EL
hombre, a quien de ahora en adelante llamaremos Tony, había
decidido soñar que tenía una amante. Desde entonces todas las
noches soñaba con ella, y cada nuevo encuentro, cada nueva cita,
eran más y más románticos, más y más apasionados. Ella se
llamaba Sandra, o, mejor dicho, él decidió llamarla así.
andra
le parecía un bello nombre, muy digno y muy sonoro, el cual iba a
pelo con la belleza de su amante. Pero ella no sólo era bella, era
la perfección hecha mujer: hermosa, encantadora, discreta, rica e
inteligente. Imposible pedir más.
Y
él, en sus sueños, no era menos: guapo, distinguido, brillante,
con una envidiable cuenta de ahorros y con propiedades en todas
partes del mundo. En otras palabras: él era digno de ella. Ahora
bien, el universo que Tony iba creándole a su amante se complicaba
noche a noche. Sandra ya no sólo tenía mamá y papá, tenía también
hermanos y hermanas, tíos y tías, primos, amigos y un par de
sobrinos que a él le resultaban completamente insoportables.
Inclusive
le creó un antiguo amante: Piero. Pero Sandra le confesó una noche
que Piero era un bribón, un alcohólico y drogadicto y pederasta
para colmo.
Por
todo esto lo dejé", le dijo Sandra tomándole las manos y mirándole
a los ojos. En fin, por intermedio de ella, Tony se encargó de
vilipendiar y vituperar a Piero, sintiendo un inexplicable gozo cada
vez que ella denostaba de su antiguo amante. "Es un miserable
-le dijo él- y sólo debe merecer nuestro desprecio". Una
noche, cuando paseaba con su amada por una Venecia donde nunca había
estado, apareció Piero. A Tony no le costó trabajo reconocerlo,
pues ella se había encargado de describírselo en más de una
oportunidad. Y aunque era muy apuesto y muy bien plantado el tan
mentado Piero, en sus ojos se veían claramente los destellos de un
odio infinito e irracional. Y en sus manos, largas como sables,
destacaba ferozmente un revólver. Tony, seguro de controlar la
situación, le dijo a Piero un par de palabras soeces al tiempo que
lanzaba un jactancioso bufido y sacaba pecho tratando de emular,
anacrónico como siempre, a un tal La Motta. Sin embargo Piero no se
amilanó, y tomó a Sandra del brazo con la confianza que daba el
hecho de haber sido anteriormente su amante. Tony quiso reaccionar,
aunque inúltimente, pues Piero se encargó de derribarlo de un
golpe, apuntándole de inmediato con su pistola. Como es fácil
percatarse, algo no estaba marchando bien. Tony dábase cuenta que
el sueño se le escapaba de las manos, que Piero estaba haciendo lo
que se le venía en gana y no lo que él deseaba. En fin, cuando
Piero comenzó a insultalo con palabras irreproducibles, Tony pudo
deducir que, definitivamente, ése no era su sueño, sino todo lo
contrario, que el sueño era él, y que quien soñaba era Piero. Por
esta razón Tony se sentía atado de pies y manos, mientras que al
miserable de Piero se le veía muy seguro de sí mismo. Y cuando éste
ya ponía el dedo en el gatillo dispuesto a liquidar lo que
consideraba, según sus propias palabras, "un asqueroso
bicho", cuando Tony ya se veía pasar de un mundo de quimeras a
un mundo de sombras impenetrables, pudo ver, entre asombrado y
deslumbrado, cómo Sandra golpeaba brutalmente con una piedra a
Piero, quien, a raíz del golpe, caía exánime y sin sentido y bañado
en sangre.
Entonces
recién Tony comprendió, al ver a ella ofrecerle sus brazos, que
tanto él como Piero eran más bien parte de los sueños de Sandra.
Y que Sandra, por x motivos, lo había escogido a él, a Tony, para
que de ahora en adelante ambos fueran felices para siempre.
Alvaro
Santiago Flores
Alvaro
Santiago Flores, en 1988 obtuvo el primer premio en narración en
los Juegos Florales de la Universidad Villarreal, en el 1992 también
se hizo del primer lugar en el "Concurso Nacional de Cuento
Breve Brevísimo", organizado por la revista "El Ñandú
Desplumado", y este 1996 repitió el premio en los Juegos
Florales de la Universidad Mayor de San Marcos (narración).
"Por el Amor de Sandra", es un cuento surrealista producto
de los sueños o desvelos
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