VIOLENCIA DEL FUTBOL
Todos los muertos del fútbol argentino
CRONICAS DE LO QUE SE HA PODIDO Y HAN DEJADO SABER
Asesinato de Omar Giménez (II)
EL QUE A BALAZO HIERE, A BALAZOS
MUERE
por Amílcar
Romero
Nota para la sección Opinión del Río
Negro, mayo de 1992
La verdadera de muerte de Omar
Giménez, de 18 años, por ahora la víctima fatal
125a. de la violencia del fútbol argentino, tuvo su comienzo larvado el
DOM 22/03/92, una vez terminado el clásico
lugareño entre Racing e Independiente, y donde uno de
los capitostes de la barra brava del grupo nombrado en último
término, apodado El Gallego, habría recibido tal tunda
que hasta lo dieron haciendo el aguante en un estadio del otro mundo, y
tuvo que salir a desmentirlo, en medio de otro caos, cinco días
después, nada menos que el presidente racinguista Juan De
Estefano. A todo esto, el aporreado se recupera satisfactoriamente en una
clínica particular cuyo costo no se condice con los prejuicios
socioeconómicos existentes en torno al status de los que integran estos
grupos.
El VIE 27/03/92, a la noche, cuando ya faltaban horas para el proyectil
que le haría neurológicamente imposible la vida a
Giménez, a pesar de todo lo que se ha declarado en torno al
matrimonio oscuridad-violencia, por primera vez en la historia de la
violencia del fútbol un disparo salido de una barra brava fue a
dar en la humanidad de un uniformado. Ubiquemos las fuerzas en pugna:
Guardia Imperial racinguista, autoapodada La No. 1, y sargento
José Luis Cabrera, herido en el brazo derecho, de la
comisaría 1a. de Avellaneda, por el otro. Además de un
revólver, los efectivos del Operativo Especial secuestraron dos
cócteles Molotov, unos implementos que habían hecho
su reaparición a principios de marzo en un partido de primera B y a
los que no se recurría desde mediados del '83, cuando ocurrió el
asesinato todavía impune de Matutito. En otros términos,
el grupo acusado de haber fajado malamente a una de las cabezas visibles de
una barra que no sólo es la del club del presidente de la AFA y
vicepresidente de la FIFA, sino que para el circuito de
información extraoficial, circulante como válido, es
la que mayor infiltración de policías tiene, amén
de otras lindezas cuya sola enunciación se tendría que hacer con
un mínimo de pruebas.
El asesinato de Omar Giménez, con un proyectil de grueso calibre
disparado desde casi una cuadra de distancia, hijo intermedio entre
siete hermanos, oriundo del Dock Sud, estudiante nocturno de nivel
secundario y changarín cuando podía, seguidor del equipo del
barrio los sábados y los domingos integrantes de las huestes que lidera
El Abuelo a nivel nacional e internacional, uno de los tantos casos
típicos de doble militancia en el Gran Buenos Aires,
empezó a consumarse al atardecer del SAB 28/03/92 de marzo,
cuando la fragmentación de su parte témporo-frontal afectada por
el impacto se le metió dentro de la masa encefálica y produjo
estragos de todo tipo. Nadie dijo milagro en un primer momento sólo por
delicadeza. Ya sobre el empedrado pobre de su barriada, era sólo un
muerto que respiraba, y por momentos hasta con mucha dificultad.
Más allá del enzarzamiento de versiones que entraron en
erupción cuando casi ni se había acabado el eco del disparo
asesino, no sólo las estadísticas de aquí y de cualquier
lado indican que el más grande alto riesgo, en el fútbol,
es la condición de visitante, aquí primero que nada debe
tomarse en cuenta que Giménez era local. Tan
dueño de casa que lo abatieron a pocas cuadras de su domicilio
particular.
Por encima de imputaciones e insultos, el núcleo coincidente de los
testimonios es que la represión estuvo en todo momento
focalizada, de manera acertada o no, contra la gente de la barriada y
que fue por cierto con una pizca bastante por encima del celo
vigilante y controlador que debe poner la fuerza pública.
¿Cuentas pendientes con racinguistas que moran en ese sector y
también despuntan el vicio los sábados?
A Omar Giménez la segunda muerte se le empezó a consumar
el MIE 01/04/92, cuando los médicos del hospital público
Fiorito, de Avellaneda, afirmaron que ése era el estado
clínico de su cerebro. El paro cardíaco con el cese de toda
mínima actividad vital y comienzo de la descomposición
orgánica se produjo con los primeros minutos del VIE 03/04/92.
Para la explosión espontánea de los testigos, el consabido
surgimiento de amenazas y la correspondiente mitología ya hay un
veredicto inapelable que es cosa juzgada. Se trata de la 14a.
víctima fatal producida por la acción represiva de los
uniformados, sin contar la participación que le cupo a la
policía en el origen de la masacre de la Puerta 12, en 1968, con
un saldo final de 71 muertos y más de 200 heridos.
No hace mucho, con motivo de solicitársele su opinión
acerca de lo concluido por los criminólogos de la Universidad
Católica de Lovaina en su informe sobre la masacre de Heysel
(mayo 1985) Ir al listado completo de tragedias en estadios
de fútbol durante el siglo XX. Volver con el BACK del
navegador, en torno al dilema que hay entre lo contraproducente que
resulta montar los grandes aparatos represivos que predisponen a la gente en
un clima previolento y la necesidad de preservar los derechos individuales, un
alto jefe de la Policía Federal los calificó de
sociólogos trasnochados que nunca habían estado en la
tribuna de la cancha de Boca Juniors. En mayo próximo, en un
primer congreso sobre violencia en los espectáculos deportivos que no
es tal porque ya hubo otro anterior en Chapadmalal -a lo sumo se
tratará del primer congreso oficialista sobre el tema, lo mismo
sumamente improbable porque el primero fue también esencialmente
oficialista-, pero el caso es que el mencionado alto jefe ha sido
designado para integrar el panel que disertará sobre Seguridad en
los Estadios y Ordenamiento Urbano y los Giménez son
ajusticiados por una dinámica que no es materia de reflexión y
análisis ni en ese ni en ningún otro congreso. En medio de
cifras oficiales jamás hechas saber, en un incidente producido hace
pocos días pudo inferirse que el adicional que por lo menos recibe todo
policía por integrar un Operativo Especial es de 20
dólares cada uno, con lo cual treparía a unos 3
millones por lo menos de la misma moneda el costo que el fútbol
organizado paga anualmente en concepto de represión. Al reportaje completo a este comisario, incluso con los
recuadros que no fueron publicados. Volver con el BACK del
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