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Literatura

Obra Maestra: 1984 de George Orwell

Ni la trivialización mediante un programa de TV ni sus críticos han reducido la importancia de esta novela, con detalles imposibles de olvidar para quienes ya la han leído

NOVIEMBRE, 2006. Cuando se hicieron recuentos de los mejores libros publicados durante el siglo XX, 1984 estuvo entre la mayoría de ellos. No extraña: más allá del reconocimiento otorgado a otros monstruos de la literatura de habla inglesa en esas 10 décadas, llámense Hemingway, F. Scott Fitzgerald, Joyce y Steinbeck hasta los más contemporáneos como Philip Roth y Tom De Lillo, Orwell logró entrar a un rinconcito entre los grandes gracias a una novela que, en su edición original, apenas y vendió un puñado de copias.

Lo que hizo grande a 1984, y a su autor (aunque de manera póstuma, pues falleció poco después de su publicación sin llegar a darse cuenta de la dimensión que alcanzaría esta obra) fue el haberse negado a seguir la actitud agachona de los escritores contemporáneos suyos quienes se oponían a ver al estalinismo como una dictadura y sólo se atrevieron a hablar una vez que comenzó a enfriarse el cadáver del dictador soviético, en 1953.

En tal sentido Orwell cumplió, mediante esta novela, con el genuino rol que debe asumir un intelectual, esto es, el criticar el pisoteo de la dignidad y de la virtud, provenga de quien provenga, en vez de guardar silencio cómplice (y aun criminal) ante las barbaridades de un poder absoluto, situación que, por supuesto, también corresponde a aquellos intelectuales que justificaron las barbaries del nazismo.

Debido a su rompimiento con las fuerzas "progresistas" fue que, durante los primeros años, 1984 se mantuvo al margen de los círculos literarios. Las revistas especializadas apenas y comentaban esta novela, aunque en la mayoría de las casos la despreciaban totalmente. No fue sino hasta después de la muerte de Stalin cuando los lectores fueron acercándose a ella, y cuando miles de copias entraron de contrabando a los países controlados por la URSS. Para finales de los cincuenta y en plena Guerra Fría, 1984 era ya considerada una obra maestra en la narrativa, y sobre todo, en la denuncia política.

Eric Arthur Blair, su nombre real, nació en la India en 1900 cuando aún era parte del Imperio Británico. Durante su adolescencia, que transcurrió en Gran Bretaña, Orwell siguió de cerca los acontecimientos que ocurrían en Rusia de modo que, al triunfar la revolución que cambió de nombre al país a URSS. Blair se había convertido en un ardiente defensor del socialismo. Casi al mismo tiempo descubrió su vocación como escritor y periodista así como su vena bohemia. Años después adquiriría el num de plume de George Orwell.

Su vida transcurrió sin mayores contratiempos (había viajado por buena parte de Europa) hasta 1936, cuando estalló la Guerra Civil española. Orwell se alistó como voluntario para apoyar a los republicanos, a quienes consideraba idealistas en busca de una sociedad más justa e igualitaria. No tardó en mucho en desilusionarse al ver que los militares soviéticos habían tomado los altos mandos y que con el pretexto de la "internacionalización" habían sometido al bando republicano. Cuando fue gravemente herido en combate terminó por convencerse que, lejos de aplicar el socialismo, lo que había ocurrido en la URSS y se intentaba implantar en España era un sistema que encumbraría a un grupo burocrático que no dudaría en aplicar el terror para aferrarse a sus privilegios.

Para su sorpresa, al regresar a Gran Bretaña e intentar difundir sus ideas, se topó con una oleada de ira por parte de la comunidad literaria y periodística, quienes parecían estar embelesados con todo lo que llegara de Moscú. Contra esa corriente nadó Orwell durante todas la guerra y, al final de ésta, decidió escribir dos novelas que denunciaran lo que se escondía detrás del oso soviético. La primera de ellas fue Animal Farm.

A mediados de 1947 su salud comenzó a empeorar y supo que ya no le quedaba mucha vida. Así, y como último aviso, Orwell terminó de escribir, con un esfuerzo sobrehumano, la novela que lo inmortalizaría y a la cual el título simplemente cambió los dos números por 1948, año en que la terminó y envió a su editor.

El protagonista de la historia es Winston Smith, un individuo de la masa quien vive en una Inglaterra futurista. Asiste a las "sesiones de odio" organizadas por el Partido donde se injuria a los enemigos del Hermano Mayor. La vida ha sido siempre así desde que la recuerda Winston pues del pasado nada se sabe, y de lo poco todo cambia con regularidad. A él sólo se le ha enseñado a amar al Hermano Mayor, cuya efigie aparece por todos lados. También se ha acostumbrado a ser observado por las telepantallas, unos artilugios omnipresentes que nadie puede apagar.

En una de esa sesiones de odio Winston conoce a Julia, una fría miembro del Partido reconocible por su vestimenta negra y un listón rojo amarrado en el brazo. Ella le revela la existencia de una conspiración para terminar con la "tiranía del Hermano Mayor", pues Julia es una de sus células que intentan desestabilizar al Partido por dentro. Julia lo lleva con O'Malley, un vendedor de vejestorios quien en realidad es un elemento de la confabulación.

Para quienes no han leído la novela sólo diremos que Winston Smith es traicionado y enviado con la Policía del Amor, un sitio donde se aplican torturas a los disidentes.

Años antes Orwell había escrito un brillante ensayo sobre la veleidosidad del idioma inglés y la facilidad con que las palabras eran manipuladas para darles un sentido lejano a la realidad, práctica que persiste hasta nuestros días en la prensa donde al guerrillero se le llama "insurgente" o "rebelde" y al genocidio "limpieza étnica". La denuncia fue reforzada en 1984 donde el Ministerio de la Verdad era el sitio donde se manipulaba toda la información. Frases como "la libertad es esclavitud", parte del discurso del Hermano Mayor, no piden nada a la bofetada a la verdad que se llegó a dar cuando Alemania fue dividida en dos y al sector comunista se le llamó República Democrática de Alemania y donde lo que menos había era democracia.

Orwell estaba totalmente consciente de hasta dónde podría llegar el desprecio hacia la realidad cuando un Estado se vuelve dueño de todo y de todos. Por ello los habitantes de Europa Oriental quedaron sorprendidos al leer 1984, el cual describía, en forma impecable, cómo era la vida en un país comunista, máxime porque Orwell jamás estuvo en ninguno.

Hay quienes han tratado de desvirtuar el mensaje original de Orwell con los argumentos más absurdos --"es una crítica al corporativismo capitalista", "denuncia la sociedad de consumo que padecemos", "nos advierte sobre el peligro de ser esclavos de los publicistas"-- y quienes consideran que, al caer el bloque oriental, Orwell dejó de tener vigencia. Por el contrario, él escribió 1984, como refiere Christopher Hitchens en una biografía sobre el escritor, a manera que no ocurrieran sus temores más pesimistas.

Otra forma de desvirtuar la novela se ha dado con el reality show que lleva el nombre del protagonista y que sólo nos demuestra la que sus productores jamás han leído siquiera una línea de esta novela, Pero la moda de ese programa comienza a desvanecerse, con lo cual el mensaje de 1984 comienza a regresar a su sentido original.

Y si bien hoy ya no existe la amenaza que alguna vez estuvo en el Kremlin, los "hermanitos mayores" ubicados entre los activistas políticamente correctos también hoy habrían levantado alarma al autor de una de las obras literarias de denuncia más sobresalientes del siglo XX.

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