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¡Víctimas del capitalismo polar...!

Tejemanejes ambientalistas

Dentro del movimiento ambientalista abunda gente que rechaza los dogmas, las generalizaciones, y ubica al hombre víctima del materialismo. Paradójicamente, éste se ha convertido en una religión, y en una veta para hacer gran dinero

FEBRERO, 2006. La última semana de enero fue acaparada por notas ecológicas: decenas de científicos se reunieron en París para analizar los efectos del calentamiento global; a los pocos días los diarios del mundo reprodujeron una "alarmante" fotografía donde dos osos polares se encontraban separados por dos pedazos de hielo, y el fin de semana el senador Al Gore, autor de La Verdad Incómoda (The Hidden Truth) fue oficialmente postulado como candidato al Premio Nobel de la Paz. Adicional a ello, se anunció que recibiría el Premio Príncipe de Asturias por su "contribución" a la causa ecológica.

Criticar, o al menor objetar, a la alharaca que se ha hecho en torno al desastre ecológico y al calentamiento global suena hoy a sacrilegio. El transgresor puede ser fácilmente acusado de "insensible", de estar "a sueldo de los consorcios contaminantes" y aun de estar loco. Entre los "herejes" se encuentra el ecologista Björn Lomborg, quien varias veces ha señalado la "histeria" existente en torno al calentamiento global donde, señala en un artículo del Wall Street Journal, "estamos lejos de llegar a las conclusiones de que en realidad el planeta se está calentando (...) se han tomado como hechos inevitables lo que, hasta hoy, son solamente teorías".

(Lomborg, ex integrante de Greenpeace, escribió en el 2001 The Skeptical Environmentalist, libro donde apuntaba que el ecologismo había dejado de ser un noble cruzada para convertirse en una fábrica de chantajes donde giraban millones de dólares. También indicó que era el pretexto ideal para exprimir y exigir más recursos a empresas y gobiernos en nombre de un tema moralmente irreprochable. Ello lo estamos viendo en este momento, como si se tratara de un guión)

¿Y por qué el señalar cualquier objeción en torno al calentamiento global, por pequeño que sea, se volvió en casi un crimen contra la humanidad? Sencillo: el ambientalismo se ha vuelto dogma. Más aún, según Michael Crichton, se ha convertido "en la nueva religión de quienes usualmente se asumen como ateos". No le falta razón a quien es también autor de las novelas --luego llevadas al cine-- de Jurassic Park, entre muchas otras: Si se les entrevistara, muchos científicos que difunden luces rojas ante el calentamiento global responderían que la religión ya no va con los tiempos, y que desde hace tiempo han optado por pertenecer a ninguna iglesia. Sin embargo, sus planteamientos de ecologismo radical los acercan a movimientos como el New Age, también duro defensor de la ecología, y a la cual muchos consideran ya como una religión donde el dios es la naturaleza misma.

Dice Crichton:

"El ambientalismo es una de las religiones más poderosas que hoy existen en el mundo occidental. El ambientalismo parece ser las religión en boga para los ateos urbanos. ¿Y por qué digo que es una religión? Bueno, simplemente vean las creencias. Si observamos con detenimiento, veremos que el ambientalismo es en realidad una reconfiguración, en pleno siglo XXI, de lo que son las creencias y mitos judeo cristianos".

Prosigue Chrichton: "Al principio hay un Edén, un estado de gracia y unidad con la naturaleza; pero todo cae de la gracia hacia la contaminación por haber comido del árbol del conocimiento, y como resultado de nuestras acciones nos espera el día del juicio final. Todos somos energía pecadora y estamos condenado a morir al menos que busquemos la salvación, a la cual hoy llamamos sustentación. Ésta es la salvación para la iglesia ambientalista.

"Los alimentos orgánicos son su comunión, y el agua libre de pesticidas representa a la gente adecuada con las creencias correctas. El Edén, la caída del hombre, la pérdida de gracia, el inminente fin del mundo... todas ellas son estructuras míticas, y son profundamente conservadoras (...) Dentro del ambientalismo se han convertido en hechos que no pueden ser cuestionados. Son asuntos de fe".

El otro elemento

El ambientalismo abarca otros puntos, por supuesto. Uno, que como una corriente de centro-izquierda, suele tener como villano principal a Estados Unidos como "el mayor contaminador" del planeta (falso: recientemente la revista alemana Der Spiegel señaló que China ostenta, por lejos, el primer lugar, tanto así que gran parte de la nube contaminante que flota sobre Europa se originó en el gigantesco país oriental), o exige, como lo sugirió un sujeto durante el Congreso en París, "que todas las empresas contaminantes sean expropiadas", argumento bastante ingenuo --por no usar un adjetivo más fuerte-- el dejarlas en manos de una inmaculada burocracia empeñada en el bien común. Para buena parte de los ambientalistas que hoy pululan por el mundo, la catástrofe ecológica de Chernobyl jamás parece haber ocurrido.

Y, como refiere Lomborg, el ambientalismo ha pasado a ser el purgatorio de quienes, presionados por la culpa, buscan expiar sus pecados como se hacía en la Edad Media: mediante bulas, o erogaciones monetarias. Ello arroja como saldo que el ambientalismo sea hoy una de las actividades más lucrativas del activismo político.

Acorraladas, empresas como McDonald's han prometido reducir el número de calorías de sus productos y aun han creado "platillos ecológicos" los cuales los actiambientalistas quieren que sean "los únicos" que la cadena ofrezca en un futuro próximo. Microsoft, Sony y Volvo, entre otras, han erogado millones de dólares para la causa ambientalista, dinero del cual, por cierto, los activistas rara vez deben rendir cuentas.

Sin embargo la veta más jugosa para los actiambientalistas proviene de los gobiernos. Basta con que uno de ellos denuncie cualquier "desastre ecológico" para estirar la mano y recibir recursos públicos. Extrañamente, el gobierno del presidente George W. Bush, quien para muchos activistas es una especie de Ecoloco (personaje que aparecía hace años en la divertida serie mexicana Odisea Burbujas) ha dedicado a la causa ambientalista mucho más dinero que su antecesor Bill Clinton. Tan sólo en el 2005, el inquilino de la Casa Blanca repartió casi 60 mil millones de dólares para la investigación que contrarreste la "hecatombe ecológica", según información publicada en The Wall Street Journal.

Dentro del caudal de dólares que el gobierno norteamericano ha destinado desde el año pasado a la "causa ecológica" se encuentran los millonarios subsidios a los granjeros para que produzcan más maíz, y otro tanto para la investigación del etanol como combustible natural. Esto ha arrojado, como se dice comúnmente, un balazo por la culata pues de repente el valor del maíz se ha incrementado en los precios internacionales, algo que ha repecutido en México con el llamado tortillagate.

Pero eso sí, tutti contenti: Pese a que Lomborg y otros especialistas advierten que el etanol resulta contraproducente dados los altos niveles de agua que se requieren para cosechar una hectárea, es una de las --nuevas-- banderas lucrativas del ambientalismo. ¿Pero por qué no utilizar alcohol, que ha dado resultado en países como Brasil? Según un artículo publicado por The Cato Institute, "es más fácil utilizar argumentos proteccionistas con un alimento que con un producto químico. Eso sin mencionar la posibilidad de hacer negocios y recibir dinero público".

En conclusión, no obstante el pesimismo, de que nos encontramos ante una hecatombe ecológica y que de ella nos salvará un grupo de píos burócratas que pondrán a raya a las empresas contaminantes --privadas, naturalmente: en estas reuniones no hubo una sola crítica contra Pemex, PDVSA o Petrobras, aunque sí las hubo hacia Exxon y Shell-- y arrebatarles su patrimonio si es preciso, la verdad es que se está manejando como verdad algo que, hasta el momento, se basa en estimaciones así como en menospreciar los puntos positivos y exagerar los negativos.

El fallecido Julian Simon lo estableció así en 1994: "En los años que he corroborado y comparado la información sobre las futuras debacles ecológicas puedo asegurar que los ambientalistas no han sido muy buenos para realizar vaticinios. ¿Por qué? Sencillo: por años, la pasión ha dominado a la razón cada vez que ponemos sobre la mesa el tema ecologista".

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roberto_escajeda escribe 7.03.0.7:

Coincido con ustedes en cuanto a que la guerra contra el calentamiento global se ha transformado en una religión de la que el señor Al Gore podría convertirse en su Gurú, y que pronto sobrepasará a la cienciología como la religión de moda en Hollywood. Pero algo también es cierto, que el calentamiento global es una realidad y que hoy estamos haciendo poco o nada para asegurar el futuro de las generaciones que vienen. Por ello debemos evitar que el tema se quede nada más en manos de "clowns" como Gore, cantantes y actores. Todos podemos contribuir en nuestro propio modo sin necesidad de convertirnos en miembros de la iglesia de San Albert Gore

 

 

 

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