V   LOS NEXOS

ILUSIONES-EXISTENCIA-MODO






Lo esencial de la vida pareciera radicar en su increíble capacidad de transformarse.

Un cielo tropical de verano, por ejemplo, que pasa del azul intenso al gris de la tormenta desenvuelta en rayos y granizo, que arrasa los sembradíos, destruye las mieses y los nidos, y, no obstante todo ello, fecunda la tierra que antes anegara.

A la transformación parecieran resultarle indiferentes las consecuencias de su permanente cambio. A la materia, lo mismo le da trasmutarse en oro o antinomio, ser galaxia o abedul, extinto dinosaurio o garrapata.

En rigor de verdad, no es la transformación sino lo transformado cuanto existe.

En rigor de verdad, ni la transformación ni el tiempo implicado en la demora de sus rediseños existirían sin las cosas que menguan, amplían o aniquilan.

Sin lo transformado, no existiría la transformación. Todo pareciera indicar, entonces, que el hijo es anterior al padre.

¿Siempre y necesariamente el ser presupone algo que lo haya hecho (o posibilitado) ser?

¿La nada es el destino final de las transformaciones? ¿Su preexistencia, acaso? ¿O esta pregunta es una mera ilusión de nuestro entendimiento?

¿Vale el parangón de la nada con el mal y el del bien con el ser o esta comparación se debe a una ilusión de nuestro entendimiento?

¿O es el mal el ser en cualquiera de sus incompletudes?

Si, extremando las cosas, todo es ilusión de nuestro entendimiento, ¿qué es lo que existe? ¿O es también esta premura por el conocimiento una ilusión de nuestro entendimiento?
 

Buenos Aires, noviembre, 1998.



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