron de Castellón) y
yo he sido el 541 (el 63 entre los veteranos).
Mientras me cambio de ropa decido que no volveré en mucho tiempo.Pero,
mientras estaba escribiendo estas líneas ya estaba pensando en qué
lugares podría ir más rápido y qué tiempo haré en el 2001. ¡Volveré, merece la pena!.
Documentación auxiliar:
Mapa y guía Penyagolosa, Editorial Alpina
Internet: http://www.www2.uji.es/cmc/
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