Los porteadores. Contratados un solo día para que nos subieran las tiendas de campaña a 3.500 metros. El muchacho no soltó ni una palabra en todo el recorrido, mientras que la muchacha no tuvo ningún pudor al reirse cuando pedimos descanso tras subir un enorme roquedal; y eso que nosotros íbamos tan cargados como ellos. Unas horas después se doblaba de cansancio mientras desaparecía la sonrisa de su cara. |
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