Una Extraña Desaparición



    Reubén tuvo oportunidad de ayudar a sus compañeros muy a su manera durante el sexto semestre, sirviendo mejor como tema de conversación que el ponerse anillos de compromiso, como lo hizo hace tiempo.

    Debido a las ideas y desventuras que tuvo Reubén, Susana tiene "castigado" a Reubén, y prefiere ser paseada en Taxis que ser su chofer. De hecho, ni siquiera va en carro a la escuela.

    Llega el último día de clases, y Reubén deja a Susana en su casa, para pasar por ella más tarde.

    Después de dejarla, va caminando despreocupado por la calle, cuando unas cuadras más adelante, una hermosa chica va caminando por la calle como desorientada y perdida. Le pide ayuda a Reubén sobre cómo tomar un camión. Raro en él, le sabe contestar.

- "¡Muchísimas gracias!" le agradece la muchacha.
- "¡Por nada!" se sonroja Reubén.
- "Me llamo Natividad. ¿Y tú?"
- "Reubén."
- "¿Y tienes teléfono?"
- "58-38-40."
- "¿Porqué no me acompañas a tomar el camión?"
- "Eeeeh... Bueno."

    Van caminando hacia la parada del camión.

- "Oye, disculpa que te pregunte pero, ¿eres de aquí?" le pregunta.
- "Se me nota en el acento, ¿verdad? No, no soy de por aquí. Qué pena andar por una ciudad sin
    conocerla" le responde con una sonrisa.
- (Huy, qué pena que yo tampoco conozca bien a mi propia ciudad) "Sí, bueno, yo pienso que
    no es necesario conocer a una ciudad para disfrutarla y llegar a donde tienes que ir."
- "¡Qué lindo eres!"
- "No, cómo crees. ¿Porqué lo dices?" pregunta Reubén empezando a sonrojarse.
- "Porque tú tampoco conoces la ciudad, ¿verdad? Digo, la conoces más que yo, pero menos que
    cualquiera de aquí, ¿verdad?"
- "Ummm... Sí." el halago en Reubén es suplantado por un sentimiento de inutilidad, y se
    indigna un poco.
- "Pobrecito. Te debes de sentir tan solo en una ciudad que no conoces..... Como yo."
- "Bueno, ya me conoces a mí."
- "¡Sí! ¡Es verdad! Y visceversa, claro está" le otorga una sonrisa tan cálida que Reubén se
    sonroja.
- "¿De dónde eres?" pregunta con la cabeza agachada, mientras se le pasa el rubor.
- "De Estocolmo. Bueno, de allá vengo, pero no soy de allí."
- "¿Entonces de dónde eres?"
- "De muchas partes. Nací en una parte, crecí en otra... Me he pasado la vida viajando, como
    sin rumbo fijo."
- (Así era Susana. Me recuerda mucho a Susana cuando recién la conocí. Pero...) "¿Y qué te
    trae por acá? ¿Es otro de tus viajes?" pregunta alzando la cabeza.
- "No. Esto es más serio. Ando buscando a alguien. ¡! ¿Ese es el camión?"
- "Sí."
- "Me tengo que ir. ¡Nos vemos!" se despide con un beso en la boca, apresurada.

    La hermosa muchacha toma el camión y se va.

    Reubén, por su parte, se queda inmóvil, completamente ruborizado, sin saber ni qué hacer ni qué decir. Cinco minutos después que el camión sale de su vista, reacciona. Simplemente mete las manos en sus bolsillos y comienza a caminar lentamente hasta su casa.

    Pasando unas horas en su casa, se le olvida el incidente y pasa en Taxi por Susana a la hora convenida para llevarla a un restaurant. Dentro, Reubén retoma el tema que dejaron pendiente en la mañana, pero Susana parece traer la mente en otro lado.

- "Como te iba diciendo, por más que busco en libros, y en Internet, y en los chats, y en los
    servicios de ligue..." platica Reubén.
- "¿¡Que qué?!" exclama Susana.
- "¡Ja ja! Pensaba que no me estabas haciendo caso. Lo que decía es que no encuentro de nadie
    que se haya convertido en angelito. Sin embargo, he encontrado más material acerca de los
    Santos Peleadores."
- "¿Como qué?"
- "Recordarás que en el Torneo que te platiqué éramos tres santos peleadores. Pero, Mario y yo
    estábamos apenas en los inicios. En cambio Ivanova... No es sólo era el hecho de que tiene más
    experiencia, ni que puede usar magia como cualquier cosa. Ella tiene algo más. Su presencia. Su
    porte. Es como si hubiera dejado de ser humana, como si hubiera trascendido. Y ahora sé
    porqué."
- "¿Porqué?"
- "Dicen que en el mundo siempre debe existir un Santo Peleador, que es la persona encargada de
    regular el balance entre las fuerzas del Bien y el Mal, pero a un nivel mayor y más sublime, no a
    base de peleas, pero tampoco diplomacia. No puede encargarse directamente de los demonios
    que invadan este plano, porque al arriesgar su vida estaría descuidando el delicado balance del
    Bien y el Mal."
- "Pero... Al haber demonios aquí... ¿No estarían desbalanceando las fuerzas del bien y el mal?"
- "De hecho. Su deber es cerrar la grieta por la que hayan entrado, o terminar el maleficio que lo
    haya causado, si no, nuestros esfuerzos al acabar al demonio serían inútiles, ya que al matarlo va
    de vuelta a su plano, y si todavía hay conexión, nada le impediría regresar."
- "Brrrrr..." se cruza de brazos Susana como si tuviera frío.
- "¿Qué tienes?"
- "No sé, me dió un escalofrío."

    Al mismo tiempo, en la Rumorosa, alguien siente lo mismo y deja su arduo entrenamiento para dirigirse a la ciudad.

    Unos minutos después llega al museo municipal el camión que transporta a las Momias de Guanajuato en gira por la República. Al día siguiente es la apertura de la exhibición. Reciben al camionero con asombro.

- "¿Qué pasa?" les pregunta.
- "¿¡No lo notaste?! ¿¡Qué te ocurrió en el camino?!" le pregunta el director del museo.
- "¿?"
- "¡Bájate del camión y mira!"

    Se baja a ver el camión, y se da cuenta de lo que se refiere el director. La puerta trasera del camión aparece como si la hubieran destrozado desde adentro. Se meten por la apertura y descubren que la parte principal de la exhibición ya no está.

- "¿¡Qué está pasando?!" le pregunta el director como histérico.
- "¡Es como si las momias se hubieran levantado y salido!" le dice el camionero, blanco del
    susto.

Los Aleatorios Guía de Capítulos Siguiente Capítulo


© 1989-2001 Los Defensores del Tanuki™